¿Por qué nos quejamos de la libertad?

  • José Azel
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¿Por qué nos quejamos de la libertad?

11 Oct 2019 14:47
#11152
Por definición, un gobierno expandido disminuye libertades. Cualquier función que pidamos al gobierno requiere que concedamos parte de nuestra libertad y nuestro tesoro. Sin embargo, grandes segmentos de la población favorecen un gobierno ampliado, lo que significa que favorecen menos libertades. Esto se ejemplifica en nuestro deseo de regulaciones gubernamentales.

De acuerdo a una encuesta del 2012 del Pew Research Center, 40% del público considera que regular los negocios es necesario para proteger el interés público. Entre los demócratas la proporción sube al 57% que cree que las regulaciones gubernamentales son necesarias. Generalmente, el público americano apoya abrumadoramente fortalecer regulaciones o mantenerlas como están en áreas específicas como seguridad alimenticia y protección del medio ambiente.

Desde los 1930s, comenzando particularmente con la administración de Franklin D Roosevelt, los americanos comenzaron a desarrollar la perspectiva de que la política pública debería asumir un amplio rol paternalista en la sociedad. Hoy ese paternalismo se extiende hasta la supervisión, aprobación, prohibición o control de la producción, compra, venta y consumo de cualquier producto o servicio en el mercado.

El paternalismo implica la creencia de que no se puede confiar que las personas tomen buenas decisiones, forzando a los reguladores gubernamentales a actuar. Entonces, la motivación para muchas regulaciones paternalistas son las dos convicciones de que los individuos toman malas decisiones cuando se les deja pensar por sí mismos, y que los empresarios, codiciosos, defraudan la confianza pública haciendo trampas para incrementar ganancias.

Sí, el comercio es una operación interesada que estimula y recompensa la conducta egoísta. Pero eso no conlleva que hacer negocios equivale a explotar clientes. Al contrario, en un sistema de libre empresa competitiva las ganancias son resultado de ofrecer valores superiores a los clientes, no de explotarlos.

Las regulaciones gubernamentales conllevan la transferencia de autoridad y toma de decisiones de las personas a aquellos que tienen poder político. Muy lejano del “sistema de libertad natural” descrito por Adam Smith, donde el gobierno se restringiría a defensa nacional, policía, tribunales y un limitado número de servicios públicos. Las regulaciones gubernamentales ignoran el gran descubrimiento del siglo 18 de que cuando las personas siguen sus criterios propios, los resultados para la sociedad son muy superiores que cuando se permite a los gobiernos dirigir nuestros asuntos.

Otra razón por la que muchos objetan la libertad y favorecen la expansión del gobierno y menos libertades es porque la libertad es fuente de desigualdades. En una sociedad libre siempre debemos esperar resultados desiguales. Consecuentemente, el pensamiento socialista argumenta que el poder coercitivo del gobierno debe utilizarse para regular forzosamente las desigualdades de ingresos.

Para el socialismo es fundamental la creencia de que la vida de la persona no pertenece al individuo, sino más bien a la comunidad o sociedad. Consecuentemente, las personas no tienen derechos propios y deben sacrificarlos al “bienestar mayor” de la sociedad. Los socialistas no ven problema en permitir al gobierno utilizar la fuerza para obtener una predeterminada distribución de la riqueza; aun cuando tal distribución solamente puede lograrse interfiriendo continuamente en nuestras libertades.

Además, una distribución igualitaria forzada de la riqueza es un objetivo inalcanzable. Incluso si fuera posible alcanzar, por un instante, una distribución deseada de riquezas, tal distribución inmediatamente comenzaría a quebrarse cuando las personas prefieran intercambiar productos y servicios con otras, o ahorrar o producir en diferentes cantidades.

Un gobierno socialista ampliado implica el principio del doble efecto identificado por Tomás de Aquino en su Summa Theológica al evaluar la justificación de un acto. El gobierno tiene el dañino doble efecto de reducir libertades. La usurpación por el gobierno de la libertad es inseparable de cualquier buen resultado que se pretenda. O como dijo el economista Jean-Baptiste Say, “…la mera interferencia [del gobierno] es un mal en sí misma, aun cuando sea útil…”.

Al ampliarse el gobierno nuestra libertad se debilita. Un estado paternalista invasivo y coercitivo viola la concepción americana de sociedad justa en la cual se asegura a la ciudadanía la libertad de escoger cómo diseñar su propio futuro sin interferencia gubernamental. Cuando apoyamos expansión del gobierno estamos quejándonos de nuestra libertad.
  • Abelardo Pérez García
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Re: ¿Por qué nos quejamos de la libertad?

