El feminismo y la inclusión llevados al nivel del absurdo
- Miguel Saludes
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El feminismo y la inclusión llevados al nivel del absurdo
05 Mar 2018 19:54
Inclusión, sexismo, acoso y maltrato ocupan por estos días un lugar preponderante en los espacios públicos y noticiosos. Desde que estallara el escándalo de acusaciones contra el productor Harvey Weinstein, el movimiento anti acoso femenino consiguió colocarse en primera línea mundial con la imagen de actrices vestidas de negro en diversos escenarios, desde la entrega de los Globos de Oro, el Goya del cine español o el recién concluido Festival de San Remo en Italia. La repercusión lograda por el movimiento conocido como Mee Too en adherencia solidaria con las víctimas de acoso, tuvo su primer choque precisamente con otro grupo de féminas reconocidas, encabezadas por la estrella de cine Brigitd Bardot, quien señaló de exagerados y oportunistas a los primeros. Y en parte no le faltaba razón a la diva francesa.
La avalancha de denuncias sobre este tipo de incidentes ha viajado en el tiempo poniendo en la picota pública a no pocas caras conocidas del arte y la política, haciendo que la protesta contra iniquidades cometidas por quienes gozan del poder, haya producido dudosas imputaciones contra figuras masculinas en diferentes esferas. Una de ellas la que intentó la actriz Heather Lind contra un anciano George Bush por un supuesto tocamiento inapropiado o la larga retrotracción en el tiempo, de casi 36 años, para acusar un tocamiento atribuido al actor Michael Douglas por una ex secretaria. Situaciones parecidas que se multiplican en la actual coyuntura haciendo que un problema tan delicado como el abuso de género quede expuesto a criterios de poca seriedad. La crónica judicial española trae un episodio ilustrativo ocurrido en un juzgado de Valencia donde un hombre fue multado por soltar una ruidosa ventosidad en medio de una discusión con su esposa. La denuncia, llevada ante el juzgado de Violencia sobre la Mujer, fue admitida como hecho constitutivo de atentado contra la dignidad de la ex pareja.
Pero las cosas trascienden del acoso, el derecho y la igualdad a otros episodios absurdos relacionados con el sexismo y la inclusión, creando excesos polémicos en cuestiones de innovaciones hechas al idioma por socialistas y radicales de la izquierda española, el uso del vestuario femenino, cambios en letras de himnos nacionales y hasta cuestionamientos que ponen en juicio el concepto tradicional de la constitución familiar humana.
En Canadá la letra del himno nacional ha sido revisada para que una de sus estrofas se acoja a los parámetros neutrales de género. Para ello el Senado aprobó la modificación de dos palabras consideradas claves. El verso en su versión original "que el verdadero amor patriota en todos tus hijos reine" quedaría modificado de manera que “los hijos” sea sustituido por la referencia “todos nosotros”. El cambio, en espera del visto bueno senatorial que lo convierta en ley, fue acogido como un “logro” por la poetisa y crítica literaria canadiense Margaret Atwood y por su compatriota senadora Frances Lankin. Ellas afirman que con la nueva fórmula podrán cantar con orgullo el himno patrio al sentirse representadas.
En otra materia relacionada con el tema, un código sobre la vestimenta femenina promocionado en la Universidad Pontificia de Medellín levantaba el revuelo, mientras que en el Reino Unido una escuela privada aprobaba un reglamento para el uso de un uniforme neutro que no defina a varones y hembras, y que resulte a la vez inclusivo para los alumnos transgénico. En el centro colombiano se trata de dictar un estilo de ropa para las muchachas para evitar prendas con escotes profundos, faldas cortas o piezas ajustadas al cuerpo, colocando en la parte femenina del vestir el énfasis de culpabilidad provocativa Por razones diversas en el cole inglés de East Sussex, el parámetro del diseño en las vestimentas busca equiparar a los sexos eliminando en lo posible distinciones acordes a la ropa. Corbatas y pantalones o shorts para estudiantes y estudiantas (para cumplir requerimientos inclusivistas), pretende solventar el problema con vestuarios comunes donde las diferencias de sexo queden anuladas lo más posible, como si esto en sí fuera un grave problema. En esta cuestión la incongruencia se produjo en un programa de la televisión española cuando las panelistas de Entre Amigas defendían la eliminación de las azafatas en el ciclismo (con la oposición desafiante de una invitada perteneciente al gremio). La discusión derivó hacia la necesidad de cambiar ciertos uniformes deportivos, en particular los de atletas de campo y pista, tenis y el básquet, por su corte sexista. Una propuesta que termina por coincidir con las restricciones impuestas por el Islam a deportistas de países musulmanes, que tanto critican estas feministas occidentales.
