La creciente amenaza nuclear y los intereses chinos
- Gerardo E. Martínez-Solanas
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La creciente amenaza nuclear y los intereses chinos
28 Jun 2012 20:16
El espantoso problema que enfrenta la humanidad debido a la propagación de las armas nucleares, sobre todo en países donde imperan crueles dictaduras totalitarias, sean de orden político o teocrático como las de Corea del Norte e Irán, no tiene perspectivas de solución mediante negociaciones porque esos países las manipulan sólo para ganar tiempo y lograr ulteriormente sus objetivos de dominación e influencia.
Tanto Corea del Norte como Irán han demostrado sobradamente su agresividad y han manifestado su interés de proyectar allende sus fronteras su círculo de influencia y de propagar sus doctrinas ambiciosas y totalitarias. Aparte de la alta probabilidad de que alguna vez acaben por utilizar esas armas de destrucción en masa con el pretexto de defenderse de algún peligro exterior o de barrer con algún supuesto enemigo, esa amenaza que acecha como espada de Damocles a los países vecinos impulsará a otros Estados a desarrollar sus propios paraguas nucleares para garantizar su seguridad y supervivencia. La proliferación resultante aumentará exponencialmente las probabilidades de un error de cálculo que provoque una catástrofe.
No obstante, estas conclusiones no parecen ser razonables para algunos reputados analistas, como Kenneth N. Waltz, Senior Research Scholar del Instituto Saltzman de Estudios sobre la Guerra y la Paz y profesor de la Universidad de Columbia. En un artículo firmado por este académico, publicado en el número de Julio/Agosto de Foreign Affairs y titulado “ Why Iran Should Get the Bomb ” (Por qué Irán debe tener su Bomba) señala que el hecho de que Israel cuente con armas nucleares desde hace algunos años ha dado lugar a un prolongado desequilibrio que provoca mayores tensiones y conflictos. Y destaca el argumento de que el enfrentamiento armado entre Pakistán y la India se ha enfriado desde que ambas Potencias cuentan con el disuasivo nuclear. Por lo tanto, para el Sr. Waltz, la bomba nuclear en manos de los teócratas que gobiernan Irán y que perciben como enemigos a todos los “infieles” es una garantía de paz y estabilidad. Lo más inquietante es que si Foreign Affairs ha publicado este aporte con su título prominentemente en portada es porque sus editores consideran muy plausible y razonable semejante análisis.
La dura realidad es que la humanidad ha navegado con mucha suerte. Hasta ahora, los gobernantes de los países que se han ido sumando al club del armamento nuclear desde la II Guerra Mundial hasta nuestros días han mostrado la suficiente prudencia como para no utilizarlos. No obstante, los Estados Unidos lo utilizó en Hiroshima y Nagasaki con el pretexto de que el aniquilamiento espantoso de ambas poblaciones quedaba justificado para evitar la prolongación de una guerra que adujeron podría haber causado la muerte de un millón de soldados más en los planes de invasión, pese a que el Japón sitiado de 1945 experimentaba el colapso total de su capacidad militar.
Durante la Guerra “Fría”, la URSS y EEUU estuvieron más de una vez al borde del holocausto nuclear a pesar de las consecuencias apocalípticas que habría tenido, y no sólo durante la “crisis de los cohetes” sino en otros incidentes posteriores que se han venido revelando a medida que pasan los años con nuevos datos históricos de incidentes que se van publicando. Durante aquella crisis de 1962, se ha sabido que el gobernante cubano Fidel Castro exhortó vehementemente a Nikita Kruschev para que diera el primer golpe nuclear. No sería razonable dudar que si Castro hubiera tenido control sobre esas armas las habría utilizado.
En el caso de Corea del Norte, su ambición de poderío nuclear se está desarrollando al amparo de China, que maneja a su incómodo vecino como un protectorado que tiene autonomía mientras no se convierta en una amenaza para ellos. Es muy probable que China no tenga cartas en el asunto del desarrollo de estos armamentos en su pequeño y belicoso vecino. Se sabe que la colaboración del dinero de Irán con la tecnología misilística de Corea del Norte, aupados por el contubernio científico de Pakistán, son los factores que han permitido que esto suceda. Pero a China el desarrollo de armas nucleares por parte de su minúsculo vecino no la inquieta tanto como el posible surgimiento de una Corea unificada capaz de enfrentar con bastante éxito sus ambiciones hegemónicas. La fracción meridional y democrática de Corea es ya de por sí sola una importante rival comercial y tecnológica que se muestra hostil al expansionismo chinoy que se sumaría al desarrollo de otros “tigres asiáticos”, los cuales, pese a la disparidad demográfica y territorial ya le hacen sombra.
