Las guerras se hacen para ganarlas y eso lo saben nuestros enemigos
- Gerardo E. Martínez-Solanas
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Las guerras se hacen para ganarlas y eso lo saben nuestros enemigos
26 Aug 2015 22:28 - 27 Aug 2015 04:15
Es verdaderamente asombroso cómo solemos desentendernos y encogernos de hombros ante tantos hechos graves que están acaeciendo en el mundo, como si nunca fueran a afectarnos. Tomamos la actitud de que "mientras no nos toque" que se derrumbe el resto del planeta. La indiferencia y la negligencia nos están llevando irremediablemente al abismo.
El fenómeno más reciente de caos y desestabilización es el que está provocando el fundamentalismo islámico. Es notable que desde el Presidente Obama y otros líderes de las democracias hasta el ciudadano común predican una estrategia aislacionista y proclaman que "allá que se las arreglen entre ellos". El ciudadano común clama por no involucrarse en una guerra ajena ni sacrificar en ella "la vida de sus muchachos". Y cuando se hace la guerra se la hace a medias, poniendo límites políticamente correctos para "ahorrar vidas", fijando fechas para retirar las tropas del frente o para abandonar los objetivos que motivaron su estallido.
Estas estrategias apaciguadoras, tímidas y políticamente correctas han dado lugar a conflictos interminables que han causado mucho más daño, dolor y muerte que los que se habrían sufrido con una campaña orientada a la victoria final de las democracias.
Ahora estamos contemplando el horror de la "guerra asimétrica", que en cierto modo aplica los conceptos guerrilleros de antaño en una terrible mezcla con las tácticas anarquistas y terroristas que cada día se tornan más letales. No cabe duda que los enemigos de las democracias en esta guerra en ningún sentido concebible buscan la paz. Su proyecto es el desmantelamiento total de la sociedad en que vivimos cuando coronen su victoria con una dictadura total.
Además, es indispensable que tomemos conciencia de que el enemigo no se reduce al islamismo fanático, sino que se ramifica entre cuantos movimientos y gobiernos existen empecinados en debilitar y finalmente desmantelar las instituciones democráticas. Y su arma principal, un arma verdaderamente asoladora, es el caos.
Con la guerra del terror en unas partes y del crimen, las drogas y la corrupción en otras, provocan migraciones masivas hacia los países democráticos donde todavía reina un cierto grado de estabilidad. Fomentan una verdadera crisis en esos países, alimentan el desempleo, destruyen la industria turística y desatan crueles reacciones xenofóbicas. Fomentan el desorden de una guerra de todos contra todos, porque esas sociedades se dividen y se polarizan hasta desbaratar el consenso democrático del Estado de derecho.
Fomentan también el grave error de una opinión pública que llega a justificar la violación de las leyes de inmigración y a castigar a quienes tratan de hacerlas respetar, propiciando así la migración desordenada de quienes huyen del caos y el terror. Los enemigos de la democracia logran así crear las condiciones de su estrategia maquiavélica para derribar todas las defensas de la ley y el orden. La migración masiva y desordenada les permite penetrar en las mismas sociedades que se proponen destruir.
Las instituciones policiales y de inteligencia en los países agredidos todavía tienen un alto grado de eficacia para impedir o detener algunas operaciones, pero poco a poco están siendo abrumadas por esta penetración masiva y desordenada. Cada día que pasa tenemos a más enemigos adentro. Además, esa inmigración masiva y desordenada está integrada por un gran segmento de personas ajenas al terrorismo o a la criminalidad, pero que no tienen intención alguna de integrarse a la cultura del país que los acoge sino que claman abiertamente por cambiarla y demuestran airadamente su poco amor por el pueblo que los recibe. Y crean así más tirantez y divisionismo.
Por supuesto que hay muchos inmigrantes que enriquecen con sus aportes culturales, profesionales, técnicos y laborales a los países que los acogen. La enorme mayoría de estos son tan respetuosos de la ley que han cumplido todas las gestiones necesarias para entrar legalmente al país anfitrión. Como ellos hay millones más que esperan pacientemente sus visas y se ven frustrados por una inmigración ilegal que se les adelanta y que provoca con su desprecio por la ley un nocivo y a veces irracional rechazo de gran parte de la población del país anfitrión, alarmada por la ilegalidad y el desorden.
Lo que han hecho los enemigos de la democracia es complicar la situación de ilegalidad latente para convertirla en una crisis de ilegalidad militante, según la cual quienes violan las leyes y penetran otros países forzosamente reclaman derechos que no tienen. Es cierto que muchos están desesperados huyendo del caos y el terror y que todos tienen derechos humanos fundamentales que hay que respetarles. Es justo reconocer que no es su culpa la crisis que enfrentamos sino que se están convirtiendo en su instrumento.
El problema es que las democracias vacilantes han provocado esta tremenda crisis por la negligencia y la indiferencia que predomina entre los ciudadanos que eligen a quienes les prometan "la paz" sin preocuparse de cómo alcanzarla. El enemigo no se va a quedar tranquilo en su casa. El enemigo ya está penetrando en la nuestra. Entendamos que las guerras hay que ganarlas. Cueste lo que cueste. Las vacilaciones sólo las prolongan y las hacen todavía más sangrientas y costosas. Al enemigo cruel, salvaje e intransigente hay que aplastarlo. No hay otra opción racional. Esa fue la lección de la Segunda Guerra Mundial. Una lección que no hemos aprendido y que no hemos aplicado desde entonces. Será quizás políticamente incorrecto, pero si las democracias quieren sobrevivir tienen que intervenir decisivamente para aplastar a los agresores en sus bases, sea donde sea que se encuentren. Hay que combatir al enemigo donde quiera que se refugie y ocupar los territorios indefinidamente hasta que se restablezca totalmente la ley y el orden. Tampoco es lógico concederles santuarios detrás de algunas fronteras por el sólo hecho de que sean países que aparentan no ser enemigos. Y si fuera necesario establecer protectorados y administraciones fiduciarias hasta lograr educar y encaminar a esos países por la senda de la democracia, comprobaríamos que el esfuerzo y el costo invertido por todos los años que sea necesario hacerlo será mucho menor que el de permitir que predomine el caos mundial hasta poner en peligro todo el edificio de nuestra civilización moderna.
El fenómeno más reciente de caos y desestabilización es el que está provocando el fundamentalismo islámico. Es notable que desde el Presidente Obama y otros líderes de las democracias hasta el ciudadano común predican una estrategia aislacionista y proclaman que "allá que se las arreglen entre ellos". El ciudadano común clama por no involucrarse en una guerra ajena ni sacrificar en ella "la vida de sus muchachos". Y cuando se hace la guerra se la hace a medias, poniendo límites políticamente correctos para "ahorrar vidas", fijando fechas para retirar las tropas del frente o para abandonar los objetivos que motivaron su estallido.
Estas estrategias apaciguadoras, tímidas y políticamente correctas han dado lugar a conflictos interminables que han causado mucho más daño, dolor y muerte que los que se habrían sufrido con una campaña orientada a la victoria final de las democracias.
Ahora estamos contemplando el horror de la "guerra asimétrica", que en cierto modo aplica los conceptos guerrilleros de antaño en una terrible mezcla con las tácticas anarquistas y terroristas que cada día se tornan más letales. No cabe duda que los enemigos de las democracias en esta guerra en ningún sentido concebible buscan la paz. Su proyecto es el desmantelamiento total de la sociedad en que vivimos cuando coronen su victoria con una dictadura total.
Además, es indispensable que tomemos conciencia de que el enemigo no se reduce al islamismo fanático, sino que se ramifica entre cuantos movimientos y gobiernos existen empecinados en debilitar y finalmente desmantelar las instituciones democráticas. Y su arma principal, un arma verdaderamente asoladora, es el caos.
Con la guerra del terror en unas partes y del crimen, las drogas y la corrupción en otras, provocan migraciones masivas hacia los países democráticos donde todavía reina un cierto grado de estabilidad. Fomentan una verdadera crisis en esos países, alimentan el desempleo, destruyen la industria turística y desatan crueles reacciones xenofóbicas. Fomentan el desorden de una guerra de todos contra todos, porque esas sociedades se dividen y se polarizan hasta desbaratar el consenso democrático del Estado de derecho.
Fomentan también el grave error de una opinión pública que llega a justificar la violación de las leyes de inmigración y a castigar a quienes tratan de hacerlas respetar, propiciando así la migración desordenada de quienes huyen del caos y el terror. Los enemigos de la democracia logran así crear las condiciones de su estrategia maquiavélica para derribar todas las defensas de la ley y el orden. La migración masiva y desordenada les permite penetrar en las mismas sociedades que se proponen destruir.
Las instituciones policiales y de inteligencia en los países agredidos todavía tienen un alto grado de eficacia para impedir o detener algunas operaciones, pero poco a poco están siendo abrumadas por esta penetración masiva y desordenada. Cada día que pasa tenemos a más enemigos adentro. Además, esa inmigración masiva y desordenada está integrada por un gran segmento de personas ajenas al terrorismo o a la criminalidad, pero que no tienen intención alguna de integrarse a la cultura del país que los acoge sino que claman abiertamente por cambiarla y demuestran airadamente su poco amor por el pueblo que los recibe. Y crean así más tirantez y divisionismo.
