Dos Estados y dos capitales en Tierra Santa
- Gerardo E. Martínez-Solanas
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Dos Estados y dos capitales en Tierra Santa
09 Nov 2014 21:35 - 11 Nov 2014 15:36
En diversos artículos y análisis publicados en meses y años pasados he defendido la necesidad de una justa partición de Jerusalén para que ambas partes en el conflicto entre palestinos e israelíes vean realizada una aspiración fundamental de que su Capital esté situada en "tierra santa".
En el útlimo de ellos, publicado en este Foro el 25 de marzo pasado, el título preguntaba "¿ Jerusalén indivisible ?", en el que concluía expresando un temible pronóstico: "La falta de voluntad política de los líderes de hoy abriría las puertas al espantoso teatro de una guerra nuclear que podría extenderse allende el Oriente Medio. La alternativa es espantosa y la opción es clara."
Esa conclusión no era ni es alarmista o exagerada, en vista del curso que sigue el programa nuclear iraní y el hecho de que Israel ya posee esas armas.
Hoy he podido leer con satisfacción que Federica Mogherini, nada menos que la Alta Representante de Política Exterior y Seguridad de la Unión Europea, expresa en nombre de la inmensa mayoría de los países de ese continente la solución por la cual "Jerusalén puede ser y debe ser la capital de los dos Estados" lo que, por supuesto, implica el reconocimiento de un Estado Palestino. Esta última declaración venía ya precedida por el malestar que causaba en la Unión Europea la construcción de nuevos asentamientos en Jerusalén oriental, claramente en el interior del territorio palestino, como figura en su declaración del 5 de noviembre, en el sentido de que son un obstáculo en los esfuerzos de paz.
Debo aclarar, como cualquier lector imparcial puede comprobar en opiniones publicadas anteriormente sobre el tema, que suelo simpatizar con el Estado de Israel en la difícil lucha por su supervivencia sostenida desde su independencia en 1948. Esta simpatía corresponde al hecho de que el pueblo judío, perseguido y humillado durante muchos siglos, forjó un Estado en su tierra ancenstral, donde ya vivían cerca de un millón de ellos al concluir la II Guerra Mundial, y desde entonces enfrentan la amenaza de su total exterminio por parte de los sectores más extremistas del Islam, que han demostrado una notable capacidad para llevar repetidamente a los países árabes a la guerra para lograr esos propósitos. En otras palabras, no puede ocultarse el odio y la hostilidad homicida que han tenido que enfrentar los judíos desde entonces en esa parte del mundo.
No obstante, esa lamentable realidad no justifica los excesos ni los abusos de la otra parte. El desplazamiento forzoso de palestinos de sus tierras, el tratamiento abusivo a los habitantes del territorio palestino en la Cisjordania por parte de las autoridades israelíes y los muros que avanzan allende las fronteras internacionalmente reconocidas de Israel, según fueron trazadas en 1956, no sirven sino para exacerbar ese odio y la intransigente hostilidad resultante.
El peso de la Unión Europea, quizás con el apoyo de Estados Unidos, puede ejercer una presión suficiente sobre el Estado de Israel para que recapacite y ponga sobre la mesa sus condiciones esenciales para retirarse de TODO el territorio de Cisjordania (como ya hicieron en Gaza) y aceptar que el sector predominantemente palestino de Jerusalén pueda ser proclamada capital de ese Estado.
La condición sine qua non es que esa decisión tan radical vaya acompañada de garantías firmes y efectivas sobre la seguridad del Estado de Israel y el compromiso del nuevo Estado Palestino de reconocer plenamente al Estado judio y renunciar a demandas territoriales ulteriores o a exigencias sobre su soberanía. Ambos compromisos deben estar claramente sobre la mesa para que la solución de la Unión Europea tenga sentido y progrese.
Es más, como garantía verdaderamente sincera de paz, el Estado Palestino debería renunciar a organizar un ejército (limitarse a fuerzas de mantenimiento del orden) y aceptar una fuerza de paz de las Naciones Unidas en las fronteras con Israel con capacidad de combate en caso de agresión o de transgresión de los términos de paz, para que no se repitan desde Cisjordania los trágicos episodios de agresión y terrorismo que periódicamente presenciamos desde Gaza.
