La historia real del Capitalismo y sus enemigos
- Ricardo Valenzuela
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La historia real del Capitalismo y sus enemigos
10 Jan 2020 01:05 - 10 Jan 2020 01:11
El estudio de la economía es relativamente nuevo y, por lo mismo, se presta mucho a malos entendidos por ignorancia o por malicia. La historia de la economía moderna apenas se inició en 1776. Antes de esta fecha, pasaron seis mil años en los cuales en los archivos de historia no encontramos algún estudio profundo de este tema que domina cada minuto de todos los seres humanos: “el cómo ganarse la vida”.
Durante miles de años, desde de Roma pasando por la edad media y el renacimiento, el hombre había batallado hasta la muerte para obtener lo que solo le producía una miserable existencia. Siempre temeroso de la muerte prematura, enfermedades, hambruna, guerra, salarios opresivos. Solamente algunos afortunados—los monarcas y los aristócratas—tenían una vida de privilegio. Pero para el hombre común nada había cambiado a través de los siglos. El ingreso per cápita permanecía igual año tras año, década tras década. En el siglo 18, cuando la expectativa de vida era de 40 años, el escritor inglés, Thomas Hobbes, calificaría esa vida como solitaria, pobre, repugnante, brutal y muy corta. Es decir, la historia del hombre sobre la tierra había sido una historia de pobreza, opresión y sufrimiento.
Entonces llegaría el año de 1776 cuando la esperanza y las expectativas de mejor vida, por primera vez en la historia, fueran extendidas al hombre común. Ese fue el periodo conocido como el de la “Iluminación” y los franceses lo bautizaran como l’ age des lumieres. Por primera vez en la historia los trabajadores aspiraban obtener un mínimo básico de alimentación, de vivienda, de ropa. Hasta el té, antes considerado como un lujo, era ahora bebida común.
La celebración de la independencia de EU el 4 de Julio, fue uno de algunos eventos significativos del año 1776. Imitando a John Locke, la proclamación de parte de Thomas Jefferson de vida, libertad y la búsqueda de su felicidad, eran derechos inalienables establecidos como el marco legal para una nación con infinidad de problemas, pero que eventualmente se convirtiera en la más grande acumulación de poder económico en el mundo, y un ejemplo de la fundación constitucional de libertad que otros países podrían imitar. Cuatro meses antes de este suceso un trabajo igualmente monumental era publicado al otro lado del Atlántico en la madre patria de EU, Inglaterra.
El 9 de marzo del mismo año 1776, los editores William Strahan y Thomas Cadell, lanzaban al mercado dos volúmenes titulados: “Una indagación de la Naturaleza y las Causas de la Riqueza de las Naciones”. Sin duda era un libro de título muy largo. También era muy voluminoso, pero estaba destinado a tener un gigantesco impacto global. El autor era el Dr. Adam Smith, un introvertido y distraído profesor de “filosofía moral” en la Universidad de Glasgow.
La Riqueza de las Naciones fue el disparo intelectual escuchado alrededor del mundo. Adam Smith, niño de la era de la Razón de Escocia, había plasmado sobre papel la fórmula universal de prosperidad e independencia financiera que, en el curso del siguiente siglo, revolucionaria la forma en que ciudadanos y líderes habían siempre pensado y practicado la economía y el comercio internacional. Su publicación ofrecía un nuevo mundo—un mundo de abundante riqueza, una riqueza más allá de la simple acumulación de oro y plata. Prometía un nuevo mundo para todos, no solo para los ricos y los monarcas, también para el hombre común. Ofrecía una fórmula para la emancipación del trabajador del penoso mundo Hobbesiano. En pocas palabras, La Riqueza de las Naciones era una declaración mundial de independencia económica. El ingreso per cápita de Inglaterra en los siguientes 100 años viajó de $1,000 a $20,000 dólares a precios actuales.
