El notable viraje del FMI. Implicaciones.

No siempre la austeridad fiscal reduce la deuda pública y aumenta el crecimiento del PIB.

El FMI está muy preocupado con el comportamiento de la economía mundial, particularmente con el de las economías avanzadas (o de mayores ingresos).  Después de más de cinco años de crisis, el crecimiento del PIB es todavía insuficiente para reducir la elevada tasa de desempleo.  Nuevamente el FMI acaba de revisar a la baja las proyecciones de crecimiento del PIB para las economías avanzadas en 2013 del 2% en abril de 2012 a 1.5% en octubre de 2012.  En gran partela revisión es atribuible a los efectos negativos de la consolidación fiscal sobre el ritmo de actividad económica.

En el último informe semestral sobre las Perspectivas de la Economía Mundial de octubre de 2012 el FMI presenta el gráfico 1.1.1 en el Recuadro 1.1 (página 47) que muestra una relación directa entre la contracción del PIB y los programas de austeridad o consolidación fiscal para 28 economías avanzadas.  Atribuye la relación a que se subestimaron los multiplicadores de los gastos fiscales sobre el PIB al considerarlos del orden de 0.5, incluso el empleado previamente por el propio FMI,  cuando en realidad están en el rango entre 0.9 y 1.7.  El mencionado recuadro señala que cuando la tasa de interés de política monetaria ha llegado a un límite muy bajo, cercano a 0, en el cual la políticas monetaria no la puede bajar mas y cuando aun el crédito permanece restringido, el efecto de la política fiscal es marcadamente mayor que en épocas normales.

Antes un grupo de economistas había argumentado, tanto por razones teóricas como empíricas, que la consolidación fiscal no reduciría el PIB en absoluto, de hecho incluso podría aumentarlo porque el multiplicador sería cero o negativo.  La hipótesis  de la "contracción fiscal expansiva", argumentó que las fuertes consolidaciones fiscales podrían, a través de efectos sobre la confianza de los agentes económicos, aumentar la demanda y el PIB.  Al respecto, el artículo Large Changes in Fiscal Policy: Taxes Versus Spending de Alberto Alesina y Silvia Ardagna fue especialmente influyente.  Si bien era un punto de vista minoritario entre los macroeconomistas empíricos, las propuestas de esta investigación fueron rápidamente recogidas por los políticos que proponían recortes agresivos del déficit fiscal, en particular en el Reino Unido y la Unión Europea.

 

Hasta ahora los estimados del FMI habían sido más optimistas que la realidad para los países avanzados que han seguido fuertes programas de austeridad fiscal.  Ello sugiere que los aumentos de impuestos y los recortes de gastos han tenido efectos mayores sobre el PIB que los esperados.  Por el contrario, los países que tuvieron programas de estímulo, como Alemania y Austria, experimentaron mejores resultados de lo que se esperaba.

 

Esto reaviva un viejo debate en economía sobre lo que se conoce como el "multiplicador fiscal."  La mayoría de los economistas coinciden en que los aumentos de impuestos y los recortes de gastos afectan adversamente el PIB.  El asunto sobre el que difieren es su magnitud y, consecuentemente, sobre el efecto que tienen sobre el PIB.  Según los economistas de corrientes keynesianas, además dicha magnitud puede variar según la situación y condiciones en el ciclo económico.

Este tema es crucial para la política económica.  Si los aumentos de impuestos y los recortes de gastos afectan poco al PIB, entonces un gobierno con problemas de déficit fiscal y deuda pública deberá aprobar importantes medidas de austeridad o de consolidación fiscal.  Por ejemplo, si un aumento de impuestos o una reducción de gastos o cualquiera combinación de ellas significa, en promedio, una reducción del déficit de 1% del PIB, pero reduce el PIB en 0.5%, en última instancia, aunque sea doloroso, tenderá a reducir el déficit y el peso de la deuda sobre el PIB.  De hecho, esos son los supuestos que básicamente los políticos han venido utilizando en el Reino Unido y en otros países.

Así si el multiplicador fiscal es 0.5, una primera reducción del gasto público o aumento de impuestos del 1% del PIB reduce el PIB en un 0.5%.  Usando los parámetros macroeconómicos usuales, el efecto de la caída del PIB reduce los impuestos o aumenta las transferencias públicas en cerca de 0.2% del PIB, dejando los efectos de la mejora del déficit presupuestario en un 0.8% del PIB.  Esta relación entre la mejora del presupuesto y la reducción del PIB podría ser casi aceptable para los gobiernos democráticos.

