La Doctrina Social de la Iglesia (DSI) se alimenta de una serie de encíclicas que se preocupan de la dignidad humana en los ámbitos social, político y económico. Pero también se nutre del pensamiento de muchos que se sintieron inspirados por la doctrina de Cristo para formular su aplicación en la búsqueda de soluciones a los problemas que enfrenta la humanidad.
El Presbítero Félix Varela y Morales es uno de ellos. Podemos encontrar en su pensamiento y su obra muchos elementos que se adelantan a las encíclicas que casi un siglo después comienzan a desarrollar prácticamente hasta nuestros días la estructura de pensamiento que cristaliza en el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia.
Varela es considerado por los cubanos como el primero que los enseñó a pensar. Aunque su prédica y sus escritos tenían un trasfondo religioso, la historia de Cuba lo equipara a José Martí como fundamento de identidad nacional. Muy pocos fuera de Cuba lo conocen, pero su pensamiento tuvo una proyección universalista que se aplica a todas las circunstancias de los pueblos que aspiran a la libertad y a la democracia.
Varela vivió a principios del siglo XIX y fue parte instrumental de los acontecimientos provocados por la proclamación en Cádiz de la Constitución de 1812, la cual fue producto de la reacción española a la invasión francesa a partir del 2 de mayo de 1808 y también de la influencia que a través de los regímenes napoleónicos ejercía la Revolución Francesa sobre Europa y las colonias de América a principios de ese siglo.
En 1812 se juró en La Habana este documento que se conoció como la "Constitución de Cádiz". El Obispo Espada le brindó su resuelto respaldo, inspirando a muchos católicos ilustrados, entre los que destacó el Presbítero Félix Varela y Morales, todos los cuales se manifestaron públicamente como decididos constitucionalistas. Por encargo de su Obispo, Varela pronunció en la Iglesia del Santo Cristo del Buen Viaje, situada en la Habana Vieja, la exhortación a la jura de la Constitución.
En un brillante artículo publicado en Cuba bajo la pluma de Leonel Suárez en la Revista Vitral, en el que desarrolla los antecedentes de esta Constitución española y su influencia en la Cuba colonial y en el pensamiento preclaro del Presbítero Félix Varela y Morales, el autor señala las circunstancias por las cuales Cuba no se suma todavía en 1812 ni en 1820 a la oleada independentista del resto de América sino que opta por el integrismo con España.
La Constitución de 1812 fue de corta duración y España regresó al absolutismo y perdió a América. No obstante esta misma catástrofe debe haber sido determinante de la restauración del régimen constitucional en 1820, el cual se mantuvo hasta 1823. Son tres años decisivos que aprovecha el Obispo Espada para crear una cátedra para la cual Varela gana ampliamente las oposiciones. Esta Constitución daba fundamento y justificación a la idea integrista que se proclama entonces desde el Seminario de San Carlos bajo la orientación académica de Varela. En su ensayo, Leonel Suárez destaca las palabras inaugurales de Varela en su primer día de clases:
«Si he de llamar por algún nombre esta cátedra, será por el de libertad, de los derechos del hombre, de las garantías nacionales, la que por primera vez ha conciliado entre nosotros las Leyes con la Filosofía: la que contiene al fanático y déspota estableciendo y conservando la religión Santa y el sabio gobierno».
Suárez sigue señalando la importancia fundamental de estos acontecimientos para que cristalice el pensamiento de Varela en el futuro de Cuba, aparte de su trascendencia como pensamiento universalista que promueve la libertad y el Estado de derecho:
«Los fundamentos de una nación invariablemente pasan por un aula, por una enseñanza y consecuentemente por un maestro. El fundamento de la nación cubana no es una excepción y esa aula es la del Seminario de San Carlos, la enseñanza es la libertad del hombre y su relación con Dios Padre y ese maestro es el Padre Félix Varela Morales.
Espacio pequeño, contenido profundo, maestro santo, así es como Cuba y sus fundadores aprendieron a pensar de esa fuente que radica en la fe y que nunca abandona al que está en la peor situación o escala social.»
Como una muestra del pensamiento de Varela (que fue diputado de Cuba a las Cortes en 1820) sobre temas tan importantes como son la soberanía y la libertad, trascribimos a continuación algunos segmentos de su obra titulada "Observaciones sobre la Constitución Política de la Monarquía Española", tomados de una edición de 1944 de la Editorial de la Universidad de La Habana:
"La soberanía y la libertad son los principios de que emana toda la constitución, y de ésta la división de poderes y sus atribuciones. He aquí todo el sistema constitucional. (9)
Si atendemos al origen del poder que ejercen los monarcas sobre los pueblos, o del que tiene cualquier especie de corporación, advertiremos que, o la fuerza los hizo dueños de lo que la justicia no les había concedido o su autoridad no proviene sino de la renuncia voluntaria que han hecho los individuos de una parte de su libertad, en favor suyo y de sus conciudadanos. (11)
Efectivamente, por la naturaleza todos los hombres tienen iguales derechos y libertad; pero reunidos en grandes sociedades, diversificados por sus intereses y pasiones, necesitan una dirección, y lo que es más, una autoridad que los conserve en sus mutuos derechos, no permitiendo que la sociedad se disuelva, ni que se perjudiquen mutuamente sus miembros.
Toda soberanía está esencialmente en la sociedad, porque ella produce con el objeto de su engrandecimiento, incompatible con su esclavitud, y jamás renuncia al derecho de procurar su bien y su libertad, cuando se viere defraudada de tan apreciables dones. (12)
Si el pueblo es quien ha de renunciar una parte de su libertad voluntariamente, y no por violencias tiránicas, contrarias a toda justicia y razón, a él le toca exclusivamente el derecho de establecer sus leyes fundamentales, que incluyen estos derechos renunciados, esta parte de libertad que pierde cada individuo en favor de la sociedad, y en él reside esencialmente la soberanía, que no es otra cosa sino el primer poder y el origen de los demás. (13)"
Cabe destacar también un par de pensamientos extraídos de sus "Cartas a Elpidio", otra notable obra de Varela:
"Es evidente que la impiedad facilita los medios necesarios al despotismo y a la tiranía. En un pueblo virtuoso es imposible que se erija un tirano ... el más cruel de los despostismos es el que se ejerce bajo la máscara de la libertad."
Los cubanos lo recuerdan cariñosamente como "el Padre Varela", pero también como uno de sus próceres aunque nunca tomó un arma en la mano. Fue un sacerdote, maestro, escritor, filósofo y político de tales dimensiones que su pensamiento y doctrina social y política merece propagarse a todos los ámbitos del planeta.