1.- Introducción
El desencanto por las crisis económicas, las guerras, la inseguridad ante el terrorismo desencadenado en el mundo tras los ataques del 9/11, la carrera por tener más y no por ser más que minan nuestras sociedades y la altísima corrupción de la clase política, han dado lugar en gran medida, a que muchos cristianos viren la espalda a la lucha por la transformación de la sociedad y se hayan encerrado en sus templos, perdiendo la perspectiva que les había conducido en el siglo XIX y muy especialmente en el XX a luchar por un mundo mejor. Como laico católico, he insistido continuamente en el papel esencial del laicado para asumir esa lucha, a pesar de los obstáculos que muchísimas veces parten de nuestro propio medio y que parecieran que hace de este compromiso algo del pasado, y no de este mundo globalizado, pragmático y secularizado.
Pero no es algo del pasado, como nos lo acaba de hacer notar el Papa Francisco. Reunido con unos 9000 estudiantes de colegios jesuitas de Italia y Albania el pasado 7 de junio, el Papa explicó que "involucrarse en la política es una obligación para un cristiano. Nosotros no podemos jugar a Pilato, lavarnos las manos: No podemos. Debemos inmiscuirnos en la política porque la política es una de las formas más altas de la caridad, porque busca el bien común. Y los laicos cristianos deben trabajar en política"(1), aseguró el Santo Padre ante los miles de niños y jóvenes presentes.
"Alguno me dirá 'pero no es fácil'. Tampoco es fácil llegar a ser sacerdote. No son cosas fáciles porque la vida no es fácil. La política es demasiado sucia pero yo me pregunto: ¿por qué es sucia? ¿Por qué los cristianos no se han involucrado con su espíritu evangélico?"(2)
El Santo Padre señaló además que "es fácil decir 'la culpa es de aquel'... pero yo, ¿qué cosa hago? ¡Es un deber! Trabajar por el bien común es un deber de un cristiano! Y muchas veces para trabajar, el camino a seguir es la política"(3).
Cómo entonces ¨enamorar¨ a los laicos jóvenes y a los no tan jóvenes a involucrarse en este compromiso, que debe por supuesto ser un camino, también muy importante, de evangelización. Cómo nadar dentro de la suciedad política sin ensuciarse, cómo ser servidores de los demás, cómo ser luchadores por el bien común, cómo encauzar la solidaridad en nuestro medio social; nos haríamos así numerosas preguntas a las que tenemos que dar respuesta, para sentir que vale la pena involucrarse como cristianos en la lucha por una sociedad mejor, más humana y más cristiana.
Hay muchas maneras de practicar nuestra fe en Jesucristo. Participar en la Eucaristía, orar, meditar la Biblia, tomar parte en la vida parroquial a través de los grupos o movimientos laicales, salir a evangelizar nuestro entorno, en fin, muchos son los medios. Sin embargo, ninguno de ellos está reñido con la participación concreta del laico en la sociedad, y no son mías las palabras, son del Papa: "no podemos lavarnos las manos como Pilato, los laicos cristianos deben trabajar en política". En mi artículo ¨Laicado y Sociedad Civil¨ manifestaba: Como laicos católicos y como hombres o mujeres de formación cristiana de profundo carácter humanista tenemos una responsabilidad muy directa con la sociedad en que nos ha tocado vivir, y para ello la Doctrina Social de la Iglesia, nos da una serie de principios de valor universal: la dignidad humana, el bien común, el destino universal de los bienes, la subsidiaridad y la solidaridad. Muchas veces cuando leemos estos principios nos cuesta ver su aplicación directa a la sociedad, y por lo tanto, limitamos nuestra participación en la Iglesia a su liturgia, o a nuestra oración individual o comunitaria, o a la lectura de la Palabra. Pero cuando Cristo al final del Evangelio de Mateo, nos envía a Bautizar a todos, no lo hace centrándose solamente en el acto litúrgico del Bautismo, sino con el Mandato del Amor y del mensaje de las Bienaventuranzas. Es por ello que Juan Pablo II, Papa que con su ejemplo, llevaba la doctrina de Cristo a cada uno de los rincones de nuestro Mundo, en una constante peregrinación evangelizadora, al plantear la Doctrina Social de la Iglesia como una rama de la teología moral, nos hizo responsables a todos y muy especialmente a los laicos de llevarla a la sociedad como misión. (4)
2.- Hagamos un poquito de historia
El pensamiento social cristiano se materializó, a través del desarrollo de movimientos sindicales y políticos, que inspirados en el Evangelio (¨Si alguno dice "amo a Dios" y no ama a su hermano, es un mentiroso¨ - 1 Juan 4,19), tuvieron lugar en la Europa del siglo XIX. Desde un inicio se oponían al individualismo liberal y al materialismo colectivista, con una visión cristiana de la sociedad centrada en el hombre. Este pensamiento convergió en la encíclica Rerum Novarum publicada por el Papa León XIII en 1891 y con ella se materializó el desarrollo de la Doctrina Social de la Iglesia, la que ha sido enriquecida con numerosas Encíclicas, Documentos Conciliares, y muchos otros, entre los que destacan los Documentos del Episcopado Latinoamericano desde Medellín hasta Aparecida. De hecho, tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento son fuente de una dimensión social incuestionable, continuada por hombres de la talla de San Juan Crisóstomo, San Basilio, San Ambrosio, San Agustín, Santo Tomas de Aquino, y San Francisco de Asís.
