En el Condado de Miami-Dade, en el Sur de la Florida, aumentaron el presupuesto en medio de un período de aguda recesión económica. Esto implica un alza de los impuestos para la mayoría de sus habitantes. De nada valieron sus protestas. Pero estos acontecimientos no son una aberración provocada por autoridades carentes de un sentido del límite y la moderación, sino que se repiten en muchas partes del mundo sin que parezca haber racionalidad alguna en esta carrera desenfrenada de despilfarro presupuestario.
Cuando se debaten cifras tan astronómicas, según el idioma y la cultura se miden de forma diferente. Es decir, un billón, en inglés o en español tiene una cantidad diferente de ceros, lo cual contribuye a la confusión de la mayoría de la gente, frustrada por su incapacidad de imaginar su magnitud.
Como el idioma universal de los negocios y las finanzas es el inglés, se impone la idea del billón en los medios, los informes y la contabilidad como el equivalente a mil millones. Es decir, un 1 seguido por nueve ceros. Parece una cifra muy grande, ¡y lo es!, pero como el gasto desenfrenado ahora se mide en cientos y hasta miles de billones (trillones en inglés), la gente se va acostumbrando a tomar a la ligera la idea de un simple "billoncito" o dos.
El hombre que los contempla es la figurita diminuta de la izq.
Un reciente mensaje recibido por correo electrónico nos devuelve la perspectiva racional de lo que significa ese "billoncito":
“Hace un billón de segundos era 1959. Hace un billón de minutos, Jesús, el Cristo, estaba vivo. Hace un billón de horas vivíamos en la Edad de Piedra. Hace un billón de días le faltaba mucho al hombre para aparecer sobre la Tierra.” ¡Ah! pero un billón de dólares ha gastado el gobierno de los Estados Unidos en sólo 8 horas y 20 minutos al ritmo actual de gastos presupuestarios federales. ¡Unos tres billones por día!
Estas cifras son apenas una bicoca para algunos legisladores. La Senadora del Partido Demócrata por el Estado de Luisiana, Mary Landrieu, pidió al Congreso federal 250 billones de dólares para reconstruir la bella ciudad de Nueva Orleans, destruida hace pocos años por un huracán.
Aunque es lógico que tratara de favorecerla y reconstruirla en beneficio de sus habitantes, este es el síntoma que los ciudadanos de tendencia conservadora tachan de despilfarro y de gobierno hipertrofiado e irresponsable. Por eso ganan terreno las tendencias que en los Estados Unidos predican un gobierno mucho más descentralizado y pequeño. Para entenderlos, basta con hacer algunos simples cálculos aritméticos.
Nueva Orleans contaba con 484,674 residentes. Si en lugar de otorgar a las autoridades del Estado esos 250 billones, los hubieran repartido entre cada uno de sus residentes, les habría tocado $516,528 por persona. ¿Imaginan cuánto podrían hacer los habitantes de New Orleans con esta bonanza?, ¡cuánto se estimularía la economía con el consumo, las inversiones, la construcción y la iniciativa que este capital permitiría a cada uno de los habitantes de esa ciudad! Si lo que tenemos en cuenta es que sólo hay 188,251 viviendas en Nueva Orleans, la cifra sería entonces de $1,329,787 por cada hogar. ¿¡Se dan cuenta de que todas las familias de Nueva Orleans serían entonces millonarias!? Es notable que la inefable Senadora no se percatara de esto. La Senadora Landrieu no logró tan enorme cantidad, “apenas” la tercera parte. Saquen la cuenta.
El presupuesto aprobado de Miami-Dade para 2010-2011 se acerca a los 5 billones de dólares. Este presupuesto no incluye los presupuestos ni las necesidades particulares de las municipalidades de este Condado (County). Tampoco incluye lo que corresponde a Miami-Dade de los presupuestos estatal y nacional (federal).
Si sumamos todos estos presupuestos municipales y condales a los estatales y nacionales, acabamos abrumados por una sensación de impotencia ante una sucesión de ceros a la derecha que parece prolongarse hasta el infinito. Por otra parte, los "paquetes de estímulo" que están endeudando a los Estados Unidos como nunca antes en la historia suman ya trillones (en inglés) para este país de 300 millones de habitantes. No hace falta calcular la cifra exacta para entender que equivalen a más de US$7,000 por habitante. Un dinero que los contribuyentes no van a recibir pero que tendrán que pagar de una manera u otra tarde o temprano.