Traducción del francés
Para mi generación, esta epidemia global es un acontecimiento nunca antes conocido, nunca experimentado. Sin embargo, cuando hablo con mis padres, parece que el mundo ya lo sabía y no sólo en los últimos siglos.
No es necesario retroceder a la peste, el cólera o la gripe española de 1918. Otras epidemias, muy parecidas al Coronavirus, golpearon al mundo en 1957 y en 1969.
En 1957, el mundo experimentó una pandemia llamada "gripe asiática". Mi padre todavía lo recuerda porque toda su familia (padre, madre, 5 hijos) estuvieron en cama, casi sin poder levantarse, durante más de 15 días. Esta "gripe asiática" causó 100,000 muertes solo en Francia y más de 2 millones de muertes en todo el mundo.
En 1969, recién llegada de Asia, la "gripe de Hong Kong" golpeó al mundo. Causó 31,000 muertes en Francia y 1 millón de muertes en todo el mundo.
Encontré un artículo en el diario Liberation que comparó en 2005 las consecuencias de la ola de calor de 2003 con las de la "gripe de Hong Kong". Esto es lo que dice el extracto de ese artículo sobre la situación en 1969:
“No teníamos tiempo de sacar a los muertos. Los amontonábamos en una habitación en la parte trasera de la unidad de cuidados intensivos. Y los evacuávamos cuando podíamos, durante el día o por la noche."
Hoy, el jefe del departamento de enfermedades infecciosas del Centro Hospitalario de la Universidad de Niza, el Prof. Dellamonica, ha descrito imágenes meteóricas de aquélla gripe conocida como "de Hong Kong" que se extendió por Francia a principios del invierno de 1969-1970.
De una veintena de años en aquel entonces, él trabajaba como externo en los servicios ambulatorios de la unidad de cuidados intensivos del Prof. Jean Motin, en el hospital Edouard-Herriot de Lyon.
“La gente llegaba en camillas, en un estado catastrófico. Morían de hemorragia pulmonar, labios cianóticos, todos grises. Había personas de todas las edades, 20, 30, 40 y más. Duró entre diez y quince días, y luego se calmó y, extrañamente, lo olvidamos.»
Extrañamente lo olvidamos. Aún más extraño fue el trato que hicieron de esa epidemia en el ámbito político y el mediático. Mientras el hospital se enfrentaba a una grave crisis de salud: llegada repentina de pacientes, incapacidad para tratarlos, mortalidad de decenas de miles, casi nadie hablaba de eso.
No fue en el siglo XII, ¡fue hace 50 años!
La prensa habló en aquellos momentos de la misión Apolo a la Luna, la Guerra de Vietnam, las secuelas de mayo de 1968 ... Pero poco o nada de decenas de miles de personas que morían en hospitales superpoblados. Peor aún, el mundo continuó girando, casi como si nada hubiera pasado.
Entonces, ¿qué nos enseña la historia?
Primero, y es una buena noticia, que nuestras sociedades han "conocido otras" y se han recuperado de esas epidemias. A pesar de la mortalidad masiva causada por ellas, la vida se impuso con ventaja.
Al cabo de otros 50 años, el progreso técnico ha cambiado profundamente nuestra sociedad. Mientras que en 1969 la muerte de millones de personas nos parecía inevitable, hoy nos parece inaceptable. Esperamos que la ciencia pueda protegernos de todas estas enfermedades, derrotarlas ¡y tal vez algún día derrotar a la muerte misma!
Hablo, por supuesto, de nuestras sociedades occidentales, porque 100.000 muertes nos parecen una conmoción mayor e inaceptable en Europa o en América del Norte, mientras que casi nadie parece ofenderse porque la malaria puede matar cada año a medio millón de personas en Africa...
La historia aún nos enseña que nuestras exigencias al Estado han cambiado mucho. Ahora vivimos –y este es el precio del Estado de bienestar– en una sociedad que "espera todo del Estado". En 1969, nadie esperaba que Pompidou detuviera la "gripe de Hong Kong" u organizara un confinamiento estricto de la población para salvar vidas.
Hoy, hasta el menor incidente es necesariamente responsabilidad de una autoridad pública y si no hay un resultado inmediato y satisfactorio, es forzosamente porque las élites hayan fallado. Permítanme ser claro, no estoy tratando de disculpar a nadie y es cierto que el nivel de impuestos no es el mismo que en 1969, por lo que el nivel de exigencia pudiera ser legítimamente mayor.
Solo estoy haciendo observaciones.
Finalmente, la historia nos enseña que la esfera de los medios de comunicación ha cambiado mucho y tiene una tremenda influencia en el tratamiento de los eventos. En 1969 los medios de comunicación en Francia todavía estaban en gran medida bajo el control del Estado. Como no pudimos detener la enfermedad, apenas hablamos de ello. Y la vida siguió lo mejor que pudo.
En la era de los canales de noticias continuas y de las redes sociales, sólo estamos hablando de enfermedades, salud y su manejo político y económico. Todo se convierte enseguida en tema de controversia y de escándalo.
Peor aún, tenemos la impresión de que nuestra visión del mundo ahora se limita a lo que está en nuestras pantallas. Y como solo existe la enfermedad en nuestras pantallas, casi nos olvidaríamos que la vida continúa con lo más maravilloso (el amor, por ejemplo, pero también la creación, la innovación ...). Empero, divulgamos lo peor (odio, violencia, crimen, estupidez ... sobre todo la estupidez en todas sus formas, incluso en a los niveles más altos de nuestra república ...).
En resumen, la saturación de información alrededor de la enfermedad hace que tengamos la impresión que el mundo se está deteniendo y, como la conciencia en parte crea una realidad, parece que realmente se detiene. Así es: "otros tiempos, otros tratamientos de la enfermedad y de los acontecimientos". Sí, de algún modo ... Pero estas enseñanzas de la historia no nos obligan a tratar las cosas como en el pasado, sino que estas voces del pasado, sin embargo, nos dicen:
- que las epidemias siempre han existido y probablemente siempre existirán, porque no provienen de la probeta de algún científico loco rota inadvertidamente en uno de los laboratorios militares secretos, sino sencillamente de los virus que son parte de la naturaleza; al igual que nosotros mismos, que cada uno lleva un kilo y medio de bacterias en las entrañas.
- que por más que podamos desplegar toda la ciencia y tener los mejores gobiernos del mundo, siempre habrá un evento natural que nadie había previsto y que no podremos evitar por completo.
- que siempre debemos mantener una mente positiva porque la humanidad siempre se ha recuperado de estas epidemias.
Francia también se recuperará y tanto más rápidamente cuanta más paciente resistencia y fraternidad mostremos en la prueba.
Mirar con lucidez el pasado a veces es dar el paso atrás necesario que nos permita construir un futuro mejor.
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** Olivier Becht es Diputado del Departamento del Alto Rhin, Francia