El presidente del Grupo del Banco Mundial, David Malpass, pidió a los grandes acreedores internacionales
“que extienda el plazo de la Iniciativa de Suspensión del Servicio de la Deuda (DSSI) hasta el final de 2021 y se comprometa a darle a la iniciativa el mayor alcance posible”. El llamado lo realizó durante la Reunión de Ministros de Finanzas y Gobernadores del Banco Central del G20 el pasado 18 de julio. Según Malpass,
“la situación en los países en desarrollo es cada vez más desesperada…” “Necesitamos actuar rápidamente sobre la suspensión de la deuda, la reducción de la deuda, los mecanismos de resolución de la deuda y la transparencia de la deuda”– puntualizó.
Los próximos pasos que den los recelosos acreedores internacionales, especialmente los miembros del Club de París, serán claves para los países deudores, cuyas economías están fuertemente impactadas por el Covid 19, la previsible salida de capitales extranjeros, disminución de sus ingresos por remesas y el consecuente aumento del gasto público.
Cuba
no pertenece al Banco Mundial, pero debe estar expectante por sus obligaciones y solicitudes de aplazamientos al Club de París. De hecho, el viceprimer ministro, Ricardo Cabrisas, pidió recientemente a ese grupo de acreedores
«una moratoria para 2019, 2020 y 2021, y volver a pagar en el 2022». Sin embargo, por ahora le otorgaron un año.
La isla actualmente atraviesa una profunda crisis de liquidez
que le impide hacer frente al servicio de la deuda y a sus compromisos con proveedores.
Antecedentes
El Grupo de las 20 principales economías decidió al inicio de la crisis del Covid-19, congelar los pagos de la deuda de al menos 77 países más pobres hasta finales de 2020. Pero esto parece insuficiente teniendo en cuenta los pronósticos económicos.
Cabe señalar que los nuevos movimientos impulsados por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, todavía no logran entusiasmar a actores financieros de peso como el Banco de Desarrollo de China. La iniciativa también es vista con prudencia desde el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF), asociación comercial que comprende las instituciones financieras privadas más grandes del mundo. «Los acreedores han destacado preocupaciones importantes de que la Iniciativa de suspensión del servicio de la deuda podría restringir el acceso al mercado internacional para los países que actualmente lo tienen», expresó su director, Timothy Adams, en una carta al FMI, Banco Mundial y Club de París.
«Es imperativo que los países prestatarios estén bien informados sobre las posibles consecuencias para el acceso al mercado al solicitar la suspensión del servicio de la deuda»– advirtió.
Posiblemente en los próximos meses los gobiernos logren acuerdos de aplazamiento con los acreedores, aunque difícilmente sean con el alcance que solicitan. Los acreedores privados temerosos de que las quitas y moratorias afecten en sus estados financieros, calcularán milimétricamente cada paso.
Sería un error de los acreedores perder de vista que esta crisis financiera abre un espacio de oportunidades para la exigencia de reformas económicas y el establecimiento de políticas de cohesión social en aquellos países donde impera la falta de libertades económicas y la corrupción.