A cinco años de su designación como primer secretario del Partido Comunista, el 19 de abril de 2018, el actual gobernante de Cuba Miguel Díaz-Canel es considerado, por la casi totalidad de los habaneros consultados, como "el peor de los presidentes" que ha gobernado en la Isla desde enero de 1959.
"Un mal gobernante en toda regla, que retrocedió lo poquísimo que se había avanzado bajo los respectivos mandatos de Fidel y Raúl (Castro). Nada le ha salido bien: ninguna reforma económica, ningún reajuste en las estructuras de Gobierno y ninguna gestión de importancia en referencia a política exterior", refiere Ernesto Cardenal, profesor de secundaria básica.
Como referente generalizado, los habaneros coinciden en que Díaz-Canel es un "presidente embrujado" y el de "peor suerte" desde principios de su gestión.
"En cinco años le ha pasado de todo, desde uno de los peores desastres aéreos hasta el paso de un tornado que nunca había ocurrido desde el triunfo de la Revolución, pasando por la pandemia del Covid-19 y hasta el secuestro de dos médicos en África", enumera Olga Lidia Ramos, vecina de Regla, uno de los municipios de la capital con más graves afectaciones tras la ocurrencia del fenómeno meteorológico el 27 de enero de 2019.
"Anteriormente el país había experimentado, que yo sepa, dos sucesos similares: en 1933 y 1940. El accidente aéreo fue exactamente a un mes de ser nombrado presidente, como marcando el norte de lo que sería su mandato que, entre otras cosas, ha sido el más desastroso económicamente", añade.
El 18 de mayo de 2018, el vuelo 972 de Cubana de Aviación, operado por un Boeing 737-200 de la mexicana Global Air, se estrelló en las cercanías del Aeropuerto Internacional José Martí, cobrándose la vida de 112 pasajeros. Solo hubo una sobreviviente.
Es difícil, casi imposible, encontrar en La Habana criterios favorables sobre el mandatario Díaz-Canel, ni siquiera bajo anonimato. Las críticas menos ácidas sobre su gestión de Gobierno son aquellas donde se señala que "con Fidel y Raúl estábamos mejores" o "con Fidel y Raúl estas cosas no pasaban".
Otras tres referencias constantes en las opiniones ciudadanas habaneras sobre la gobernación de Díaz-Canel son: el agravamiento de la crisis económica, el aumento de la disidencia y el incremento de la represión policial por cuestiones políticas. Aunque menos señaladas, las reformas a la Constitución, el Código de las Familias y el Código Penal fueron catalogadas como "cortinas de humo" para "entretener a hambrientos".
"El proceso de unificación monetaria y cambiaria, calificado por el Gobierno como Tarea Ordenamiento (en enero de 2021), en pleno apogeo del Covid-19, trajo el aumento salarial, pero junto al aumento de las tarifas en los servicios públicos de electricidad, gas y agua potable. También trajo consigo la dolarización de la economía que Díaz-Canel catalogó de 'parcial', pero que a la larga se convirtió en permanente tras la apertura de las tiendas en MLC. Resultado: más escasez, más racionamiento, más colas y menos oportunidades para los trabajadores estatales y los cubanos que no recibimos remesas del extranjero", reitera Mabel Aguirre Oropeza, vecina del Consejo Popular Sevillano.
La nueva modalidad de captación de divisas, a través de la apertura de comercios en moneda libremente convertible (MLC), representó el desabastecimiento y el escaso surtido de insumos y víveres en las redes comerciales de moneda nacional (MN), lo que acrecentó el llamado apartheid económico. Un tercio de la población, más de siete millones y medio de habitantes, no recibe remesas del extranjero y el aumento salarial fue devorado por una inflación sin precedentes en la Isla.