Por supuesto que hay muchos inmigrantes que enriquecen con sus aportes culturales, profesionales, técnicos y laborales a los países que los acogen. La enorme mayoría de estos son tan respetuosos de la ley que han cumplido todas las gestiones necesarias para entrar legalmente al país anfitrión. Como ellos hay millones más que esperan pacientemente sus visas y se ven frustrados por una inmigración ilegal que se les adelanta y que provoca con su desprecio por la ley un nocivo y a veces irracional rechazo de gran parte de la población del país anfitrión, alarmada por la ilegalidad y el desorden.
Lo que han hecho los enemigos de la democracia es complicar la situación de ilegalidad latente para convertirla en una crisis de ilegalidad militante, según la cual quienes violan las leyes y penetran otros países forzosamente reclaman derechos que no tienen. Es cierto que muchos están desesperados huyendo del caos y el terror y que todos tienen derechos humanos fundamentales que hay que respetarles. Es justo reconocer que no es su culpa la crisis que enfrentamos sino que se están convirtiendo en su instrumento.
El problema es que las democracias vacilantes han provocado esta tremenda crisis por la negligencia y la indiferencia que predomina entre los ciudadanos que eligen a quienes les prometan "la paz" sin preocuparse de cómo alcanzarla. El enemigo no se va a quedar tranquilo en su casa. El enemigo ya está penetrando en la nuestra. Entendamos que las guerras hay que ganarlas. Cueste lo que cueste. Las vacilaciones sólo las prolongan y las hacen todavía más sangrientas y costosas. Al enemigo cruel, salvaje e intransigente hay que aplastarlo. No hay otra opción racional. Esa fue la lección de la Segunda Guerra Mundial. Una lección que no hemos aprendido y que no hemos aplicado desde entonces. Será quizás políticamente incorrecto, pero si las democracias quieren sobrevivir tienen que intervenir decisivamente para aplastar a los agresores en sus bases, sea donde sea que se encuentren. Hay que combatir al enemigo donde quiera que se refugie y ocupar los territorios indefinidamente hasta que se restablezca totalmente la ley y el orden. Tampoco es lógico concederles santuarios detrás de algunas fronteras por el sólo hecho de que sean países que aparentan no ser enemigos. Y si fuera necesario establecer protectorados y administraciones fiduciarias hasta lograr educar y encaminar a esos países por la senda de la democracia, comprobaríamos que el esfuerzo y el costo invertido por todos los años que sea necesario hacerlo será mucho menor que el de permitir que predomine el caos mundial hasta poner en peligro todo el edificio de nuestra civilización moderna.
Last edit: 27 Aug 2015 04:15 by Gerardo E. Martínez-Solanas.
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- Abelardo Pérez García
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Re: Las guerras se hacen para ganarlas y eso lo saben nuestros enemigos
31 Aug 2015 07:52
Durante muchos años, en particular en la década de los setenta, estuve convencido de que la causa de los distintos desórdenes que existían o se producían en el “Mundo Occidental”: disturbios, droga, delincuencia, pérdida de valores y tal, eran causados por un plan urdido por el comunismo internacional desde Moscú, Praga, Budapest o cualquier otra capital del “Imperio del Mal” para desmoralizar y disminuir intelectualmente a nuestros jóvenes y luego poder dominarlos mejor.
Uno de mis amigos que era profesor de ruso en un instituto universitario de las afueras de Lille (Norte de Francia) me dijo que me equivocaba ya que él había observado los mismos fenómenos en países comunistas que conocía bien como Rusia y Polonia.
Tengo que precisar que ese señor era de familia ruso polaca, conocía bien a esos países no sólo de manera libresca sino a fondo y, además, no era comunista.
Confieso que me era difícil creerlo pero al ver que, después del desmoronamiento del sistema comunista en la antigua URRS y en la Europa del Este, la pérdida de valores en occidente, y también aunque en menor medida en el antiguo bloque comunista, no sólo seguía igual sino que se acrecentaba, que los jóvenes estaban por consiguiente cada vez más desmandados y que, lo que era aún peor, el nivel de los estudios en los preuniversitarios y universidades se derrumbaba a ojos vistas [empecé a enseñar en secundarias básicas en Francia en 1965, a partir de 1976 pasé a preuniversitarios y superior y a partir de 1992 enseñé únicamente en universidad hasta mi jubilación en 2004, así que fui testigo de excepción del terrible declive del nivel medio de los estudiantes en este país que tenía antes uno de los mejores sistemas nacionales de enseñanza del mundo] tuve que rendirme ante la evidencia.
Los países todos estaban cambiando y no siempre, a mi parecer, en la buena dirección.
¡Los países todos escribe este Abelardo! ¿Se creerá que conoce todos los países del mundo?
No, claro que no.
En Europa, por ejemplo, me faltan Finlandia, Rumanía, Moldavia y Bielorrusia pero cuando digo que conozco a los demás no es que los haya visto desde un autobús con un guía que nos dijera: a la derecha está el Coliseo, a la izquierda la Torre Eiffel, delante verán la Puerta de Brandenburgo, aquí está el Big Ben (que adelanta seis segundos y cuesta trabajo ajustarlo, Shocking!)
No. Los he visitado en automóvil, con calma, hablando con la gente, comiendo con ellos, a veces durmiendo en sus casas, en ciudades grandes y pueblos minúsculos.
Y por todas partes lo mismo:
“¿Adónde vamos a parar? ¿Qué van a poder hacer nuestros hijos? ¿Nuestros nietos?”
Los intelectuales notan todos que ya los más jóvenes carecen de las bases elementales necesarias para pensar juiciosamente por sí mismos y que hasta son incapaces de hacer la más mínima división si no tienen una calculadora a mano.
Cuando les he dicho a algunos jovenzuelos que cuando yo tenía dieciocho o veinte años usábamos tablas trigonométricas y de logaritmos o reglas de cálculo (¡de las que muchos nunca han oído hablar!) para hacer las operaciones y que teníamos que estudiar la función para saber si había que sumar o restar antes de interpolar según fuera creciente o decreciente, me han mirado “con ojos de pescado frito” o se han reído.
No voy ni a mencionar lo que hoy día se trata de presentar como “arte” y que contribuye al embrutecimiento universal…
El objetivo principal de los nuevos ciudadanos de nuestra “civilización” es ganar dinero, el consumismo desenfrenado es la nueva fe:
“Et antiquum documentum novo cedat ritui”
¿A qué viene todo esto? Pues a tratar de mostrar que el enemigo no acaba de declararnos la guerra ayer por la tarde.
Desde hace años ya, muchas décadas probablemente, fuerzas muy superiores a las de los estados más poderosos están tratando (y empiezan a lograrlo) de convertir la humanidad en un conjunto de consumidores ignorantes, dóciles y hambrientos de necesidades inútiles.
El fabuloso adelanto de las tecnologías modernas les ha facilitado la tarea. Les conviene que haya un alto nivel de desempleo y no es necesario invadir los países con inmigrantes para obtener esto.
Lo más importante para ellos es transformar a los ciudadanos responsables, formados y pensantes en abejas u hormigas laboriosas que no tengan tiempo para más ocupación que la de subsistir y a los demás en ciudadanos descerebrados que no tengan más ambición que consumir.
La Unión Europea es un conjunto de casi quinientos millones de habitantes, debería ser capaz de absorber algunos cientos de miles de refugiados o de trabajadores en busca de una vida mejor pero cada país prefiere que esos pobres sirios, iraquíes, afganos que huyen de las guerras y de las atrocidades provocadas por la estupidez de Occidente y de su Gran País líder , o los africanos que huyen de una miseria extremada, prefieren que vayan a casa del vecino: así Austria y Francia están preparando leyes que pueden poner en peligro la libre circulación y aun la existencia misma del “Espacio Schengen”.
Hungría ha construido una valla de cien kilómetros que cierra la frontera con Serbia a esos refugiados que vienen desde Grecia con destino a Alemania, Suecia, Francia y Reino Unido que son (en este orden) los países más solicitados, y ha destinado a miles de policías y soldados a esa frontera.
Ahora los diferentes servicios de la UE van a tratar progresivamente de ver cuáles son los que tienen derecho a ser considerados como asilados políticos, y los que no (un tercio de los 350000 inmigrantes que han entrado en Europa en lo que va de año son inmigrantes “económicos”), serán devueltos a sus países de origen si no están en guerra, lo que ya excluye a Siria, Irac, Afganistán y algunos más.
No sé qué permite afirmar que en su mayoría estos migrantes no quieren integrarse ni respetar las leyes del país que los va a acoger. No se “integra” el que quiere. Esto es muy difícil.
¿Es integración modélica la de un pueblo que ha emigrado masivamente a un país vecino suyo, de base anglosajona, y que al cabo de más de cincuenta años sigue comiendo arroz con frijoles negros, picadillo, yuca con mojo y otras delicias tropicales, que sigue jugando al dominó en las plazas (¡como en Albania!), tomando cafecito (demasiado fuerte para los nativos) y que cuando dan una fiesta: boda, cumpleaños u otra, bailan exclusivamente al son de su excelente y rítmica música, no hay un solo invitado que no sea de su propia etnia espanglish-hablante y no hay, salvo alguna chiripa gracias a algún que otro matrimonio mixto, ningún anglosajón?