Además, los chinos ven la aventura nuclear de Corea del Norte -y también la de Irán- como una carta favorable de su estrategia geopolítica de supremacía mundial, porque ambos países son hostiles a los Estados Unidos y a la Unión Europea y desvían la atención de estos dos centros de poder económico y militar lejos del ámbito del expansionismo chino en el Asia Sudoriental y de las cuestiones que China ya ha sometido a su control en el Tibet y en sus relaciones hegemónicas con el gobierno independiente -hasta ahora- de Taiwan.
Por otra parte, el gobierno de Corea del Norte suele mostrarse muy complaciente a la hora de satisfacer los intereses chinos. Desde fines del siglo pasado China está buscando una salida directa al Mar del Japón, pero en esa región Corea limita con Siberia (Rusia) y el territorio Chino queda bloqueado tierra adentro.
Por lo tanto, han concertado durante los dos últimos decenios una serie de acuerdos con los gobernantes norcoreanos para desarrollar en forma conjunta la región de Rajin-Sonbong (ahora conocida como Rason), que originalmente iba a ser declarada “zona libre” económica y de comercio (Free Economic and Trade Zone), pero muy pronto fue rebautizada con el nombre de “Rason Special Economic Zone”, sustituyendo la molesta palabra “libre” (free) por “especial” (special).
Aunque este proyecto estuvo estancado por muchos años, China ha construido últimamente una vía férrea y una flamante carretera que da acceso al mar a las provincias chinas de Jilin y Heliogjiang mediante la habilitación del único puerto libre de hielo (Najin - foto) donde han habilitado tres modernos muelles en el territorio continental más septentrional libre de hielo del Mar del Japón, compitiendo con el puerto de Valdivostok (a pocas millas de distancia) que se congela durante dos o tres meses del año. Esto ha motivado a los rusos a alquilar como concesionarios un muelle adicional construido para ellos. A su vez, los chinos planean aprovechar mano de obra norcoreana miserablemente barata en sus planes de desarrollo para las provincias nororientales (antiguamente Manchurria).
Todos estos proyectos se encuentran también relativamente cerca del complejo militar norcoreano que se ubica como el centro de desarrollo de su programa de armas nucleares (en el mapa siguiente). Por lo tanto, es razonable anticipar una vigorosa resistencia china a cualquier intervención militar destinada a eliminar la amenaza nuclear norcoreana. Esta opción habría que considerarla dentro de un peligroso, pero posible, escenario que incluyera el activo apoyo armado chino para rechazar una misión destinada a destruir las instalaciones nucleares. Es evidente que para evitar un holocausto nuclear en el futuro es indispensable evitar a cualquier costo la expansión del armamento nuclear a otros países que ahora no lo tienen, sobre todo cuando se trata de países gobernados por regímenes agresivos y/o expansionistas. Dentro de esta necesidad imperiosa se ubica la exigencia de proceder a un desarme nuclear gradual, pero firme y coherente, de todos los países que ya cuentan con estos arsenales. No obstante, el problema esencial de un desarme nuclear completo consiste en que la tecnología y la ciencia necesarias para desarrollar este tipo de armamentos están ya demasiado extendidas y se teme que cualquier nación podría reanudar su fabricación tomando la delantera nuclear con fines hostiles o hegemónicos a quienes previamente se hubiesen desarmado.
Por lo tanto, dentro de cualquier solución conducente al desarme nuclear general y completo es imprescindible un tratado, un protocolo facultativo y un mecanismo acatado por todos los países que permita una acción fulminante por parte de la comunidad internacional en contra de cualquier transgresor. Es una solución difícil debido a todas las rivalidades existentes en el mundo y las ambiciones hegemónicas de muchos de los países cuyo concurso es indispensable para hacerla viable. China en particular ha demostrado muy poca disposición a concertar un desarme nuclear con otros países y está demostrando, además, su falta de interés de palabra y de hecho cuando la comunidad internacional intenta detener al menos la proliferación nuclear a otros países que han demostrado una abierta actitud militarista hasta el día de hoy.