05 Nov 2019 10:50
#11184
Quisiera añadir algunos comentarios al interesante artículo de José Azel.
El carácter didáctico de su ponencia en once párrafos aseverativos me conducen a las reflexiones siguientes:

El “socialismo” del que habla este forista es en realidad el leninismo que tantos estragos hizo en la antigua URRS y luego en los países de Europa del Este y que no tiene nada que ver con el “socialismo” de la mayoría de los países europeos.
No voy a volver sobre la historia de esta corriente de pensamiento pero lo que podemos llamar “socialismo democrático» es la convicción de que puede existir más igualdad (de derechos) y mayor justicia sin apartarse de los principios democráticos.
Esta corriente del pensamiento socialista desde 1917 se apartó del leninismo y de sus acciones criminales y autoritarias alejándose progresivamente del análisis marxista. El “comunismo” y el “socialismo democrático” son hoy dos pensamientos totalmente distintos. Me parece que el señor Azel pasa por alto estos matices.

Vamos a analizar ahora algunas de las aseveraciones del forista:

la motivación para muchas regulaciones paternalistas son las dos convicciones de que los individuos toman malas decisiones cuando se les deja pensar por sí mismos, y que los empresarios, codiciosos, defraudan la confianza pública haciendo trampas para incrementar ganancias.
Esta primera “convicción” nos habla de las malas decisiones de los individuos; Se deduce que habla de todos y no de algunos.
La segunda es más sutil pero igualmente falsa: José Azel escribe: “los empresarios, codiciosos,” y no “los empresarios codiciosos” ¿cuál es la diferencia? Pues que en el primer caso se establece que los empresarios todos son codiciosos y en la segunda que entre los empresarios hay algunos que son codiciosos y otros no. El hecho de poner las comas cambia totalmente el sentido.
Esto tiene mucha importancia; cuando una persona pone una alarma en su casa para protegerla de los posibles robos no piensa que todos los ciudadanos que pasan por su calle son ladrones pero sabe que entre ellos puede que haya algunos y de ellos se protege. Cuando el gobierno, horriblemente paternalista, decreta controles no piensa que todos los empresarios son codiciosos ni que todos quieren estafar al público pero como entre ellos puede haber alguno que otro que sí lo sea pues entonces el gobierno hace leyes para proteger a la población.

En otro párrafo escribe:
Para el socialismo es fundamental la creencia de que la vida de la persona no pertenece al individuo, sino más bien a la comunidad o sociedad. Consecuentemente, las personas no tienen derechos propios y deben sacrificarlos al “bienestar mayor” de la sociedad. Los socialistas no ven problema en permitir al gobierno utilizar la fuerza para obtener una predeterminada distribución de la riqueza; aun cuando tal distribución solamente puede lograrse interfiriendo continuamente en nuestras libertades.

Ya vimos que seguramente se trata del “socialismo” de Lenin, de Mao o de Kim Jung Un. Si Tony Blair, Lionel Jospin o Enrico Boselli leyeran este párrafo se escandalizarían y lo acusarían de difamación Sería interesante que nuestro forista citara un solo caso de un país europeo en que un gobierno dirigido por los socialistas haya utilizado o permitido utilizar la fuerza para obtener alguna “predeterminada distribución de la riqueza”. Decir que para los “socialistas” las personas no tienen derechos propios prueba no conocer las diferentes formas de “socialismo” que expliqué al principio.

Más abajo leemos:
La usurpación por el gobierno de la libertad es inseparable de cualquier buen resultado que se pretenda. O como dijo el economista Jean-Baptiste Say, “…la mera interferencia [del gobierno] es un mal en sí misma, aun cuando sea útil…”.
Confieso que he pasado un largo rato tratando de entender esta frase; en resumen dice que “la usurpación de la libertad” es inseparable del “buen resultado” …sigo sin entender pero lo que me agrada de este párrafo es la alusión a un pensador que no es anglosajón, Jean-Baptiste Say, economista francés de finales del XVIII y principios del XIX, lo suficientemente interesante para que pensadores de la categoría de Ricardo, Marx y Keynes lo hayan elogiado.
De joven se lanzó de lleno en la Revolución Francesa y pasó los dos años del Terror escribiendo en su periódico sin que le cortaran la cabeza. Seguidor de Quesnay (los fisiócratas) y de Adams, es un economista “clásico” conocido por su idea, demasiado condensada en “la producción crea su propia demanda”.
En la citación de José Azel el segundo sentido, pero muy importante, es que la utilidad de algo no basta para hacerlo si en sí mismo constituye un mal.
En el sentido del forista significa que aunque la intervención del Estado pueda producir un resultado útil es mejor no hacerlo porque en sí misma esta intervención es un mal.
El razonamiento no me convence porque si para salvar la vida de un hombre (resultado útil) hay que amputarlo de una pierna (mal en sí mismo) creo que hay realizar la amputación.

He sido un poco largo así que me detengo aquí.
Quiero añadir para disipar cualquier duda, que en mi país de residencia del que soy ciudadano jamás he votado por el Partido Socialista sino siempre por partidos de Centro Derecha.
Lo que pasa es que no me gusta dejar pasar ideas que me parecen erróneas y no quisiera que los lectores se crean que gente como François Mitterand, Tony Blair y muchos otros son como Kim Il Sung o Nicolás Maduro.
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