Sin embargo, si el multiplicador es del orden de 1.7, el mismo corte inicial del gasto público de 1% del PIB reduciría el PIB en un 1.7%.  Los efectos de primera vuelta de esta reducción del PIB disminuiría los impuestos o aumentaría las transferencias en un 0.34%.  La mejora global neta en el déficit presupuestario, por tanto, sería sólo el 0.66%. La economía se contraería mucho más que la reducción del déficit fiscal.  Aún si esto fuera aceptable para los gobiernos, no sería aceptable por mucho tiempo a sus electores.  Es decir, si los aumentos de impuestos y los recortes de gastos disminuyen el PIB de manera significativa, entonces la austeridad podría no ser aconsejable.  En efecto, si en ciertas condiciones, como por ejemplo durante una severa recesión, si el multiplicador fiscal es elevado entonces la austeridad podría ser contraproducente.  El país terminaría con un déficit aún mayor con que el que empezó.

Los resultados comentados implican que el intento de un ajuste fiscal inicial del 3% del PIB podría conllevar una contracción del PIB hasta del orden de 5.1%.  Ese es más o menos el ajuste que España tiene que efectuar para alcanzar su meta de consolidación fiscal para 2013.  El rango de multiplicadores sugiere el tipo de recesión que España podría esperar.  Asimismo, que las previsiones del Gobierno español de una caída de solo el 0.5% del PIB en 2013 parecen una delirante fantasía.

El mencionado estudio del FMI refleja un notable cambio en su posición.  En los últimos tres años, el FMI, al igual que la Unión Europea y la OECD, habían recomendado, particularmente a los países europeos, políticas de mayor austeridad y de aplicación inmediata. También en la década de 1990, el FMI fue célebre (o si se prefiere, controversial) por solicitar a los países con problemas de déficits y deuda que se apretasen el cinturón.  Pero ahora, el FMI insta a algunos países de la zona euro, como Holanda y Francia, a aflojar un poco el cinturón a pesar que tienen altos niveles de deuda.

¿En última instancia cuáles son las implicaciones de política económica del análisis del FMI?  Al menos, uno esperaría, que sería convencer a las autoridades europeas de cambiar de una búsqueda incesante, y en última instancia inútil, de reducir los déficit nominales a un objetivo de tipo estructural, por ejemplo, cambiando parámetros que afectan el déficit como la edad de retiro o las contribuciones necesarias para el retiro.

Como era de esperar, Paul Krugman se considera reivindicado, ya que este fue su punto de vista desde cuando comenzó el ajuste griego y que expuso en mayor detalle en el libro End this depression now.  Asimismo, J. Bradford DeLong y Lawrence H. Summers en el artículo Fiscal Policy in a Depressed Economy sustentaron una posición semejante y presentaron argumentos adicionales basados en los efectos histéresis, o acumulativos, de reducciones significativas del PIB en periodos de severa recesión.

Así DeLong y Summers señalan que una prolongada recesión provoca efectos negativos sobre el PIB potencial a largo plazo, especialmente en el porcentaje de la participación laboral, que no se revertirán con la recuperación posterior.  Consideran que la austeridad a ultranza se convierte en una auto-derrota, es decir, que podría deteriorar el peso de la deuda en la economía en vez de mejorarla.

Si bien el FMI no va tan lejos.  Sus aseveraciones más modestas han sido un verdadero shock para los europeos, que reaccionaron con marcada irritación en la ultima reunión del FMI en Tokio.  Dijeron que no era "útil" que el FMI dañara el consenso a favor de la austeridad, teniendo en consideración lo muy difícil que fue conseguirlo.

Esto hace preguntar: ¿por qué lo hizo el FMI?  La conjetura es que el FMI debió considerar que la política económica actual de austeridad no está funcionando adecuadamente.  El FMI ha planteado una cuestión fundamental, y merece crédito por hacerlo, especialmente porque también constituye una severa autocrítica.

Por supuesto, nadie está bajo la ilusión de que la eurozona modificará sus políticas de austeridad como resultado del análisis econométrico del FMI.  Como los economistas sabemos muy bien, el análisis macroeconómico en general no juega un papel en la formulación de las políticas.  Lo más que se puede esperar es que comience una discusión seria sobre un tema fundamental de tanta actualidad.  Ya comenzó en España.

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