"Por no poder servirles".- Benedicto XVI
- Carlos Moris
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"Por no poder servirles".- Benedicto XVI
28 Feb 2013 17:35
En forma sorpresiva.
El pasado 11 de febrero el Papa Benedicto XVI sorprendió al mundo al informar mediante la lectura de un breve comunicado, su decisión de abandonar su responsabilidad como conductor de los fieles católicos en el mundo. Su decisión se hará efectiva a las 20 horas del jueves 28 de febrero. Joseph Aloisius Ratzinger, nacido el 16 de abril de 1927, gobernó a su Iglesia desde el 19 de abril de 2005, sustituyendo al fallecido Juan Pablo II. Es la primera renuncia de un Papa desde 1415, cuando lo hiciera Gregorio XII.
En forma inusitada a partir de ese momento la Iglesia Católica tendrá un ex Papa vivo recluido en el Convento Mater Ecclesiae en el Vaticano y otro en ejercicio en la misma ciudad, dejando abierta muchas interrogantes.
Se cuestionan las razones.
Benedicto XVI alegó en su comunicado que tomaba esa decisión en “libertad y después de orar largamente, por no poder servirles”, es decir, consideraba que no se encontraba en condiciones para continuar desempeñando tan exigente responsabilidad, pero ha dejado múltiples interrogantes Lo innegable es que ha sido un acto de gran coraje y sienta un precedente por el cual probablemente en el futuro, puede ser normal que sus sucesores no mueran en el cargo como había sucedido durante casi cuatro siglos.
Sin embargo, aunque efectivamente el Pontífice sufre de diversos problemas de salud, para muchos su renuncia es producto de su impotencia para encarar con éxito los problemas internos que sufre al interior de su Iglesia. Se afirma que a nivel de su equipo en el Vaticano hay una clara desobediencia a sus mandatos. Lo acaecido con su mayordomo Paolo Garbiele, quien le robara documentos personales, sin que se haya precisado los destinatarios de esos documentos y los objetivos para los cuales podían ser utilizados, es una muestra de esas fisuras. Benedicto XVI le perdonó posteriormente, pero el daño estaba hecho.
Para otros, su renuncia es un gesto de valentía, asumiendo sus limitaciones y comprendiendo que no se encuentra en las mejores condiciones para continuar “sirviendo” a los fieles. Lo cierto es que ha sido una revolucionaria actitud de un hombre conservador.
Un pobre legado.
Aunque siempre se afirmó que sería un Papa de “transición”, en sus casi ocho años de gobierno trató de “limpiar el rostro de la Iglesia” y lograr la unidad, especialmente a nivel de la Jerarquía Eclesial, encarando no con muchos éxitos, los difíciles problemas heredados, especialmente la pederastia que ha sido un cáncer dentro del mundo sacerdotal. Como se esperaba dado sus actitudes durante los 23 años en que fue responsable de la Congregación para la Doctrina de la Fe fue un hombre conservador. El matrimonio de los sacerdotes, la homosexualidad, el uso de los anticonceptivos, el sacerdocio femenino, el problema del divorcio de los católicos quienes quedan al margen de la Iglesia, solo por citar los permanentes temas en debate, continúan sobre el tapete, alejando a muchos fieles de la Jerarquía Eclesial.
Al contrario de Juan Pablo II, Benedicto XVI no fue un viajero constante. Apenas realizo 24 viajes, algunos muy polémicos. En el caso de América Latina, primero visitó Brasil y posteriormente México y Cuba, país este último donde no recibió a los disidentes del régimen y condenó el bloqueo económico que USA mantiene en contra de la isla.
Tal vez su mayor esfuerzo apuntó a relacionarse con la Juventud, realizando varios importantes encuentros, en momentos en que es el sector mas alejado del catolicismo. En general, especialmente en Europa, cada día la Iglesia cuenta con menos fieles. Solamente en Asía y Africa se ha producido un ligero repunte entre los seguidores del catolicismo, pero en el mundo hay un alejamiento de las Jerarquías y una fuerte crisis en las vocaciones sacerdotales. También se destacan sus esfuerzos por acercarse a otras religiones, particularmente a los Musulmanes y los Judíos.
Posiblemente, su mayor legado ha sido sentar un precedente con su renuncia.
“En las manos de Dios”.
Al abandonar su cargo, el Camarlengo, Tarcisio Bertone, Cardenal Italiano, asumirá la conducción de las tareas del Vaticano, convocando al Conclave donde participarán con derecho al voto, 119 Cardenales menores de 80 años. 62 Cardenales son Europeos, 23 de los cuales son Italianos, 20 de América Latina donde residen el 42 por ciento de los feligreses que se denominan Católicos, 14 provienen de USA y Canadá, 11 de Africa, 11 de Asia, 1 de Oceanía.
