La pifia del New York Times
- M. Clara Ospina
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La pifia del New York Times
22 Oct 2016 21:56
En Colombia, donde muchas veces la opinión de los extranjeros cuenta más que la de los propios colombianos; donde es aún común que se piense y actué como colonia europea o estadounidense, donde las ideas y las tendencias, como la comida, la música y las vestimentas, son copiadas de otros países, la opinión de la prensa internacional cuenta mucho más de lo que debería.
Muchos piensan que si lo dice el New York Times, los noruegos lo aprueban, o si Maduro y los Castro lo aplauden, es ¡maravilloso! Pero si somos los colombianos los que nos manifestamos, los que damos nuestro voto, los que criticamos, aplaudimos o condenamos algo, entonces somos unos reaccionarios, unas ignorantes ovejas lideradas hacia un precipicio.
Valiente estupidez pensar que desde la seguridad de una oficina de prensa a miles de kilómetros de Colombia, en otro continente, con otra idiosincrasia, sin conocer a cabalidad la historia, sus antecedentes y consecuencias, se puede pontificar sobre algún tema colombiano.
Peor aún, cuando se trata de algo tan complejo como el reciente referendo votado por los colombianos para aprobar o desaprobar el acuerdo firmado en la Habana, entre el Presidente Juan Manuel Santos y Timochenko, jefe máximo de las Farc, poderoso cartel del narcotráfico, bajo el auspicio de los Castro.
Es absurdo pensar que desde lejos, a través de la voz de terceros, o de esporádicas visitas al país, se conoce a cabalidad la realidad de lo que piensa el pueblo sobre los que ocurre en su propia patria.
Ese es el caso del editorial publicado por el NYT, el 14 de octubre. Desde su título “Álvaro Uribe, el hombre que está bloqueando la paz en Colombia”, está plagado de insensateces y absurdos.
Es claro que la mesa editorial del NYT no leyó las complejas 297 páginas del mencionado acuerdo, o peor, ¡No las entendió! De ahí sus opiniones tan equivocadas.
Afirmar que muchos votantes del NO lo hicieron: “bajo la influencia de una campaña excesiva y engañosa dirigida por Uribe”, demuestra una crasa ignorancia sobre cómo, realmente, se llevó a cabo la campaña para el plebiscito.
Parecen no tener idea de que fue el gobierno el que presionó a la población con toda clase de mentiras y exageraciones sobre las consecuencias de votar contra el acuerdo. De cómo Santos trató de aterrorizar a la población, amenazando con el recrudecimiento de la guerra, especialmente en las ciudades, y con el fin del cese al fuego al otro día de las elecciones, si el No ganaba.
Con seguridad los del NYT no se enteraron de las ingentes cantidades de dinero y “mermelada” que el gobierno repartió entre los medios, fundaciones y organizaciones para promocionar el SÍ. O, de la arrogancia del Presidente cuando firmó el acuerdo, en una costosísima fiesta en Cartagena ante la comunidad internacional, antes de que los colombianos lo hubiéramos aprobado en el plebiscito.
Son tantas las aberraciones que existen en este editorial, que sería demasiado largo rebatirlas en una columna. ¡El NYT se pifio! Y, consecuentemente, nos debe disculpas a los colombianos que votamos NO, democrática e independientemente; los que ante todo deseamos una paz digna y duradera, no un país entregado a las Farc, como pretendía el acuerdo.
Muchos piensan que si lo dice el New York Times, los noruegos lo aprueban, o si Maduro y los Castro lo aplauden, es ¡maravilloso! Pero si somos los colombianos los que nos manifestamos, los que damos nuestro voto, los que criticamos, aplaudimos o condenamos algo, entonces somos unos reaccionarios, unas ignorantes ovejas lideradas hacia un precipicio.
Valiente estupidez pensar que desde la seguridad de una oficina de prensa a miles de kilómetros de Colombia, en otro continente, con otra idiosincrasia, sin conocer a cabalidad la historia, sus antecedentes y consecuencias, se puede pontificar sobre algún tema colombiano.
Peor aún, cuando se trata de algo tan complejo como el reciente referendo votado por los colombianos para aprobar o desaprobar el acuerdo firmado en la Habana, entre el Presidente Juan Manuel Santos y Timochenko, jefe máximo de las Farc, poderoso cartel del narcotráfico, bajo el auspicio de los Castro.
