Informe de Oxfam – Enero de 2023 [La Ley del más rico]

El mundo está atravesando una época sin precedentes marcada por la acumulación de múltiples crisis. Decenas de millones de personas más pasan hambre. Cientos de millones más se enfrentan a subidas imposibles en el coste de los productos básicos o de la energía para calentar sus hogares. La pobreza se ha incrementado por primera vez en 25 años. Sin embargo, unos pocos han logrado sacar un inmenso provecho de estas crisis.

Los ultra ricos han visto crecer drásticamente su riqueza, y los beneficios empresariales han alcanzado niveles récord, haciendo que la desigualdad se dispare. El presente informe se centra en la importancia de gravar la riqueza de las élites económicas para abordar tanto esta “policrisis” a la que nos enfrentamos como el aumento desorbitado de las desigualdades. El informe detalla cómo, en la historia reciente, la tributación de los más ricos era más elevada, cómo está ganando terreno la idea de gravar más a quienes más tienen y hacer que los milmillonarios paguen la parte que les corresponde justamente, y cómo más impuestos a los ultra ricos contribuye a reducir la concentración de poder de las élites y reducir no solo la desigualdad económica, sino también la racial, colonial y de género. Finalmente, el informe apunta a cuánto deberían tributar los más ricos y cómo lograrlo, con herramientas concretas y contrastadas para los Gobiernos, algunas incluso ya en marcha. Este informe muestra cómo una imposición adecuada a los ultra ricos puede ser la vía para lograr un mundo más justo, sostenible y sin pobreza.


La Ley del más Rico

Chenai C. Mukumba
Directora Ejecutiva, Tax Justice Network Africa
Vicepresidenta, ATAF Women In Tax Network (AWITN)

Este informe no podría haberse publicado en mejor momento. La desigualdad es uno de los principales problemas a los que nos enfrentamos actualmente y, si no le ponemos freno, podría exacerbar muchas de las divisiones sociales que ya existen en nuestra sociedad. Con lo cual, abordar esta cuestión debería ser un elemento fundamental de nuestras agendas políticas, y este informe presenta una manera esencial de hacerlo que lamentablemente no se ha explorado lo suficiente: gravar la riqueza.

Cuando se grava a los más ricos, el sistema fiscal recupera su función redistributiva, limitando el aumento de la desigualdad de riqueza e ingresos. El informe ofrece una solución específica al problema de la desigualdad que en tantas ocasiones han puesto de manifiesto las ONG. No obstante, los países se enfrentan a retos importantes para hacer efectiva la tributación sobre la riqueza, por lo que se requieren soluciones específicas, especialmente en países en desarrollo.

Las autoridades fiscales encuentran limitaciones reales a la hora de aplicar dichas medidas. Por ello, es esencial que hablemos de la importancia de aplicar políticas que graven la riqueza de las élites económicas, tanto como de cómo garantizar que disponemos de la capacidad necesaria para hacerlo de una manera eficaz. Por lo tanto, y especialmente en el caso de los países en desarrollo, las recomendaciones que se comparten en el informe resultan fundamentales para reforzar la capacidad de las autoridades fiscales y aumentar la transparencia necesaria para poder rastrear la riqueza oculta en paraísos fiscales.

Como sucede con todo lo que se refiere a la acción de los Gobiernos, la clave para encontrar soluciones y aplicarlas es la voluntad política. Tengo la esperanza de que este informe sirva para que los Gobiernos tomen conciencia de la necesidad de activar las medidas adecuadas para hacer que sus sistemas fiscales sean más justos, y se aseguren de que, como decimos en los espacios de la sociedad civil: “quienes más ganan sean también quienes más paguen”.

José Antonio Ocampo
Ministro de Hacienda y Crédito Público de Colombia

Gravar la riqueza de los más ricos ya no es una opción, sino una obligación. La desigualdad global se ha disparado y no hay mejor manera de abordarla que redistribuyendo la riqueza. Como demuestra este informe de Oxfam, el 1 % más rico ha acaparado casi dos tercios de la nueva riqueza generada en los últimos dos años, casi el doble que el 99 % restante de la humanidad.