Algunas fechas son puntos cruciales en la historia de la humanidad. El año de 1776 fue uno de ellos. En aquel profético año dos importantes libertades fueron proclamadas, libertad política y la libre empresa o libertad económica, y esas dos libertades operaron juntas para provocar la revolución industrial. No fue un accidente el que la economía moderna se iniciara formalmente poco después de 1776. Este año fue importante también por otras razones. Fue el año en que apareció el primer volumen del clásico de Edward Gibbon, Historia del Declive y la Caída del Imperio Romano. Gibbon era uno de los principales promotores del siglo 18 como el siglo de la Razón que abrazaba la fe en la ciencia, la razón e individualismo económico en lugar de fanatismo religioso, la superstición y el poder de la aristocracia.
Para Adam Smith, 1776 fue también un año importante por razones personales. Su gran amigo, David Hume, había muerto. Hume, un gran filósofo, había sido una gran influencia para Smith. Al igual que Smith, él había sido líder de la Iluminación Escocesa y gran promotor de la civilización comercial y libertad económica.
Con su magna obra Adam Smith nos estaba obsequiando una fórmula para nuestra liberación. Una fórmula que echaba por tierra todas las absurdas creencias que existían en aquellos tiempos—y tal vez todavía existen—de una economía que, con gran ayuda de la iglesia católica cuando promovían nuestro valle de lágrimas, los monarcas habían convencido a la gente que ese era el mundo en que tenían que vivir y debían aceptarlo con resignación porque no había otro. La gente pobre siempre seria pobre y la gente rica siempre seria rica. Que el mundo era un inmóvil inventario de cosas y no cambiaba, nunca había cambiado y nunca cambiaria.
El que acumulaba cierta parte de esas cosas, era porque se las había heredado o arrebatado a alguien más. Es decir, la riqueza era estática y para lograrla había que heredarla, robarla, o invadir otros países para arrebatar la de ellos. Por eso, con la explosión de la revolución industrial transformando el mundo cuando alguien se hacía rico, la gente pensaba que todo lo que ese hombre tenía se lo debía haber quitado a alguien más. Entonces, nosotros también se lo podemos quitárselo a él.
Y a pesar de que muchos de los padres fundadores y economistas nacientes conocieron profundamente la obra de Adam Smith en aspectos económicos y, en especial, la de John Locke para cubrir aspectos políticos, los líderes actuales, como decimos en Sonora, no saben ni quien capó al apache. Son ignorantes, especialmente de la economía y ante eso, el mundo se ha convertido en un paraíso de ignorantes que facilita, de una manera especial, el trabajo de penetración de los socialistas, seudo progresistas, populistas y de toda clase de payasos que, con cierta habilidad, en los momentos en que la siembra de los fundadores estaba dando su fruto más importante; la revolución industrial. Al atestiguar como se hacían fortunas incalculables, la gente pensaba que todavía se debía a la injusta forma como se creaban en el feudalismo.
No entendían que esos hombres con su arrojo, su visión y su capital, estaban transformado el mundo y en ese proceso habían amasado sus fortunas muy merecidas. En EU las ideas y los valores que le dieron vida al país de la libertad se habían estado olvidando. La libertad, el individualismo, la confianza en nosotros mismos se había estado negociando y comerciando por esa infame seguridad que ofrece el gobierno, la individualidad por el cómodo trote en medio de la manada en donde nadie me pudiera distinguir.
Durante miles de años, desde de Roma pasando por la edad media y el renacimiento, el hombre había batallado hasta la muerte para obtener lo que solo le producía una miserable existencia. Siempre temeroso de la muerte prematura, enfermedades, hambruna, guerra, salarios opresivos. Solamente algunos afortunados—los monarcas y los aristócratas—tenían una vida de privilegio. Pero para el hombre común nada había cambiado a través de los siglos. El ingreso per cápita permanecía igual año tras año, década tras década. En el siglo 18, cuando la expectativa de vida era de 40 años, el escritor inglés, Thomas Hobbes, calificaría esa vida como solitaria, pobre, repugnante, brutal y muy corta. Es decir, la historia del hombre sobre la tierra había sido una historia de pobreza, opresión y sufrimiento.
Entonces llegaría el año de 1776 cuando la esperanza y las expectativas de mejor vida, por primera vez en la historia, fueran extendidas al hombre común. Ese fue el periodo conocido como el de la “Iluminación” y los franceses lo bautizaran como l’ age des lumieres. Por primera vez en la historia los trabajadores aspiraban obtener un mínimo básico de alimentación, de vivienda, de ropa. Hasta el té, antes considerado como un lujo, era ahora bebida común.
