Percibo dos dos formas básicas de ateísmo.
Uno es por convicción ideológica de cualquier signo( e incluyo en esta categoría a quien sufre la duda agnóstica) siendo así que éste sustituye a Dios por una causa “redentora” totalmente humana, unas veces romántica y otras el fruto del rencor. No falta sinceridad y preocupación por los demás en esta forma de pensar que la mayoría de las veces busca crear un imposible “paraíso terrenal” .Este ateo, por bien intencionado que sea a veces, no deja de ser peligroso y puede llegar a ser fuente de verdaderas tragedias como en los países comunistas que alcanzan, muy al contrario de lo que anuncian, el “infierno terrenal”.
La otra forma de ateísmo es producto del egocentrismo y hedonismo, de esa vanidad que no puede aceptar que exista un Creador que al mismo tiempo te pide seas parte de la Creación. Este ateísmo es el subproducto del Materialismo práctico tan común en las sociedades de consumo.
Precisamente en estos días enfrentamos las consecuencias de aquello sobre lo cual nos alertaba Juan Pablo II en 1985, hace casi 30 años: “ Quiero aludir, por ejemplo, a la tentación del criticismo exasperado que pretende discutir todo y revisar todo; o del escepticismo respecto de los valores tradicionales de donde fácilmente se puede desembocar en una especie de cinismo desaprensivo cuando se trata de afrontar los problemas del trabajo, de la carrera o del mismo matrimonio.”
La “cultura de la muerte” que trivializa el aborto o la eutanasia, la promoción del “matrimonio” homosexual, el relativismo moral, son todas manifestaciones de ese “materialismo práctico” cuya base es el negar a Dios y su plan de salvación. Los hijos se convierte en un “estorbo”, la pareja puede ser compartida e intercambiada en busca del "placer sexual", los ancianos son arrinconados y abandonados. Negar a Dios resulta entonces muy conveniente..y necesario.
En su catequesis del 14 de abril de 1999, Juan Pablo II expresó: “Sobre todo es perjudicial el secularismo, con su indiferencia ante las cuestiones últimas y ante la fe, pues representa un modelo de hombre totalmente ajeno a la referencia al Trascendente. Así, el ateísmo «práctico» es una realidad amarga y concreta. Aunque se manifiesta sobre todo en las civilizaciones económica y técnicamente más avanzadas, sus efectos se extienden también a las situaciones y culturas que están en proceso de desarrollo.”
La nueva Evangelización implica mirar hacia estos problemas de la humanidad que no deben ni pueden ser ignorados ni soslayados. Los cristianos tenemos la obligación de ser “luz del mundo” y enfrentar el reto, sin temor: "No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; más bien teman a Aquél que puede hacer perecer tanto el alma como el cuerpo en el infierno” (Mateo 10:28)