Con esas garantías sobre la mesa, apostaría a que el Estado de Israel estaría dispuesto a renunciar a sus pretensiones territoriales en Cisjordania y a acceder a un Jerusalén dividido.
Además de estas condiciones básicas territoriales y fronterizas, en mi artículo de marzo proponía que "la comunidad internacional podría hacer énfasis también en convertir el núcleo antiguo del Jerusalén histórico en una ciudad franca y autónoma (como el Vaticano dentro de Roma) a la que tendrían libre acceso los fieles de las religiones que la reconocen como Ciudad Santa."
Añadiría ahora que la administración autónoma de esa ciudad franca en el núcleo antiguo de Jerusalén, para evitar las pugnas políticas y de soberanía, podría organizarse mediante un triunvirato compuesto por representates judíos, cristianos y musulmanes.
Una auténtica "ciudad santa", convertida así en un verdadero centro de paz, concordia y confraternidad.
En el útlimo de ellos, publicado en este Foro el 25 de marzo pasado, el título preguntaba "¿ Jerusalén indivisible ?", en el que concluía expresando un temible pronóstico: "La falta de voluntad política de los líderes de hoy abriría las puertas al espantoso teatro de una guerra nuclear que podría extenderse allende el Oriente Medio. La alternativa es espantosa y la opción es clara."
Esa conclusión no era ni es alarmista o exagerada, en vista del curso que sigue el programa nuclear iraní y el hecho de que Israel ya posee esas armas.
Hoy he podido leer con satisfacción que Federica Mogherini, nada menos que la Alta Representante de Política Exterior y Seguridad de la Unión Europea, expresa en nombre de la inmensa mayoría de los países de ese continente la solución por la cual "Jerusalén puede ser y debe ser la capital de los dos Estados" lo que, por supuesto, implica el reconocimiento de un Estado Palestino. Esta última declaración venía ya precedida por el malestar que causaba en la Unión Europea la construcción de nuevos asentamientos en Jerusalén oriental, claramente en el interior del territorio palestino, como figura en su declaración del 5 de noviembre, en el sentido de que son un obstáculo en los esfuerzos de paz.
Debo aclarar, como cualquier lector imparcial puede comprobar en opiniones publicadas anteriormente sobre el tema, que suelo simpatizar con el Estado de Israel en la difícil lucha por su supervivencia sostenida desde su independencia en 1948. Esta simpatía corresponde al hecho de que el pueblo judío, perseguido y humillado durante muchos siglos, forjó un Estado en su tierra ancenstral, donde ya vivían cerca de un millón de ellos al concluir la II Guerra Mundial, y desde entonces enfrentan la amenaza de su total exterminio por parte de los sectores más extremistas del Islam, que han demostrado una notable capacidad para llevar repetidamente a los países árabes a la guerra para lograr esos propósitos. En otras palabras, no puede ocultarse el odio y la hostilidad homicida que han tenido que enfrentar los judíos desde entonces en esa parte del mundo.
No obstante, esa lamentable realidad no justifica los excesos ni los abusos de la otra parte. El desplazamiento forzoso de palestinos de sus tierras, el tratamiento abusivo a los habitantes del territorio palestino en la Cisjordania por parte de las autoridades israelíes y los muros que avanzan allende las fronteras internacionalmente reconocidas de Israel, según fueron trazadas en 1956, no sirven sino para exacerbar ese odio y la intransigente hostilidad resultante.
El peso de la Unión Europea, quizás con el apoyo de Estados Unidos, puede ejercer una presión suficiente sobre el Estado de Israel para que recapacite y ponga sobre la mesa sus condiciones esenciales para retirarse de TODO el territorio de Cisjordania (como ya hicieron en Gaza) y aceptar que el sector predominantemente palestino de Jerusalén pueda ser proclamada capital de ese Estado.
La condición sine qua non es que esa decisión tan radical vaya acompañada de garantías firmes y efectivas sobre la seguridad del Estado de Israel y el compromiso del nuevo Estado Palestino de reconocer plenamente al Estado judio y renunciar a demandas territoriales ulteriores o a exigencias sobre su soberanía. Ambos compromisos deben estar claramente sobre la mesa para que la solución de la Unión Europea tenga sentido y progrese.