Otro aspecto que llega a límites risibles es el rupturismo idiomático con el que se pretende eliminar el uso del masculino genérico. Ocurre fundamentalmente en los partidos de izquierda, en particular españoles, caricaturizados por la distinción constante que hacen en sus discursos al enfatizar de manera indiscriminada los términos de compañeras y compañeros, ciudadanos y ciudadanas, niños y niñas o jóvenes y jóvenas, este último un aporte de la titular de Educación santacruceña, la argentina María Cecilia Velázquez. El punto alcanzó máximos de discusión cuando en recientes debates en el congreso español la porta voz del Partido Podemos se auto designó porta voza del grupo. Ya antes el Secretario General del PSOE había hecho una de sus contribuciones con el uso de “miembra” en una de sus intervenciones, dizque a modo de guasa.
Otras cuestiones menos graciosas relacionada con este movimiento inclusivista y asexuado tuvo lugar en Francia con una ley propuesta por el anterior gobierno de Hollande que pretende eliminar las palabras Padre y Madre de los documentos oficiales. El pretexto de la reforma sustitutiva de progenitores uno y dos para referirse a los padres, se sustenta en evitar el sentimiento discriminatorio entre los hijos adoptados por parejas homosexuales. Un concepto inclusivo que se repite en Gran Bretaña con la versión parent one y parent two o en la idea defendida por Zapatero de progenitor A y B. Un despropósito sobre el que varios especialistas alertan es una puerta abierta a peligros tales como el negocio de la maternidad subrogada, la experimentación con híbridos humanos y la ectogenésis.
La situación comienza a generar paralelismo en el bando masculinista. En Sacramento la representativa demócrata Cristina García, figura destacada contra el acoso femenino, ha sido acusada por el asistente Daniel Ferro por tocamientos inapropiados, en un hecho que se remite al 2014. Y no faltan los que a manera solidaria lanzan campañas vestidos con prendas femeninas o los que en broma comienzan a proponer la masculinización del nombre de algunos oficios y especialidades; taxistos, maquinistos, dentistos, cosmonautos y astronautos, para que la inclusividad sea completa y justa en ambos sentidos. Y para que el absurdo sea total.
La avalancha de denuncias sobre este tipo de incidentes ha viajado en el tiempo poniendo en la picota pública a no pocas caras conocidas del arte y la política, haciendo que la protesta contra iniquidades cometidas por quienes gozan del poder, haya producido dudosas imputaciones contra figuras masculinas en diferentes esferas. Una de ellas la que intentó la actriz Heather Lind contra un anciano George Bush por un supuesto tocamiento inapropiado o la larga retrotracción en el tiempo, de casi 36 años, para acusar un tocamiento atribuido al actor Michael Douglas por una ex secretaria. Situaciones parecidas que se multiplican en la actual coyuntura haciendo que un problema tan delicado como el abuso de género quede expuesto a criterios de poca seriedad. La crónica judicial española trae un episodio ilustrativo ocurrido en un juzgado de Valencia donde un hombre fue multado por soltar una ruidosa ventosidad en medio de una discusión con su esposa. La denuncia, llevada ante el juzgado de Violencia sobre la Mujer, fue admitida como hecho constitutivo de atentado contra la dignidad de la ex pareja.
Pero las cosas trascienden del acoso, el derecho y la igualdad a otros episodios absurdos relacionados con el sexismo y la inclusión, creando excesos polémicos en cuestiones de innovaciones hechas al idioma por socialistas y radicales de la izquierda española, el uso del vestuario femenino, cambios en letras de himnos nacionales y hasta cuestionamientos que ponen en juicio el concepto tradicional de la constitución familiar humana.