¿Fue un ejemplo de integración mi propia y querida madre (pero como ella, yo conocí a más de diez iguales que ella, y por inducción opino que debió de haber muchos miles así) que nunca aprendió inglés y quien entre 1962 y 2014 evolucionó única y exclusivamente en el interior de su propia “comunidad”?
Que nadie vea aquí ninguna crítica. Esto es perfectamente normal e imaginarse que un grupo étnico importante puede integrarse y asimilarse en otro país de civilización radicalmente distinta es una fantasía, una ficción de la mente, para mí irrealizable.
Si llevamos, digamos, a un joven chino de menos de veinte años (y mejor aún si es más joven) a vivir todo el tiempo en una familia de Bergen en Noruega, quizá al cabo de diez o doce años hayamos hecho a un noruego más; pero si llevamos a un grupo numeroso de chinos a vivir hacinados en algún barrio de Oslo, al cabo de diez o doce años tendremos una comunidad china en Noruega, que no logrará entender, y por lo tanto tampoco apreciar, muchas de las tradiciones y costumbres noruegas, cuyos hijos tendrán dificultad para sentirse noruegos y que provocarán cierto rechazo de la sociedad autóctona.
Doy el ejemplo de los chinos porque es uno de los pueblos que con mayor facilidad “se adapta” a la vida en otros países.
Una prueba de este fracaso debido a esa dificultad es la cantidad de jóvenes que nacidos en Francia, Bélgica, Alemania, Reino Unido y otras partes, se van por centenares a Siria o a Irac a hacer la Yihad islámica.
Unos doscientos han muerto pero otros regresan a sus países de origen en Europa donde constituyen un verdadero peligro por su ideología y por el entrenamiento militar que han tenido. Éste es, me parece, el verdadero enemigo interior del que habla acertadamente Gerardo y que constituye un reto importante para numerosos servicios (de todo tipo: secretos, por supuesto, pero también sociales y de reeducación) en toda Europa.
No se trata aquí de una guerra de “todos contra todos” que “desbarate el Consenso Democrático del Estado de Derecho”. Por lo menos yo no lo he observado en ningún país de Europa. Tampoco he visto, por lo menos oficialmente, “la justificación de la violación de las leyes de inmigración” ni que hayan castigado a nadie por pedir que se respeten.
Gerardo tiene razón cuando señala que los inmigrantes deben respetar las leyes y las costumbres del país que los acoge pero eso es fácil de decir.
Acabamos de regresar de visita de casa de una amiga a quien acaban de operar y la conversación tocó naturalmente el tema de la inmigración que es particularmente “sensible” en nuestra zona donde reside un grandísimo número de personas de origen magrebí.
“Es natural” nos dijo nuestra amiga “que acojamos correctamente a esa gente pero me molesta ver por nuestras calles a todas esa mujeres con velo, vestidas de negro hasta los pies, seguidas por una retahíla de niños y que piden que en los comedores escolares la carne que se sirve a los alumnos sea según el rito “halal” de los musulmanes. Si están en Francia, que coman como nosotros o si no que no manden a sus niños al comedor escolar”
Opiniones como ésta se oyen por todas partes en Francia, con más o menos intensidad, y algunas llegan efectivamente hasta la xenofobia declarada.
Muchos ven en los inmigrantes y en sus descendientes a unos invasores que convendría expulsar.
Un clima de desconfianza mutua entre comunidades étnicas crece en Europa y me da la impresión que esto no hace más que empezar.
La dificultad de la riposta militar es, como se lee en el artículo de Gerardo, que la guerra es asimétrica y a menudo del tipo “guerrilla” o con ataques de “electrones libres” como el que asesinó a cuatro personas en el Museo Judío de Bruselas o el que hace unos días intentó matar a decenas (quizá más de un centenar) en el tren Thalys de Amsterdam a París.
Por eso, la comparación con la lección de la Segunda Guerra Mundial no me parece apropiada. Además, el enemigo de hoy es multiforme, proteico.
Los prejuicios y las segundas intenciones de los países y de las alianzas militares son contrarios.
Rusia es aliada de Damasco y de Teherán contra el horroroso Estado Islámico.
EEUU, Francia, Alemania y el Reino Unido combaten también al Estado Islámico pero se oponen a Damasco sin embargo también son aliados de los Saudíes, Qataríes y otros de la UEA del Golfo Pérsico que tienen una enorme responsabilidad en este asunto y que a mi parecer están muy lejos de “estar claros».
Una de las enseñanzas de la SGM fue que hubo que aliarse con un demonio (Stalin) para combatir con éxito a otro (Hitler). Occidente es noble y tiene “valores”, entonces elije a sus demonios, así pues puede a un tiempo condenar la ilegal pero comprensible anexión de Crimea por Rusia y reconocer la independencia de Kósovo (provincia serbia desde tiempos inmemoriales. Algunos países como España –pensando sin duda en Cataluña- no han reconocido a Kósovo).
El tiempo de los desatinos en política internacional está lejos de haber terminado.
¿Qué propone Gerardo? ¿Una guerra total “preventiva” contra Teherán cuyas consecuencias son hoy incalculables? ¿Otra opción? ¿Cuál?
No es ser políticamente correcto tener prudencia cuando hay que “caminar sobre huevos”.
El problema es pues extraordinariamente complejo y las visiones simplistas así como las frases lapidarias son inútiles y aun peligrosas, pero si la única solución consiste en aplastar definitivamente al enemigo, hacerlo polvo, aniquilarlo, como buenos cristianos que somos; definámoslo entonces clara y terminantemente.
Luego busquemos a quién le pone el cascabel al gato.
Uno de mis amigos que era profesor de ruso en un instituto universitario de las afueras de Lille (Norte de Francia) me dijo que me equivocaba ya que él había observado los mismos fenómenos en países comunistas que conocía bien como Rusia y Polonia.
Tengo que precisar que ese señor era de familia ruso polaca, conocía bien a esos países no sólo de manera libresca sino a fondo y, además, no era comunista.
Confieso que me era difícil creerlo pero al ver que, después del desmoronamiento del sistema comunista en la antigua URRS y en la Europa del Este, la pérdida de valores en occidente, y también aunque en menor medida en el antiguo bloque comunista, no sólo seguía igual sino que se acrecentaba, que los jóvenes estaban por consiguiente cada vez más desmandados y que, lo que era aún peor, el nivel de los estudios en los preuniversitarios y universidades se derrumbaba a ojos vistas [empecé a enseñar en secundarias básicas en Francia en 1965, a partir de 1976 pasé a preuniversitarios y superior y a partir de 1992 enseñé únicamente en universidad hasta mi jubilación en 2004, así que fui testigo de excepción del terrible declive del nivel medio de los estudiantes en este país que tenía antes uno de los mejores sistemas nacionales de enseñanza del mundo] tuve que rendirme ante la evidencia.
Los países todos estaban cambiando y no siempre, a mi parecer, en la buena dirección.
¡Los países todos escribe este Abelardo! ¿Se creerá que conoce todos los países del mundo?
No, claro que no.
En Europa, por ejemplo, me faltan Finlandia, Rumanía, Moldavia y Bielorrusia pero cuando digo que conozco a los demás no es que los haya visto desde un autobús con un guía que nos dijera: a la derecha está el Coliseo, a la izquierda la Torre Eiffel, delante verán la Puerta de Brandenburgo, aquí está el Big Ben (que adelanta seis segundos y cuesta trabajo ajustarlo, Shocking!)
No. Los he visitado en automóvil, con calma, hablando con la gente, comiendo con ellos, a veces durmiendo en sus casas, en ciudades grandes y pueblos minúsculos.
Y por todas partes lo mismo:
“¿Adónde vamos a parar? ¿Qué van a poder hacer nuestros hijos? ¿Nuestros nietos?”
Los intelectuales notan todos que ya los más jóvenes carecen de las bases elementales necesarias para pensar juiciosamente por sí mismos y que hasta son incapaces de hacer la más mínima división si no tienen una calculadora a mano.
Cuando les he dicho a algunos jovenzuelos que cuando yo tenía dieciocho o veinte años usábamos tablas trigonométricas y de logaritmos o reglas de cálculo (¡de las que muchos nunca han oído hablar!) para hacer las operaciones y que teníamos que estudiar la función para saber si había que sumar o restar antes de interpolar según fuera creciente o decreciente, me han mirado “con ojos de pescado frito” o se han reído.
No voy ni a mencionar lo que hoy día se trata de presentar como “arte” y que contribuye al embrutecimiento universal…
El objetivo principal de los nuevos ciudadanos de nuestra “civilización” es ganar dinero, el consumismo desenfrenado es la nueva fe:
“Et antiquum documentum novo cedat ritui”
¿A qué viene todo esto? Pues a tratar de mostrar que el enemigo no acaba de declararnos la guerra ayer por la tarde.
Desde hace años ya, muchas décadas probablemente, fuerzas muy superiores a las de los estados más poderosos están tratando (y empiezan a lograrlo) de convertir la humanidad en un conjunto de consumidores ignorantes, dóciles y hambrientos de necesidades inútiles.