La justicia es la base de las reformas fiscales que hemos emprendido en Colombia. Concretamente, esto ha implicado la aplicación de un nuevo impuesto sobre la riqueza, mayores tipos impositivos para las personas de rentas más altas y para las grandes empresas con súper beneficios por su actividad en los mercados internacionales y el fin de los incentivos fiscales que se aplicaban a pesar de no existir una justificación clara para ello desde el punto de vista social ni ambiental. Asimismo, hemos introducido un impuesto sobre los servicios digitales y un tipo impositivo mínimo para los beneficios empresariales, partiendo del convenio para la reforma fiscal internacional.

Al abolir vacíos legales y privilegios fiscales que se han prolongado durante décadas beneficiando solo a los más ricos, dispondremos de mayores ingresos para invertir en servicios públicos gratuitos y de calidad, como la salud y la educación. Más recursos para invertir en agricultura, la respuesta climática y el medioambiente. Y para consolidar la paz. No es algo simplemente simbólico, no se trata de grandes discursos sobre subir los impuestos a los ricos en beneficio de los pobres. Es un cambio histórico que nos lo debíamos desde hace mucho tiempo. Colombia es uno de los países del mundo con mayor desigualdad, por lo que no resulta sorprendente que este fuera el elemento catalizador de las protestas nacionales de 2021. Las ciudadanas y ciudadanos de a pie han dicho “basta” y han exigido cambios.

Y les hemos escuchado. Hemos escuchado a los millones de colombianas y colombianos que trabajan duro cada día para alimentar a sus familias. A las mujeres, jóvenes y personas internamente desplazadas. A las pequeñas empresas que son la base de nuestra economía. Sin una fiscalidad justa no podremos garantizar un futuro sostenible para el conjunto de la población. Y, mientras que la mayoría de los países parece estar dando marcha atrás en su ambición de abandonar los combustibles fósiles, nuestro compromiso con la transición energética de Colombia continúa siendo firme.

Cumpliremos con nuestra parte y colaboraremos con nuestros países vecinos en América Latina para poner fin a la carrera a la baja en la región. En materia fiscal, no nos queda más remedio que cooperar en lugar de competir. Este planteamiento se extiende también a los acuerdos fiscales internacionales, que deberían beneficiar a todos los países y no solo a los más ricos.

Nos enfrentamos a crisis sin precedentes, por lo que animo a los líderes de todo el mundo a garantizar que los más ricos paguen su justa parte de impuestos para poder responder a estas crisis, acabar con ellas y construir un futuro mejor para el conjunto de la población mundial.


Resumen Ejecutivo

El mundo está atravesando una época sin precedentes marcada por la acumulación de múltiples crisis. El número de personas que se enfrentan al hambre ha aumentado en varias decenas de millones. Cientos de millones más afrontan subidas imposibles en el coste de los productos básicos o de la energía para calentar sus hogares. El colapso climático está paralizando la economía de algunas regiones, y fenómenos meteorológicos extremos como las sequías, los ciclones y las inundaciones están obligando a personas de todo el mundo a abandonar sus hogares. Millones de personas siguen sufriendo los efectos de la pandemia de la COVID-19, que se ha cobrado más de 20 millones de vidas. La pobreza se ha incrementado por primera vez en 25 años. Sin embargo, unos pocos han logrado sacar un inmenso provecho de estas crisis. Los ultra ricos han visto crecer drásticamente su riqueza, y los beneficios empresariales han alcanzado niveles récord, haciendo que la desigualdad se dispare.

•    Desde 2020, el 1% más rico ha acaparado casi dos terceras partes de la nueva riqueza generada en el mundo, casi el doble que el 99 % restante.
•    La fortuna de los milmillonarios aumenta en 2700 millones de dólares cada día, mientras que los salarios de al menos 1700 millones de trabajadoras y trabajadores, más que la población de India, crecen por debajo de lo que sube la inflación.
•    En 2022, las empresas energéticas y de alimentación duplicaron con creces sus beneficios, distribuyendo 257 000 millones de dólares en dividendos a sus ricos accionistas; todo ello mientras más de 800 millones de personas se iban a la cama con hambre cada noche.
•    Por cada dólar recaudado en impuestos a nivel global, tan sólo 4 centavos se recaudan sobre la riqueza, y la mitad de los milmillonarios del mundo vive en países donde no se aplica ningún impuesto de sucesiones a la riqueza que heredan sus descendientes.
•    Si se aplicara un impuesto a la riqueza de hasta el 5 % a los multimillonarios y milmillonarios podrían recaudarse 1,7 billones de dólares anualmente, lo que permitiría a 2000 millones de personas salir de la pobreza, además de financiar un plan mundial para acabar con el hambre.