La celebración de la independencia de EU el 4 de Julio, fue uno de algunos eventos significativos del año 1776. Imitando a John Locke, la proclamación de parte de Thomas Jefferson de vida, libertad y la búsqueda de su felicidad, eran derechos inalienables establecidos como el marco legal para una nación con infinidad de problemas, pero que eventualmente se convirtiera en la más grande acumulación de poder económico en el mundo, y un ejemplo de la fundación constitucional de libertad que otros países podrían imitar. Cuatro meses antes de este suceso un trabajo igualmente monumental era publicado al otro lado del Atlántico en la madre patria de EU, Inglaterra.
El 9 de marzo del mismo año 1776, los editores William Strahan y Thomas Cadell, lanzaban al mercado dos volúmenes titulados: “Una indagación de la Naturaleza y las Causas de la Riqueza de las Naciones”. Sin duda era un libro de título muy largo. También era muy voluminoso, pero estaba destinado a tener un gigantesco impacto global. El autor era el Dr. Adam Smith, un introvertido y distraído profesor de “filosofía moral” en la Universidad de Glasgow.
La Riqueza de las Naciones fue el disparo intelectual escuchado alrededor del mundo. Adam Smith, niño de la era de la Razón de Escocia, había plasmado sobre papel la fórmula universal de prosperidad e independencia financiera que, en el curso del siguiente siglo, revolucionaria la forma en que ciudadanos y líderes habían siempre pensado y practicado la economía y el comercio internacional. Su publicación ofrecía un nuevo mundo—un mundo de abundante riqueza, una riqueza más allá de la simple acumulación de oro y plata. Prometía un nuevo mundo para todos, no solo para los ricos y los monarcas, también para el hombre común. Ofrecía una fórmula para la emancipación del trabajador del penoso mundo Hobbesiano. En pocas palabras, La Riqueza de las Naciones era una declaración mundial de independencia económica. El ingreso per cápita de Inglaterra en los siguientes 100 años viajó de $1,000 a $20,000 dólares a precios actuales.
Algunas fechas son puntos cruciales en la historia de la humanidad. El año de 1776 fue uno de ellos. En aquel profético año dos importantes libertades fueron proclamadas, libertad política y la libre empresa o libertad económica, y esas dos libertades operaron juntas para provocar la revolución industrial. No fue un accidente el que la economía moderna se iniciara formalmente poco después de 1776. Este año fue importante también por otras razones. Fue el año en que apareció el primer volumen del clásico de Edward Gibbon, Historia del Declive y la Caída del Imperio Romano. Gibbon era uno de los principales promotores del siglo 18 como el siglo de la Razón que abrazaba la fe en la ciencia, la razón e individualismo económico en lugar de fanatismo religioso, la superstición y el poder de la aristocracia.
Para Adam Smith, 1776 fue también un año importante por razones personales. Su gran amigo, David Hume, había muerto. Hume, un gran filósofo, había sido una gran influencia para Smith. Al igual que Smith, él había sido líder de la Iluminación Escocesa y gran promotor de la civilización comercial y libertad económica.
Con su magna obra Adam Smith nos estaba obsequiando una fórmula para nuestra liberación. Una fórmula que echaba por tierra todas las absurdas creencias que existían en aquellos tiempos—y tal vez todavía existen—de una economía que, con gran ayuda de la iglesia católica cuando promovían nuestro valle de lágrimas, los monarcas habían convencido a la gente que ese era el mundo en que tenían que vivir y debían aceptarlo con resignación porque no había otro. La gente pobre siempre seria pobre y la gente rica siempre seria rica. Que el mundo era un inmóvil inventario de cosas y no cambiaba, nunca había cambiado y nunca cambiaria.
El que acumulaba cierta parte de esas cosas, era porque se las había heredado o arrebatado a alguien más. Es decir, la riqueza era estática y para lograrla había que heredarla, robarla, o invadir otros países para arrebatar la de ellos. Por eso, con la explosión de la revolución industrial transformando el mundo cuando alguien se hacía rico, la gente pensaba que todo lo que ese hombre tenía se lo debía haber quitado a alguien más. Entonces, nosotros también se lo podemos quitárselo a él.