Es más, como garantía verdaderamente sincera de paz, el Estado Palestino debería renunciar a organizar un ejército (limitarse a fuerzas de mantenimiento del orden) y aceptar una fuerza de paz de las Naciones Unidas en las fronteras con Israel con capacidad de combate en caso de agresión o de transgresión de los términos de paz, para que no se repitan desde Cisjordania los trágicos episodios de agresión y terrorismo que periódicamente presenciamos desde Gaza.
Con esas garantías sobre la mesa, apostaría a que el Estado de Israel estaría dispuesto a renunciar a sus pretensiones territoriales en Cisjordania y a acceder a un Jerusalén dividido.
Además de estas condiciones básicas territoriales y fronterizas, en mi artículo de marzo proponía que "la comunidad internacional podría hacer énfasis también en convertir el núcleo antiguo del Jerusalén histórico en una ciudad franca y autónoma (como el Vaticano dentro de Roma) a la que tendrían libre acceso los fieles de las religiones que la reconocen como Ciudad Santa."
Añadiría ahora que la administración autónoma de esa ciudad franca en el núcleo antiguo de Jerusalén, para evitar las pugnas políticas y de soberanía, podría organizarse mediante un triunvirato compuesto por representates judíos, cristianos y musulmanes.
Una auténtica "ciudad santa", convertida así en un verdadero centro de paz, concordia y confraternidad.
Last edit: 11 Nov 2014 15:36 by Gerardo E. Martínez-Solanas.
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Re: Dos Estados y dos capitales en Tierra Santa
18 Nov 2014 18:40 - 18 Nov 2014 21:02
Jerusalén es la Ciudad de David. Es la eterna capital del pueblo hebreo, como lo es Madrid para los españoles, París para los franceses, Roma para los romanos y, por supuesto, mi Habana para nosotros los cubanos. Israel es el único Estado en toda la región cuya existencia ha sido acordada por las Naciones Unidas.
El respetado autor Eric Cline, en su libro Jerusalem Besieged anota que “...ha habido al menos 118 conflictos separados en y por el control de Jerusalén durante los últimos cuatro milenios, conflictos que van desde luchas religiosas locales a campañas militares estratégicas abarcando todo lo demás. Jerusalén ha sido destruida por completo por lo menos dos veces, sitiada veintitrés veces, atacada otras cincuenta y dos veces, y capturada y recapturada cuarenta y cuatro veces. Ha sido escenario de innumerables revueltas, ha tenido al menos cinco períodos separados de ataques terroristas violentos durante el siglo pasado, y sólo ha cambiado de manos por completo pacíficamente dos veces en los últimos cuatro mil años...”.
Originalmente, los territorios asignados a Israel comprendían desde el Jordán al Mediterráneo incluyendo Jerusalén. El río los separaba del Reino de Transjordania hasta la guerra de 1949.
Ahora la guerra por arrebatarles a los judíos Jerusalén no sólo transcurre en sus calles a través de actos terroristas contra sus ciudadanos. Se lleva a cabo en los salones de la ONU y la Unión Europea. No es nada nuevo. La ONU, desde hace mucho tiempo, ha dictado resoluciones al respecto.
La resolución 250 de la Asamblea General “...Exhorta a Israel a abstenerse de realizar desfiles militares en Jerusalén...’’. La 251 “...deplora profundamente el desfile militar israelí en Jerusalén desafiando la resolución 250...’’. La Resolución 252 “...declara que los actos de Israel no son válidos para unificar Jerusalén como su capital...’’. La resolución 271 “...condena el incumplimiento de Israel de resoluciones de la ONU sobre Jerusalén...’’.
El ex embajador norteamericano en Canadá, Alan Baker, en un trabajo de investigación para el Centro para Asuntos Públicos de Jerusalén concluyó: “...el término ‘fronteras de 1967’, el mantra del mundo árabe, nunca existió después que los países árabes vecinos atacaron Israel en 1948. Luego de convertirse en un país independiente por primera vez en 2000 años, no había fronteras, sólo líneas militares temporales definidas por las ‘líneas de armisticio’ 1949 que pusieron fin, al menos formalmente, a la Guerra de Independencia...”.
El mundo árabe ha repetido el término “fronteras de 1967’’, tanto, que se ha adoptado como un hecho por la mayoría de los principales medios de comunicación y líderes internacionales. El término se refiere a las líneas de alto el fuego de 1949 y deberían ser llamadas “Líneas de Armisticio pre-Guerra 1967’’ o “ Líneas de Armisticio 1949’’.
