Cuando las hojas de la Historia venezolana se asienten, el mundo mirará asombrado a la nación bolivariana y se preguntará cómo fue posible esa tragedia, sin que las naciones e instituciones democráticas no actuaran prontamente para liberar al pueblo de su terrible sufrimiento.
Al igual que el Holocausto de la II Guerra Mundial, unos y otros se echarán la culpa y se esgrimirá como excusa la famosa “no injerencia en los asuntos internos de los países”, pretexto usado por Fidel Castro y su hermano Raúl, pero que se violó desde los tempranos tiempos del desembarco de tropas cubanas en la playa de Machurucuto en 1967 y siguió con el envío de armas a la guerrilla, encabezada por Douglas Bravo.
La guerrilla
Me consta directamente esa última intromisión, ya que el guerrillero, en una entrevista, me contestó triunfante: ¡Fidel Castro! cuando le pregunté quién les enviaba las armas.
Yo era reportera de Radio Caracas Televisión y la Dirección me había enviado a hacerle una entrevista al famoso guerrillero venezolano. Me taparon los ojos con una venda y me condujeron a mí, y a los miembros del equipo que me acompañaba, “a un lugar de la selva”, pero que resultó ser el Jardin Botánico de Caracas.
Allí, el eufórico guerrillero hizo declaraciones que confirmaron el envío de armas a los guerrilleros venezolanos, entrenados, armados y financiados por Fidel Castro en territorio cubano, con el fin de que se incorporaran a un amplio movimiento insurreccional.
Cabe destacar que esa primera avanzada invasora estaba bajo el mando del Comandante Arnaldo Ochoa Sánchez, héroe nacional por su actuación en Angola, y quien fue fusilado por Castro junto a otros cuatro implicados en la Causa No 1, el 13 de julio de 1989.
Con la iglesia topamos, Sancho
Cuarenta y nueve años después, es el papa Francisco el que interviene en asuntos de injerencia que solo le atañe a Venezuela resolverlos. Las naciones e instituciones internacionales que podrían haberlo hecho en forma neutral, no han querido entrometerse.
Sin embargo, la intervención del Vaticano solo ha beneficiado al régimen de Nicolás Maduro, dándole oxígeno y tiempo para reponerse y fortalecer la dictadura, contra el pueblo que se le opone y ha pedido un plebiscito para sacarlo del poder.
El diálogo entre el gobierno y la oposición ha sido postergado para el 13 de enero del 2017.
Mientras tanto, el Holocausto del pueblo venezolano sigue, sin alimentos, sin medicinas, a merced de un hampa desbocada y con decenas de presos políticos que sufren torturas en las tétricas cárceles de El Helicoide y Ramo Verde.
El mundo va a tener que responder, tarde o temprano, a este drama.