“El régimen de Kiev ha emprendido otra provocación a gran escala y está disparando indiscriminadamente con diversos tipos de armas, incluidos misiles, contra edificios civiles.”
-Vladimir Putin sobre la invasión por Ucrania a Kursk-
INTRODUCCION
La operación Barbarossa y sus objetivos
Transcurridos 83 años de la última invasión a Rusia por fuerzas extranjeras, el 6 de agosto de 2024 se repetiría la historia. Ese día fuerzas ucranianas ingresaron a territorio de ruso por la Región u Óblast de Kursk, en la Rusia Meridional, frontera con Ucrania. A diferencia de anteriores incursiones por Ucrania en territorio ruso en los que objetivos estratégicos - incluyendo la capital Moscú - fueron atacados por aire mediante drones o misiles, la acción en curso ha sido ejecutada por tropas de infantería, apoyadas por misiles tierra-tierra y vehículos blindados, lo que nos remonta al enfrentamiento decisivo entre fuerzas alemanas y soviéticas durante la Segunda Guerra Mundial: la Batalla de Kursk.
LA PRIMERA BATALLA DE KURSK
5 de julio de 1943 - 23 de agosto de 1943
En la Región rusa de Kursk se libró en julio de 1943 la mayor batalla de blindados de la historia cuyo resultado< constituyó un punto de inflexión en el que el Ejército Soviético tomó la iniciativa en el Frente del Este e hizo retroceder a las tropas invasoras alemanas. El 22 de junio de 1941, la Alemania de Adolfo Hitler lanzó la “Operación Barbarroja” contra su hasta entonces aliada de ocasión, la Unión Soviética.(1) Ese día 3 millones de soldados de la Wehrmacht alemana cruzaron la frontera de la Unión Soviética desde la ocupada Polonia, divididos en 3 Grupos de Ejércitos: el Grupo de Ejército Norte, cuyos objetivos eran los Países Bálticos y la ciudad de Leningrado en el Noroeste de la Unión Soviética; el Grupo de Ejército Centro que debía tomar Moscú antes de la llegada del invierno y el Grupo de Ejército Sur que buscaba conquistar Kiev en Ucrania, avanzar hacia el Mar Negro y cubrir el flanco derecho del Grupo de Ejércitos Centro en su avance hacia Moscú.
En el transcurso de los 2 años que siguieron al inicio de la “Operación Barbarroja”, los planes de Hitler de conquistar el oeste de la Unión Soviética para asegurar el lebensraum o espacio vital para el pueblo alemán que incluía a Ucrania- conocida como el “Granero de Europa”- y los campos de petrolíferos en el Cáucaso, sufrieron derrotas tras derrotas.
La “Operación Tifón” lanzada el 30 de septiembre de 1941 por el Grupo de Ejércitos Centro de la Wehrmacht con el objeto de tomar Moscú, seria derrotada, en gran medida por la intervención del “General Invierno” que detuvo el avance de las fuerzas alemanas que estaban mal equipadas para enfrentar temperaturas invernales entre -28ºC y -35ºC. El 6 de diciembre de 1941, las fuerzas soviéticas, que habían sido reforzadas por unidades traídas de Siberia, contraatacaron y forzaron la retirada de las tropas alemanas. Para el 7 de enero de 1942, Moscú ya no corría peligro de ser ocupada pues las fuerzas soviéticas habían hecho retroceder a las unidades alemanas entre 100 y 250 kilómetros hacia el oeste de la capital soviética.
El 17 de julio de 1942 comenzó la batalla de Stalingrado, la que sería referida como la batalla más sangrienta de la historia. Adolfo Hitler lanzó contra la ciudad homónima del dictador soviético José Stalin que contaba con 500,000 habitantes y múltiples industrias que abastecían al Ejército Rojo de cañones y blindados, un millón de soldados (el 6º Ejército) y 500 tanques (el 4º Ejército Panzer). Tras 200 días de combates, calle por calle y edificio por edificio, las fuerzas alemanas se rindieron el 31 de enero de 1943 tras sufrir 200.000 bajas entre muertos y heridos que incluían soldados italianos, rumanos y húngaros que lucharon del lado alemán. Más de 90.000 soldados alemanes fueron tomados prisioneros, entre los que se encontraba el jefe del 6º Ejército, el Mariscal Friedrich Paulus. Del total de soldados alemanes que cayeron en manos soviéticas tras su rendición en Stalingrado, solo 5.000 de ellos regresarían a Alemania con vida tras el fin de la Guerra. Por su parte, los soviéticos sufrieron 1.400.000 bajas entre civiles y militares muertos y heridos. En el Norte, la ciudad de Leningrado (hoy nuevamente llamada San Petersburgo) fue sitiada por las fuerzas alemanas a comienzos de septiembre de 1941. No sería sino después de 900 días, en enero de 1944, que las tropas soviéticas lograrían romper el cerco alemán y recuperar la ciudad, no sin antes sufrir un millón de bajas civiles por hambre y frio.