Agrega Baker, “...No hay ninguna disposición en ninguno de los acuerdos firmados entre Israel y los palestinos que exigen la retirada de las “fronteras de 1967".... Nunca hubo imperativos geográficos que santifiquen las líneas de 1967... Las “líneas de armisticio’’ de 1949 se determinaron en los acuerdos firmados por Israel, Egipto, Jordania, Siria y Líbano. No eran las fronteras... la línea de demarcación del armisticio representaba nada más que las líneas delanteras de despliegue de las fuerzas en el día que un alto el fuego fue declarado, la línea fue demarcada en el mapa adjunto al acuerdo de armisticio con un rotulador verde y por lo tanto recibió el nombre de Línea Verde...”.
Baker también citó al Juez Steven Schwebel, ex presidente de la Corte Internacional de Justicia, quien declaró en 1994 que “...los acuerdos de armisticio de 1949 conservan expresamente las reclamaciones territoriales de todas las partes y no pretenden establecer límites definitivos entre ellos...".
Desde la época de los acuerdos de Camp David entre Ehud Barak y Yasser Arafat se contempló la posibilidad de entregar parte de la ciudad a un futuro estado palestino y dos modelos principales se han discutido con respecto a la división potencial de la ciudad, según lo establecido en las futuras negociaciones. Uno de ellos implica un esquema de una ciudad abierta, en virtud del cual Jerusalén constituiría una entidad especial — un régimen único con un gobierno municipal que, sin embargo, serviría como la capital de Israel y un Estado Palestino de forma simultánea. El otro modelo es el de un término municipal con una clara división rígida, con los cruces fronterizos formales en el corazón de la ciudad. Bajo ese modelo, Jerusalén se convertiría esencialmente en dos ciudades separadas que funcionen de forma independiente, pero manteniendo sus mutuos lazos.
No creo que esto ocurra sin un verdadero reconocimiento recíproco por las partes, y mientras los palestinos sueñen con un estado del Jordán al Mediterráneo no ocurrirá, ni a las buenas ni a las malas. ¿No le parece a Gerardo? A mí, sí.
El respetado autor Eric Cline, en su libro Jerusalem Besieged anota que “...ha habido al menos 118 conflictos separados en y por el control de Jerusalén durante los últimos cuatro milenios, conflictos que van desde luchas religiosas locales a campañas militares estratégicas abarcando todo lo demás. Jerusalén ha sido destruida por completo por lo menos dos veces, sitiada veintitrés veces, atacada otras cincuenta y dos veces, y capturada y recapturada cuarenta y cuatro veces. Ha sido escenario de innumerables revueltas, ha tenido al menos cinco períodos separados de ataques terroristas violentos durante el siglo pasado, y sólo ha cambiado de manos por completo pacíficamente dos veces en los últimos cuatro mil años...”.
Originalmente, los territorios asignados a Israel comprendían desde el Jordán al Mediterráneo incluyendo Jerusalén. El río los separaba del Reino de Transjordania hasta la guerra de 1949.
Ahora la guerra por arrebatarles a los judíos Jerusalén no sólo transcurre en sus calles a través de actos terroristas contra sus ciudadanos. Se lleva a cabo en los salones de la ONU y la Unión Europea. No es nada nuevo. La ONU, desde hace mucho tiempo, ha dictado resoluciones al respecto.
La resolución 250 de la Asamblea General “...Exhorta a Israel a abstenerse de realizar desfiles militares en Jerusalén...’’. La 251 “...deplora profundamente el desfile militar israelí en Jerusalén desafiando la resolución 250...’’. La Resolución 252 “...declara que los actos de Israel no son válidos para unificar Jerusalén como su capital...’’. La resolución 271 “...condena el incumplimiento de Israel de resoluciones de la ONU sobre Jerusalén...’’.
El ex embajador norteamericano en Canadá, Alan Baker, en un trabajo de investigación para el Centro para Asuntos Públicos de Jerusalén concluyó: “...el término ‘fronteras de 1967’, el mantra del mundo árabe, nunca existió después que los países árabes vecinos atacaron Israel en 1948. Luego de convertirse en un país independiente por primera vez en 2000 años, no había fronteras, sólo líneas militares temporales definidas por las ‘líneas de armisticio’ 1949 que pusieron fin, al menos formalmente, a la Guerra de Independencia...”.