Dicen los italianos que quien entra Papa sale Cardenal, aludiendo que en general se producen grandes sorpresas en la elección del nuevo Pontífice. En este caso, se abre el proceso de las llamadas “quinielas” donde se pretende adivinar quien será el Pontífice número 266.
En principio se asoman entre otros, los nombres de Angelo Scola, un popular Arzobispo de Milán, Timothy Dolan, Cardenal de Nueva York y Cristhoper Shoenborn, Arzobispo de Viena. Por América Latina se menciona al Arzobispo de Sao Pablo, Odilo Pedro Scherer, Brasil tiene dos Cardenales participando en el Concilio y es el país con el mayor número de católicos en el mundo y Leonardo Sandri, Cardenal argentino, país también con dos Cardenales con voto. De nuevo aparece el nombre del hondureño Oscar Rodríguez, Arzobispo de Tegucigalpa.
La lista es más larga, pero el nuevo Pontífice parece debe responder a un perfil que cuenta con amplio consenso: no muy “viejo”, es decir, un hombre que no gobierne por poco tiempo, de buena salud, en capacidad de viajar y sobre todo, con poder de comunicación con sus fieles. No necesariamente carismático y mediático como lo fuera Juan Pablo II. El tema de la nacionalidad no es importante, aunque parece hay resistencias a elegir a un Cardenal Italiano.
En cuanto a sus posiciones todo indica que continuará la línea conservadora en materia teológica, pero eso se pensaba cuando fue electo como un conservador de transición Juan XXIII y convocó al II Concilio Vaticano.
Tal vez se cumpla con el propósito de encontrar al hombre con el perfil deseado a través de una figura poco conocida. Lo que parece poco probable es que la elección recaiga en un latinoamericano, aunque todo es posible cuando la decisión se encuentra en “las manos de Dios”, según afirman muchos participantes al Conclave cardenalicio.
Se espera que antes de la Semana Santa, se pueda conocer los designios de esas Santas manos y quien será electo pueda lograr la “limpieza y la unidad”, objetivos no alcanzados por el renunciante Benedicto XVI. Hacemos votos también para que conservando la fidelidad a sus principios, asuma con coraje cambios profundos, para “poder servir mejor” a sus feligreses y a una humanidad cada vez mas alejada del respeto a la plena dignidad del hombre.
El pasado 11 de febrero el Papa Benedicto XVI sorprendió al mundo al informar mediante la lectura de un breve comunicado, su decisión de abandonar su responsabilidad como conductor de los fieles católicos en el mundo. Su decisión se hará efectiva a las 20 horas del jueves 28 de febrero. Joseph Aloisius Ratzinger, nacido el 16 de abril de 1927, gobernó a su Iglesia desde el 19 de abril de 2005, sustituyendo al fallecido Juan Pablo II. Es la primera renuncia de un Papa desde 1415, cuando lo hiciera Gregorio XII.
En forma inusitada a partir de ese momento la Iglesia Católica tendrá un ex Papa vivo recluido en el Convento Mater Ecclesiae en el Vaticano y otro en ejercicio en la misma ciudad, dejando abierta muchas interrogantes.
Se cuestionan las razones.
Benedicto XVI alegó en su comunicado que tomaba esa decisión en “libertad y después de orar largamente, por no poder servirles”, es decir, consideraba que no se encontraba en condiciones para continuar desempeñando tan exigente responsabilidad, pero ha dejado múltiples interrogantes Lo innegable es que ha sido un acto de gran coraje y sienta un precedente por el cual probablemente en el futuro, puede ser normal que sus sucesores no mueran en el cargo como había sucedido durante casi cuatro siglos.
Sin embargo, aunque efectivamente el Pontífice sufre de diversos problemas de salud, para muchos su renuncia es producto de su impotencia para encarar con éxito los problemas internos que sufre al interior de su Iglesia. Se afirma que a nivel de su equipo en el Vaticano hay una clara desobediencia a sus mandatos. Lo acaecido con su mayordomo Paolo Garbiele, quien le robara documentos personales, sin que se haya precisado los destinatarios de esos documentos y los objetivos para los cuales podían ser utilizados, es una muestra de esas fisuras. Benedicto XVI le perdonó posteriormente, pero el daño estaba hecho.
Para otros, su renuncia es un gesto de valentía, asumiendo sus limitaciones y comprendiendo que no se encuentra en las mejores condiciones para continuar “sirviendo” a los fieles. Lo cierto es que ha sido una revolucionaria actitud de un hombre conservador.
Un pobre legado.