"Los salarios aumentaron con Díaz-Canel, sin embargo, también aumentó el racionamiento, las colas, la escasez, el desabastecimiento, los recortes energéticos por roturas de termoeléctricas, la improductividad de medicamentos, el déficit de transporte, la depauperación de hospitales, servicios primarios de salud, escuelas y círculos infantiles. En cinco años, Díaz-Canel ha llevado este país de la hecatombe al infierno. Ni siquiera ha podido sostener la producción de azúcar o la entrega de los mandados, por ejemplo", enumera Manuel Alfredo Jiménez, vecino de la barriada Punta Brava.
Otros habaneros no creen en la mala suerte de Díaz-Canel. Lo califican de dictador y de aumentar la represión a consecuencia del malestar ciudadano que ya es permanente y público en cada cola y en cada esquina a lo largo y ancho de la Isla. En su primer año de designación como mandatario, ocurrieron dos huelgas que pautarían también su gestión de Gobierno: en diciembre de 2018 activistas nucleados en torno al Museo de Arte Políticamente Incómodo (MAPI) convocaron a una "sentada" contra el Decreto 349. Por otra parte, los transportistas privados convocaban a la segunda edición de "El Trancón", iniciativa que promovía un paro nacional contra las nuevas medidas implementadas por el Gobierno que contemplan como único propósito asfixiar al sector privado en la Isla.
Luego, el 27 de noviembre de 2020, un grupo de jóvenes artistas e intelectuales protagonizaron otro hecho inédito: una manifestación pacífica frente a la sede del Ministerio de Cultura, exigiendo el cese del hostigamiento y la represión contra el Movimiento San Isidro. No pocos habaneros consideraron que esta acción prendería la mecha para el inédito 11J, cuando centenares de miles de cubanos salieron a las calles el domingo 11 de julio de 2021 exigiendo un cambio de política en Cuba.
A ello siguieron un conjunto de iniciativas, como el proyecto Archipiélago que convocaría a una Marcha Cívica por el Cambio en Cuba el 15 de noviembre de 2021.
"No puede ser calificado de otra manera que como dictador, quien reprimió al pueblo entero sin distinción de ideología y encarceló centenares de jóvenes y adolescentes que protestaron de manera pacífica", concluye la joven Gabriela Smith, vecina de Boyeros.
"Decir que Díaz-Canel ha tenido mala suerte es minimizar todo el desastre económico, división familiar y caos social que como dictador ha generado en sus primeros cinco años de mandato. Como decía Lezama Lima, el azar suele ser concurrente, y el incendio de la Base de Supertanqueros en Matanzas (el 5 de agosto de 2022) fue solo otro eslabón más de una cadena de hechos lamentables que dejaron al descubierto su ineptitud como mandatario. Bajo su gestión han aumentado los feminicidios, las personas desaparecidas, hechos de violencia brutal sin precedentes en Cuba y un éxodo masivo que jamás se había visto. ¿Y cuál ha sido la repuesta de Díaz-Canel? Más represión y más oídos sordos al sufrimiento y al llanto de la sociedad civil cubana", apostilla Smith.
Para otros habaneros, como Marcelo Betancourt, exprofesor universitario, la mezcla de mala suerte, escaso carisma personal y un país "que ya estaba sumido en el desastre económico", son las premisas que marcaron estos primeros cinco años de mandato de Díaz-Canel:
"Decir que Díaz-Canel es lo peor que le ha pasado a Cuba es santificar, en el retrovisor de la historia, a Fidel y Raúl Castro, los verdaderos responsables de la desgracia cubana. Cuando Díaz-Canel llegó al poder lo único que funcionaba y que tenía dinero era el Ejército y la Policía. Lo sentaron sobre un barril de pólvora, con una población envejecida, un sistema educativo en retroceso y tremendamente ideologizado, unas carteras ministeriales ineptas, un sistema de salud nacional en decadencia, y una infraestructura insalvable. Poco o nada podría hacer sino echar mano a la represión para sostener al Partido Comunista en el poder. Siendo justo, en cinco años Díaz-Canel lo ha hecho magnifico: asumir toda la culpa de lo que comenzó el 1 de enero de 1959 y le dejaron el 19 de abril de 2018".
Publicado originalmente en Diario de Cuba