Merecido homenaje a Cristóbal Colón
- Gerardo E. Martínez-Solanas
-
Topic Author
- Offline
- Moderator
-
- Posts: 838
- Thanks: 78
Merecido homenaje a Cristóbal Colón
07 Oct 2017 22:51
En vísperas de la conmemoración del descubrimiento de América por los españoles y el homenaje al marino explorador que promovió y dirigió la aventura allende los mares, es lamentable e indignante contemplar la sórdida campaña impulsada por una ralea de iconoclastas selectivos que pretenden reescribir la historia, sembrando el odio étnico y tergiversando los fundamentos de nuestra sociedad, hasta el punto de promover el derribo de las estatuas y monumentos erigidos a Cristóbal Colón y a otros personajes históricos, pero no se molestan con que se le rinda homenaje a figuras tan siniestras como el Ché Guevara y otras de igual o peor calaña.
No cabe duda que en la historia del descubrimiento de América hay episodios verdaderamente indignantes y otros mucho más denostables posteriormente perpetrados por los conquistadores, pero los historiadores han sabido analizar el contexto de la época llegando a conclusiones muy distantes de las que enarbolan los revoltosos que agitan violentamente estas campañas.
Los primeros choques de los españoles con los habitantes de las Antillas, fueron con los indios caribes (o caríbales en algunos documentos de la época), que estaban invadiendo ferozmente lo que hoy conocemos como Puerto Rico y Santo Domingo. Los caribes eran antropófagos y al llegar a los poblados taínos mataban a los varones, adultos y niños, y sometían a las mujeres. Años después, los conquistadores toparon con una civilización muy avanzada pero extremadamente cruel que se extendía desde México hasta partes de Centroamérica. Hacían sacrificios humanos, arrasaban los pueblos enemigos y los sometían a la esclavitud o a una dura sumisión tributaria. Los conquistadores, con fuerzas muy inferiores, fueron capaces de vencerlos porque contaron con legiones de zempoaltecas, tlaxcaltecas y otros que ansiaban desesperadamente librarse del yugo de los mexicas o aztecas.
Entre las huestes españolas que llegaban a América vinieron inicialmente muchos delincuentes y criminales, y Cristóbal Colón en particular tuvo que conformarse con esta metralla humana para poder lograr un número suficiente de tripulantes en sus primeras exploraciones. Estos se encontraron con un mundo de costumbres crueles y contiendas feroces, y reaccionaron con la misma crueldad y ferocidad. No existían entonces códigos de derechos humanos y la Iglesia Católica era apenas un débil freno moral. La lista de católicos que se empeñaron en la defensa de los nativos es larga, pero apenas logró aliviar el abuso.
Colón era un católico practicante y cuando se aprestaba a desembarcar en Guanahaní (entonces bautizada San Salvador) aquel 12 de octubre, le pidió a Don Juan de la Cosa que escribiera esta oración que le dictó en latin: «Eterno y omnipotente señor Dios, que con tu sagrada palabra criaste el cielo, la tierra y el mar, bendito y glorificado sea tu nombre, alabada tu majestad, que se ha dignado socorrer a tu humilde siervo: sea, Señor, conocido y predicado tu sagrado nombre en esta otra parte del mundo».
Empero, al Gran Almirante de este fabuloso descubrimiento, le era muy difícil, casi imposible, controlar a su agresiva tripulación. Tal es así, que en el tercer viaje fue encadenado y, como si fuera un patán, enviado a España sin más miramientos. No obstante, era generoso y a las tripulaciones de sus tres naves que en el primer viaje se habían rebelado para darle muerte, no sólo les concedió entera gracia sino que no hizo mención de la rebelión ni siquiera en su diario de viaje.
Además, basta estudiar los hechos históricos para comprobar que respetaba a los indios de manera ejemplar para la época cruel en que vivía. Las leyes que con prudencia estableció para civilizarlos y gobernarlos fueron tan justas y sabias que, a despecho de sus enemigos y de los conquistadores ambiciosos, no llegaron jamás a abolirse. En realidad, parte de los odios que lo vapulearon hasta su muerte se debieron a su compasión con los pobres indígenas y a cómo trató de reprimir con severidad la codicia de los "hidalgos" que contra toda reprimenda reincidían en vejarlos y oprimirlos.
En cuanto a la esclavitud, era una práctica común en la mayoría de las comunidades indígenas, pero a su llegada Colón trató de evitar que los españoles esclavizaran a los habitantes de las tierras descubiertas, ganándose así muchos enemigos. Por eso patrocinó la llegada de Fray Bartolomé de las Casas y otros sacerdotes que se aplicaron en la defensa de los indios.