- Los Precursores
El siglo XIX dio lugar a muchos precursores del pensamiento social cristiano, Buchez, Ozanam, Lamenais, Le Play, Mons. Ketteler, Mons. Manning, y muchos otros. Presento una breve descripción de sólo tres de ellos, a manera de resumen:
Philippe Buchez (1796 – 1895), político, historiador y sociólogo francés, comienza a militar en los medios de extrema izquierda durante la Restauración. Después de leer el Nuevo cristianismo, de Saint-Simon, en 1825, Buchez se declara sansimoniano. Vuelve a la fe católica, defendiendo un neocatolicismo que ubica en la base de sus teorías políticas. Publica el Journal des sciences morales et politiques (1831), que se transforma pronto en L'Européen, y trata de conciliar la doctrina católica ortodoxa con las teorías más democráticas. A pesar de su desconfianza con respecto a la Iglesia, es un iniciador del movimiento socialcristiano. Para Buchez el cristianismo vendría a inaugurar una etapa histórica destinada a desarrollar los valores de la igualdad, fraternidad y caridad. Su obra tiene dos grandes vertientes: por un lado, puede ser considerado el "padre del cooperativismo francés", ya que contribuiría al nacimiento de las primeras cooperativas de producción en tierras galas, así como a la elaboración de ciertos principios autogestionarios. Por otra parte, Buchez tuvo una notoria vinculación con las clases trabajadoras. Dirige durante diez años el periódico "L´Atelier", "órgano de los intereses morales y materiales de la clase obrera", con el fin explícito de lograr "su emancipación completa".
Frédéric Antoine Ozanam (1813 - 1853), laico y político católico francés, nacido en Milán el 23 de abril de 1813 y fallecido en Marsella el 8 de septiembre de 1853, de fe viva y profunda, fue una extraordinaria figura del laicado católico. Profesor, seglar, escritor y fundador de las Conferencias de San Vicente de Paúl, es considerado como uno de los precursores de la democracia cristiana, al haber usado en 1830, dicho concepto: "He creído y creo aun, en la posibilidad de la Democracia Cristiana; más aún, no creo en otra cosa, tratándose de política". Ozanam hace un estudio profundo de la relación entre la Democracia y el Cristianismo ya que le preocupaba la indiferencia de los católicos para incorporarse a la lucha política, (hay que tomar en cuenta que para ese entonces lo democrático era visto como un sinónimo de anticlericalismo, de ateísmo militante y de seudo-liberalismo en Francia). Planteó que no solo la caridad era necesaria sino que era urgente la institucionalidad, acompañada de un nuevo factor: la Democracia. A raíz de sus estudios, Ozanam fundó un movimiento político el cual tuvo corta actuación debido al golpe de estado que llevó a Luis Napoleón al gobierno en 1851. Murió muy joven, pero ciento cincuenta años más tarde siguen vivos sus planteamientos sociales y su testimonio evangélico. Su vida la podemos resumir en tres palabras: oración, trabajo y entrega, tres principios permanentes en la concepción del cristianismo que Ozanam supo vivir y transmitir. El 22 de agosto de 1997 fue beatificado por Juan Pablo II en la catedral de Notre Dame en Paris.
Mons. Ketteler (1811 - 1877). Alemania estuvo a la vanguardia del movimiento social católico, siendo este país donde se funda el primer partido político católico. Se puede afirmar que, en gran parte, el caso Alemán se debe a la obra y a la actividad del Obispo de Maguncia Wilhelm Emmanuel von Ketteler, quien escribiría en 1848 que "la falsa teoría del derecho absoluto de propiedad es un crimen perpetuo contra la naturaleza, porque Dios la ha destinado al alimento o vestido de los hombres". Años después (1864) publica "La cuestión social y el cristianismo", donde postula la primacía del trabajo sobre el capital, así como la sindicalización para hacer frente a los dramas sociales de la época. En esta obra no se conformaba con sugerir algunas reformas concretas, sino señalaba que el problema obrero era de tal magnitud que no se podía concebir sino mediante una nueva concepción del estado opuesta al individualismo liberal y al totalitarismo estatista. Ketteler calificó el liberalismo de su tiempo, como una misantropía sin restricciones. En el socialismo reconoció incluso algunas aspiraciones positivas, por ejemplo el principio de solidaridad o el sentido de justicia, pero le faltaba la imagen positiva del hombre que está basada en su semejanza a Dios. Resumiendo el pensamiento social-político de Ketteler se puede decir: él mantuvo los principios de la libertad y de la justicia social como indispensables. Es justo señalar, además, que junto con esa importante aportación doctrinal, Mons. Ketteler desarrolló toda una gran actividad en su diócesis y en toda Alemania, empeñando todo su prestigio como prelado para fomentar la creación de entidades asociativas católicas de obreros que defendiesen por medios pacíficos sus derechos: aumento de salarios, disminución de las horas de trabajo, descanso dominical y prohibición del trabajo a los menores.
- Las Encíclicas Papales.
Rerum Novarum. León XIII promulgó la primera encíclica social de la Iglesia, Rerum Novarum, el 15 de mayo de 1891. En ella el Papa daba su apoyo al derecho laboral de formar es o sindicatos, pero al mismo tiempo, reafirmaba el derecho a la propiedad privada. La Revolución Industrial, con marcado acento británico, determinaba el dominio de Inglaterra en el desarrollo de la industria. Tanta capacidad industrial se mantenía con la explotación de los trabajadores, quienes ganaban sueldos miserables, para mantener la competitividad de los empresarios. La única ley que imperaba era la de la oferta y la demanda.
