Teoría y Práctica del Marxismo: Ideología subyacente de la estrategia de Podemos

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Teoría y Práctica del Marxismo: Ideología subyacente de la estrategia de Podemos

08 Nov 2015 20:57
#9003
Tras el rotundo fracaso de los regímenes comunistas, con sus represiones de la libertad, sus encarcelamientos y ejecuciones, junto con el descalabro de sus sistemas económicos en todos los continentes, la humanidad daba por zanjada la experiencia marxista, confinándola en una etapa de la historia concluida y superada. La caída del Muro de Berlín redactó el certificado de defunción de un sistema que, como teoría, había llegado a ser la gran esperaza de muchos, durante décadas, pero que, en la práctica, había demostrado ser un gravísimo error histórico. Sin embargo, en la actualidad, nos encontramos en una época post-marxista en la que se intenta salvar retazos del pensamiento de Marx, mediante lecturas revisionistas de sus escritos y la publicación de comentarios interesados en la pervivencia del marxismo.

La revisión de los textos de Marx ya se inició en vida del autor. La rectificación fundamental fue la de la tesis sobre el materialismo histórico que propugnaba una ley implacable de la historia por la que los sistemas económicos evolucionaban de manera natural hacia el capitalismo para, desde él e irremisiblemente, se llegase al comunismo mediante la revolución del proletariado. Al plantearse la Revolución Rusa, se partía de un pueblo mayoritariamente agrícola, donde la mayor parte de la propiedad de la tierra era comunitaria. Si la implacable teoría defendida por el materialismo histórico tenía que cumplirse, habría que desmantelar las estructuras comunitarias, una forma de comunismo rural, para generar un proletariado e implantar el capitalismo, como fase previa al esperado triunfo del comunismo. En aquella ocasión, 1877, Marx dijo: “Si Rusia tiene que transformarse en una nación capitalista a ejemplo de los países de la Europa occidental, no lo logrará sin transformar primero en proletarios a una buena parte de sus campesinos; y en consecuencia, una vez llegada al corazón del régimen capitalista, experimentará sus despiadadas leyes.” En 1965, Althusser, un destacado teórico marxista, organizó el seminario Leer el Capital, en el que reunió un grupo de intelectuales comunistas con el propósito de rescatar a Marx del marxismo. El primero en intervenir en ese seminario fue Godelier, quien demostró que Marx no había escrito nada sobre las leyes de la historia y que la interpretación por los propagandistas marxistas del materialismo histórico era una estrategia política para imbuir en las masas la falsa idea de la inevitabilidad del comunismo.

En la actualidad, vivimos una era post-marxista en la que gran parte de la nueva teoría política que alienta en los rescoldos del marxismo, tiene sus raíces en las ideas de Gramsci. Gramsci era un líder comunista italiano que, tras la detención por Mussolini de la cúpula del Partido Comunista Italiano en 1923, pasó a convertirse en el máximo dirigente del partido, refugiándose en Viena. Tres años más tarde, fue detenido por los alemanes y entregado a Italia, donde, prácticamente, murió en la cárcel, ya que murió en el hospital al que fue trasladado desde la cárcel en estado terminal. Fue en prisión donde escribió sus Cuadernos de la cárcel.

Son las ideas marxistas de Gramsci una de las fuentes que alimentan la estrategia de los movimientos bolivarianos y la de los movimientos populistas europeos, como los de Syriza en Grecia y Podemos en España. El planteamiento de Gramsci es que la batalla política hay que darla en lo que Marx llamaba las superestructuras. Es una batalla ideológica en la que el objetivo último es la conquista del poder para, desde él, hacer la revolución y cambiar las estructuras. Para Gramsci, esa conquista ha de lograrse consiguiendo la hegemonía, lo que consiste en lograr el respaldo de la mayoría, haciéndoles creer a los ciudadanos que los objetivos del partido son los intereses del pueblo, para lo cual, conviene ocultar los verdaderos objetivos y envolverse en un velo de antisistema que capitalice el descontento y arrastre a las masas bajo la bandera del anti estado actual de las cosas, sin hablar del qué hacer ni de cómo conseguirlo.