Es absurdo pensar que desde lejos, a través de la voz de terceros, o de esporádicas visitas al país, se conoce a cabalidad la realidad de lo que piensa el pueblo sobre los que ocurre en su propia patria.
Ese es el caso del editorial publicado por el NYT, el 14 de octubre. Desde su título “Álvaro Uribe, el hombre que está bloqueando la paz en Colombia”, está plagado de insensateces y absurdos.
Es claro que la mesa editorial del NYT no leyó las complejas 297 páginas del mencionado acuerdo, o peor, ¡No las entendió! De ahí sus opiniones tan equivocadas.
Afirmar que muchos votantes del NO lo hicieron: “bajo la influencia de una campaña excesiva y engañosa dirigida por Uribe”, demuestra una crasa ignorancia sobre cómo, realmente, se llevó a cabo la campaña para el plebiscito.
Parecen no tener idea de que fue el gobierno el que presionó a la población con toda clase de mentiras y exageraciones sobre las consecuencias de votar contra el acuerdo. De cómo Santos trató de aterrorizar a la población, amenazando con el recrudecimiento de la guerra, especialmente en las ciudades, y con el fin del cese al fuego al otro día de las elecciones, si el No ganaba.
Con seguridad los del NYT no se enteraron de las ingentes cantidades de dinero y “mermelada” que el gobierno repartió entre los medios, fundaciones y organizaciones para promocionar el SÍ. O, de la arrogancia del Presidente cuando firmó el acuerdo, en una costosísima fiesta en Cartagena ante la comunidad internacional, antes de que los colombianos lo hubiéramos aprobado en el plebiscito.
Son tantas las aberraciones que existen en este editorial, que sería demasiado largo rebatirlas en una columna. ¡El NYT se pifio! Y, consecuentemente, nos debe disculpas a los colombianos que votamos NO, democrática e independientemente; los que ante todo deseamos una paz digna y duradera, no un país entregado a las Farc, como pretendía el acuerdo.
Reply to M. Clara Ospina
- José Manuel Palli
- Visitor
Re: La pifia del New York Times
27 Oct 2016 20:20
Me parece excelente la manera en que presenta su opinion la Sra. Ospina en esta columna publicada también en El Nuevo Herald de Miami. Como también me parece muy valioso para todos nosotros en este pais llamado "Cubano-América" que nuestro periodico en castellano le facilite a los colombianos este espacio para que ejerzan su derecho a opinar, y a contrastar sus opiniones.
Tengo muchos y buenos amigos colombianos polarizados por la figura de Alvaro Uribe: algunos lo celebran y otros lo detestan. Despues de todo, la polarizacion esta mas globalizada que la globalizacion misma.
Entiendo perfectamente que la Sra. Ospina se indigne ante lo que ella percibe como un anuncio politico pagado por el gobierno colombiano en las paginas del NYT, especialmente cuando ese cuestionamiento a la figura del ex-presidente colombiano es presentado como una editorial, o sea como la opinion del excelente periodico de Nueva York.
Pero espero que la señora Ospina tambien entienda la preocupación y el desconcierto de gente como yo, ciudadano de "Cubano-América", y la indignacion de la mitad (menos medio punto porcentual) de los colombianos que no piensan como ella, cuando en nuestro pais surrealista, es decir "Cubano-América", nuestros politicos cubano-americanos comparten el estrado con Alvaro Uribe y le alzan la mano como a un triunfador, sin respetar la sensibilidad de muchisimos colombianos que lo llaman "el ratòn", "la sanguijuela", y cosas peores.
Esos colombianos que detestan a Uribe (al igual que la Sra. Ospina, en todo su derecho, parece detestar al actual presidente de Colombia), lo detestan por su vinculacion (y la de su familia) con la formacion de cuadros paramilitares para defender sus intereses como terratenientes, con el mismo narcotràfico que don Alvaro asocia con las FARC, y con el extermino de cientos, si no miles, de colombianos durante su gestion de gobierno (entiendo que a quienes en la Argentina llaman "desaparecidos", en Colombia los llaman "falsos positivos").
De nuevo, celebro que esa diversidad de opinion se encuentre reflejada en las paginas de nuestros periódicos en "Cubano América", así como en estos foros de Democracia Participativa. Pero, y mas allá de la "colonización" ideológica que, según la Sra. Ospina, aqueja a los colombianos, lo cierto es que el partido por La Paz que todos los colombianos desean, incluso la Sra. Ospina y el Sr. Uribe (por sus dichos), se juega en Colombia y no en "Cubano-America".
