La aterradora amenaza del Armagedón nuclear
- Gerardo E. Martínez-Solanas
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La aterradora amenaza del Armagedón nuclear
18 Jul 2015 23:03 - 18 Jul 2015 23:30
Muchos celebran el acuerdo alcanzado entre Estados Unidos e Irán en aras de la paz y de la armonía en el mundo, sobre todo la muchedumbre que hemos contemplado en las pantallas de la TV de todo el mundo, arengada por el Ayatola Ali Khamenei el viernes 17 de julio, mientras cantaba enardecida el estribillo amenazador de "muerte a América", evidentemente con muy pocas intenciones de mantener la paz con los "infieles".
Para los judíos, especialmente los que viven en Israel, lo acordado es una terrible tragedia que los coloca a un paso de un horroroso holocausto nuclear que puede borrarlos del mapa. Entre ellos, Roland Behar, un judío que vive en Estados Unidos, muestra su temor en este mismo Foro al preguntar: "¿Y ahora QUÉ?" Y menciona una serie de razones que, al parecer, no las tuvo en cuenta Kerry en las negociaciones que involucraron también a otros aliados de los Estados Unidos. Entre ellas las declaraciones del Embajador israelí Ron Dermer. Pero hasta Behar y Dermer se quedan cortos en cuanto a la magnitud del peligro en que esta política de apaciguamiento coloca no sólo a Israel sino a todo el mundo democrático.
Es notable cómo estos estadistas apaciguadores le echan tierra a la realidad que enfrentan para sepultarla en "acuerdos" que apenas sirven para aplazar el desenlace violento y aterrador a que el fanatismo suele conducir. Es notable también que la prensa mundial muy poco dice de las realidades que así quedan sepultadas y que en cualquier momento pueden resucitar con violencia.
No pueden estar ajenos a las componendas y a la colaboración que se extiende desde Corea del Norte, pasando por Yemen y Siria hasta Irán, con el contubernio solapado de Pakistán y de la insurgencia islamista del Afganistán. No pueden estar ajenos, porque Israel alza la voz de alerta constantemente y los servicios de inteligencia de Estados Unidos y sus aliados deben tener sobrados indicios y pruebas sobre lo que se está cocinando a fuego lento. Además, no es nada nuevo.
En estas mismas páginas dimos la clarinada hace diez años sobre los cargueros que iban y venían de Corea a Siria y a Irán bajo la mirada silente de las democracias hasta que la fragata española Navarra, cuyo capitán quizás no sabía que debía hacerse el distraído y guardar silencio, interceptó al carguero norcoreano So-San (foto) al sur de la península arábiga con un contenido misilístico que venía a proporcionar a Siria e Irán la tecnología y los vectores necesarios para que su desarrollo nuclear alcanzara una efectividad de largo alcance. A su vez, procedente del Pakistán y a través del Irán, llevaban tecnología nuclear pakistní a Corea del Norte. Han pasado 10 años y Corea del Norte ya tiene varias bombas atómicas disponibles y desarrolla la tecnología misilística necesaria para utilizarlas.
A estas alturas, las negociaciones apaciguadoras que culminaron hace pocos días, han desdeñado festinadamente el acuerdo concertado por Kim Yong-Nam con el Presidente Hassan Rouhani durante su visita a Teherán hace menos de tres meses. Parece no tener importancia para los apaciguadores que el acuerdo confirmó negociaciones anteriores que ya le reportan a Corea del Norte un ingreso de casi 2 mil millones de dólares anuales a cambio de su asistencia al Irán en la tecnología misilística de largo alcence, que incluye el aporte de cientos de obreros y técnicos norcoreanos destacados en unas 10 bases en territorio iraní. Hay un libro recientemente publicado y muy bien documentado sobre esta asistencia, titulado "North Korea takes on the World", por Gordon G. Chang.
Esta visita concretó además la colaboración de ambos países por la cual Corea del Norte ha permitido el estacionamiento de personal científico y técnico iraní en una base situada cerca de la frontera con China. Esto no es tampoco nada nuevo porque está sucediendo desde octubre de 2012 y desde entonces, además de estudiar la tecnología misilistica norcoreana, han presenciado tres pruebas nucleares.
En su libro, Gordon G. Chang, afirma que todos estos acuerdos conducen a desviar hacia Corea del Norte las actividades para el desarrollo de un programa de armamento nuclear iraní. Allí no llegarán los inspectores comisionados por los benevolentes apaciguadores. De modo que una vez que tengan la tecnología necesaria desarrollada en Corea del Norte, será cuestión de días o semanas para fabricar los primeros artefactos nucleares en Irán. Será el momento en que denunciarán los acuerdos y proclamarán su "derecho soberano" a sumarse al club nuclear.