El fabuloso adelanto de las tecnologías modernas les ha facilitado la tarea. Les conviene que haya un alto nivel de desempleo y no es necesario invadir los países con inmigrantes para obtener esto.
Lo más importante para ellos es transformar a los ciudadanos responsables, formados y pensantes en abejas u hormigas laboriosas que no tengan tiempo para más ocupación que la de subsistir y a los demás en ciudadanos descerebrados que no tengan más ambición que consumir.
La Unión Europea es un conjunto de casi quinientos millones de habitantes, debería ser capaz de absorber algunos cientos de miles de refugiados o de trabajadores en busca de una vida mejor pero cada país prefiere que esos pobres sirios, iraquíes, afganos que huyen de las guerras y de las atrocidades provocadas por la estupidez de Occidente y de su Gran País líder , o los africanos que huyen de una miseria extremada, prefieren que vayan a casa del vecino: así Austria y Francia están preparando leyes que pueden poner en peligro la libre circulación y aun la existencia misma del “Espacio Schengen”.
Hungría ha construido una valla de cien kilómetros que cierra la frontera con Serbia a esos refugiados que vienen desde Grecia con destino a Alemania, Suecia, Francia y Reino Unido que son (en este orden) los países más solicitados, y ha destinado a miles de policías y soldados a esa frontera.
Ahora los diferentes servicios de la UE van a tratar progresivamente de ver cuáles son los que tienen derecho a ser considerados como asilados políticos, y los que no (un tercio de los 350000 inmigrantes que han entrado en Europa en lo que va de año son inmigrantes “económicos”), serán devueltos a sus países de origen si no están en guerra, lo que ya excluye a Siria, Irac, Afganistán y algunos más.
No sé qué permite afirmar que en su mayoría estos migrantes no quieren integrarse ni respetar las leyes del país que los va a acoger. No se “integra” el que quiere. Esto es muy difícil.
¿Es integración modélica la de un pueblo que ha emigrado masivamente a un país vecino suyo, de base anglosajona, y que al cabo de más de cincuenta años sigue comiendo arroz con frijoles negros, picadillo, yuca con mojo y otras delicias tropicales, que sigue jugando al dominó en las plazas (¡como en Albania!), tomando cafecito (demasiado fuerte para los nativos) y que cuando dan una fiesta: boda, cumpleaños u otra, bailan exclusivamente al son de su excelente y rítmica música, no hay un solo invitado que no sea de su propia etnia espanglish-hablante y no hay, salvo alguna chiripa gracias a algún que otro matrimonio mixto, ningún anglosajón?
¿Fue un ejemplo de integración mi propia y querida madre (pero como ella, yo conocí a más de diez iguales que ella, y por inducción opino que debió de haber muchos miles así) que nunca aprendió inglés y quien entre 1962 y 2014 evolucionó única y exclusivamente en el interior de su propia “comunidad”?
Que nadie vea aquí ninguna crítica. Esto es perfectamente normal e imaginarse que un grupo étnico importante puede integrarse y asimilarse en otro país de civilización radicalmente distinta es una fantasía, una ficción de la mente, para mí irrealizable.
Si llevamos, digamos, a un joven chino de menos de veinte años (y mejor aún si es más joven) a vivir todo el tiempo en una familia de Bergen en Noruega, quizá al cabo de diez o doce años hayamos hecho a un noruego más; pero si llevamos a un grupo numeroso de chinos a vivir hacinados en algún barrio de Oslo, al cabo de diez o doce años tendremos una comunidad china en Noruega, que no logrará entender, y por lo tanto tampoco apreciar, muchas de las tradiciones y costumbres noruegas, cuyos hijos tendrán dificultad para sentirse noruegos y que provocarán cierto rechazo de la sociedad autóctona.
Doy el ejemplo de los chinos porque es uno de los pueblos que con mayor facilidad “se adapta” a la vida en otros países.
Una prueba de este fracaso debido a esa dificultad es la cantidad de jóvenes que nacidos en Francia, Bélgica, Alemania, Reino Unido y otras partes, se van por centenares a Siria o a Irac a hacer la Yihad islámica.
Unos doscientos han muerto pero otros regresan a sus países de origen en Europa donde constituyen un verdadero peligro por su ideología y por el entrenamiento militar que han tenido. Éste es, me parece, el verdadero enemigo interior del que habla acertadamente Gerardo y que constituye un reto importante para numerosos servicios (de todo tipo: secretos, por supuesto, pero también sociales y de reeducación) en toda Europa.
No se trata aquí de una guerra de “todos contra todos” que “desbarate el Consenso Democrático del Estado de Derecho”. Por lo menos yo no lo he observado en ningún país de Europa. Tampoco he visto, por lo menos oficialmente, “la justificación de la violación de las leyes de inmigración” ni que hayan castigado a nadie por pedir que se respeten.
Gerardo tiene razón cuando señala que los inmigrantes deben respetar las leyes y las costumbres del país que los acoge pero eso es fácil de decir.
Acabamos de regresar de visita de casa de una amiga a quien acaban de operar y la conversación tocó naturalmente el tema de la inmigración que es particularmente “sensible” en nuestra zona donde reside un grandísimo número de personas de origen magrebí.
“Es natural” nos dijo nuestra amiga “que acojamos correctamente a esa gente pero me molesta ver por nuestras calles a todas esa mujeres con velo, vestidas de negro hasta los pies, seguidas por una retahíla de niños y que piden que en los comedores escolares la carne que se sirve a los alumnos sea según el rito “halal” de los musulmanes. Si están en Francia, que coman como nosotros o si no que no manden a sus niños al comedor escolar”
Opiniones como ésta se oyen por todas partes en Francia, con más o menos intensidad, y algunas llegan efectivamente hasta la xenofobia declarada.
Muchos ven en los inmigrantes y en sus descendientes a unos invasores que convendría expulsar.
Un clima de desconfianza mutua entre comunidades étnicas crece en Europa y me da la impresión que esto no hace más que empezar.
La dificultad de la riposta militar es, como se lee en el artículo de Gerardo, que la guerra es asimétrica y a menudo del tipo “guerrilla” o con ataques de “electrones libres” como el que asesinó a cuatro personas en el Museo Judío de Bruselas o el que hace unos días intentó matar a decenas (quizá más de un centenar) en el tren Thalys de Amsterdam a París.
Por eso, la comparación con la lección de la Segunda Guerra Mundial no me parece apropiada. Además, el enemigo de hoy es multiforme, proteico.
Los prejuicios y las segundas intenciones de los países y de las alianzas militares son contrarios.
Rusia es aliada de Damasco y de Teherán contra el horroroso Estado Islámico.
EEUU, Francia, Alemania y el Reino Unido combaten también al Estado Islámico pero se oponen a Damasco sin embargo también son aliados de los Saudíes, Qataríes y otros de la UEA del Golfo Pérsico que tienen una enorme responsabilidad en este asunto y que a mi parecer están muy lejos de “estar claros».
Una de las enseñanzas de la SGM fue que hubo que aliarse con un demonio (Stalin) para combatir con éxito a otro (Hitler). Occidente es noble y tiene “valores”, entonces elije a sus demonios, así pues puede a un tiempo condenar la ilegal pero comprensible anexión de Crimea por Rusia y reconocer la independencia de Kósovo (provincia serbia desde tiempos inmemoriales. Algunos países como España –pensando sin duda en Cataluña- no han reconocido a Kósovo).
El tiempo de los desatinos en política internacional está lejos de haber terminado.
¿Qué propone Gerardo? ¿Una guerra total “preventiva” contra Teherán cuyas consecuencias son hoy incalculables? ¿Otra opción? ¿Cuál?
No es ser políticamente correcto tener prudencia cuando hay que “caminar sobre huevos”.
El problema es pues extraordinariamente complejo y las visiones simplistas así como las frases lapidarias son inútiles y aun peligrosas, pero si la única solución consiste en aplastar definitivamente al enemigo, hacerlo polvo, aniquilarlo, como buenos cristianos que somos; definámoslo entonces clara y terminantemente.
Luego busquemos a quién le pone el cascabel al gato.
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Re: Las guerras se hacen para ganarlas y eso lo saben nuestros enemigos
28 Sep 2015 00:16 - 28 Sep 2015 22:44
Aunque el Imperio Soviético ha desaparecido y el Comunismo como polo extremista del Socialismo ha quedado bastante desacreditado, las corrientes de rebeldía antisistema que se fomentaron en la segunda mitad del Siglo XX como parte de la estrategia de los que respondían a las orientaciones de Moscú o de Beijing, han germinado con nuevos brotes que propugnan sistemas semejantes de centralismo de poder con ensayos de capitalismo controlado y focos de propaganda que se identifican con el Foro de São Paulo, el Socialismo del Siglo XXI, Podemos, Syriza o la solapada dictadura de Putin en Rusia.
La estrategia de socavar los países democráticos penetrándolos con el tráfico de estupefacientes fue esencial para el mundo comunista hasta su derrumbe a fines de siglo. Los diplomáticos cubanos se jactaban que el "imperio" se desplomaría consumido por las drogas y muchos movimientos guerrilleros en América y Africa, algunos de ellos triunfantes, fomentaron la producción y el tráfico de estupefacientes hasta elevar su "comercio" a niveles multibillonarios. Cuba fue el meollo de esta estrategia en ambos continentes gracias a la subvención soviética.