Hubo dos respuestas a esta situación: el marxismo, que planteaba la revolución y la lucha de clases, para establecer el comunismo, sacrificando la libertad en aras de una sociedad igualitaria; y la de la Iglesia, a través de Rerum Novarum. En ella León XIII planteaba una relación de justicia entre el trabajo y el capital, respetando a su vez la propiedad privada y la iniciativa individual, «Para solucionar este mal (la injusta distribución de las riquezas junto con la miseria de los proletarios) los socialistas instigan a los pobres al odio contra los ricos y tratan de acabar con la propiedad privada estimando mejor que, en su lugar, todos los bienes sean comunes...; pero esta teoría es tan inadecuada para resolver la cuestión, que incluso llega a perjudicar a las propias clases obreras; y es además sumamente injusta, pues ejerce violencia contra los legítimos poseedores, altera la misión del Estado y perturba fundamentalmente todo el orden social». Partiendo de estos criterios, la encíclica toma distancia del comunismo y a la vez del capitalismo de la época, al señalar la necesidad de la intervención del estado para encauzar la sociedad por sendas de justicia.
Muchas de las posiciones de Rerum Novarum fueron completadas por encíclicas posteriores, especialmente Quadragesimo Anno (1931) de Pío XI, Mater et Magistra (1961) de Juan XXIII, y Centesimus Annus (1991) de Juan Pablo II.
Quadragesimo Anno. Pio XI, proclama el 15 de mayo de 1931 ¨Cuarenta Años¨ después, la encíclica con este nombre, en homenaje a Rerum Novarum, y como una respuesta a la nueva situación social del mundo. El comunismo, en la Unión Soviética desde 1917, la gran depresión y el surgimiento del fascismo en Europa, habían configurado toda una nueva situación mundial. La encíclica condena al comunismo y al fascismo y también a las injusticias generadas por el liberalismo económico. Además, ante los problemas generados por el crecimiento de las empresas y su impacto allende las fronteras, plantea el requerimiento de legislaciones internacionales que protejan a los obreros y empleados. Como respuesta a la Gran Depresión de 1929 propone un nuevo orden social y económico basado en la subsidiaridad.
Con esta encíclica social, Pio XI propone la filosofía socialcristiana sobre el capital y el trabajo. En un no al individualismo y al colectivismo, sopesa con equidad y rigor el carácter individual y social del trabajo. Todas las propuestas de la encíclica están centradas en el Evangelio: en cuanto a la economía, Pío XI nos llama a reconstruir el plan divino para todos los hombres, a través de una economía iluminada por la caridad cristiana, en la que el enriquecimiento es lícito siempre que no se menoscaben los derechos ajenos, dando lugar a una sociedad en que se dé la colaboración armoniosa de todas las actividades humanas, lográndose la igualdad de todos los hombres en la misma familia de Dios, encarnado en el hijo de un carpintero, para potenciar el amor mutuo entre ricos y pobres. Por ello propugna una ¨ley de la templanza cristiana¨, para ¨buscar primero el reino de Dios y su justicia¨ así como una ¨ley de la Caridad¨, mucho más amplia que la pura justicia¨.
Centesimus Annus. En mayo de 1991, Su Santidad Juan Pablo II hizo pública la ¨Centesimus Annus¨, magistral encíclica social que conmemoraba los cien años de la Rerum Novarum, en un momento histórico sin paralelo, la caída del bloque soviético.
Al referirse al tipo de capitalismo que se desarrollaba en la época de León XIII y que éste condena en Rerum Novarum, Juan Pablo II nos dice: "Por desgracia hoy todavía se dan casos de contratos entre patronos y obreros, en los que se ignora la más elemental justicia en materia de trabajo de los menores o de las mujeres, de horarios de trabajo, estado higiénico de los locales y legítima retribución".
Al mismo tiempo nos señala: : "... hay que añadir aquí que el error fundamental del socialismo es de carácter antropológico. Efectivamente, considera a todo hombre como un simple elemento y una molécula del organismo social, de manera que el bien del individuo se subordina al funcionamiento del mecanismo económico-social... De esta errónea concepción de la persona proviene la distorsión del derecho, que define el ámbito del ejercicio de la libertad, y la oposición a la propiedad privada. El hombre, en efecto, cuando carece de algo que pueda llamar «suyo» y no tiene posibilidad de ganar para vivir por su propia iniciativa, pasa a depender de la máquina social y de quienes la controlan, lo cual le crea dificultades mayores para reconocer su dignidad de persona y entorpece su camino para la constitución de una auténtica comunidad humana.
Es por ello que de Centesimus Annus y ante la pregunta: ¿se puede decir quizá que, después del fracaso del comunismo, el sistema vencedor sea el capitalismo, y que hacia él estén dirigidos los esfuerzos de los países que tratan de reconstruir su economía y su sociedad? ¿Es quizá éste el modelo que es necesario proponer a los países del Tercer Mundo, que buscan la vía del verdadero progreso económico y civil?
La respuesta obviamente es compleja. Si por «capitalismo» se entiende un sistema económico que reconoce el papel fundamental y positivo de la empresa, del mercado, de la propiedad privada y de la consiguiente responsabilidad para con los medios de producción, de la libre creatividad humana en el sector de la economía, la respuesta ciertamente es positiva, aunque quizá sería más apropiado hablar de «economía de empresa», «economía de mercado», o simplemente de «economía libre». Pero si por «capitalismo» se entiende un sistema en el cual la libertad, en el ámbito económico, no está encuadrada en un sólido contexto jurídico que la ponga al servicio de la libertad humana integral y la considere como una particular dimensión de la misma, cuyo centro es ético y religioso, entonces la respuesta es absolutamente negativa.
En Centesimus Annus, proclama Juan Pablo II, la Iglesia ofrece, como orientación ideal e indispensable, la propia doctrina social, la cual —como queda dicho— reconoce la positividad del mercado y de la empresa, pero al mismo tiempo indica que éstos han de estar orientados hacia el bien común.