Y a pesar de que muchos de los padres fundadores y economistas nacientes conocieron profundamente la obra de Adam Smith en aspectos económicos y, en especial, la de John Locke para cubrir aspectos políticos, los líderes actuales, como decimos en Sonora, no saben ni quien capó al apache. Son ignorantes, especialmente de la economía y ante eso, el mundo se ha convertido en un paraíso de ignorantes que facilita, de una manera especial, el trabajo de penetración de los socialistas, seudo progresistas, populistas y de toda clase de payasos que, con cierta habilidad, en los momentos en que la siembra de los fundadores estaba dando su fruto más importante; la revolución industrial. Al atestiguar como se hacían fortunas incalculables, la gente pensaba que todavía se debía a la injusta forma como se creaban en el feudalismo.
No entendían que esos hombres con su arrojo, su visión y su capital, estaban transformado el mundo y en ese proceso habían amasado sus fortunas muy merecidas. En EU las ideas y los valores que le dieron vida al país de la libertad se habían estado olvidando. La libertad, el individualismo, la confianza en nosotros mismos se había estado negociando y comerciando por esa infame seguridad que ofrece el gobierno, la individualidad por el cómodo trote en medio de la manada en donde nadie me pudiera distinguir.
Last edit: 10 Jan 2020 01:11 by Ricardo Valenzuela.
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- Abelardo Pérez García
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Re: La historia real del Capitalismo y sus enemigos
14 Jan 2020 16:26 - 18 Jan 2020 08:55
El título del artículo me atrajo a pesar de su forma un poco inglesa, me parece que en español se habría dicho "La verdadera historia del Capitalismo".
Me esperaba pues leer un artículo que tratara del nacimiento y de la evolución del capitalismo a lo largo de los siglos.
Schumpeter, por ejemplo, supone el nacimiento de este sistema en la antigüedad grecorromana, aunque hace algunos años, hablando con un profesor de universidad uzbeco sobre la economía de la “ruta de la seda”, al ver una viejas monedas en el museo de Bújara me enteré de que los precios de aquellos mercaderes eran libres y obedecían a la ley intemporal de la oferta y la demanda lo que acarreaba un incremento notable de la riqueza de algunos de ellos y era pues ya una forma de “capitalismo”.
En realidad el señor Valenzuela trata de la Economía a partir de la segunda mitad del siglo XVIII y más precisamente a partir de la publicación del libro de Adam Smith “La riqueza de las naciones”.
Antes, nos dice, el mundo vivía en un estado de pobreza invariable salvo algunos aristócratas o gobernantes privilegiados. El articulista escribe:
“En el siglo 18, cuando la expectativa de vida era de 40 años, el escritor inglés, Thomas Hobbes, calificaría esa vida como solitaria, pobre, repugnante, brutal y muy corta”
Me parece que no se puede aceptar esta afirmación sin matices. Hobbes, en el siglo XVII, en su Leviatán nos habla de un estado mítico de la humanidad, el estado natural o de naturaleza en el cual la humanidad vivía como señala el articulista, pero luego el hombre da paso a otro estado; el civil; en el cual la humanidad se organiza creando ese monstruo estatista que constituye el Leviatán.
El señor Valenzuela parece pensar que a partir de 1776, como por arte de magia, las dificultades de los hombres van a desaparecer gracias al libro de Smith. Cito:
“Ese fue el periodo conocido como el de la “Iluminación” y los franceses lo bautizaran como l’ age des lumieres. Por primera vez en la historia los trabajadores aspiraban obtener un mínimo básico de alimentación, de vivienda, de ropa”
No veo inconveniente en que se le llame a ese periodo “Iluminación” aunque este término me hace pensar más en “alumbrado” que en otra cosa, pero yo, personalmente, prefiero el término consagrado en nuestro idioma que es Ilustración”
Sigo citando:
“La Riqueza de las Naciones fue el disparo intelectual escuchado alrededor del mundo. Adam Smith, niño de la era de la Razón de Escocia, había plasmado sobre papel la fórmula universal de prosperidad e independencia financiera”
“Ofrecía una fórmula para la emancipación del trabajador del penoso mundo Hobbesiano. En pocas palabras, La Riqueza de las Naciones era una declaración mundial de independencia económica”
Quisiera señalar que las ideas político económicas de Adam Smith no salieron de la nada.