Tanto Corea del Norte como Irán han demostrado sobradamente su agresividad y han manifestado su interés de proyectar allende sus fronteras su círculo de influencia y de propagar sus doctrinas ambiciosas y totalitarias. Aparte de la alta probabilidad de que alguna vez acaben por utilizar esas armas de destrucción en masa con el pretexto de defenderse de algún peligro exterior o de barrer con algún supuesto enemigo, esa amenaza que acecha como espada de Damocles a los países vecinos impulsará a otros Estados a desarrollar sus propios paraguas nucleares para garantizar su seguridad y supervivencia. La proliferación resultante aumentará exponencialmente las probabilidades de un error de cálculo que provoque una catástrofe.
No obstante, estas conclusiones no parecen ser razonables para algunos reputados analistas, como Kenneth N. Waltz, Senior Research Scholar del Instituto Saltzman de Estudios sobre la Guerra y la Paz y profesor de la Universidad de Columbia. En un artículo firmado por este académico, publicado en el número de Julio/Agosto de Foreign Affairs y titulado “ Why Iran Should Get the Bomb ” (Por qué Irán debe tener su Bomba) señala que el hecho de que Israel cuente con armas nucleares desde hace algunos años ha dado lugar a un prolongado desequilibrio que provoca mayores tensiones y conflictos. Y destaca el argumento de que el enfrentamiento armado entre Pakistán y la India se ha enfriado desde que ambas Potencias cuentan con el disuasivo nuclear. Por lo tanto, para el Sr. Waltz, la bomba nuclear en manos de los teócratas que gobiernan Irán y que perciben como enemigos a todos los “infieles” es una garantía de paz y estabilidad. Lo más inquietante es que si Foreign Affairs ha publicado este aporte con su título prominentemente en portada es porque sus editores consideran muy plausible y razonable semejante análisis.
La dura realidad es que la humanidad ha navegado con mucha suerte. Hasta ahora, los gobernantes de los países que se han ido sumando al club del armamento nuclear desde la II Guerra Mundial hasta nuestros días han mostrado la suficiente prudencia como para no utilizarlos. No obstante, los Estados Unidos lo utilizó en Hiroshima y Nagasaki con el pretexto de que el aniquilamiento espantoso de ambas poblaciones quedaba justificado para evitar la prolongación de una guerra que adujeron podría haber causado la muerte de un millón de soldados más en los planes de invasión, pese a que el Japón sitiado de 1945 experimentaba el colapso total de su capacidad militar.
Durante la Guerra “Fría”, la URSS y EEUU estuvieron más de una vez al borde del holocausto nuclear a pesar de las consecuencias apocalípticas que habría tenido, y no sólo durante la “crisis de los cohetes” sino en otros incidentes posteriores que se han venido revelando a medida que pasan los años con nuevos datos históricos de incidentes que se van publicando. Durante aquella crisis de 1962, se ha sabido que el gobernante cubano Fidel Castro exhortó vehementemente a Nikita Kruschev para que diera el primer golpe nuclear. No sería razonable dudar que si Castro hubiera tenido control sobre esas armas las habría utilizado.
En el caso de Corea del Norte, su ambición de poderío nuclear se está desarrollando al amparo de China, que maneja a su incómodo vecino como un protectorado que tiene autonomía mientras no se convierta en una amenaza para ellos. Es muy probable que China no tenga cartas en el asunto del desarrollo de estos armamentos en su pequeño y belicoso vecino. Se sabe que la colaboración del dinero de Irán con la tecnología misilística de Corea del Norte, aupados por el contubernio científico de Pakistán, son los factores que han permitido que esto suceda. Pero a China el desarrollo de armas nucleares por parte de su minúsculo vecino no la inquieta tanto como el posible surgimiento de una Corea unificada capaz de enfrentar con bastante éxito sus ambiciones hegemónicas. La fracción meridional y democrática de Corea es ya de por sí sola una importante rival comercial y tecnológica que se muestra hostil al expansionismo chinoy que se sumaría al desarrollo de otros “tigres asiáticos”, los cuales, pese a la disparidad demográfica y territorial ya le hacen sombra.