3.- Humanismo Cristiano
El término humanismo se utiliza comúnmente para indicar toda tendencia de pensamiento que afirme la centralidad, el valor y la dignidad del ser humano, o que muestre una preocupación o interés primario por la vida y la posición del ser humano en el mundo. El Humanismo Cristiano va más allá, defiende la plena realización del hombre y de lo humano dentro del marco de los valores cristianos.
El Humanismo Cristiano es parte fundamental del Pensamiento Socialcristiano. Son muchos los pensadores y filósofos que lo han enriquecido, quiero referirme a dos de ellos por el impacto e influencia de su obra.
- Jacques Maritain y el Humanismo Integral
El filósofo católico Jacques Maritain (1882 – 1973), una de las figuras más influyentes del pensamiento social cristiano contemporáneo nos dice respecto al humanismo cristiano: "El hombre del humanismo cristiano, sabe que la vida política aspira a un bien común superior a una mera colección de bienes individuales... que la obra común debe tender, sobre todo, a mejorar la vida humana misma, a hacer posible que todos vivan en la tierra como hombres libres y gocen de los frutos de la cultura y del espíritu... aprecia la libertad como algo de que hay que ser merecedor; comprende la igualdad esencial que hay entre él y los otros hombres y lo manifiesta en el respeto y en la fraternidad; y ve en la justicia la fuerza de conservación de la comunidad política y el requisito previo que llevando a los no iguales a la igualdad, hace posible que nazca la fraternidad cívica..."
Pertenecía a una familia burguesa y republicana de izquierdas, con toda la carga anti-eclesial que ello suponía en la Francia de principios del siglo XX. Llegará a la fe por la obra de pensadores como Bergson y León Bloy. La vivencia de esa fe en el marco de la Iglesia Católica y la búsqueda de nuevos caminos a través de los cuales la Iglesia se haga presente en el mundo serán los objetivos de su trabajo.
En 1936 se publica en París su obra "Humanismo Integral". En él Maritain, examina la evolución del pensamiento moderno desde la crisis de la Cristiandad medieval al individualismo burgués del siglo XIX y al totalitarismo del siglo XX. En esta evolución Maritain ve la tragedia del Humanismo antropocéntrico, como él lo llama, que se desarrolla a partir del Renacimiento. Este Humanismo, que ha llevado a una progresiva descristianización de Occidente es, según Maritain, una metafísica de la "libertad sin la gracia". Dice Maritain: «A él sólo le compete ya crear su propio destino, a él sólo le corresponde intervenir como un dios, mediante un saber dominador que absorbe en sí mismo y que supera toda necesidad, en la conducta de su propia vida y en el funcionamiento de la gran máquina del universo, abandonada a merced del determinismo geométrico»... para decirnos posteriormente, «Después de todas las disociaciones y los dualismos de la época humanista antropocéntrica ... asistimos a una dispersión y una descomposición definitivas. Lo que no impide al ser humano reivindicar más que nunca la propia soberanía, pero ya no más para la persona individual. Ésta ya no se sabe dónde está y se ve sólo disociada y descompuesta. Está ya madura para abdicar... a favor del hombre colectivo, de aquella gran figura histórica de la humanidad de la cual Hegel ha hecho una teología y que, para él, consistía en el Estado con su perfecta estructura jurídica, y que con Marx consistirá en la sociedad comunista con su dinamismo inmanente», concluyendo que, este humanismo sin Dios, ha abierto las puertas a los totalitarismos modernos: fascismo y estalinismo.
Al humanismo antropocéntrico, Maritain contrapone el Humanismo Integral, expresando, «Llegamos de este modo a distinguir dos tipos de humanismo: un humanismo teocéntrico, o verdaderamente cristiano, y un humanismo antropocéntrico del cual son responsables el espíritu del Renacimiento y el de la Reforma... El primer tipo de humanismo reconoce que Dios es el centro del hombre, implica el concepto cristiano del hombre pecador y redimido, y el concepto cristiano de gracia y libertad... El segundo cree que el hombre es el centro del hombre y, por ende, de todas las cosas, e implica un concepto naturalista del hombre y de la libertad».
Y continúa Maritain describiéndonos el Humanismo Integral: «Este nuevo humanismo, sin común medida con el humanismo burgués y tanto más humano cuanto no adora al hombre, sino que respeta, real y efectivamente, la dignidad humana y reconoce derecho, a las exigencias integrales de la persona, lo concebimos orientado hacia una realización socio-temporal de aquella atención evangélica a lo humano que debe no sólo existir en el orden espiritual, sino encarnarse, tendiendo al ideal de una comunidad fraterna».
El profesor Francisco Muller en su conferencia sobre el Humanismo Integral en la 2da Semana Social Católica de Miami, concluía diciendo: «En resumen, pues, se pudiera decir que la tarea ingente que plantea el Humanismo Integral es, precisamente, integrar o reintegrar, reparando, todas aquellas brechas, separaciones, dualismos y divisiones en que la humanidad cayó tras cinco siglos del cese de la cristiandad medieval que la precipitó no solo en la "muerte de Dios" sino, sobre todo, en la "muerte del hombre". La integración a lograr es, pues, la de la gracia con la libertad; la gracia y la naturaleza; la fe y la razón; el alma y el cuerpo; la persona y el individuo; la unidad en amistad cívica con el pluralismo democrático; la colaboración solidaria entre el capital y el trabajo; el orden temporal con el orden espiritual, en fin... el Cielo con la tierra».
- Emmanuel Mounier y el Personalismo Comunitario.