En Canadá la letra del himno nacional ha sido revisada para que una de sus estrofas se acoja a los parámetros neutrales de género. Para ello el Senado aprobó la modificación de dos palabras consideradas claves. El verso en su versión original "que el verdadero amor patriota en todos tus hijos reine" quedaría modificado de manera que “los hijos” sea sustituido por la referencia “todos nosotros”. El cambio, en espera del visto bueno senatorial que lo convierta en ley, fue acogido como un “logro” por la poetisa y crítica literaria canadiense Margaret Atwood y por su compatriota senadora Frances Lankin. Ellas afirman que con la nueva fórmula podrán cantar con orgullo el himno patrio al sentirse representadas.
En otra materia relacionada con el tema, un código sobre la vestimenta femenina promocionado en la Universidad Pontificia de Medellín levantaba el revuelo, mientras que en el Reino Unido una escuela privada aprobaba un reglamento para el uso de un uniforme neutro que no defina a varones y hembras, y que resulte a la vez inclusivo para los alumnos transgénico. En el centro colombiano se trata de dictar un estilo de ropa para las muchachas para evitar prendas con escotes profundos, faldas cortas o piezas ajustadas al cuerpo, colocando en la parte femenina del vestir el énfasis de culpabilidad provocativa Por razones diversas en el cole inglés de East Sussex, el parámetro del diseño en las vestimentas busca equiparar a los sexos eliminando en lo posible distinciones acordes a la ropa. Corbatas y pantalones o shorts para estudiantes y estudiantas (para cumplir requerimientos inclusivistas), pretende solventar el problema con vestuarios comunes donde las diferencias de sexo queden anuladas lo más posible, como si esto en sí fuera un grave problema. En esta cuestión la incongruencia se produjo en un programa de la televisión española cuando las panelistas de Entre Amigas defendían la eliminación de las azafatas en el ciclismo (con la oposición desafiante de una invitada perteneciente al gremio). La discusión derivó hacia la necesidad de cambiar ciertos uniformes deportivos, en particular los de atletas de campo y pista, tenis y el básquet, por su corte sexista. Una propuesta que termina por coincidir con las restricciones impuestas por el Islam a deportistas de países musulmanes, que tanto critican estas feministas occidentales.
Otro aspecto que llega a límites risibles es el rupturismo idiomático con el que se pretende eliminar el uso del masculino genérico. Ocurre fundamentalmente en los partidos de izquierda, en particular españoles, caricaturizados por la distinción constante que hacen en sus discursos al enfatizar de manera indiscriminada los términos de compañeras y compañeros, ciudadanos y ciudadanas, niños y niñas o jóvenes y jóvenas, este último un aporte de la titular de Educación santacruceña, la argentina María Cecilia Velázquez. El punto alcanzó máximos de discusión cuando en recientes debates en el congreso español la porta voz del Partido Podemos se auto designó porta voza del grupo. Ya antes el Secretario General del PSOE había hecho una de sus contribuciones con el uso de “miembra” en una de sus intervenciones, dizque a modo de guasa.
Otras cuestiones menos graciosas relacionada con este movimiento inclusivista y asexuado tuvo lugar en Francia con una ley propuesta por el anterior gobierno de Hollande que pretende eliminar las palabras Padre y Madre de los documentos oficiales. El pretexto de la reforma sustitutiva de progenitores uno y dos para referirse a los padres, se sustenta en evitar el sentimiento discriminatorio entre los hijos adoptados por parejas homosexuales. Un concepto inclusivo que se repite en Gran Bretaña con la versión parent one y parent two o en la idea defendida por Zapatero de progenitor A y B. Un despropósito sobre el que varios especialistas alertan es una puerta abierta a peligros tales como el negocio de la maternidad subrogada, la experimentación con híbridos humanos y la ectogenésis.
La situación comienza a generar paralelismo en el bando masculinista. En Sacramento la representativa demócrata Cristina García, figura destacada contra el acoso femenino, ha sido acusada por el asistente Daniel Ferro por tocamientos inapropiados, en un hecho que se remite al 2014. Y no faltan los que a manera solidaria lanzan campañas vestidos con prendas femeninas o los que en broma comienzan a proponer la masculinización del nombre de algunos oficios y especialidades; taxistos, maquinistos, dentistos, cosmonautos y astronautos, para que la inclusividad sea completa y justa en ambos sentidos. Y para que el absurdo sea total.
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