Un debate de ideas, información y puntos de vista no debe incidir en la amistad ni en las buenas relaciones personales, mucho menos causarle a la buena armonía social cualquier tipo de turbación. Por tanto, separo estrictamente los debates de las relaciones personales. El afecto que siento por mis amigos es sincero e inquebrantable.
Los debates son para aclarar las cosas y, en el mejor de los casos, para hacer reflexionar a los que difieren. Estoy convencido de que en ningún debate haya alguien que sea poseedor de TODA la razón. Por tanto, estimo que este debate, como muchos otros, es enriquecedor, y lamento que Müller no haya seguido interviniendo con sus ideas, que seguramente tendrían otra edificante perspectiva.
Al final de su último mensaje, Abelardo destaca algunas de las ominosas sombras históricas que pueden achacarse a los que en esos episodios se llamaban "cristianos". Tales hechos no son discutibles, aunque podríamos analizar cada uno de ellos en el contexto de la época y en el ambiente social y político en que sucedieron, pero si fuéramos a entrar en tales detalles, deberíamos entonces abrir otro tema.
La historia está plagada de crueldades, abusos, guerras y ambiciones desmedidas. Ninguna institución puede pretender siquiera estar por encima de tales realidades, sino que debe enfrentarlas en un acto de contrición perpetuo que reconozca y trate de remediar (en lo posible) las imperfecciones humanas.
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