Emmanuel Mounier (1905-1950), pensador francés, universitario, de familia cristiana, sensible a su mundo e inconformista ante todo aburguesamiento, y a su vez, profundo creyente, lanzará con su vida y con su obra una llamada a la revolución y al compromiso que llevan a la salvación de la persona: "Hoy quedan hombres. ¿Cuántos quedarán al cabo de medio siglo de conformismo?".
Mounier se lanzará a dar forma intelectual organizada a su inconformismo. Filosóficamente, se situará entre el espiritualismo y el materialismo, pero no como un término medio entre ambos sino como una alternativa distinta. Su filosofía y su alternativa es el personalismo. Frente a la dualidad cuerpo-alma del espiritualismo tradicional, Mounier dirá que "el hombre es todo entero cuerpo y todo entero espíritu". Frente al materialismo que sobrevalora lo biológico y lo económico, Mounier afirmará que "el fin de la alienación económica no es el fin de toda alienación". Frente al individualismo burgués y al colectivismo marxista, Mounier alcanzará su concepción de la persona como superación de ambos extremos.
En ¨El Personalismo¨ Mounier nos habla sobre la persona humana de la forma siguiente: «Podríamos esperar que el Personalismo comenzara por definir la persona. Pero sólo se definen los objetos exteriores al hombre y lo que se puede colocar bajo su mirada.
Porque la persona no es un objeto: más aún, ella es lo que en cada hombre no puede ser tratado como objeto. [.. .] No existen las piedras, los árboles, los animales y las personas, que serían unos árboles móviles o unos animales más astutos. La persona no es el más maravilloso objeto del mundo, un objeto que pudiéramos conocer desde afuera como los demás. Ella es la única realidad que conocemos y hacemos al mismo tiempo desde adentro. Presente en todas partes, no se da en ningún sitio».
Para Mounier lo contrario a la "persona" es el "individuo". Y bajo este concepto engloba todas las maneras de vivir de forma no personal. Las tres dimensiones de la persona son las que distinguen ambos conceptos, ya que el individuo carece de éstas:
- Vocación: es el principio creador cuyo desarrollo (que sería la educación) va condicionando desde el interior a cada uno a ser de la forma concreta que es. Es la orientación interior que unifica todos los actos de cada uno. Pero sólo con un esfuerzo de interiorización uno puede ir desvelando, a lo largo de la vida, este principio unificador.
- Encarnación: "La persona en el hombre está sustancialmente encarnada, mezclada con su carne, aunque trascendiéndola, tan íntimamente como el vino se mezcla con el agua". Y sólo a través del compromiso se despierta a la vida auténticamente personal.
- Comunión: porque la persona sólo puede llegar a ser persona en la comunidad: "Una comunidad es una persona nueva que une a las personas por el corazón". Un individuo, que percibe a los demás como "algo", no puede constituirse en comunidad, Sólo puede brotar una auténtica comunidad de la comunión de personas que perciben a los demás como "alguien", y sólo en comunidad las personas pueden llegar a serlo.
En total sintonía con la Doctrina Social de la Iglesia, el personalismo comunitario de Emmanuel Mounier defiende un orden que asegure la primacía de la persona humana. Principios como, la primacía del trabajo sobre el capital y fórmulas de autogestión y copropiedad en las empresas, ofrecen una alternativa económica y democrática al marxismo colectivista y dictatorial tan vigente en la época que le tocó vivir, y al mismo tiempo distante también del modelo de capitalismo radicalmente individualista.
4.- La Doctrina Social de la Iglesia
Para finalizar con este recuento del Pensamiento Social Cristiano debemos resumir los puntos fundamentales que caracterizan la Doctrina Social de la Iglesia. Con ello estaríamos listos para plantear la tesis de la acción evangelizadora, que como nos plantea el Papa Francisco, puede ser la política, o formas misioneras de promoción social en las que a través del amor, se promueve al ser humano.
En la presentación del documento Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia el 2 de abril de 2004, el Cardenal Martino, entonces presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz nos decía: ¨Transformar la realidad social con la fuerza del Evangelio, testimoniada por mujeres y hombres fieles a Jesucristo, ha sido siempre un desafío y lo es aún, al inicio del tercer milenio de la era cristiana. El anuncio de Jesucristo, « buena nueva » de salvación, de amor, de justicia y de paz, no encuentra fácil acogida en el mundo de hoy, todavía devastado por guerras, miseria e injusticias; es precisamente por esto que el hombre de nuestro tiempo tiene más que nunca necesidad del Evangelio: de la fe que salva, de la esperanza que ilumina, de la caridad que ama¨.
La Doctrina Social de la Iglesia (también Doctrina Social Cristiana) es pues un conjunto de normas y principios referentes a la realidad social, política y económica de la humanidad, basado en el Evangelio y en el Magisterio de la Iglesia. El Compendio de la DSI la define como un "cuerpo doctrinal renovado, que se va articulando a medida que la Iglesia en la plenitud de la Palabra revelada por Jesucristo y mediante la asistencia del Espíritu Santo, lee los hechos según se desenvuelven en el curso de la historia" (Comp. DSI 104).
"La doctrina social cristiana es parte integrante de la concepción cristiana de la vida", con la que el Papa Juan XXIII, en la encíclica Mater et magistra (n. 206), abría el camino, hace ya algunas décadas, a las sucesivas, importantes y profundas precisiones de Juan Pablo II: "La enseñanza y la difusión de esta doctrina social forma parte de la misión evangelizadora de la Iglesia" (Sollicitudo rei socialis, 41); la doctrina social, "instrumento de evangelización" (Centesimus annus, 54), "anuncia a Dios y su misterio de salvación en Cristo a todo hombre" (ib.).