Hasta hace pocos años, ese "club nuclear" estaba constituido por naciones más o menos estables. Inclusive China no aparenta ser una potencia agresiva desde la desaparición de Mao Tse Tung, aunque su peso nuclear se manifiesta sin ambages en las disputas territoriales y marítimas con Japón, Taiwán, Filipinas, Malasia y Vietnam. La amenaza de una guerra por tales o cuales islas o límites fronterizos predispone al sometimiento de sus vecinos, que no se atreven a desafiar a un enemigo nuclear y apenas cuentan con el tibio respaldo de Estados Unidos. Pero la entrada de Corea del Norte e Irán al escenario nuclear es una realidad aterradora porque son países gobernados por fanáticos mucho más agresivos de lo que fuera nunca Adolfo Hitler, apenas todavía contenidos por su relativa desventaja militar. Una vez desarrollada el arma atómica y sus vectores misilísticos su arrogancia fanática puede llevarlos muy lejos en una devastadora aventura militar.
No sólo se está fomentando este peligro con una política de apaciguamiento condescendiente sino que se está propiciando una carrera armamentista nuclear por la cual otros países pueden decidir seguir por el mismo camino con el pretexto de su necesidad de defenderse y de contar con un arma disuasiva para ello.
Quienes defienden la aparente ingenuidad del Presidente Obama y su Secretario de Estado Kerry, encabezando a sus otros aliados en esta política apaciguadora, plantean que la alternativa es la guerra y que ésta tendría consecuencias desastrosas. El problema principal es que el apaciguamiento de fanáticos no evita la guerra sino que la aplaza hasta el momento en que ya fortalecidos, los agresores la desatan a un nivel más devastador.
Pero el argumento no es válido porque la alternativa no implica necesariamente la guerra. Se trata de adoptar una actitud firme y decisiva que disuada a los fanáticos o que los debilite tanto como para perder el poder frente a fuerzas más moderadas. Kennedy demostró que una actitud firme frente a la Unión Soviética fue un disuasivo decisivo sin que el enemigo se atreviera a romper hostilidades. Reagan demostró después que una política firme sostenida por el desarrollo abrumador del poderío militar de su país frente a los enemigos de entonces acabaría por llevarlos a la ruina y al derrumbe final.
Frente a la labor de zapa del apoyo que brinda el Irán no sólo a organizaciones terroristas como Hamas en Palestina, Hezbollah en Siria y Líbano, o los jutis en Yemen, sino también a gobiernos dictatoriales en América, como los de Cuba, Nicaragua, Venezuela y Bolivia, hace ya más de 20 años que Estados Unidos necesita otro Kennedy u otro Reagan, el Reino Unido otra Thatcher y Francia otro DeGaulle, para detener y, quizás, derrocar, a los guerreristas fanáticos. Los Chamberlains que están manejando hoy la política internacional de las democracias no han aprendido las lecciones de la historia. Y mañana, o el año que viene, quizás ya sea demasiado tarde.
< Nota: Los lectores interesados pueden ver más detalles sobre este tema AQUÍ y también en este OTRO ENLACE >
Para los judíos, especialmente los que viven en Israel, lo acordado es una terrible tragedia que los coloca a un paso de un horroroso holocausto nuclear que puede borrarlos del mapa. Entre ellos, Roland Behar, un judío que vive en Estados Unidos, muestra su temor en este mismo Foro al preguntar: "¿Y ahora QUÉ?" Y menciona una serie de razones que, al parecer, no las tuvo en cuenta Kerry en las negociaciones que involucraron también a otros aliados de los Estados Unidos. Entre ellas las declaraciones del Embajador israelí Ron Dermer. Pero hasta Behar y Dermer se quedan cortos en cuanto a la magnitud del peligro en que esta política de apaciguamiento coloca no sólo a Israel sino a todo el mundo democrático.
Es notable cómo estos estadistas apaciguadores le echan tierra a la realidad que enfrentan para sepultarla en "acuerdos" que apenas sirven para aplazar el desenlace violento y aterrador a que el fanatismo suele conducir. Es notable también que la prensa mundial muy poco dice de las realidades que así quedan sepultadas y que en cualquier momento pueden resucitar con violencia.
No pueden estar ajenos a las componendas y a la colaboración que se extiende desde Corea del Norte, pasando por Yemen y Siria hasta Irán, con el contubernio solapado de Pakistán y de la insurgencia islamista del Afganistán. No pueden estar ajenos, porque Israel alza la voz de alerta constantemente y los servicios de inteligencia de Estados Unidos y sus aliados deben tener sobrados indicios y pruebas sobre lo que se está cocinando a fuego lento. Además, no es nada nuevo.
En estas mismas páginas dimos la clarinada hace diez años sobre los cargueros que iban y venían de Corea a Siria y a Irán bajo la mirada silente de las democracias hasta que la fragata española Navarra, cuyo capitán quizás no sabía que debía hacerse el distraído y guardar silencio, interceptó al carguero norcoreano So-San (foto) al sur de la península arábiga con un contenido misilístico que venía a proporcionar a Siria e Irán la tecnología y los vectores necesarios para que su desarrollo nuclear alcanzara una efectividad de largo alcance. A su vez, procedente del Pakistán y a través del Irán, llevaban tecnología nuclear pakistní a Corea del Norte. Han pasado 10 años y Corea del Norte ya tiene varias bombas atómicas disponibles y desarrolla la tecnología misilística necesaria para utilizarlas.