Esta pérdida de valores que menciona Abelardo como un síndrome de Occidente, no es más que la imitación nefasta de la propaganda relativista que procedía de los países totalitarios para socavar los valores éticos en movimientos que cristalizaron en la era de los hippies y otros movimientos que pregonaban la libertad mediante el libertinaje. El consumismo es una de las consecuencias de este relativismo moral que da rienda suelta a la avaricia, el orgullo, la arrogancia y tantas otras faltas que deshumanizan a la sociedad.
Aunque los extremistas teocráticos de hoy no comulgan con esas ideas, comparten la misma avaricia y ambición de poder, manipulando creencias religiosas para alcanzar un poder centralizado y absoluto. El pretexto es otro, pero los propósitos y objetivos son los mismos. Como en la mal llamada "Guerra Fría", nos enfrentamos con los enemigos de la democracia y la libertad. Es el mismo monstruo que se disfrazó de fascismo, de comunismo, de socialismo o de islamismo, y que incluso toma el color del capitalismo con el único propósito de dominar.
Frente a monstruos como estos, la bondad, el apaciguamiento, la negociación o, peor aún, la salida fácil de pregonar que "este problema no me atañe", complica y agrava su amenaza a la humanidad a medida que se permite que el monstruo crezca. Los ambiciosos de poder acaban por aprovechar esa notable indiferencia de lavarse las manos y volver las espaldas al problema, como ha sido la política del Presidente Obama, fomentando la inacción europea, que suele movilizarse sólo cuando Estados Unidos va al frente y pone la mayoría de los muertos.
Estados Unidos y sus aliados no han intervenido en ninguna guerra de Asia o Africa, desde Corea, pasando por Vietnam, el Congo, Etiopía, Somalia y Angola, hasta Iraq y Afganistán, con la intención de ganarla. Ha sido la estrategia de "guerra a medias", para "contener" al enemigo, pero sin amenazar con la victoria a los enemigos más poderosos. Es como si en la Segunda Guerra Mundial hubiesen anunciado que retirarían sus tropas a fines de 1944 y se abstendrían de bombardear a Alemania y a Japón.
Por eso fracasaron los presidentes Demócratas de Estados Unidos en Corea, Vietnam, etc., y los presidentes Republicanos en Iraq y en Afganistán. Fueron guerras a medias, con límites, sin un claro objetivo de victoria. El nuevo presidente ha empeorado las cosas al retirarse de la línea del frente y al negarse a apoyar a los rebeldes moderados para establecer un gobierno estable, tanto en Libia como en Siria. Ante esta realidad, Putin, el zar ruso que promete a su pueblo un nuevo imperio, está movilizando su influencia militar para convertir al Oriente Medio en una serie de satélites manejados por dictadores que respondan a sus intereses hegemónicos. Acaba de anunciar acuerdos militares con los gobiernos de Siria, Iraq e Irán. Y ya está convencido que puede hacer lo que le parezca en Ucrania si se mueve con discreta lentitud en su proyecto expansionista.
Abelardo dice que "el problema es pues extraordinariamente complejo", ¡y lo es! Sobre todo porque los amantes de la democracia y la libertad hemos permitido que se complique. Cuando el enemigo jura abiertamente su propósito de destruirnos, cuando un dictador que está a punto de lograr las armas atómicas proclama "¡Muerte a América!", cuando se evoca la religión para cortar cabezas y proceder a horribles matanzas de poblaciones enteras, ¡acaso no es necesario aplastar al enemigo!
El argumento de los miles de vidas que caerán en una guerra frontal, es pérfido, porque mientras tanto van cayendo muchos miles más a lo largo de los años bajo el terror y la agresión militar supuestamente "asimétrica". ¡Cuanto mejor hubiera sido vencer definitivamente a la dinastía feroz de Corea del Norte y tener hoy una Corea unificada y democrática! ¡Cuánto mejor haber aplastado a Alemania cuando se apoderó de Checoslovaquia que hacerlo cuando estuvo a punto de dominar el mundo! ¡Cuánto mejor haber declarado la guerra a Japón cuando invadió China y no haber esperado a Pearl Harbor! ¡Cuánto mejor haber intervenido en Somalia, estableciendo un protectorado provisional de las Naciones Unidas hasta restablecer la ley y el orden en el país! ¡Cuánto mejor haber intervenido en Bahía de Cochinos que mantener al pueblo cubano sojuzgado por más de medio siglo a costa de su miseria, de miles de muertos y encarcelados, y de millones de exiliados y emigrantes!
Es una pena que no haya verdaderos líderes capaces de ponerle el cascabel al gato. Porque ese "gato" es en realidad todavía un cachorrito de tigre.
La estrategia de socavar los países democráticos penetrándolos con el tráfico de estupefacientes fue esencial para el mundo comunista hasta su derrumbe a fines de siglo. Los diplomáticos cubanos se jactaban que el "imperio" se desplomaría consumido por las drogas y muchos movimientos guerrilleros en América y Africa, algunos de ellos triunfantes, fomentaron la producción y el tráfico de estupefacientes hasta elevar su "comercio" a niveles multibillonarios. Cuba fue el meollo de esta estrategia en ambos continentes gracias a la subvención soviética.
Esta pérdida de valores que menciona Abelardo como un síndrome de Occidente, no es más que la imitación nefasta de la propaganda relativista que procedía de los países totalitarios para socavar los valores éticos en movimientos que cristalizaron en la era de los hippies y otros movimientos que pregonaban la libertad mediante el libertinaje. El consumismo es una de las consecuencias de este relativismo moral que da rienda suelta a la avaricia, el orgullo, la arrogancia y tantas otras faltas que deshumanizan a la sociedad.
Aunque los extremistas teocráticos de hoy no comulgan con esas ideas, comparten la misma avaricia y ambición de poder, manipulando creencias religiosas para alcanzar un poder centralizado y absoluto. El pretexto es otro, pero los propósitos y objetivos son los mismos. Como en la mal llamada "Guerra Fría", nos enfrentamos con los enemigos de la democracia y la libertad. Es el mismo monstruo que se disfrazó de fascismo, de comunismo, de socialismo o de islamismo, y que incluso toma el color del capitalismo con el único propósito de dominar.
Frente a monstruos como estos, la bondad, el apaciguamiento, la negociación o, peor aún, la salida fácil de pregonar que "este problema no me atañe", complica y agrava su amenaza a la humanidad a medida que se permite que el monstruo crezca. Los ambiciosos de poder acaban por aprovechar esa notable indiferencia de lavarse las manos y volver las espaldas al problema, como ha sido la política del Presidente Obama, fomentando la inacción europea, que suele movilizarse sólo cuando Estados Unidos va al frente y pone la mayoría de los muertos.
Estados Unidos y sus aliados no han intervenido en ninguna guerra de Asia o Africa, desde Corea, pasando por Vietnam, el Congo, Etiopía, Somalia y Angola, hasta Iraq y Afganistán, con la intención de ganarla. Ha sido la estrategia de "guerra a medias", para "contener" al enemigo, pero sin amenazar con la victoria a los enemigos más poderosos. Es como si en la Segunda Guerra Mundial hubiesen anunciado que retirarían sus tropas a fines de 1944 y se abstendrían de bombardear a Alemania y a Japón.
Por eso fracasaron los presidentes Demócratas de Estados Unidos en Corea, Vietnam, etc., y los presidentes Republicanos en Iraq y en Afganistán. Fueron guerras a medias, con límites, sin un claro objetivo de victoria. El nuevo presidente ha empeorado las cosas al retirarse de la línea del frente y al negarse a apoyar a los rebeldes moderados para establecer un gobierno estable, tanto en Libia como en Siria. Ante esta realidad, Putin, el zar ruso que promete a su pueblo un nuevo imperio, está movilizando su influencia militar para convertir al Oriente Medio en una serie de satélites manejados por dictadores que respondan a sus intereses hegemónicos. Acaba de anunciar acuerdos militares con los gobiernos de Siria, Iraq e Irán. Y ya está convencido que puede hacer lo que le parezca en Ucrania si se mueve con discreta lentitud en su proyecto expansionista.
Abelardo dice que "el problema es pues extraordinariamente complejo", ¡y lo es! Sobre todo porque los amantes de la democracia y la libertad hemos permitido que se complique. Cuando el enemigo jura abiertamente su propósito de destruirnos, cuando un dictador que está a punto de lograr las armas atómicas proclama "¡Muerte a América!", cuando se evoca la religión para cortar cabezas y proceder a horribles matanzas de poblaciones enteras, ¡acaso no es necesario aplastar al enemigo!