La Iglesia deja claro que su doctrina social no es una «tercera vía», un camino intermedio entre el capitalismo y el socialismo. No tiene nada que ver con una agenda económica o política, y no es un «sistema». Aunque, por ejemplo, ofrezca una crítica del socialismo y del capitalismo, no propone un sistema alternativo. No es una propuesta técnica para solucionar los problemas prácticos, sino más bien una doctrina moral, que surge del concepto cristiano del hombre y de su vocación al amor y a la vida eterna. Es una categoría propia.
Presento los principios más relevantes de la Doctrina Social de la Iglesia, estructurados en ese devenir histórico que hemos descrito. La DSI, nos ofrece un marco de valores, tanto en el terreno social como en el moral, no importa si se es creyente o no, pues es sobre todo universal. Hay un humanismo de base, que nos impele a:
- Respetar la Dignidad Plena del Hombre. El ser humano tiene dignidad y valor, sólo por su condición de ser humano. Los seres humanos son únicos e irremplazables, desde el mismo momento de la concepción.
Una sociedad justa puede ser construida solamente en el respeto de la dignidad trascendente de la persona humana. Ésta representa el fin último de la sociedad, que está a ella ordenada: «El orden social, pues, y su progresivo desarrollo deben en todo momento subordinarse al bien de la persona, ya que el orden real debe someterse al orden personal, y no al contrario». El respeto de la dignidad humana no puede absolutamente prescindir de la obediencia al principio de «considerar al prójimo como otro yo, cuidando en primer lugar de su vida y de los medios necesarios para vivirla dignamente». Es preciso que todos los programas sociales, científicos y culturales, estén presididos por la conciencia del primado de cada ser humano.
Este principio es la suma de todo aquello que caracteriza la dignidad del ser humano. En ello debemos tener presente, todo lo relativo a la libertad, y al derecho de vivir en una sociedad democrática, que respete todos los Derechos Humanos. Es muy importante señalar aquí, que la DSI forma parte de la teología moral, y con ello el respeto a la vida juega un papel fundamental: la vida debe ser respetada desde el primer instante de la concepción, hasta la muerte, de ahí, la defensa de la vida por parte de la Iglesia en todo momento, su no al aborto y a la eutanasia, y su lucha en contra de la pena de muerte.
"La justicia social sólo puede obtenerse respetando la dignidad trascendente del hombre. Pero éste no es el único ni el principal motivo. Lo que está en juego es la dignidad de la persona humana, cuya defensa y promoción nos han sido confiadas por el Creador, y de las que son rigurosas y responsablemente deudores los hombres y mujeres en cada coyuntura de la historia." (Sollicitudo Rei Socialis, n. 47)
- Trabajar por el Bien Común. Abarca tanto a la sociedad como a la persona. Va más allá del individuo, va a la persona, contemplando al ser humano como un todo, materia y espíritu, e implica luchar para que en libertad todos puedan llevar una vida verdaderamente humana cubriendo sus necesidades: alimento, vestido, salud, trabajo, educación, información adecuada, derecho a fundar una familia, etc. No consiste en la simple suma de los bienes particulares de cada sujeto del cuerpo social. Siendo de todos y de cada uno es y permanece común, porque es indivisible y porque sólo juntos es posible alcanzarlo, acrecentarlo y custodiarlo. Afecta a la vida de todos. Exige la prudencia por parte de cada uno, y más aún por la de aquellos que ejercen la autoridad. El bien común se puede considerar como la dimensión social y comunitaria del bien moral. (CIC, n. 1906; cfr. GS, n. 26,1; 74, 1; cfr. MM, n.65; cf. PIO XII, Radiomensaje Navidad 1942 Con sempre nuova (24-XII-1942): AAS 35 (1943) 13).
El Bien Común es parte fundamental de la filosofía de Jacques Maritain, quien nos lo proyecta claramente: ¨por su carácter, el bien común no puede ser una resultante del simple querer individual. La mayoría ni la unanimidad pueden cambiar la idiosincrasia de la bondad. La democracia no es simple aritmética. Los valores humanos no obedecen a criterios estadísticos. La calidad no es procreación de la cantidad¨.
Por su carácter de común este bien abarca tanto a la sociedad como a la persona. Es pues común "al todo y a las partes, digo a las partes como si fueren todos, porque la noción misma de persona, significa totalidad".
-Encausar la Subsidiaridad, para que lo que puede hacer el individuo o la sociedad más pequeña, que no lo haga la sociedad más grande, o dicho en términos económicos: tanto mercado cuanto sea posible y tanto estado cuanto sea necesario.
Conforme a este principio, todas las sociedades de orden superior deben ponerse en una actitud de ayuda (« subsidium ») —por tanto de apoyo, promoción, desarrollo— respecto a las menores. De este modo, los cuerpos sociales intermedios pueden desarrollar adecuadamente las funciones que les competen, sin deber cederlas injustamente a otras agregaciones sociales de nivel superior, de las que terminarían por ser absorbidos y sustituidos y por ver negada, en definitiva, su dignidad propia y su espacio vital.
A la subsidiaridad entendida en sentido positivo, como ayuda económica, institucional, legislativa, ofrecida a las entidades sociales más pequeñas, corresponde una serie de implicaciones en negativo, que imponen al Estado abstenerse de cuanto restringiría, de hecho, el espacio vital de las células menores y esenciales de la sociedad. Su iniciativa, libertad y responsabilidad, no deben ser suplantadas.
- Vivir en Solidaridad. La solidaridad mira al bien común en su valor como principio social ordenador de las instituciones, que deben ser transformadas en estructuras de solidaridad, mediante la creación o modificación de leyes, reglas de mercado, ordenamientos jurídicos.