Aunque siempre se afirmó que sería un Papa de “transición”, en sus casi ocho años de gobierno trató de “limpiar el rostro de la Iglesia” y lograr la unidad, especialmente a nivel de la Jerarquía Eclesial, encarando no con muchos éxitos, los difíciles problemas heredados, especialmente la pederastia que ha sido un cáncer dentro del mundo sacerdotal. Como se esperaba dado sus actitudes durante los 23 años en que fue responsable de la Congregación para la Doctrina de la Fe fue un hombre conservador. El matrimonio de los sacerdotes, la homosexualidad, el uso de los anticonceptivos, el sacerdocio femenino, el problema del divorcio de los católicos quienes quedan al margen de la Iglesia, solo por citar los permanentes temas en debate, continúan sobre el tapete, alejando a muchos fieles de la Jerarquía Eclesial.
Al contrario de Juan Pablo II, Benedicto XVI no fue un viajero constante. Apenas realizo 24 viajes, algunos muy polémicos. En el caso de América Latina, primero visitó Brasil y posteriormente México y Cuba, país este último donde no recibió a los disidentes del régimen y condenó el bloqueo económico que USA mantiene en contra de la isla.
Tal vez su mayor esfuerzo apuntó a relacionarse con la Juventud, realizando varios importantes encuentros, en momentos en que es el sector mas alejado del catolicismo. En general, especialmente en Europa, cada día la Iglesia cuenta con menos fieles. Solamente en Asía y Africa se ha producido un ligero repunte entre los seguidores del catolicismo, pero en el mundo hay un alejamiento de las Jerarquías y una fuerte crisis en las vocaciones sacerdotales. También se destacan sus esfuerzos por acercarse a otras religiones, particularmente a los Musulmanes y los Judíos.
Posiblemente, su mayor legado ha sido sentar un precedente con su renuncia.
“En las manos de Dios”.
Al abandonar su cargo, el Camarlengo, Tarcisio Bertone, Cardenal Italiano, asumirá la conducción de las tareas del Vaticano, convocando al Conclave donde participarán con derecho al voto, 119 Cardenales menores de 80 años. 62 Cardenales son Europeos, 23 de los cuales son Italianos, 20 de América Latina donde residen el 42 por ciento de los feligreses que se denominan Católicos, 14 provienen de USA y Canadá, 11 de Africa, 11 de Asia, 1 de Oceanía.
Dicen los italianos que quien entra Papa sale Cardenal, aludiendo que en general se producen grandes sorpresas en la elección del nuevo Pontífice. En este caso, se abre el proceso de las llamadas “quinielas” donde se pretende adivinar quien será el Pontífice número 266.
En principio se asoman entre otros, los nombres de Angelo Scola, un popular Arzobispo de Milán, Timothy Dolan, Cardenal de Nueva York y Cristhoper Shoenborn, Arzobispo de Viena. Por América Latina se menciona al Arzobispo de Sao Pablo, Odilo Pedro Scherer, Brasil tiene dos Cardenales participando en el Concilio y es el país con el mayor número de católicos en el mundo y Leonardo Sandri, Cardenal argentino, país también con dos Cardenales con voto. De nuevo aparece el nombre del hondureño Oscar Rodríguez, Arzobispo de Tegucigalpa.
La lista es más larga, pero el nuevo Pontífice parece debe responder a un perfil que cuenta con amplio consenso: no muy “viejo”, es decir, un hombre que no gobierne por poco tiempo, de buena salud, en capacidad de viajar y sobre todo, con poder de comunicación con sus fieles. No necesariamente carismático y mediático como lo fuera Juan Pablo II. El tema de la nacionalidad no es importante, aunque parece hay resistencias a elegir a un Cardenal Italiano.
En cuanto a sus posiciones todo indica que continuará la línea conservadora en materia teológica, pero eso se pensaba cuando fue electo como un conservador de transición Juan XXIII y convocó al II Concilio Vaticano.
Tal vez se cumpla con el propósito de encontrar al hombre con el perfil deseado a través de una figura poco conocida. Lo que parece poco probable es que la elección recaiga en un latinoamericano, aunque todo es posible cuando la decisión se encuentra en “las manos de Dios”, según afirman muchos participantes al Conclave cardenalicio.
Se espera que antes de la Semana Santa, se pueda conocer los designios de esas Santas manos y quien será electo pueda lograr la “limpieza y la unidad”, objetivos no alcanzados por el renunciante Benedicto XVI. Hacemos votos también para que conservando la fidelidad a sus principios, asuma con coraje cambios profundos, para “poder servir mejor” a sus feligreses y a una humanidad cada vez mas alejada del respeto a la plena dignidad del hombre.
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