El presente informe se centra en la importancia de gravar a los súper ricos para abordar esta “policrisis” sin precedentes a la que nos enfrentamos, así como al aumento desorbitado de las desigualdades. A su vez, pretende mostrar cómo una imposición adecuada a los ultra ricos puede ser la vía para lograr un mundo más justo, sostenible y sin pobreza. ¿Es la desigualdad en la riqueza un problema que hay que resolver?

El informe detalla cómo, en la historia reciente, la tributación de los más ricos era más elevada, cómo está ganando terreno la idea de gravar más a quienes más tienen y hacer que los milmillonarios paguen la parte que les corresponde justamente, y cómo más impuestos a los ultra ricos contribuye a reducir la concentración de poder de las élites y reducir no solo la desigualdad económica, sino también la racial, colonial y de género. Finalmente, el informe apunta a cuánto deberían tributar los más ricos y cómo lograrlo, con herramientas concretas y contrastadas para los Gobiernos, algunas incluso ya en marcha.


Tiempos de crisis que está causando un gran sufrimiento a la mayoría de la sociedad

Mientras los milmillonarios, jefes de Gobierno y directivos de mega empresas vuelan a Davos (Suiza) para reunirse, el resto del mundo se enfrenta a una grave, peligrosa y destructiva acumulación de crisis simultáneas. Estas crisis están teniendo un enorme impacto en la mayor parte de la población mundial, algo que Oxfam puede constatar con su labor en todo el mundo.

En 2022, el Banco Mundial anunció que no se logrará cumplir el objetivo de poner fin a la pobreza extrema de cara a 2030, y que “se han frenado los avances mundiales en la reducción de la pobreza extrema”, en lo que afirma que podría ser el mayor incremento de la desigualdad global y el mayor revés para los esfuerzos de reducción de la pobreza a nivel mundial desde la Segunda Guerra Mundial. El FMI prevé que un tercio de la economía mundial se encuentre en recesión en 2023. Por primera vez, el PNUD ha determinado que el desarrollo humano está registrando un retroceso en nueve de cada diez países.

El análisis de Oxfam revela que, en 2022, el salario de al menos 1700 millones de trabajadoras y trabajadores creció menos que la inflación, lo que redujo su capacidad para comprar alimentos o pagar las facturas energéticas.

El servicio de la deuda está fuera de control, lo que está llevando a países enteros al borde de la bancarrota. Los países más pobres destinan cuatro veces más ingresos al servicio de la deuda (que a menudo deben pagar a acreedores privados, ricos y abusivos) que al gasto en salud pública. Muchos Gobiernos están considerando drásticos recortes del gasto público. Oxfam ha calculado que tres cuartas partes de los Gobiernos tienen previsto recortar el gasto durante los próximos cinco años, por un importe total que podría ascender a 7,8 billones de dólares a nivel mundial.


Tiempos de crisis que están generando enormes fortunas para una minoría privilegiada

Mientras tanto, la concentración de riqueza acumulada en manos de una minoría de ultra ricos, que ya alcanzaba niveles récord, se ha intensificado. La actual “policrisis” global ha enriquecido aún más a esta reducida élite. Durante la última década, el 1 % más rico de la humanidad ha acaparado más del 50 % de la nueva riqueza global generada. Pero el análisis de Oxfam a partir de los datos de Credit Suisse muestra que, desde 2020, la súper concentración de riqueza por parte de los súper ricos se ha intensificado. Desde entonces, dos tercios de la nueva riqueza generada a nivel global han ido a parar al 1 % más rico, casi seis veces más que la que acaba en manos del 90 % más pobre de la humanidad. Esto supone que, por cada dólar de nueva riqueza obtenido por una persona perteneciente al 90 % más pobre de la humanidad, un milmillonario se embolsa 1,7 millones de dólares.

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