El mensaje de la doctrina social acerca de la solidaridad pone en evidencia el hecho de que existen vínculos estrechos entre solidaridad y bien común, solidaridad y destino universal de los bienes, solidaridad e igualdad entre los hombres y los pueblos, solidaridad y paz en el mundo. El término « solidaridad », ampliamente empleado por el Magisterio, expresa en síntesis la exigencia de reconocer en el conjunto de los vínculos que unen a los hombres y a los grupos sociales entre sí, el espacio ofrecido a la libertad humana para ocuparse del crecimiento común, compartido por todos.
El principio de solidaridad implica que los hombres de nuestro tiempo cultiven aún más la conciencia de la deuda que tienen con la sociedad en la cual están insertos: son deudores de aquellas condiciones que facilitan la existencia humana, así como del patrimonio, indivisible e indispensable, constituido por la cultura, el conocimiento científico y tecnológico, los bienes materiales e inmateriales, y todo aquello que la actividad humana ha producido.
Jesús de Nazaret representa al Hombre Nuevo, solidario con la humanidad. En Él podemos ver el amor del Dios con Nosotros. El prójimo no es ya solamente un ser humano con sus derechos y su igualdad fundamental con todos, sino que se convierte en la misma imagen de Dios.
5.- El pensamiento socialcristiano y la política
Como hemos visto, desde el siglo XIX el pensamiento socialcristiano se ha manifestado y desarrollado en la sociedad a partir de movimientos sociales, filosóficos y políticos, como una respuesta cristiana a los desafíos de la sociedad, inspirado de manera muy especial en las encíclicas sociales y en el humanismo cristiano. Como Democracia Cristiana tuvo un gran desarrollo después de la 2da Guerra Mundial, muy especialmente en Europa, y en América Latina, de manera muy especial en países como Alemania, Italia, Chile, Venezuela, Costa Rica, etc.
También internacionalmente, la Internacional Demócrata Cristiana, fue una de las organizaciones fundamentales en el desarrollo democrático de este período. Los movimientos sindicales, muchos de los cuales surgidos de la Juventud Obrera Católica, tuvieron también una muy destacada trayectoria, no obstante quiero referirme particularmente a la Democracia Cristiana, como base fundamental de este análisis.
En Europa los principales impulsores de este pensamiento fueron, Luigi Sturzo y Alcides de Gasperi en Italia; Robert Schuman en Francia y Konrad Adenauer en Alemania; a este último se le atribuye el haber forjado "el milagro económico alemán", junto a Ludwid Erhard. En América Latina, Eduardo Frei Montalva en Chile, Alceu Amoroso Lima más conocido como Tristán de Athayde, en Brasil, Rafael Caldera, en Venezuela, Napoleón Duarte en el Salvador, y muchos más.
La democracia cristiana ha tenido manifestaciones diferentes a través del tiempo y en distintos países. En Europa estuvo ubicada en el centro-centro derecha y en América Latina en el centro-centro izquierda, con algunas excepciones. Estas generalizaciones, sin embargo, deben ser diferenciadas por la consideración de que la democracia cristiana a pesar de su especificidad tiene elementos comunes con otras ideologías, se encuentra verdaderamente en el centro del espectro político, con un carácter profundamente democrático y una raíz impregnada en la doctrina social de la Iglesia y en el humanismo cristiano.
Generalizando podemos citar algunas de estas características:
- Valores morales tradicionales (contrarios al aborto y a favor de la familia tradicional), y una visión del desarrollo de la sociedad, abierta al cambio de sus estructuras, sobre principios evolutivos o reformistas.
- Énfasis en los derechos humanos y en la iniciativa individual, pero al mismo tiempo, rechazo al individualismo a ultranza y énfasis en el hecho de que el individuo es parte de una comunidad y tiene deberes para con ella.
- Énfasis en el bien común y en la solidaridad social.
- Apoyo a la economía de mercado y oposición a la lucha de clases.
En asuntos económicos, los democratacristianos ven a la economía como algo al servicio de la humanidad y por ello su énfasis en la Economía Social de Mercado. También consideran de gran importancia la responsabilidad del estado respecto a la sociedad, ya sea como fuente creadora de condiciones para que la sociedad civil florezca o como un deber más directo del estado con los ciudadanos.
En la inauguración del Centro Enmanuel Mounier el 24 de mayo pasado, el Dr. Rafael Sanchez (Warry) en su conferencia ¨Democracia Cristiana: actualidad y desafíos¨ se refería al extraordinario camino recorrido por los partidos demócrata y social cristianos en el siglo pasado, y muy especialmente después de la 2da guerra mundial, a su importancia fundamental en el desarrollo de una Europa democrática, y altamente desarrollada, y también al papel tan importante que desarrollaron en América Latina. La realidad es otra hoy, muy especialmente después de la caída del Muro de Berlín, y del derrumbe del imperio comunista capitaneado por la Unión Soviética. La democracia cristiana que ¨había surgido como una alternativa al comunismo vs capitalismo en un mundo bipolar, ahora, al desaparecer uno de los "polos", quedaba sin la mitad de los argumentos¨(5).
Desapareció la Internacional Demócrata Cristiana, para dar lugar al surgimiento de la Internacional Demócrata de Centro, ya que a partir de la llamada ¨Apertura con Identidad¨ comenzó un proceso de atracción y reclutamiento, de personalidades, movimientos y partidos, ¨que sin ser demócrata cristianos, compartieran ciertos principios y valores¨ (6). Como consecuencia de este proceso, sumado a todos los antivalores expresados al principio de este trabajo, la democracia cristiana está hoy en declinación, y la pérdida de identidad se profundiza.
