A principios de julio apareció
una denuncia
en inglés en la Sección de Derechos Humanos de
DemocraciaParticipativa.net sobre la cruel persecución a una madre china, por el terrible crimen de haber concebido un segundo hijo, hasta que fue capturada y obligada a abortar un bebé de siete meses, al que los abortistas tuvieron que dar muerte.
Lo más terrible es que este fue solamente un caso de decenas de miles que se suceden día tras día, semana tras semana y mes tras mes en la China que tantos proclaman como un ejemplo "progresista" para la humanidad.
No alivia el sentimiento de horror el hecho de que el escándalo provocado por el hecho abusivo haya alcanzado proporción internacional, debido a su extremada crueldad, y haya obligado a las autoridades chinas a hacer un gesto con el que pretenden acallar las críticas y tapar la dura realidad de un régimen dictatorial que parece abrirse al capitalismo, pero manteniendo un férreo control político centralizado en el que no se respetan los derechos humanos.
Así ha circulado ahora la noticia de que Feng Jianmei ha sido indemnizada con el equivalente de poco más de $11,000, según un acuerdo extrajudicial entre la familia de la víctima y el condado de Zenjia, en Shaanxi.
Puede que la denuncia divulgada en
DemocraciaParticipativa.net (que recibe más de 100,000 visitas mensuales de ese país) haya puesto su granito de arena en el difícil proceso de avergonzar a las autoridades de esa dictadura por una de las muchas barbaridades que hacen. Aun así, $11,000 marcan el escaso valor que para las autoridades chinas tiene una vida humana y sus consecuencias traumáticas e imborrables en la madre atribulada.