La renuncia de Benedicto XVI -partiendo del fundamento católico de que está inspirada por el Espíritu Santo- podría lograr lo que más necesita el catolicismo y el mundo contemporáneo: una visión moral inclusiva para superar la violencia social, racial o religiosa, esparcida por muchos rincones del planeta; una voz de alerta moral infatigable para frenar los peligros de la expansión atómica, de los abusos criminales de la pederastia y del aplastamiento humano que representa la pobreza y el materialismo que nos aleja de Dios.
Con respecto a un verdadero acercamiento con el Dios creador, el catolicismo necesita proyectar la alegría existencial del Cristo resucitado, un estadío real de la evolución humana, como insistió teológicamente Benedicto XVI.
Ante este escenario de renovación, se impone que el catolicismo intente una revisión moral y teológica a fondo del celibato, del sacerdocio femenino, del abuso de algunos clérigos con los niños y de la misión salvífica de Cristo ante la profunda debacle de la fe en Dios en la conciencia humana.
Un aggiornamiento o actualización, como dicen algunos, una exigencia de justicia social ante el consumismo irracional del materialismo imperante, como dicen otros, o el profundo amor entre hombre y mujer, o entre todos los seres humanos, como el instrumento salvífico para consolidar el amor a Dios entre todos y entre todas las cosas, como necesita la humanidad en pleno.
El nuevo Papa católico tendrá que ser capaz de entender y superar teológicamente la importancia de la Razón (Racionalismo), de la Evolución de las Especies (Darwinismo), de la fuerza del Inconsciente (Freud), y de la Física Cuántica (Einstein).
Entre los cardenales favoritos para encarar esta misión o reto contemporáneo de la Iglesia Católica ante el siglo XXI que recién comienza, en busca de realzar lo humano para encontrar a Dios, se destacan:
En Italia, el cardenal Angelo Scola, de 71 años, y Arzobispo de Milán. Scola tiene a su haber ser uno de los más cercanos amigos de Benedicto XVI por su dominio de los temas teológicos y por su preferencia por los asuntos de la civilización y el mestizaje.
Además, a Scola se le considera un hombre muy cerca del pensamiento de Carlo María Martino, el Arzobispo anterior de Milán y una de las mentes más preclaras del catolicismo contemporáneo.
En Brasil, se destaca el cardenal Joao Braz de Aviz, de 65 años, que dirige en Roma la Congregación para los Institutos de la Vida Consagrada. Su misión sacerdotal la realizó con éxito en las favelas brasileiras.
En Estados Unidos, el cardenal Seán O’Malley, arzobispo de Boston, de 68 años, un padre capuchino bien querido por Benedicto XVI y muy conocido por combatir con autoridad y cero tolerancia el abuso a los niños.
Su carrera sacerdotal ha estado marcada por su trabajo con los más necesitados.
En Austria resalta el cardenal Christoph Schoborn, de 67 años, Arzobispo de Viena, reconocido por su cercanía con Benedicto XVI y una persona intelectualmente muy sólida y de mucha categoría humana".
En el continente africano, se vislumbra al cardenal Peter Turkson, de 64 años, Arzobispo de Accra. Actualmente presidente del Consejo Pontificio Justicia y Paz. Además de su fuerte vinculación con África, es un gran conocedor de la situación del mundo europeo y americano.
Hay otros cardenales que pudieran sumarse a esta lista, pero creemos que de este grupo de favoritos, saldrá el Papa que sustituirá a Benedicto XVI.
Y entre todos, nos parece que el cardenal Angelo Scola es el de más probabilidad.