Me temo que el hecho de que TODOS nuestros "representantes" cubano-americanos hayan encontrado el tiempo, en sus vidas TAN ocupadas, para pasarse un buen rato aplaudiendo a don Alvaro Uribe en el Doral cuando ninguno de ellos asomo sus narices en el "Bay of Pigs Museum" para estar junto al candidato de su partido en el momento en que la Brigada 2506 le daba su respaldo, convierte a este cuarteto de politicos de "Cubano América" en una suerte de Banana Republicans a los ojos de muchos.
Como no les deseo mal a nuestros "representantes", y hasta he votado por alguno de ellos, Dios quiera que esa foto alzándole el brazo a Uribe no se convierta en una pesadilla para ellos, cuando llegue el momento...
Miami esta llena de calles que los cubano-americanos con nuestras manitas hemos nombrado en homenaje a figuras como Alvaro Uribe, nombramientos que luego terminamos borrando con el codo, llevados por la vergüenza de los mas sensatos entre nosotros (que los hay...).
Tengo muchos y buenos amigos colombianos polarizados por la figura de Alvaro Uribe: algunos lo celebran y otros lo detestan. Despues de todo, la polarizacion esta mas globalizada que la globalizacion misma.
Entiendo perfectamente que la Sra. Ospina se indigne ante lo que ella percibe como un anuncio politico pagado por el gobierno colombiano en las paginas del NYT, especialmente cuando ese cuestionamiento a la figura del ex-presidente colombiano es presentado como una editorial, o sea como la opinion del excelente periodico de Nueva York.
Pero espero que la señora Ospina tambien entienda la preocupación y el desconcierto de gente como yo, ciudadano de "Cubano-América", y la indignacion de la mitad (menos medio punto porcentual) de los colombianos que no piensan como ella, cuando en nuestro pais surrealista, es decir "Cubano-América", nuestros politicos cubano-americanos comparten el estrado con Alvaro Uribe y le alzan la mano como a un triunfador, sin respetar la sensibilidad de muchisimos colombianos que lo llaman "el ratòn", "la sanguijuela", y cosas peores.
Esos colombianos que detestan a Uribe (al igual que la Sra. Ospina, en todo su derecho, parece detestar al actual presidente de Colombia), lo detestan por su vinculacion (y la de su familia) con la formacion de cuadros paramilitares para defender sus intereses como terratenientes, con el mismo narcotràfico que don Alvaro asocia con las FARC, y con el extermino de cientos, si no miles, de colombianos durante su gestion de gobierno (entiendo que a quienes en la Argentina llaman "desaparecidos", en Colombia los llaman "falsos positivos").
De nuevo, celebro que esa diversidad de opinion se encuentre reflejada en las paginas de nuestros periódicos en "Cubano América", así como en estos foros de Democracia Participativa. Pero, y mas allá de la "colonización" ideológica que, según la Sra. Ospina, aqueja a los colombianos, lo cierto es que el partido por La Paz que todos los colombianos desean, incluso la Sra. Ospina y el Sr. Uribe (por sus dichos), se juega en Colombia y no en "Cubano-America".
Me temo que el hecho de que TODOS nuestros "representantes" cubano-americanos hayan encontrado el tiempo, en sus vidas TAN ocupadas, para pasarse un buen rato aplaudiendo a don Alvaro Uribe en el Doral cuando ninguno de ellos asomo sus narices en el "Bay of Pigs Museum" para estar junto al candidato de su partido en el momento en que la Brigada 2506 le daba su respaldo, convierte a este cuarteto de politicos de "Cubano América" en una suerte de Banana Republicans a los ojos de muchos.
Como no les deseo mal a nuestros "representantes", y hasta he votado por alguno de ellos, Dios quiera que esa foto alzándole el brazo a Uribe no se convierta en una pesadilla para ellos, cuando llegue el momento...
Miami esta llena de calles que los cubano-americanos con nuestras manitas hemos nombrado en homenaje a figuras como Alvaro Uribe, nombramientos que luego terminamos borrando con el codo, llevados por la vergüenza de los mas sensatos entre nosotros (que los hay...).
Reply to José Manuel Palli
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