Tras su humillante derrota en Stalingrado, las fuerzas alemanas ejecutarían un último intento por recuperar la iniciativa en el Frente del Este, lanzando la llamada “Operación Ciudadela”, cuyo objetivo estratégico era eliminar el llamado “Saliente de Kursk”, en cuyo centro se encontraba la ciudad de Kursk, mediante un movimiento envolvente de tenaza a las fuerzas del Ejército Rojo que ocupaban el saliente.(2) La “Operación Ciudadela” fue impuesta por Hitler al Alto Mando alemán y en ella participarían los nuevos tanques “Tigre” y “Pantera”, cuyos blindajes y cañones de 88 mm y 75 mm los convertían en peligrosos contrincantes de los T-34 soviéticos. En la que sería considerada una de las batallas más grandes de la historia, participaron en total 3.000.000 de soldados, 6.000 tanques, 30.000 piezas de artillería y 5500 aviones.
La ofensiva alemana estaba planificada para comenzar en mayo de 1943, pero fue retrasada en espera de la llegada al frente de los nuevos tanques “Tigre” y “Pantera” para incrementar y reforzar las Divisiones Panzers que lanzarían el ataque. Ese retraso permitió a las fuerzas soviéticas - que ya estaban al tanto de lo que venía por los informes recibidos de la red de espías llamada “Lucy”(3) que aportaba información valiosa sobre los planes alemanes - construir líneas defensiva, campos minados y reforzar sus divisiones blindadas. El ataque alemán estaba planificado para comenzar el 5 de julio de 1943 a las 5.30h. Los primeros enfrentamientos tuvieron lugar en el sector Norte donde en las horas nocturnas previas al ataque, los soviéticos abrieron fuego de artillería y con misiles katyushas sobre el área donde supuestamente se encontraban las tropas alemanas, listas para avanzar. La andanada de cañones y cohetes katyushas fue intensa por una hora, pero su resultado fue bien distinto a lo esperado.
Las tropas alemanas del 9º Ejercito, al mando del Mariscal de Campo Günther Von Kluge, se lanzaron al asalto desde sus posiciones ocultas en las cercanías de Oriol, al norte de Kursk. Por su parte en el sur, el 4º Ejército de Panzers, modificando los planes iniciales para su ataque, adelantó su hora de salida y cambiando de ruta, circunstancias estas que al ser fruto de cambios a última hora despistaron a las fuerzas soviéticas que, con base a los informes de su red de espías, estimaron que esos movimientos eran una distracción. Esto dio a los alemanes una ventaja en su avance que consiguió penetrar en profundidad dentro de las líneas rusas. En el norte, el 9º Ejercito alemán avanzó en el primer día de la “Operación Ciudadela” unos 10 kms, pero a costa de numerosas bajas. Las baterías antitanque y especialmente las minas, habían supuesto una enorme perdida de hombres y material bélico para los alemanes en el sector norte.
La aviación soviética colaboró de forma importante en el frenazo a los alemanes. Los cielos se convirtieron en un campo de batalla en el que ambos contendientes pelearían por el dominio aéreo sobre el campo de batalla, siendo también la ventaja numérica favorable a los soviéticos (unos 3000 aviones rusos frente a 2000 germanos) cuyos pilotos aunque no tan experimentados como los alemanes, lograron imponerse durante el trascurso de los días. Entre los aviones soviéticos que ganaron merito en Kursk se contaba el Ilyushin Il-2 “Shturmovik”, un avión de ataque terrestre que causó estragos entre las unidades Panzers alemanas. En el sector sur, en los primeros días de batalla, las fuerzas alemanas lograron avanzar 35 kms comparados con el limitado avance de las unidades en el norte, las que tan solo consiguieron avanzar otros cinco kilómetros más durante el segundo día del ataque, quedando después estancadas en sus posiciones tras la perdida de numerosos tanques “Tigre” y “Pantera”. Los primeros días de combate trajeron grandes pérdidas para ambos bandos en hombres y equipos que pudieron ser cubiertas por los rusos pero no por los alemanes.
Para el 11 de julio, el Ejército Rojo logró contener el avance alemán en ambos frentes.