Además, los chinos ven la aventura nuclear de Corea del Norte -y también la de Irán- como una carta favorable de su estrategia geopolítica de supremacía mundial, porque ambos países son hostiles a los Estados Unidos y a la Unión Europea y desvían la atención de estos dos centros de poder económico y militar lejos del ámbito del expansionismo chino en el Asia Sudoriental y de las cuestiones que China ya ha sometido a su control en el Tibet y en sus relaciones hegemónicas con el gobierno independiente -hasta ahora- de Taiwan.
Por otra parte, el gobierno de Corea del Norte suele mostrarse muy complaciente a la hora de satisfacer los intereses chinos. Desde fines del siglo pasado China está buscando una salida directa al Mar del Japón, pero en esa región Corea limita con Siberia (Rusia) y el territorio Chino queda bloqueado tierra adentro.
Por lo tanto, han concertado durante los dos últimos decenios una serie de acuerdos con los gobernantes norcoreanos para desarrollar en forma conjunta la región de Rajin-Sonbong (ahora conocida como Rason), que originalmente iba a ser declarada “zona libre” económica y de comercio (Free Economic and Trade Zone), pero muy pronto fue rebautizada con el nombre de “Rason Special Economic Zone”, sustituyendo la molesta palabra “libre” (free) por “especial” (special).
Aunque este proyecto estuvo estancado por muchos años, China ha construido últimamente una vía férrea y una flamante carretera que da acceso al mar a las provincias chinas de Jilin y Heliogjiang mediante la habilitación del único puerto libre de hielo (Najin - foto) donde han habilitado tres modernos muelles en el territorio continental más septentrional libre de hielo del Mar del Japón, compitiendo con el puerto de Valdivostok (a pocas millas de distancia) que se congela durante dos o tres meses del año. Esto ha motivado a los rusos a alquilar como concesionarios un muelle adicional construido para ellos. A su vez, los chinos planean aprovechar mano de obra norcoreana miserablemente barata en sus planes de desarrollo para las provincias nororientales (antiguamente Manchurria).
Todos estos proyectos se encuentran también relativamente cerca del complejo militar norcoreano que se ubica como el centro de desarrollo de su programa de armas nucleares (en el mapa siguiente). Por lo tanto, es razonable anticipar una vigorosa resistencia china a cualquier intervención militar destinada a eliminar la amenaza nuclear norcoreana. Esta opción habría que considerarla dentro de un peligroso, pero posible, escenario que incluyera el activo apoyo armado chino para rechazar una misión destinada a destruir las instalaciones nucleares. Es evidente que para evitar un holocausto nuclear en el futuro es indispensable evitar a cualquier costo la expansión del armamento nuclear a otros países que ahora no lo tienen, sobre todo cuando se trata de países gobernados por regímenes agresivos y/o expansionistas. Dentro de esta necesidad imperiosa se ubica la exigencia de proceder a un desarme nuclear gradual, pero firme y coherente, de todos los países que ya cuentan con estos arsenales. No obstante, el problema esencial de un desarme nuclear completo consiste en que la tecnología y la ciencia necesarias para desarrollar este tipo de armamentos están ya demasiado extendidas y se teme que cualquier nación podría reanudar su fabricación tomando la delantera nuclear con fines hostiles o hegemónicos a quienes previamente se hubiesen desarmado.
Por lo tanto, dentro de cualquier solución conducente al desarme nuclear general y completo es imprescindible un tratado, un protocolo facultativo y un mecanismo acatado por todos los países que permita una acción fulminante por parte de la comunidad internacional en contra de cualquier transgresor. Es una solución difícil debido a todas las rivalidades existentes en el mundo y las ambiciones hegemónicas de muchos de los países cuyo concurso es indispensable para hacerla viable. China en particular ha demostrado muy poca disposición a concertar un desarme nuclear con otros países y está demostrando, además, su falta de interés de palabra y de hecho cuando la comunidad internacional intenta detener al menos la proliferación nuclear a otros países que han demostrado una abierta actitud militarista hasta el día de hoy.
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