-I-
Elementos económicos de partida
Entre las primeras condiciones que se precisan para garantizar la acumulación capitalista está la existencia de fuerza de trabajo capacitada para satisfacer las demandas del proceso inversionista. En este sentido es mucho lo que queda por hacer en Cuba.
En la estructura ocupacional de la envejecida población cubana, el 48% de los trabajadores pertenece al área de los servicios públicos (salud, educación, cultura, deportes) y la burocracia partidista-estatal ligada a la administración. Solo el 52% restante se ocupa de la fabricación de bienes (industria, agricultura, ganadería, pesca, construcción…) y servicios productivos (turismo, transporte, almacenamiento, comercio, banca…). Es preciso canalizar grandes volúmenes de fuerza de trabajo del sector improductivo al productivo.
La correspondiente medida ya fue iniciada por el Gobierno desde septiembre de 2010, cuando se anunció que se eliminarían más de 500 000 empleos públicos y se autorizarían unos 250 000 pequeños negocios en un plazo de seis meses. Además, se esperaba crear otros 200 000 empleos no estatales mediante cooperativas y otras fórmulas.
Al unísono, se suavizaron las regulaciones a los pequeños empresarios: ahora podrían subcontratar mano de obra y alquilar locales, y solamente deberían pagar hasta un 40% por ciento de sus ingresos brutos en impuestos. Aunque este ritmo de transformaciones pronto fue sofrenado, el drenaje de fuerza de trabajo desde los servicios hacia la producción continuó; solo que su destino derivó, más que al TCP, hacia la economía informal y la emigración.
Al mismo tiempo, el holding GAESA seguiría absorbiendo los sectores más rentables y prometedores de la economía estatal y mixta: grupo Cubalse (2009); ETECSA (2011); Zona Especial de Desarrollo Mariel (2013). Sin rendir cuentas a ninguna institución pública, los principales paquetes de acciones de las empresas pasaban a manos de grandes accionistas privados y muchas de ellas eran registradas en el exterior, principalmente en Panamá.
La prioridad otorgada por el supermonopolio a la inversión inmobiliaria y el comercio, tanto exterior como interior, llevó a la ruina a los sectores tradicionalmente más productivos de la nación, agricultura y agroindustria, hasta llegar al crítico estado actual. La participación de las manufacturas de media y alta tecnología en las exportaciones de los países de LATAM 2019-2021 muestra resultados nada halagüeños para Cuba: 8%, lugar 31 de 34.
Obviando a los países más poderosos de la región, casi todos nuestros vecinos centroamericanos y caribeños están muy por encima de Cuba: Costa Rica: 60% (2.); Panamá y Trinidad Tobago: 42% (4. y 5.); media de Centroamérica: 37% (8.); R. Dominicana: 33% (9.). La media de la región llega al 59%, más de siete veces la cubana.
Algo similar ocurre con los resultados del turismo. En 2022, Cuba recibió 1,6 millones de turistas, de un plan original de 2,5. Menos del 38% del año anterior a la pandemia. Mientras, la recuperación del resto del área caribeña fue espectacular y rebasó las cotas anteriores: R. Dominicana acogió 5 veces más: 8,5 millones; y el Estado mexicano de Quintana Roo, 15 veces más (+ de 25 millones).
Si bien Titov resaltó la necesidad de que el Gobierno elimine las barreras al fomento de las mpymes, en particular las fiscales: ¿podrán las mpymes disponer de capital y fuerza de trabajo para asumir el rescate de la economía cubana? Si las mpymes siguen siendo creadas a cuentagotas por el Consejo de Ministros: ¿Cuántos años demorará crear un sector privado que pueda resolver los problemas económicos acumulados en campos y ciudades? ¿Acaso las mpymes podrán sustituir a la gran producción agroindustrial como fuente principal de la renta nacional, algo nunca visto en la historia de Cuba? Con perdón de los asesores eslavos, lo dudo mucho.
Recetario ruso