El mundo árabe ha repetido el término “fronteras de 1967’’, tanto, que se ha adoptado como un hecho por la mayoría de los principales medios de comunicación y líderes internacionales. El término se refiere a las líneas de alto el fuego de 1949 y deberían ser llamadas “Líneas de Armisticio pre-Guerra 1967’’ o “ Líneas de Armisticio 1949’’.
Agrega Baker, “...No hay ninguna disposición en ninguno de los acuerdos firmados entre Israel y los palestinos que exigen la retirada de las “fronteras de 1967".... Nunca hubo imperativos geográficos que santifiquen las líneas de 1967... Las “líneas de armisticio’’ de 1949 se determinaron en los acuerdos firmados por Israel, Egipto, Jordania, Siria y Líbano. No eran las fronteras... la línea de demarcación del armisticio representaba nada más que las líneas delanteras de despliegue de las fuerzas en el día que un alto el fuego fue declarado, la línea fue demarcada en el mapa adjunto al acuerdo de armisticio con un rotulador verde y por lo tanto recibió el nombre de Línea Verde...”.
Baker también citó al Juez Steven Schwebel, ex presidente de la Corte Internacional de Justicia, quien declaró en 1994 que “...los acuerdos de armisticio de 1949 conservan expresamente las reclamaciones territoriales de todas las partes y no pretenden establecer límites definitivos entre ellos...".
Desde la época de los acuerdos de Camp David entre Ehud Barak y Yasser Arafat se contempló la posibilidad de entregar parte de la ciudad a un futuro estado palestino y dos modelos principales se han discutido con respecto a la división potencial de la ciudad, según lo establecido en las futuras negociaciones. Uno de ellos implica un esquema de una ciudad abierta, en virtud del cual Jerusalén constituiría una entidad especial — un régimen único con un gobierno municipal que, sin embargo, serviría como la capital de Israel y un Estado Palestino de forma simultánea. El otro modelo es el de un término municipal con una clara división rígida, con los cruces fronterizos formales en el corazón de la ciudad. Bajo ese modelo, Jerusalén se convertiría esencialmente en dos ciudades separadas que funcionen de forma independiente, pero manteniendo sus mutuos lazos.
No creo que esto ocurra sin un verdadero reconocimiento recíproco por las partes, y mientras los palestinos sueñen con un estado del Jordán al Mediterráneo no ocurrirá, ni a las buenas ni a las malas. ¿No le parece a Gerardo? A mí, sí.
Last edit: 18 Nov 2014 21:02 by Gerardo E. Martínez-Solanas.
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Re: Dos Estados y dos capitales en Tierra Santa
18 Nov 2014 21:22 - 21 Nov 2014 00:26
Estaría muy de acuerdo con Behar si no fuera por algunas inexactitudes que no contribuyen al buen entendimiento del problema ni a su solución.
En particular, en el tercer párrafo afirma que:
y corresponde con las fronteras establecidas en la Parte II de esa Resolución.
Por otra parte, la historia señala que los árabes de Palestina, con el apoyo de los ejércitos de los países limítrofes se negaron a aceptar estas disposiciones y agredieron militarmente a las comunidades judías con la intención de ocupar todo el territorio por la fuerza y de expulsar a los judíos de Palestina.
La victoria de los judíos en esta primera guerra árabe-israelí fue poco menos que milagrosa y ha justificado la posición del Estado de Israel de exigir fronteras defendibles, lo cual sería imposible en caso de haber regresado a las fronteras de la Partición.
Esta posición quedó reafirmada cuando la entonces denominada "República Árabe Unida" (Egipto y Siria), exigió que se retiraran las fuerzas de mantenimiento de la paz estacionadas en las fronteras del Sinaí, movilizó su ejército hacia esa frontera y bloqueó el acceso de Israel al Mar Rojo a través del Estrecho de Tirán. Israel hizo frente entonces con inusitado éxito a las fuerzas combinadas de Egipto, Siria, Jordania e Irak en la "Guerra de los Seis Días" y ocupó el Sinaí y los territorios árabes de Palestina.