La declinación de los partidos políticos tradicionales, ha tenido un impacto muy fuerte en muchos países de América Latina, y también en algunos de Europa, como ocurrió en Italia. Muchos pueblos han querido sustituir a la clase política tradicional, y sobre todo en América Latina, el fenómeno ha traído al poder a presidentes, y a movimientos, que han utilizado la democracia, para sustentar verdaderos regímenes autoritarios, con fachada democrática, y con alma totalitaria y dictatorial. En todos los casos con un profundo sentir anti-norteamericano y anti-occidental, que los ha llevado a asociarse con las dictaduras más funestas que corroen al mundo actual, como la iraní. Al mismo tiempo, el terrorismo básicamente en su vertiente islamo-fascista ha venido cambiando totalmente la situación del mundo en su conjunto. Además, el libre mercado sin ningún tipo de reglamentación, llevó al mundo, a una crisis económica, cercana al nivel de la gran depresión de los años 30.
En otras palabras, el mundo aquel, dividido en dos grandes bloques, ha dado lugar a un mundo, que en mi humilde opinión, clama por el resurgimiento, de aquellos valores que la Democracia Cristiana, ofreció, que parecía no hacían más falta, pero que de nuevo, los necesitamos más que nunca.
6.- Carácter del pensamiento socialcristiano y acción del laicado
Volviendo a las palabras del Papa Francisco, los laicos ¨no podemos jugar a Pilato, lavarnos las manos, no podemos¨, ¿qué excusas vamos entonces a poner, para no involucrarnos en la medida de nuestras posibilidades? Hay que transformar la política con la fuerza del Evangelio.
Al mismo tiempo y refiriéndose a los valores del pensamiento socialcristiano y su aplicación a los movimientos de inspiración demócrata cristianos, el ex-presidente chileno Eduardo Frei Montalva, nos alertaba: ¨Parece indudable que no puede haber una acción política profunda y creadora sin un pensamiento que la alimente. Cuando los hombres o los partidos pierden la claridad en las ideas y carecen de una interpretación coherente y racional de sus actos, corren rápidamente hacia la esterilidad. Disfrazan su desnudo en formas pragmáticas, que no pueden reemplazar su vacío interior, y derivan pronto a las peores formas del oportunismo. Por eso es de vida o muerte que los partidos de inspiración demócrata-cristiana mantengan vivas, claras y límpidas las fuentes de su inspiración ideológica¨.
A su vez, el ex-presidente de Venezuela, Rafael Caldera, afirmó que en los partidos de inspiración demócrata cristiana: "Caben católicos o protestantes de distintas denominaciones. O bien cristianos ortodoxos. Pero también tienen cabida, la han hallado, y con comodidad dentro de la Democracia Cristiana – sin que se hayan sentido oprimidos por la doctrina o la praxis de nuestros partidos – personas adherentes a otras confesiones...o incluso quienes siendo agnósticos desde el punto de vista de la conciencia...reconocen la importancia de una inspiración ética y de una corriente espiritualista en la vida de los pueblos..."
Tiene que quedar bien claro que ¨la Democracia Cristiana no es ni un marxismo bautizado ni un liberalismo o capitalismo bautizado¨ (7). Es un pensamiento completamente específico, con raíces evangélicas impregnadas en la doctrina social de la iglesia, en el humanismo cristiano y en la praxis de numerosos hombres y mujeres que desde esos valores la construyeron, para desarrollar un mundo mejor, profundamente democrático y justo. Es verdad como habíamos visto, que tiene muchos elementos en común con otras ideologías, y otros elementos que se oponen a las mismas, pero ello le ha dado su propia especificidad, y en este mundo tan llevado a los extremos, le ha dado el valor de la radicalidad del Centro: democracia, justicia social, economía social de mercado, y solidaridad.
Esta presentación del pensamiento socialcristiano quiere dar a conocer sus valores a todos. Estos tienen un carácter universal, por lo que pueden unir a creyentes, a no creyentes, y a cristianos de las distintas denominaciones, pero al mismo tiempo en el caso de los laicos católicos, es más que una presentación, es un llamado a la acción. Nos retumban al oído de nuevo las palabras del Papa, ¨no podemos jugar a Pilato, no podemos. No podemos lavarnos las manos¨.
Citas:
(1)-Papa Francisco: Reunión con estudiantes de colegios jesuitas de Italia y Albania (Junio-7-2013)
(2)- Idem
(3)-Idem
(4)- Laicado y Sociedad Civil-Helio J. Gonzalez (25-marzo-2011)
(5)-Dr. Rafael Sanchez: Conferencia- Democracia Cristiana: actualidad y desafíos (24-mayo-2013).
(6)-Idem
(7) Rafael Caldera: ¨Especificidad de la Democracia Cristiana¨
Bibliografía:
1) Humanismo Integral – Jacques Maritain
2) El Personalismo – Emmanuel Mounier
3) Centesimus Annus – Juan Pablo II
4) Wikipedia
5) Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia
6) Laicado y Sociedad Civil – Helio J. Gonzalez
7) El Laico y el Centro como opción radical – Helio J. Gonzalez
8) Conferencia sobre Humanismo Integral – Dr. Francisco Muller
9) Conferencia – Democracia Cristiana: actualidad y desafíos – Dr. Rafael Sanchez
10) Socialcristianismo y Pluralismo – Dr. Marcos Antonio Ramos
11) Especificidad de la Democracia Cristiana – Rafael Caldera
12) Conferencia - Principios de la DSI – Helio J. Gonzalez