El argumento de los miles de vidas que caerán en una guerra frontal, es pérfido, porque mientras tanto van cayendo muchos miles más a lo largo de los años bajo el terror y la agresión militar supuestamente "asimétrica". ¡Cuanto mejor hubiera sido vencer definitivamente a la dinastía feroz de Corea del Norte y tener hoy una Corea unificada y democrática! ¡Cuánto mejor haber aplastado a Alemania cuando se apoderó de Checoslovaquia que hacerlo cuando estuvo a punto de dominar el mundo! ¡Cuánto mejor haber declarado la guerra a Japón cuando invadió China y no haber esperado a Pearl Harbor! ¡Cuánto mejor haber intervenido en Somalia, estableciendo un protectorado provisional de las Naciones Unidas hasta restablecer la ley y el orden en el país! ¡Cuánto mejor haber intervenido en Bahía de Cochinos que mantener al pueblo cubano sojuzgado por más de medio siglo a costa de su miseria, de miles de muertos y encarcelados, y de millones de exiliados y emigrantes!
Es una pena que no haya verdaderos líderes capaces de ponerle el cascabel al gato. Porque ese "gato" es en realidad todavía un cachorrito de tigre.
Last edit: 28 Sep 2015 22:44 by Gerardo E. Martínez-Solanas.
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Re: Las guerras se hacen para ganarlas y eso lo saben nuestros enemigos
19 Nov 2015 21:19 - 22 Nov 2015 22:52
Es verdaderamente entristecedor e inquietante comprobar que mis palabras del 28 de septiembre y anteriormente mis observaciones del 27 de agosto hayan resultado proféticas. Ha estallado en París la bomba de tiempo que las democracias han optado negligentemente por ignorar desde los albores de este nuevo siglo.
Pero París nos conmueve, nos indigna y nos moviliza sólo porque nos toca más de cerca. Hemos dejado que el fanatismo se extienda, con políticas de "contención" y guerras vacilantes en las que se ponen límites que los estrategas no pueden traspasar, hasta que el enemigo cobra fuerza y se presenta en nuestros territorios con la determinación que le concede el éxito de sus campañas. El terror se ha convertido en una verdadera guerra mundial que sólo en las dos semanas precedentes a la tragedia de París había ido dejando un reguero de muertos en Mogadishu (Nov.1), Al Arish (Nov.4), Cisjordania (Nov.4), Arsal (Nov.5), Bagdad (Nov. 7), Beirut (Nov. 12), Israel (Nov. 13), Bagdad (Nov.13), hasta las últimas matanzas en Yola, Nigeria (Nov.17) y en Kano, Nigeria (Nov.18) con un saldo de más de 80 muertos y cientos de heridos, en su mayoría nigerianos cristianos en estas dos últimas agresiones asesinas.
Mientras tanto, el Presidente Obama sigue hablando de "contención" y de continuar una estrategia que califica de exitosa. Pero la realidad es que ha cedido el liderazgo en el Oriente Medio a los gobernantes rusos, que contrario a Estados Unidos siguen una política expansionista e imperialista, y ha quedado en ridículo su estrategia de bombardeos que en 18 meses no había logrado lo que los franceses lograron en un par de días.
Por otra parte, sólo los rusos han comprometido tropas para enfrentar adecuadamente el problema, aunque con el propósito de afianzar a un dictador desalmado por el interés egoísta de asegurarse una base naval en el Mediterráneo. Los rusos están dando a las democracias la lección de que ninguna guerra se gana desde el aire ni desde el mar. Son las tropas que ocupan territorio, desalojan al enemigo y toman prisioneros las únicas capaces de ganar una guerra.
Es evidente que los terroristas cuentan con cuantiosos recursos para armarse hasta los dientes, tanto en forma de ejército en los territorios que han ocupado en Siria, Iraq y Afganistán, como en forma de guerrillas urbanas capaces de conmocionar la capital de una de las principales potencias del mundo y a tener en jaque a muchos otros países de tres continentes. Por lo tanto, hay que ir resueltamente a las fuentes de esos recursos para destruirlos. Y cuando el mundo se decida a hacerlo, debe estar dispuesto a traspasar fronteras y a no respetar "santuarios" hasta que los focos del mal sean totalmente erradicados.
Si fuera necesario habría que regresar al sistema de territorios en fideicomiso administrados por las potencias bajo la supervisión de las Naciones Unidas una vez que los Estados fallidos como Siria, Libia, Sudán, Somalia, Yemen, Iraq y Afganistán queden totalmente ocupados y pacificados. Esto no sería un regreso al colonialismo sino una medida indispensable para encaminar a esos países por la senda de la ley y el orden hasta que su independencia sea nuevamente justificable.
Pero París nos conmueve, nos indigna y nos moviliza sólo porque nos toca más de cerca. Hemos dejado que el fanatismo se extienda, con políticas de "contención" y guerras vacilantes en las que se ponen límites que los estrategas no pueden traspasar, hasta que el enemigo cobra fuerza y se presenta en nuestros territorios con la determinación que le concede el éxito de sus campañas. El terror se ha convertido en una verdadera guerra mundial que sólo en las dos semanas precedentes a la tragedia de París había ido dejando un reguero de muertos en Mogadishu (Nov.1), Al Arish (Nov.4), Cisjordania (Nov.4), Arsal (Nov.5), Bagdad (Nov. 7), Beirut (Nov. 12), Israel (Nov. 13), Bagdad (Nov.13), hasta las últimas matanzas en Yola, Nigeria (Nov.17) y en Kano, Nigeria (Nov.18) con un saldo de más de 80 muertos y cientos de heridos, en su mayoría nigerianos cristianos en estas dos últimas agresiones asesinas.
Mientras tanto, el Presidente Obama sigue hablando de "contención" y de continuar una estrategia que califica de exitosa. Pero la realidad es que ha cedido el liderazgo en el Oriente Medio a los gobernantes rusos, que contrario a Estados Unidos siguen una política expansionista e imperialista, y ha quedado en ridículo su estrategia de bombardeos que en 18 meses no había logrado lo que los franceses lograron en un par de días.
Por otra parte, sólo los rusos han comprometido tropas para enfrentar adecuadamente el problema, aunque con el propósito de afianzar a un dictador desalmado por el interés egoísta de asegurarse una base naval en el Mediterráneo. Los rusos están dando a las democracias la lección de que ninguna guerra se gana desde el aire ni desde el mar. Son las tropas que ocupan territorio, desalojan al enemigo y toman prisioneros las únicas capaces de ganar una guerra.
Es evidente que los terroristas cuentan con cuantiosos recursos para armarse hasta los dientes, tanto en forma de ejército en los territorios que han ocupado en Siria, Iraq y Afganistán, como en forma de guerrillas urbanas capaces de conmocionar la capital de una de las principales potencias del mundo y a tener en jaque a muchos otros países de tres continentes. Por lo tanto, hay que ir resueltamente a las fuentes de esos recursos para destruirlos. Y cuando el mundo se decida a hacerlo, debe estar dispuesto a traspasar fronteras y a no respetar "santuarios" hasta que los focos del mal sean totalmente erradicados.
Si fuera necesario habría que regresar al sistema de territorios en fideicomiso administrados por las potencias bajo la supervisión de las Naciones Unidas una vez que los Estados fallidos como Siria, Libia, Sudán, Somalia, Yemen, Iraq y Afganistán queden totalmente ocupados y pacificados. Esto no sería un regreso al colonialismo sino una medida indispensable para encaminar a esos países por la senda de la ley y el orden hasta que su independencia sea nuevamente justificable.
Last edit: 22 Nov 2015 22:52 by Gerardo E. Martínez-Solanas.
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Re: Las guerras se hacen para ganarlas y eso lo saben nuestros enemigos
20 Nov 2015 18:10 - 20 Nov 2015 18:33
Es triste y dramático observar cómo los países occidentales tienen la desafortunada tendencia a reaccionar sólo cuando ya ha habido muchos muertos.
Estoy muy de acuerdo con el análisis de Gerardo y con su idea de acabar con las contemplaciones cuando se trata de vencer. Pero no siempre estoy de acuerdo con su enfoque que me parece padecer ciertos resabios anti rusos del tiempo de la Guerra Fría o considerar, a veces, las cuestiones graves que trata con criterio exageradamente norteamericano.
Nuestro amigo escribe :
« Pero la realidad es que [el Presidente Obama] ha cedido el liderazgo en el Oriente Medio a los gobernantes rusos, que contrario a Estados Unidos siguen una política expansionista e imperialista ».
Supongo que para la inmensa mayoría de los lectores de este foro lo que sería normal es que EEUU fuera el líder indiscutible en esta cuestión. (¿Por derecho divino ?) ; Recordemos que la OTAN (igual sería decir USA) se había comprometido con Mihail Gorbatchev en no extenderse hacia el Este.
Hoy día, los países de Europa del Este, otrora limítrofes con la ex Unión Soviética, son todos miembros de la Alianza Atlántica.
Creo que se puede entender la desconfianza de los rusos, sobre todo con la insistencia norteamericana en instalar en esos antiguos países comunistas un « escudo » de defensa antimisiles.
No voy a volver a recordar el reconocimiento de la República de Kósovo por Francia, Alemania, EEUU, etc. Bofetada a Serbia y a…su Gran Gran Hermana Eslava.
De todos modos no hay que exagerar ; no creo que el liderazgo norteamericano en la lucha contra el terrorismo islámico en el medio oriente quede puesto en tela de juicio.
Hasta hace unos cuantos días el presidente Francés, François Hollande y el ruso Vladimir Putin no se llevaban bien y no paraban de criticarse respecto a la actitud correcta ante el dictador Bachar El Assad.