Esto dio lugar a la Resolución 242, adoptada por unanimidad en el Consejo de Seguridad el 22 de noviembre de 1967, que exige el repliegue de las fuerzas israelíes de todos los territorios ocupados durante ese conflicto. En otras palabras, a las fronteras "defendibles" establecidas por Israel después de la victoria de 1949, también conocidas como las "líneas del Armisticio de 1949" y señaladas en este otro mapa con línea roja.
El argumento de Behar de que no había tales "fronteras de 1967" sino "líneas de armisticio", es muy peligroso para el Estado Israelí, porque significaría que las únicas fronteras legítimamente establecidas serían entonces las establecidas por el Plan de Partición de 1947. De hecho, la firma por parte de los Estados árabes de los acuerdos después de la Guerra de los Seis Días acatando los límites de 1967 es una garatía de seguridad para el asediado Estado judío.
Como bien dice en sus argumentos, en Camp David, Barak y Arafat contemplaron la posibilidad de "internacionalizar" a Jerusalén, exactamente como lo establecía la Resolución 181, pero esa solución no satisfacía a ninguno de los dos adversarios. La otra opción más favorecida era la partición de Jerusalén para que cada una de sus partes fuese capital de cada uno de los Estados contendientes.
El problema con esta última solución es que los lugares sagrados que son venerados por las tres grandes religiones monoteístas quedarían bajo el control de Israel, lo cual resulta bastante indiferente para los cristianos, pero no para los musulmanes. Luego esto sería un tizón que mantendría encendido el fuego del conflicto, alimentando el fanatismo religioso.
Por eso la solución que he planteado (y que no es enteramente original) contempla no sólo la división de Jerusalén en dos capitales, sino la internacionalización del casco antiguo y milenario bajo una administración neutral que podría asignársele a representantes de las tres religiones para facilitar indefinidamente el libre acceso de todos a esos venerables lugares.
Esta solución, como también la retirada total de la Cisjordania, corresponde a Israel ponerla sobre la mesa con la condición no negociable de que los Estados limítrofes lo reconozcan oficialmente y se establezca una fuerza de paz con capacidad de combate que guarde las fronteras por el tiempo necesario hasta que el odio entre ambos pueblos se vaya mitigando.
En particular, en el tercer párrafo afirma que:
Mi larga carrera en las Naciones Unidas me mantuvo muy al tanto de este conflicto que he seguido en detalle a lo largo de todos sus pasos y traspies, pero cualquier interesado que investigue sus raíces, desde la Resolución 181 que fijaba los límites del Plan de Partición de 1947, podrá comprobar en el mapa oficial que el Estado Judío no ocupaba todos los territorios al Oeste del río Jordán, como aduce Behar. El mapa que aquí vemos, para que Behar no tenga objeciones, es copiado del que publica el Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel, y señala en gris lo que sería el Estado Palestino, muestra a Jerusalén como "zona internacional""Originalmente, los territorios asignados a Israel comprendían desde el Jordán al Mediterráneo incluyendo Jerusalén. El río los separaba del Reino de Transjordania hasta la guerra de 1949."
y corresponde con las fronteras establecidas en la Parte II de esa Resolución.
Por otra parte, la historia señala que los árabes de Palestina, con el apoyo de los ejércitos de los países limítrofes se negaron a aceptar estas disposiciones y agredieron militarmente a las comunidades judías con la intención de ocupar todo el territorio por la fuerza y de expulsar a los judíos de Palestina.
La victoria de los judíos en esta primera guerra árabe-israelí fue poco menos que milagrosa y ha justificado la posición del Estado de Israel de exigir fronteras defendibles, lo cual sería imposible en caso de haber regresado a las fronteras de la Partición.
Esta posición quedó reafirmada cuando la entonces denominada "República Árabe Unida" (Egipto y Siria), exigió que se retiraran las fuerzas de mantenimiento de la paz estacionadas en las fronteras del Sinaí, movilizó su ejército hacia esa frontera y bloqueó el acceso de Israel al Mar Rojo a través del Estrecho de Tirán. Israel hizo frente entonces con inusitado éxito a las fuerzas combinadas de Egipto, Siria, Jordania e Irak en la "Guerra de los Seis Días" y ocupó el Sinaí y los territorios árabes de Palestina.