En Inglaterra y en Francia, por donde viajó mucho, recogió ideas que él tuvo el mérito de sintetizar.
Notemos por ejemplo a los economistas franceses como Quesnay y Turgot y al mismo Hume quien fue su amigo.
En cuanto a las finanzas, en la "Riqueza de las naciones" se nota una enorme desconfianza hacia éstas; Smith había sido testigo del desastre financiero en Escocia unos años antes.
Ya al final del artículo el señor Valenzuela parece pensar que la Revolución Industrial fue una consecuencia de las ideas de Adams Smith.
En realidad esa Revolución ya había comenzado cuando el pensador publicó su famoso libro y no parece haberle dado mucha importancia.
La Revolución Industrial no fue la consecuencia de una teoría económica sino del progreso científico y técnico; máquinas de vapor, hiladoras, etc,etc. Las cuales con el desarrollo de los ferrocarriles, fábricas de tejidos y otras cambiaron la sociedad enriqueciendo a una parte de la burguesía y creando al proletariado.
El Capitalismo, ya antiguo, cambió de forma.
Digo antiguo porque historiadores y civilizacionistas de talento como Fernand Braudel lo ven ya en la Florencia del siglo XIV; ya está en Flandes en el siglo XV: creación de la Bolsa de Brujas en 1409 y de Amberes en 1430 (si mi memoria no me falla) .
Aunque a decir verdad el auge del sistema capitalista en Europa empieza con la desaparición de las “leyes comunes” y la propiedad común del feudalismo y la apropiación de tierras por parte de la aristocracia con los “cercamientos”, primero en Inglaterra, luego en Europa Occidental.
La llegada de dinero, sin el cual el capitalismo carecería de capital; con la trata de esclavos negros y la llegada de oro; plata y otros bienes de las nuevas colonias europeas en América y Asia.
Así fue como la inflación arruinó a España y enriqueció a buena parte de Europa del Noroeste.
El final del artículo del señor Valenzuela no me parece tener mucha relación con el Capitalismo. Pero hay algo que me choca. Este señor escribe;
“En EU las ideas y los valores que le dieron vida al país de la libertad se habían estado olvidando”
Nadie discute que Estados Unidos es un país de libertad. Pero cuando se escribe "EL país de la libertad" se da a entender a los que saben leer que ése es el único país donde hay libertad.
Los ciudadanos de países donde existe libertad de pensamiento, de expresión, de circulación, de emprender…por ejemplo Canadá, los países de la Unión Europea, Australia y otros más, pueden encontrar esa expresión algo insultante.
.
Me esperaba pues leer un artículo que tratara del nacimiento y de la evolución del capitalismo a lo largo de los siglos.
Schumpeter, por ejemplo, supone el nacimiento de este sistema en la antigüedad grecorromana, aunque hace algunos años, hablando con un profesor de universidad uzbeco sobre la economía de la “ruta de la seda”, al ver una viejas monedas en el museo de Bújara me enteré de que los precios de aquellos mercaderes eran libres y obedecían a la ley intemporal de la oferta y la demanda lo que acarreaba un incremento notable de la riqueza de algunos de ellos y era pues ya una forma de “capitalismo”.
En realidad el señor Valenzuela trata de la Economía a partir de la segunda mitad del siglo XVIII y más precisamente a partir de la publicación del libro de Adam Smith “La riqueza de las naciones”.
Antes, nos dice, el mundo vivía en un estado de pobreza invariable salvo algunos aristócratas o gobernantes privilegiados. El articulista escribe:
“En el siglo 18, cuando la expectativa de vida era de 40 años, el escritor inglés, Thomas Hobbes, calificaría esa vida como solitaria, pobre, repugnante, brutal y muy corta”
Me parece que no se puede aceptar esta afirmación sin matices. Hobbes, en el siglo XVII, en su Leviatán nos habla de un estado mítico de la humanidad, el estado natural o de naturaleza en el cual la humanidad vivía como señala el articulista, pero luego el hombre da paso a otro estado; el civil; en el cual la humanidad se organiza creando ese monstruo estatista que constituye el Leviatán.