Esto era, a mi parecer un fallo monumental de la política francesa.
Es absolutamente necesario contar con Rusia.
Después del derribo del avión Ruso en el Sinaí, Rusia bombardea intensamente las posiciones del Estado Islámico en Siria, igual que ha hecho Francia después del viernes 13 de noviembre con intensos bombardeos casi todas las noches (¿Por qué no se hizo esto antes ?).
De ahí el súbito cambio de casaca del presidente francés que clama ahora a favor de la unión estratégica con la nación con la cual había roto el contrato de los dos navíos de guerra ultramodernos « Mistral » que aquella le había pedido y que estaban a punto de ser entregados, poniendo así en peligro la confiabilidad internacional de la firma de Francia.
La reacción ahora del taimado Vladimir no se hizo esperar : « Rusia está dispuesta a cooperar militarmente con su aliado francés ».
El desdén manifestado por occidente (y en particular por EEUU) hacia Rusia después de la desintegración de la URRS ha sido un error político garrafal.
Rusia (como dicen los estadounidenses cuando hablan de ellos mismos) también es un « gran país ».
Grande, no sólo en superficie : el mayor del planeta ; sino también en importancia estratégica y política. Rusia ha dado al mundo pensadores, escritores, científicos, músicos… entre los más importantes del mundo, a veces sin común medida con los también grandes nacidos en Norteamérica y en otras naciones de Occidente.
Despreciarla es un desaire que el pueblo ruso no puede aceptar y por eso sigue mayoritariamente a Putin.
Es cierto que éste último no es el paradigma de un demócrata, pero su pueblo lo sigue y hay que contar con él. Por eso el encuentro de Ankara entre los presidentes ruso y estadounidense me parece bien.
Es necesaria una gran coalición, sin exclusiones absurdas, para destruir el Estado Islámico.
Este horrible engendro, resultado de un fanatismo religioso cerril y criminal como el mundo no había visto desde hace mucho siglos será vencido.
Las poblaciones locales le temen pero lo odian pues son sus primeras víctimas.
Los kurdos son sus enemigos, los iraquíes son sus enemigos, los iraníes son sus enemigos…
Las potencias occidentales, Francia, Reino Unido, Alemania…encabezadas por Estados Unidos son sus enemigos, Rusia es su enemiga.
Para mí este autoproclamado califato ya perdió. La incógnita es saber cuánto tiempo habrá que esperar hasta su derrota total.
¿Y Siria ? ¿e Irak ? Sin que sea la única causa, este fanatismo prosperó con la desaparición del estado iraquí después de la desafortunada invasión norteamericana y de la aún más desafortunada organización allí establecida por los norteamericanos al formar un gobierno integrado exclusivamente por chiíes (¿dónde tendrían la cabeza ?) frustrando así las legítimas ambiciones y esperanzas de la mayoría suní.
No es de extrañar que con la ayuda de antiguos altos oficiales del ejército de Saddam, expulsados del ejército, hayan fomentado una rebelión que evolucionó hacia el horror.
Gerardo escribe :
« los rusos han comprometido tropas para enfrentar adecuadamente el problema, aunque con el propósito de afianzar a un dictador desalmado por el interés egoísta de asegurarse una base naval en el Mediterráneo »
Bachar será un desalmado, como bien dice Gerardo, pero era el presidente de Siria cuando empezó la rebelión y lo sigue siendo aunque no domine más que un tercio del territorio del país. Muchos ciudadanos sirios lo apoyan y ningún país extranjero tiene derecho a decidir si debe poder o no presentarse a elecciones una vez que el país esté pacificado.
¿Qué decir del interés egoísta de Francia que tiene una base aérea en Jordania y otra en los Emiratos del Golfo Pérsico ? De ahí salen los aviones que han bombardeado a Daech esperando la llegada del porta aviones que va a llegar la semana que viene al Mediterráneo Oriental y triplicar la fuerza aérea francesa en la región.
¿No tienen los norteamericanos bases por todas partes en el planeta ? Sin olvidar la de Guantánamo que los cubanos les ofrecimos, con mucho gusto supongo, a principios del siglo XX. ¿es interés egoísta tener tantas bases ?
No. Por supuesto, se trata de bases norteamericanas…
En cuanto a la idea de establecer « protectorados » en todos esos países fallidos como Libia después de la intervención francesa (sin proyecto político coherente, se trataba sólo de deshacerse de Gadafi) lanzada por el entonces presidente Sarkozy y apoyada por EEUU, RU y Alemania es, a mi parecer, francamente una idea malísima :
« Si fuera necesario habría que regresar al sistema de territorios en fideicomiso administrados por las potencias bajo la supervisión de las Naciones Unidas una vez que los Estados fallidos como Siria, Libia, Sudán, Somalia, Yemen, Iraq y Afganistán queden totalmente ocupados y pacificados »
Su resultado, según muestran las experiencias precedentes, sería hacer surgir nuevas olas de terrorismo.
Estoy muy de acuerdo con el análisis de Gerardo y con su idea de acabar con las contemplaciones cuando se trata de vencer. Pero no siempre estoy de acuerdo con su enfoque que me parece padecer ciertos resabios anti rusos del tiempo de la Guerra Fría o considerar, a veces, las cuestiones graves que trata con criterio exageradamente norteamericano.
Nuestro amigo escribe :
« Pero la realidad es que [el Presidente Obama] ha cedido el liderazgo en el Oriente Medio a los gobernantes rusos, que contrario a Estados Unidos siguen una política expansionista e imperialista ».
Supongo que para la inmensa mayoría de los lectores de este foro lo que sería normal es que EEUU fuera el líder indiscutible en esta cuestión. (¿Por derecho divino ?) ; Recordemos que la OTAN (igual sería decir USA) se había comprometido con Mihail Gorbatchev en no extenderse hacia el Este.
Hoy día, los países de Europa del Este, otrora limítrofes con la ex Unión Soviética, son todos miembros de la Alianza Atlántica.
Creo que se puede entender la desconfianza de los rusos, sobre todo con la insistencia norteamericana en instalar en esos antiguos países comunistas un « escudo » de defensa antimisiles.
No voy a volver a recordar el reconocimiento de la República de Kósovo por Francia, Alemania, EEUU, etc. Bofetada a Serbia y a…su Gran Gran Hermana Eslava.
De todos modos no hay que exagerar ; no creo que el liderazgo norteamericano en la lucha contra el terrorismo islámico en el medio oriente quede puesto en tela de juicio.
Hasta hace unos cuantos días el presidente Francés, François Hollande y el ruso Vladimir Putin no se llevaban bien y no paraban de criticarse respecto a la actitud correcta ante el dictador Bachar El Assad.
Esto era, a mi parecer un fallo monumental de la política francesa.
Es absolutamente necesario contar con Rusia.
Después del derribo del avión Ruso en el Sinaí, Rusia bombardea intensamente las posiciones del Estado Islámico en Siria, igual que ha hecho Francia después del viernes 13 de noviembre con intensos bombardeos casi todas las noches (¿Por qué no se hizo esto antes ?).
De ahí el súbito cambio de casaca del presidente francés que clama ahora a favor de la unión estratégica con la nación con la cual había roto el contrato de los dos navíos de guerra ultramodernos « Mistral » que aquella le había pedido y que estaban a punto de ser entregados, poniendo así en peligro la confiabilidad internacional de la firma de Francia.
La reacción ahora del taimado Vladimir no se hizo esperar : « Rusia está dispuesta a cooperar militarmente con su aliado francés ».
El desdén manifestado por occidente (y en particular por EEUU) hacia Rusia después de la desintegración de la URRS ha sido un error político garrafal.
Rusia (como dicen los estadounidenses cuando hablan de ellos mismos) también es un « gran país ».
Grande, no sólo en superficie : el mayor del planeta ; sino también en importancia estratégica y política. Rusia ha dado al mundo pensadores, escritores, científicos, músicos… entre los más importantes del mundo, a veces sin común medida con los también grandes nacidos en Norteamérica y en otras naciones de Occidente.
Despreciarla es un desaire que el pueblo ruso no puede aceptar y por eso sigue mayoritariamente a Putin.
Es cierto que éste último no es el paradigma de un demócrata, pero su pueblo lo sigue y hay que contar con él. Por eso el encuentro de Ankara entre los presidentes ruso y estadounidense me parece bien.
Es necesaria una gran coalición, sin exclusiones absurdas, para destruir el Estado Islámico.
Este horrible engendro, resultado de un fanatismo religioso cerril y criminal como el mundo no había visto desde hace mucho siglos será vencido.
Las poblaciones locales le temen pero lo odian pues son sus primeras víctimas.
Los kurdos son sus enemigos, los iraquíes son sus enemigos, los iraníes son sus enemigos…
Las potencias occidentales, Francia, Reino Unido, Alemania…encabezadas por Estados Unidos son sus enemigos, Rusia es su enemiga.
Para mí este autoproclamado califato ya perdió. La incógnita es saber cuánto tiempo habrá que esperar hasta su derrota total.
