Mathew Kelly nos allana el camino hacia la felicidad y la fraternidad humanas en su libro titulado "The Biggest Lie in the History of Christianity" y en sus páginas destacan los párrafos siguientes que traduzco del inglés:
«Sería un error espiritualizar demasiado el éxito del Cristianismo en su forma más temprana, durante los primeros cien años. Si bien el Cristianismo primitivo estaba profundamente arraigado en la vida, la muerte, la resurrección y la enseñanza de Jesucristo, el éxito va mucho más allá de las enseñanzas espirituales únicas de Jesús. Tengan en cuenta que los primeros cristianos no tenían Biblias ni iglesias, pero se tenían unos a otros.
La pieza importante que debemos tener muy clara es que los primeros cristianos se diferenciaron claramente de la cultura dominante de su tiempo. Los cristianos modernos se mezclan, se acomodan a la sociedad en que viven, y eso necesita cambiar si vamos a establecer una identidad nueva, vibrante y positiva en medio de una cultura que es prácticamente hostil hacia el cristianismo.
¿Cómo lo hacemos? Inspiremos a cada persona y a cada entorno que tocamos con Momentos Santos. Es hora de que los cristianos asombren al mundo con generosidad, bondad, paciencia, coraje, consideración y cuidado desinteresado por los débiles, pobres y olvidados.
Es hora de despertar. Con demasiada frecuencia caminamos sonámbulos por la vida individualmente, pero como cristianos parece que nos hemos quedado dormidos colectivamente. Es hora de que despertemos. El enemigo no está a las puertas. El enemigo ya está dentro de las puertas.»
[Hasta aquí la traducción de la obra de Matthew Kelly]
En otras palabras, nos anima a aplicarnos a la tarea de enfrentar la disociadora "woke culture" despertando (waking up) a una vida cristiana que sirva de ejemplo asociador a la humanidad, esmerándonos en esos Momentos Santos que brillan con actos de generosidad, bondad, paciencia, coraje, consideración y compasión, a la vez que nos aplicamos a vivir una vida de estrecha comunidad cristiana.
Remontándonos a la antigüedad, los paganos de entonces se admiraban con el ejemplo de aquellos primeros Cristianos y Tertuliano nos hace llegar en su historia esa hermosa realidad de cómo comentaban: “¡Mirad cómo se aman! Mirad cómo están dispuestos a morir el uno por el otro”.
San Clemente Romano, en su Carta a los Corintios, los exhortaba a que:
«El fuerte sea protector del débil, el débil respete al fuerte; el rico dé al pobre, el pobre dé gracias a Dios por haberle deparado quien remedie su necesidad. El sabio manifieste su sabiduría no con palabras, sino con buenas obras; el humilde no dé testimonio de si mismo, sino deje que sean los demás quienes lo hagan. El que es casto en su cuerpo no se gloríe de ello, sabiendo que es el Espíritu Santo quien le otorga el don de la continencia.
(...)
Cuán grande y admirable cosa es la caridad, y cómo no es posible describir su perfección ... Roguemos y supliquémosle a Dios que, por su misericordia, nos permita vivir en la caridad, sin humana parcialidad, irreprochables.»
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