El señor Valenzuela parece pensar que a partir de 1776, como por arte de magia, las dificultades de los hombres van a desaparecer gracias al libro de Smith. Cito:
“Ese fue el periodo conocido como el de la “Iluminación” y los franceses lo bautizaran como l’ age des lumieres. Por primera vez en la historia los trabajadores aspiraban obtener un mínimo básico de alimentación, de vivienda, de ropa”
No veo inconveniente en que se le llame a ese periodo “Iluminación” aunque este término me hace pensar más en “alumbrado” que en otra cosa, pero yo, personalmente, prefiero el término consagrado en nuestro idioma que es Ilustración”
Sigo citando:
“La Riqueza de las Naciones fue el disparo intelectual escuchado alrededor del mundo. Adam Smith, niño de la era de la Razón de Escocia, había plasmado sobre papel la fórmula universal de prosperidad e independencia financiera”
“Ofrecía una fórmula para la emancipación del trabajador del penoso mundo Hobbesiano. En pocas palabras, La Riqueza de las Naciones era una declaración mundial de independencia económica”
Quisiera señalar que las ideas político económicas de Adam Smith no salieron de la nada.
En Inglaterra y en Francia, por donde viajó mucho, recogió ideas que él tuvo el mérito de sintetizar.
Notemos por ejemplo a los economistas franceses como Quesnay y Turgot y al mismo Hume quien fue su amigo.
En cuanto a las finanzas, en la "Riqueza de las naciones" se nota una enorme desconfianza hacia éstas; Smith había sido testigo del desastre financiero en Escocia unos años antes.
Ya al final del artículo el señor Valenzuela parece pensar que la Revolución Industrial fue una consecuencia de las ideas de Adams Smith.
En realidad esa Revolución ya había comenzado cuando el pensador publicó su famoso libro y no parece haberle dado mucha importancia.
La Revolución Industrial no fue la consecuencia de una teoría económica sino del progreso científico y técnico; máquinas de vapor, hiladoras, etc,etc. Las cuales con el desarrollo de los ferrocarriles, fábricas de tejidos y otras cambiaron la sociedad enriqueciendo a una parte de la burguesía y creando al proletariado.
El Capitalismo, ya antiguo, cambió de forma.
Digo antiguo porque historiadores y civilizacionistas de talento como Fernand Braudel lo ven ya en la Florencia del siglo XIV; ya está en Flandes en el siglo XV: creación de la Bolsa de Brujas en 1409 y de Amberes en 1430 (si mi memoria no me falla) .
Aunque a decir verdad el auge del sistema capitalista en Europa empieza con la desaparición de las “leyes comunes” y la propiedad común del feudalismo y la apropiación de tierras por parte de la aristocracia con los “cercamientos”, primero en Inglaterra, luego en Europa Occidental.
La llegada de dinero, sin el cual el capitalismo carecería de capital; con la trata de esclavos negros y la llegada de oro; plata y otros bienes de las nuevas colonias europeas en América y Asia.
Así fue como la inflación arruinó a España y enriqueció a buena parte de Europa del Noroeste.
El final del artículo del señor Valenzuela no me parece tener mucha relación con el Capitalismo. Pero hay algo que me choca. Este señor escribe;
“En EU las ideas y los valores que le dieron vida al país de la libertad se habían estado olvidando”
Nadie discute que Estados Unidos es un país de libertad. Pero cuando se escribe "EL país de la libertad" se da a entender a los que saben leer que ése es el único país donde hay libertad.
Los ciudadanos de países donde existe libertad de pensamiento, de expresión, de circulación, de emprender…por ejemplo Canadá, los países de la Unión Europea, Australia y otros más, pueden encontrar esa expresión algo insultante.
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Last edit: 18 Jan 2020 08:55 by Abelardo Pérez García. Reason: rectificación del nombre
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