¿Y Siria ? ¿e Irak ? Sin que sea la única causa, este fanatismo prosperó con la desaparición del estado iraquí después de la desafortunada invasión norteamericana y de la aún más desafortunada organización allí establecida por los norteamericanos al formar un gobierno integrado exclusivamente por chiíes (¿dónde tendrían la cabeza ?) frustrando así las legítimas ambiciones y esperanzas de la mayoría suní.
No es de extrañar que con la ayuda de antiguos altos oficiales del ejército de Saddam, expulsados del ejército, hayan fomentado una rebelión que evolucionó hacia el horror.
Gerardo escribe :
« los rusos han comprometido tropas para enfrentar adecuadamente el problema, aunque con el propósito de afianzar a un dictador desalmado por el interés egoísta de asegurarse una base naval en el Mediterráneo »
Bachar será un desalmado, como bien dice Gerardo, pero era el presidente de Siria cuando empezó la rebelión y lo sigue siendo aunque no domine más que un tercio del territorio del país. Muchos ciudadanos sirios lo apoyan y ningún país extranjero tiene derecho a decidir si debe poder o no presentarse a elecciones una vez que el país esté pacificado.
¿Qué decir del interés egoísta de Francia que tiene una base aérea en Jordania y otra en los Emiratos del Golfo Pérsico ? De ahí salen los aviones que han bombardeado a Daech esperando la llegada del porta aviones que va a llegar la semana que viene al Mediterráneo Oriental y triplicar la fuerza aérea francesa en la región.
¿No tienen los norteamericanos bases por todas partes en el planeta ? Sin olvidar la de Guantánamo que los cubanos les ofrecimos, con mucho gusto supongo, a principios del siglo XX. ¿es interés egoísta tener tantas bases ?
No. Por supuesto, se trata de bases norteamericanas…
En cuanto a la idea de establecer « protectorados » en todos esos países fallidos como Libia después de la intervención francesa (sin proyecto político coherente, se trataba sólo de deshacerse de Gadafi) lanzada por el entonces presidente Sarkozy y apoyada por EEUU, RU y Alemania es, a mi parecer, francamente una idea malísima :
« Si fuera necesario habría que regresar al sistema de territorios en fideicomiso administrados por las potencias bajo la supervisión de las Naciones Unidas una vez que los Estados fallidos como Siria, Libia, Sudán, Somalia, Yemen, Iraq y Afganistán queden totalmente ocupados y pacificados »
Su resultado, según muestran las experiencias precedentes, sería hacer surgir nuevas olas de terrorismo.
Last edit: 20 Nov 2015 18:33 by Abelardo Pérez García. Reason: rectificación de error
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Re: Las guerras se hacen para ganarlas y eso lo saben nuestros enemigos
21 Nov 2015 01:34 - 21 Nov 2015 20:07
Naciones Unidas estableció en 1945 lo que se conoció como "régimen internacional de administración fiduciaria" que le concedía, según el Capítulo XII de la Carta, la autoridad de vigilar la administración de los territorios colocados por "mandato" bajo la administración de una serie de "Potencias administradoras", que incluían, entre otras, a Australia, Bélgica, Dinamarca, España, Estados Unidos, Francia, Países Bajos, Reino Unido, etc.
Este régimen de administración fiduciaria tenía (y todavía puede tener) un propósito bien definido de promover el adelanto político, económico y social de los territorios bajo mandato y su desarrollo progresivo hacia el gobierno propio y la libre determinación. NO ERA UN RÉGIMEN COLONIAL sino de administración fiduciaria bajo la supervisión internacional y se prolongó hasta 1994, cuando el último Territorio en fideicomiso, administrado a la sazón por los Estados Unidos, Palau, decidió ejercer gobierno propio mediante un pelbiscito celebrado en 1993.
Entre los territorios bajo mandato que fueron obteniendo la independencia durante la segunda mitad del siglo XX, estuvieron Ghana, Togo, Camerún, Tangañika, Samoa, Nueva Guinea, etc., para un total de 11 bajo la supervisión de Naciones Unidas.
Este régimen no puede compararse con los disparates administrativos creados por Estados Unidos en Irak o Afganistán, aunque sí podria compararse por sus aciertos, aunque no por su caracter internacionalista, con la ocupación de Japón por los Estados Unidos al concluir la II Guerra Mundial. Además de que en el caso de Japón, la guerra se ganó y el proceso de pacificación fue racional, lo cual no sucedió en Irak ni en Afganistán, donde el enemigo siguió activo desde santuarios establecidos en países limítrofes y Estados Unidos apenas desempeñó un deficiente papel administrativo, concentrándose en lo militar y, para colmo, a medias, con limites de tiempo, espacio y número de tropas.
Por otra parte, no es lo mismo tampoco que países soberanos opten por unirse a un consorcio internacional como es la OTAN a que un país se anexe territorios de otros países, como ha sucedido en Ucrania, Georgia y Azerbaiján. Ni tampoco que para conservar sus bases en Europa o en el Oriente Medio deba combatir a los insurgentes moderados que originalmente aspiraban a derribar un dictador feroz y cruel. En un caso hay un expansionismo imperialista indiscutible que no se da en el otro donde no hay propósitos anexionistas sino de colaboración para la defensa común.
Si hay ahora muchos ciudadanos sirios que apoyan al dictador desalmado es porque se enfrentan a un fanatismo todavía más feroz, propiciado por la negligencia política de los países amantes de la democracia que abandonaron a su suerte a los sirios que originalmente se levantaron sin armas en enormes manifestaciones populares y finalmente se alzaron para combatirlo a sangre y fuego. Esos que buscaban su libertad y sus derechos y aspiraban a una transformación democrática se enfrentaron solos y con escasos recursos al dictador y sufrieron decenas de miles de muertos, hasta que los insurgentes debilitados fueron arrollados por el ingreso a la contienda de fanáticos armados y subvencionados por países que odian nuestra civilización, los cuales han acabado por ocupar extensos territorios tanto en Irak como en Siria, sólo enfrentados con escaso éxito por los kurdos, quienes también se ven lastimosamente abandonados por las democracias. Es evidente que los países amantes de la democracia han carecido de la voluntad política para enfrentar la terrible amenaza en su foco agresor y ahora estamos pagando las consecuencias en el resto del mundo.
Este régimen de administración fiduciaria tenía (y todavía puede tener) un propósito bien definido de promover el adelanto político, económico y social de los territorios bajo mandato y su desarrollo progresivo hacia el gobierno propio y la libre determinación. NO ERA UN RÉGIMEN COLONIAL sino de administración fiduciaria bajo la supervisión internacional y se prolongó hasta 1994, cuando el último Territorio en fideicomiso, administrado a la sazón por los Estados Unidos, Palau, decidió ejercer gobierno propio mediante un pelbiscito celebrado en 1993.
Entre los territorios bajo mandato que fueron obteniendo la independencia durante la segunda mitad del siglo XX, estuvieron Ghana, Togo, Camerún, Tangañika, Samoa, Nueva Guinea, etc., para un total de 11 bajo la supervisión de Naciones Unidas.
Este régimen no puede compararse con los disparates administrativos creados por Estados Unidos en Irak o Afganistán, aunque sí podria compararse por sus aciertos, aunque no por su caracter internacionalista, con la ocupación de Japón por los Estados Unidos al concluir la II Guerra Mundial. Además de que en el caso de Japón, la guerra se ganó y el proceso de pacificación fue racional, lo cual no sucedió en Irak ni en Afganistán, donde el enemigo siguió activo desde santuarios establecidos en países limítrofes y Estados Unidos apenas desempeñó un deficiente papel administrativo, concentrándose en lo militar y, para colmo, a medias, con limites de tiempo, espacio y número de tropas.
Por otra parte, no es lo mismo tampoco que países soberanos opten por unirse a un consorcio internacional como es la OTAN a que un país se anexe territorios de otros países, como ha sucedido en Ucrania, Georgia y Azerbaiján. Ni tampoco que para conservar sus bases en Europa o en el Oriente Medio deba combatir a los insurgentes moderados que originalmente aspiraban a derribar un dictador feroz y cruel. En un caso hay un expansionismo imperialista indiscutible que no se da en el otro donde no hay propósitos anexionistas sino de colaboración para la defensa común.
Si hay ahora muchos ciudadanos sirios que apoyan al dictador desalmado es porque se enfrentan a un fanatismo todavía más feroz, propiciado por la negligencia política de los países amantes de la democracia que abandonaron a su suerte a los sirios que originalmente se levantaron sin armas en enormes manifestaciones populares y finalmente se alzaron para combatirlo a sangre y fuego. Esos que buscaban su libertad y sus derechos y aspiraban a una transformación democrática se enfrentaron solos y con escasos recursos al dictador y sufrieron decenas de miles de muertos, hasta que los insurgentes debilitados fueron arrollados por el ingreso a la contienda de fanáticos armados y subvencionados por países que odian nuestra civilización, los cuales han acabado por ocupar extensos territorios tanto en Irak como en Siria, sólo enfrentados con escaso éxito por los kurdos, quienes también se ven lastimosamente abandonados por las democracias. Es evidente que los países amantes de la democracia han carecido de la voluntad política para enfrentar la terrible amenaza en su foco agresor y ahora estamos pagando las consecuencias en el resto del mundo.
Last edit: 21 Nov 2015 20:07 by Gerardo E. Martínez-Solanas.
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