Esto dio lugar a la Resolución 242, adoptada por unanimidad en el Consejo de Seguridad el 22 de noviembre de 1967, que exige el repliegue de las fuerzas israelíes de todos los territorios ocupados durante ese conflicto. En otras palabras, a las fronteras "defendibles" establecidas por Israel después de la victoria de 1949, también conocidas como las "líneas del Armisticio de 1949" y señaladas en este otro mapa con línea roja.
El argumento de Behar de que no había tales "fronteras de 1967" sino "líneas de armisticio", es muy peligroso para el Estado Israelí, porque significaría que las únicas fronteras legítimamente establecidas serían entonces las establecidas por el Plan de Partición de 1947. De hecho, la firma por parte de los Estados árabes de los acuerdos después de la Guerra de los Seis Días acatando los límites de 1967 es una garatía de seguridad para el asediado Estado judío.
Como bien dice en sus argumentos, en Camp David, Barak y Arafat contemplaron la posibilidad de "internacionalizar" a Jerusalén, exactamente como lo establecía la Resolución 181, pero esa solución no satisfacía a ninguno de los dos adversarios. La otra opción más favorecida era la partición de Jerusalén para que cada una de sus partes fuese capital de cada uno de los Estados contendientes.
El problema con esta última solución es que los lugares sagrados que son venerados por las tres grandes religiones monoteístas quedarían bajo el control de Israel, lo cual resulta bastante indiferente para los cristianos, pero no para los musulmanes. Luego esto sería un tizón que mantendría encendido el fuego del conflicto, alimentando el fanatismo religioso.
Por eso la solución que he planteado (y que no es enteramente original) contempla no sólo la división de Jerusalén en dos capitales, sino la internacionalización del casco antiguo y milenario bajo una administración neutral que podría asignársele a representantes de las tres religiones para facilitar indefinidamente el libre acceso de todos a esos venerables lugares.
Esta solución, como también la retirada total de la Cisjordania, corresponde a Israel ponerla sobre la mesa con la condición no negociable de que los Estados limítrofes lo reconozcan oficialmente y se establezca una fuerza de paz con capacidad de combate que guarde las fronteras por el tiempo necesario hasta que el odio entre ambos pueblos se vaya mitigando.
Last edit: 21 Nov 2014 00:26 by Gerardo E. Martínez-Solanas.
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Re: Dos Estados y dos capitales en Tierra Santa
30 Nov 2014 00:47 - 30 Nov 2014 00:50
¿Cree Gerardo que los Palestinos realmente quieren une Estado? Abbas no puede controlar los terroristas y están en un estado de anarquia total. Encima de todos los sufrimientos que Gerardo menciona y que pueden encontrarse en la historia reciente, tenemos que lidiar con estos palestinbos que no pueden ni mantener su propia casa en orden.
Si se divide Jerusalem ahora, ¿quién le garantiza la seguridad a Israel?
No estoy en desacuerdo con Gerardo en principio. Pero la realidad es que Israel debe lidiar con un gobierno Palestino debil y se arriesga de ayudar a crear un Estado anarquico con guerra civil y que se llene de terorristas de todo tipo. No solo Hamas, tambien Al Qaeda, ISIS y otros.
Yo estaría dispuesto a dividir Jeruslem. No solo yo. Lo propusieron los primeos Ministros Ehud Barack y Ehud Olmert. Los Palestinos lo rechazaron porque es más fácil hacer una Guerra de propaganda que gobernar. Además, la élite palestina es tan corrupta que saben que van hacia la Guerra civil.
Imagínate si los paises de America latina fueron a la Guerra civil despues dela independencia, imaginate a estos "palestinos" ante un gobierno débil y encima en una época post primavera arabe, donde los árabes ya se han rebelado, y no aceptan tanto la sumision a estas tiranias.
Abbas es un tirano tambien.
Si se divide Jerusalem ahora, ¿quién le garantiza la seguridad a Israel?
No estoy en desacuerdo con Gerardo en principio. Pero la realidad es que Israel debe lidiar con un gobierno Palestino debil y se arriesga de ayudar a crear un Estado anarquico con guerra civil y que se llene de terorristas de todo tipo. No solo Hamas, tambien Al Qaeda, ISIS y otros.
Yo estaría dispuesto a dividir Jeruslem. No solo yo. Lo propusieron los primeos Ministros Ehud Barack y Ehud Olmert. Los Palestinos lo rechazaron porque es más fácil hacer una Guerra de propaganda que gobernar. Además, la élite palestina es tan corrupta que saben que van hacia la Guerra civil.