A estas alturas, las negociaciones apaciguadoras que culminaron hace pocos días, han desdeñado festinadamente el acuerdo concertado por Kim Yong-Nam con el Presidente Hassan Rouhani durante su visita a Teherán hace menos de tres meses. Parece no tener importancia para los apaciguadores que el acuerdo confirmó negociaciones anteriores que ya le reportan a Corea del Norte un ingreso de casi 2 mil millones de dólares anuales a cambio de su asistencia al Irán en la tecnología misilística de largo alcence, que incluye el aporte de cientos de obreros y técnicos norcoreanos destacados en unas 10 bases en territorio iraní. Hay un libro recientemente publicado y muy bien documentado sobre esta asistencia, titulado "North Korea takes on the World", por Gordon G. Chang.
Esta visita concretó además la colaboración de ambos países por la cual Corea del Norte ha permitido el estacionamiento de personal científico y técnico iraní en una base situada cerca de la frontera con China. Esto no es tampoco nada nuevo porque está sucediendo desde octubre de 2012 y desde entonces, además de estudiar la tecnología misilistica norcoreana, han presenciado tres pruebas nucleares.
En su libro, Gordon G. Chang, afirma que todos estos acuerdos conducen a desviar hacia Corea del Norte las actividades para el desarrollo de un programa de armamento nuclear iraní. Allí no llegarán los inspectores comisionados por los benevolentes apaciguadores. De modo que una vez que tengan la tecnología necesaria desarrollada en Corea del Norte, será cuestión de días o semanas para fabricar los primeros artefactos nucleares en Irán. Será el momento en que denunciarán los acuerdos y proclamarán su "derecho soberano" a sumarse al club nuclear.
Hasta hace pocos años, ese "club nuclear" estaba constituido por naciones más o menos estables. Inclusive China no aparenta ser una potencia agresiva desde la desaparición de Mao Tse Tung, aunque su peso nuclear se manifiesta sin ambages en las disputas territoriales y marítimas con Japón, Taiwán, Filipinas, Malasia y Vietnam. La amenaza de una guerra por tales o cuales islas o límites fronterizos predispone al sometimiento de sus vecinos, que no se atreven a desafiar a un enemigo nuclear y apenas cuentan con el tibio respaldo de Estados Unidos. Pero la entrada de Corea del Norte e Irán al escenario nuclear es una realidad aterradora porque son países gobernados por fanáticos mucho más agresivos de lo que fuera nunca Adolfo Hitler, apenas todavía contenidos por su relativa desventaja militar. Una vez desarrollada el arma atómica y sus vectores misilísticos su arrogancia fanática puede llevarlos muy lejos en una devastadora aventura militar.
No sólo se está fomentando este peligro con una política de apaciguamiento condescendiente sino que se está propiciando una carrera armamentista nuclear por la cual otros países pueden decidir seguir por el mismo camino con el pretexto de su necesidad de defenderse y de contar con un arma disuasiva para ello.
Quienes defienden la aparente ingenuidad del Presidente Obama y su Secretario de Estado Kerry, encabezando a sus otros aliados en esta política apaciguadora, plantean que la alternativa es la guerra y que ésta tendría consecuencias desastrosas. El problema principal es que el apaciguamiento de fanáticos no evita la guerra sino que la aplaza hasta el momento en que ya fortalecidos, los agresores la desatan a un nivel más devastador.
Pero el argumento no es válido porque la alternativa no implica necesariamente la guerra. Se trata de adoptar una actitud firme y decisiva que disuada a los fanáticos o que los debilite tanto como para perder el poder frente a fuerzas más moderadas. Kennedy demostró que una actitud firme frente a la Unión Soviética fue un disuasivo decisivo sin que el enemigo se atreviera a romper hostilidades. Reagan demostró después que una política firme sostenida por el desarrollo abrumador del poderío militar de su país frente a los enemigos de entonces acabaría por llevarlos a la ruina y al derrumbe final.
Frente a la labor de zapa del apoyo que brinda el Irán no sólo a organizaciones terroristas como Hamas en Palestina, Hezbollah en Siria y Líbano, o los jutis en Yemen, sino también a gobiernos dictatoriales en América, como los de Cuba, Nicaragua, Venezuela y Bolivia, hace ya más de 20 años que Estados Unidos necesita otro Kennedy u otro Reagan, el Reino Unido otra Thatcher y Francia otro DeGaulle, para detener y, quizás, derrocar, a los guerreristas fanáticos. Los Chamberlains que están manejando hoy la política internacional de las democracias no han aprendido las lecciones de la historia. Y mañana, o el año que viene, quizás ya sea demasiado tarde.
< Nota: Los lectores interesados pueden ver más detalles sobre este tema AQUÍ y también en este OTRO ENLACE >
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