Según el testimonio de su hijo Fernando, hermano de Diego, Colón concebía su misión como una gesta que permitiera divulgar el Evangelio en los pueblos sumidos en la oscuridad y señalaba que su nombre, Cristóbal, correspondía al destino que debía vivir. Fernando explicó en su libro biográfico que: "Igual que San Cristóbal soportó al niño Jesús sobre las aguas, así también él estaba destinado a llevar la luz del Evangelio a través del vasto océano".
No cabe duda que en la historia del descubrimiento de América hay episodios verdaderamente indignantes y otros mucho más denostables posteriormente perpetrados por los conquistadores, pero los historiadores han sabido analizar el contexto de la época llegando a conclusiones muy distantes de las que enarbolan los revoltosos que agitan violentamente estas campañas.
Los primeros choques de los españoles con los habitantes de las Antillas, fueron con los indios caribes (o caríbales en algunos documentos de la época), que estaban invadiendo ferozmente lo que hoy conocemos como Puerto Rico y Santo Domingo. Los caribes eran antropófagos y al llegar a los poblados taínos mataban a los varones, adultos y niños, y sometían a las mujeres. Años después, los conquistadores toparon con una civilización muy avanzada pero extremadamente cruel que se extendía desde México hasta partes de Centroamérica. Hacían sacrificios humanos, arrasaban los pueblos enemigos y los sometían a la esclavitud o a una dura sumisión tributaria. Los conquistadores, con fuerzas muy inferiores, fueron capaces de vencerlos porque contaron con legiones de zempoaltecas, tlaxcaltecas y otros que ansiaban desesperadamente librarse del yugo de los mexicas o aztecas.
Entre las huestes españolas que llegaban a América vinieron inicialmente muchos delincuentes y criminales, y Cristóbal Colón en particular tuvo que conformarse con esta metralla humana para poder lograr un número suficiente de tripulantes en sus primeras exploraciones. Estos se encontraron con un mundo de costumbres crueles y contiendas feroces, y reaccionaron con la misma crueldad y ferocidad. No existían entonces códigos de derechos humanos y la Iglesia Católica era apenas un débil freno moral. La lista de católicos que se empeñaron en la defensa de los nativos es larga, pero apenas logró aliviar el abuso.
Colón era un católico practicante y cuando se aprestaba a desembarcar en Guanahaní (entonces bautizada San Salvador) aquel 12 de octubre, le pidió a Don Juan de la Cosa que escribiera esta oración que le dictó en latin: «Eterno y omnipotente señor Dios, que con tu sagrada palabra criaste el cielo, la tierra y el mar, bendito y glorificado sea tu nombre, alabada tu majestad, que se ha dignado socorrer a tu humilde siervo: sea, Señor, conocido y predicado tu sagrado nombre en esta otra parte del mundo».
Empero, al Gran Almirante de este fabuloso descubrimiento, le era muy difícil, casi imposible, controlar a su agresiva tripulación. Tal es así, que en el tercer viaje fue encadenado y, como si fuera un patán, enviado a España sin más miramientos. No obstante, era generoso y a las tripulaciones de sus tres naves que en el primer viaje se habían rebelado para darle muerte, no sólo les concedió entera gracia sino que no hizo mención de la rebelión ni siquiera en su diario de viaje.
Además, basta estudiar los hechos históricos para comprobar que respetaba a los indios de manera ejemplar para la época cruel en que vivía. Las leyes que con prudencia estableció para civilizarlos y gobernarlos fueron tan justas y sabias que, a despecho de sus enemigos y de los conquistadores ambiciosos, no llegaron jamás a abolirse. En realidad, parte de los odios que lo vapulearon hasta su muerte se debieron a su compasión con los pobres indígenas y a cómo trató de reprimir con severidad la codicia de los "hidalgos" que contra toda reprimenda reincidían en vejarlos y oprimirlos.
En cuanto a la esclavitud, era una práctica común en la mayoría de las comunidades indígenas, pero a su llegada Colón trató de evitar que los españoles esclavizaran a los habitantes de las tierras descubiertas, ganándose así muchos enemigos. Por eso patrocinó la llegada de Fray Bartolomé de las Casas y otros sacerdotes que se aplicaron en la defensa de los indios.
Según el testimonio de su hijo Fernando, hermano de Diego, Colón concebía su misión como una gesta que permitiera divulgar el Evangelio en los pueblos sumidos en la oscuridad y señalaba que su nombre, Cristóbal, correspondía al destino que debía vivir. Fernando explicó en su libro biográfico que: "Igual que San Cristóbal soportó al niño Jesús sobre las aguas, así también él estaba destinado a llevar la luz del Evangelio a través del vasto océano".
Reply to Gerardo E. Martínez-Solanas
Moderators: Miguel Saludes, Abelardo Pérez García, Oílda del Castillo, Ricardo Puerta, Antonio Llaca, Helio J. González, Efraín Infante, Pedro S. Campos, Héctor Caraballo
Time to create page: 0.411 seconds