Imagínate si los paises de America latina fueron a la Guerra civil despues dela independencia, imaginate a estos "palestinos" ante un gobierno débil y encima en una época post primavera arabe, donde los árabes ya se han rebelado, y no aceptan tanto la sumision a estas tiranias.
Abbas es un tirano tambien.
Last edit: 30 Nov 2014 00:50 by Luis Fleischman.
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Re: Dos Estados y dos capitales en Tierra Santa
06 Dec 2014 19:14 - 06 Dec 2014 19:15
Mi respuesta es que creo firmemente que los Palestinos, como cualquier otro pueblo, quieren tener un Estado propio. Otra cosa son los ambiciosos líderes políticos que toman la senda extremista y coquetean con el terrorismo como un medio de aferrarse al poder vitalicio. Por lo tanto, hay que trabajar con ese pueblo que ha sido impregnado por el odio alimentado por ambas partes en el conflicto para demostrarles que hay un camino de paz que es mucho mejor. Como Potencia ocupante en la Cisjordania, el gobierno israelí haría mucho bien si se acercara a la población palestina y trabajara con ellos para ofrecerles mejores alternativas de vida, en lugar de tratarlos a TODOS como enemigos irreconciliables.
Si esto no es posible debido a que el extremismo terrorista islámico es demasiado fuerte, no sólo en el campo de la propaganda sino en su eficacia de causar miedo y someter conciencias, mi respuesta a la segunda pregunta es que el Estado de Israel exija un compromiso de la comunidad internacional que garantice plenamente la seguridad del Estado judío a cambio de la retirada de Cisjordania y de la partición de Jerusalén. Israel debe poner por delante esa oferta de retirada y partición con un énfasis especial en que sólo será posible con la presencia de una fuerza de paz de las Naciones Unidas, con capacidad combativa, que cuente con un mandato de custodiar activamente las fronteras y mantener por un tiempo prudencial (entre 20 a 40 años) a la Cisjordania como parte de un Estado palestino que no contará con ejército sino sólo con las fuerzas policiales indispensables para el mantenimiento del orden.
Por eso le pido a Fleischman que no repita que "Los Palestinos las rechazaron", cuando se refiere a las ofertas de paz de mandatarios israelíes anteriores, sino que precise que "Las autoridades palestinas las rechazaron" y que, por ello, sería conveniente una intervención militar y una misión de paz de las Naciones Unidas que tomara control del país y lo encauzara hacia elecciones libres y democráticas, al tiempo que aseguraran y protegieran las fronteras de Israel con ese Estado Palestino, mediante una presencia prolongada que debe persistir hasta que surja una nueva generación que se haya desarrollado en un ambiente de paz y concordia.
Si esto no es posible debido a que el extremismo terrorista islámico es demasiado fuerte, no sólo en el campo de la propaganda sino en su eficacia de causar miedo y someter conciencias, mi respuesta a la segunda pregunta es que el Estado de Israel exija un compromiso de la comunidad internacional que garantice plenamente la seguridad del Estado judío a cambio de la retirada de Cisjordania y de la partición de Jerusalén. Israel debe poner por delante esa oferta de retirada y partición con un énfasis especial en que sólo será posible con la presencia de una fuerza de paz de las Naciones Unidas, con capacidad combativa, que cuente con un mandato de custodiar activamente las fronteras y mantener por un tiempo prudencial (entre 20 a 40 años) a la Cisjordania como parte de un Estado palestino que no contará con ejército sino sólo con las fuerzas policiales indispensables para el mantenimiento del orden.
Por eso le pido a Fleischman que no repita que "Los Palestinos las rechazaron", cuando se refiere a las ofertas de paz de mandatarios israelíes anteriores, sino que precise que "Las autoridades palestinas las rechazaron" y que, por ello, sería conveniente una intervención militar y una misión de paz de las Naciones Unidas que tomara control del país y lo encauzara hacia elecciones libres y democráticas, al tiempo que aseguraran y protegieran las fronteras de Israel con ese Estado Palestino, mediante una presencia prolongada que debe persistir hasta que surja una nueva generación que se haya desarrollado en un ambiente de paz y concordia.
Last edit: 06 Dec 2014 19:15 by Gerardo E. Martínez-Solanas.
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