EEUU al borde del abismo: un sólo paso en falso será definitivo

Nota: Las cifras expresadas en “trillones” corresponden a la denominación en Estados Unidos, donde un trillón es equivalente a un millón de millones o un “billón” en otras partes. Por lo tanto, 6.4 trillones corresponden a 6,4 billones en otras partes.

En enero de 2012 publicamos un informe titulado "Al borde del abismo económico en EEUU"  que advertía sobre las consecuencias de la actual política económica del Gobierno federal.

Se acababa de salir de una reñida puja entre Republicanos y Demócratas y entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo para aumentar el límite de la deuda, que finalmente se resolvió cuando una mayoría del Congreso en Washington aceptó fijarla en 16.384 trillones el 30 de enero de este año, lo cual representaba un aumento del "techo de la deuda" de más de dos trillones en menos de dos años.

Este acuerdo se logró a cambio del compromiso de frenar una tendencia peligrosamente acelerada de endeudamiento que ha resultado en cinco aumentos del "techo de la deuda" aprobados por el Congreso desde enero de 2009, en comparación con otros cinco aumentos en los siete años anteriores.  Desde que autorizó el aumento del techo de la deuda en junio de 2002 hasta 6.4 trillones, este límite aumentó en casi cinco trillones durante los 8 años de la Administración Busch y en más de 4 trillones sólo en los 3½ años de la Administración Obama. 

Como esta tendencia no se ha frenado, este enorme aumento de la deuda autorizada en enero no ha sido suficiente para satisfacer el desbocado tren de gastos presupuestarios, los cuales han hecho subir la deuda total de 15.195 trillones en enero a 15.9 trillones en el momento de escribir este análisis, lo cual significa que EEUU, con toda seguridad, volverá a alcanzar el "techo de la deuda" cuando este problema deba volver a discutirse en el Congreso en septiembre.  EEUU estará en esos momentos en la recta final de la campaña electoral y no hay que ser profeta para anticipar que ambas partes se echarán la culpa mutuamente de la prolongación de la crisis y se mostrarán reacios de alcanzar un nuevo acuerdo antes de las elecciones.  Por lo tanto, EEUU llegará a estas elecciones en plena crisis.

En este clima de inseguridad y de derrumbe inminente, no debe sorprender a nadie que el nivel de desempleo (8.2% en junio) se haya mantenido casi al mismo nivel durante los últimos seis meses y no haya perspectivas de una baja sustancial que lo reduzca antes de fin de año a menos del 8% (en enero de 2009 era del 7.6%).

De hecho, el sector manufacturero se contrajo en junio por primera vez en los últimos tres años y las ventas al detalle siguen estancadas pese a los "estímulos", al derroche presupuestario y a una deuda 38% mayor  (4.4 trillones más) que la de enero de 2009.  Además, el Banco Central Europeo cortó sus tasas de interés el jueves 5 de julio, lo cual se suma a la perspectiva de un aumento inminente de los niveles de impuestos en EEUU (el hecho de que el Tribunal Supremo de EEUU haya clasificado el Obamacare como un impuesto empeora esta percepción) para añadir factores de influencia negativa al clima de incertidumbre y al estancamiento de la inversión en nuevas empresas o en la expansión de las ya existentes.

Mientras no se estimule la confianza de los inversionistas mediante un apoyo más franco y decidido a las pequeñas y medianas empresas (PYMES), no habrá un claro descenso del nivel de desempleo ni un indispensable aumento de la productividad y de la eficiencia de los servicios.  Y una de las formas de hacerlo es reduciendo las tasas de impuestos corporativos en los EEUU, que se encuentran actualmente entre las más altas del mundo.  Otra es una amplia política de créditos fáciles a estas empresas.

Sin abundar en consideraciones humanitarias, que serían muy válidas en períodos de bonanza económica, hay que reconocer que los recortes presupuestarios esenciales (como los que estamos contemplando en algunos países europeos) para impedir un desastre ulterior deben concentrarse en los renglones que no son productivos y no favorecen el desarrollo de mejores servicios.  En estos momentos los tres grandes sectores no productivos del gasto presupuestario federal son la defensa, los servicios de salud a los mayores de 65 años y el "welfare", en ese orden. Notablemente, el siguiente renglón de gastos corresponde al interés que los ciudadanos de EEUU deben pagar por la enorme deuda que los abruma.  Se trata de nada menos que 225 mil millones (billones en EEUU) de dólares en 2012 lo que se destina en el presupuesto a estas obligaciones. No obstante, el costo de la aplicación del Obamacare se calcula moderadamente en no menos de 200 mil millones más (200 billones en EEUU) que deberán añadirse en 2013 a los más de 700 mil millones dedicados a estos renglones del presupuesto actual.

Los gastos destinados a la "defensa" son exorbitantes, sobre todo ante la perspectiva de la retirada militar de Iraq y Afganistán, lo cual no justifica mantener ese enorme nivel que supera ampliamente al de todos los presupuestos anteriores.  El poder militar de EEUU es tan abrumador que incluso una reducción de los gastos al 75% del nivel actual mantendría al país muy por delante de cualquiera de sus posibles enemigos o adversarios y hasta de una alianza hostil de varios de ellos.

Sólo hay un renglón que debe aumentarse con urgencia:  las prestaciones destinadas a promover empresas innovadoras y a facilitar la expansión de las pequeñas y medianas empresas (PYMES), todas las cuales son las que contribuyen verdaderamente al crecimiento económico y a un nivel más alto de empleo.  Deberían destinarse fondos suficientes a la creación de un banco federal de comercio dedicado a estudiar las perspectivas de estas empresas y a calibrar el nivel de ayuda que merecen según sus potencialidades, para ofrecerles préstamos de muy bajo interés.  Deberían aprobarse también reducciones de impuestos a las empresas nacientes y PYMES (incluso a las extranjeras) para lograr un creciente nivel de inversión en un ambiente altamente competitivo frente a otros países.  Finalmente, habría que apoyar firmemente las negociaciones con la fuerza laboral en las grandes empresas que están sufriendo pérdidas para ajustar salarios y beneficios al nivel que estas puedan pagar para subsistir sin ayuda federal.

Estados Unidos no puede continuar manteniendo la política económica actual.  En el momento menos pensado, por circunstancias difíciles de prever, como suele ocurrir en estos casos, puede producirse el derrumbe y abrirse el abismo de una profunda y prolongada depresión económica.  Bastará una chispa que cause el pánico.

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