Dos días más tarde, Hitler convocó a los mariscales Günther Von Kluge y Erich Von Manstein, los líderes de la ofensiva, a su Cuartel General en Prusia Oriental. El Führer estaba decepcionado con la poca profundidad del avance alemán de tan solo 15 kilómetros al norte y 35 kilómetros al sur. También estaba preocupado por la invasión Aliada a la Isla de Sicilia (“Operación Husky”) que había tenido lugar en la noche del 9 al 10 de julio y por la contraofensiva soviética al norte de Kursk, lanzada el día anterior. Entonces Hitler ordenó a sus generales que pusieran fin a la “Operación Ciudadela” y que redistribuyeran sus fuerzas, para enviar unidades al Frente Mediterráneo. Aunque Von Kluge estuvo de acuerdo con suspender los ataques, Von Manstein le solicitó a Hitler que la acción continuara porque creía que la victoria estaba al alcance de la mano. Hitler, pendiente de lo que estaba en curso en el Frente del Oeste, en Sicilia, solo permitió seguir las operaciones en el sur para desgastar aún más a las fuerzas soviéticas.
El 12 de julio tuvo lugar la Batalla de Prokhorovka, al sureste de Kursk en la región de Belgorod, donde las Divisiones acorazadas alemanas las SS Leibstandarte, Das Reich y Totenkopf enfrentaron un asalto acorazado soviético en lo que llegó a ser, según la propaganda soviética, la batalla de tanques más grande de la Segunda Guerra Mundial.
Según la versión del Kremlin, las tropas alemanas sufrieron una derrota decisiva, perdiendo más de 400 carros de combate en un solo día ante el empuje del Ejército Rojo. Sin embargo, el resultado de la batalla de Prokhorovka sería uno muy distinto. Un reciente estudio del historiador británico Ben Wheatley, experto en el conflicto germano-soviético, publicado en la revista Journal of Intelligence History asegura que más de 200 tanques rusos fueron reducidos a chatarra mientras que los nazis solo perdieron pocos Panzers IV y un tanque “Tigre”. Ben Wheatley llegó a esa conclusión después de analizar una serie de fotografías tomadas por aviones de reconocimiento de la Luftwaffe alemana en los días posteriores al enfrentamiento y que se conservan en los Archivos Nacionales de Estados Unidos.
El 17 de julio los soviéticos lanzaron una nueva ofensiva que paró en seco los avances alemanes y evitaron la toma de la ciudad de Prokhorovka. A partir de entonces la fuerzas alemanas entraron en retirada y para el 23 de agosto, la ciudad de Járkov fue retomada por el Ejército Rojo, poniendo fin a la Batalla de Kursk. La Batalla de Kursk implicó para los soviéticos una victoria estratégica que cambió la situación en el Frente Oriental, pues a partir de entonces el Ejército Rojo tomó la iniciativa y las fuerza alemanas se limitaron a defenderse y retroceder. El costo para ambos bando en la Batalla de Kursk fue alto.
Las bajas alemanas sumaron 200.000 entre muertos y heridos, 300 tanques y cerca de 170 aeronaves. Para los soviéticos el costo fue mucho mayor pues sufrieron 800.000 bajas y la pérdida de más de 6000 tanques y 1900 aviones. Sin embargo, el potencial industrial de la Unión Soviética y la gran cantidad de tropas de relevo disponible permitió a los soviéticos reponer rápidamente el armamento y las tropas perdidas, lo que no fue posible para lado alemán.
Para Rusia el nombre de Kursk ha estado asociado durante décadas al mito de la “Invencible Rusia” pero hoy, 81 años después de la Batalla de Kursk, esa invencibilidad está en entredicho.
Referencias:
(1) El 23 de agosto de 1939 se firmó el llamado Tratado de No Agresión, también llamado el Pacto Ribbentrop-Molotov, entre la Alemania de Adolfo Hitler y la Union Soviética de Josef Stalin. Una de las disposiciones secretas de ese Pacto preveía la división de Polonia entre Alemania y la Union Soviética, lo que se cumpliría entre el 1º y el 17 de septiembre de 1939 con la invasión Nazi y Soviética. Igualmente, el Pacto establecía que la Unión Soviética ejercería influencia y control sobre Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania y Besarabia.
(2) El “saliente de Kursk” consistía en una “lengua de tierra” ocupada por el Ejército Rojo que penetraba 160 kilómetros en el territorio ocupado por los alemanes y cubría 250 km2.
(3) La red de espionaje “Lucy” era dirigida por Rudolf Roessler, un antinazi que se exilió en Suiza en 1933. Dado sus contactos en la Wehrmacht alemana , “Lucy” suministraba a los Aliados y Sovieticos valiosa información sobre los planes alemanes. Antes de estallar la Batalla de Kursk, Roessler proporcionó a los rusos los planes del Ejército alemán, incluyendo la cantidad y disposición de efectivos, el material bélico y las estrategias de campaña. Pese a que la información suministrada era tan completa, Stalin no se la creyó y acuso a Rudolf Roessler de espiar para Alemania desde Suiza. Rudolf Roessler murió en Suiza el 11 de diciembre de 1958.
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