Para alcanzar el poder está el camino de la revolución proletaria, pero no hay que descartar la vía de la participación en el juego de la democracia burguesa, como alternativa para lograr la implantación del socialismo científico; arrastrando a las masas mediante todo tipo de promesas y propaganda y capitalizando su descontento con la coyuntura en la que viven. El objetivo final es implantar la dictadura del proletariado. La estrategia a seguir para lograr el poder por la vía democrática, consiste en:

-Capitalizar el descontento de los ciudadanos, procurando identificar al propio partido como la única respuesta al cambio, sin desvelar las propias intenciones, ocultando tanto objetivos como programa bajo una nube de ambigüedad y desacreditando a quienes propongan otras alternativas de cambio, denunciándolos como continuistas.

Una vez conquistado el poder, hay que mantenerse en él por todos los medios, incluso cuando el soporte popular empiece a decaer con el desencanto de las masas por lo escaso conseguido y las nuevas penalidades. Para ello, son cinco las recomendaciones a seguir:

-Controlar los medios de comunicación, eliminando a los disidentes.

-Asegurar el soporte del ejército y las fuerzas de seguridad

-Neutralizar a la oposición

-Depurar los cuadros de mando del propio partido

-Fortalecer las alianzas con aquellos partidos que hubiesen facilitado el asalto al poder y con gobiernos ideológicamente afines que puedan ayudar desde el exterior a mantanerlo.

Para ello, hay que comenzar cuanto antes a:

-Identificar a periodistas y profesionales de los medios ideológicamente afines y trazar un plan para amordazar la libertad de información.

-Reclutar altos mandos del ejército, simpatizantes con la propia ideología, que se vinculen y comprometan con el partido, capaces de captar a otros militares, con capacidad para configurar el alto mando de la defensa y para dirigir al ejército y las fuerzas de seguridad, tras la toma del poder. Es importante prestar atención al grado y empleo de los elegidos, dado que quien recluta a un soldado, dispone de un soldado, pero quien recluta a un general dispone de una división.

-Elaborar una lista de personas a neutralizar, a fin de decapitar a la oposición tras el control del poder sin eliminarla por completo, con el objetivo de poder culpar a la oposición de las consecuencias de las medidas desacertadas y de los errores que se puedan cometer cuando se esté ejerciendo el poder.

-Identificar a los críticos con la dirección del partido que ocupan cargos de responsabilidad, a fin de eliminarlos tras la toma del poder.

-Asumir todo tipo de alianzas, internas y externas, que potencien las posibilidades de acceder al gobierno.

Si analizamos los diferentes contenidos de los sucesivos programas de Podemos, vemos como están compuestos de una serie de promesas claramente irrealizables, enmarcadas en una crítica feroz al sistema vigente, alentando el descontento, junto con la esperanza de un mundo idílico. En política económica, proponen versiones de teorías Keynesianas, sin enterarse de que la reciente crisis fue una crisis por sobre-endeudamiento debido a la aplicación incontinente de Keynes por el Gobierno Zapatero. Pero, en opinión de Pablo Iglesias, las deudas son para no pagarlas. Todo vale. El objetivo es alcanzar el poder. Al ser posible, logrando la hegemonía tras convencer al pueblo de que se comparten con él los objetivos, pero si no se logra la legitimidad que proporciona la mayoría, alcanzar el poder con los medios que sean necesarios, incluso la violencia. “El cielo se conquista”, afirmaba Pablo Iglesias. “No solo cabe la posibilidad de ganar o perder la partida, sino que también es posible modificar la configuración actual del tablero o incluso patear el tablero mismo”. Decía Iñigo Errejón.

Otro teórico del post-marxismo, Perry Anderson, decía que “La única forma de acabar con el capital es con la fuerza de las armas”. Pablo Iglesias considera que “Hay que conjugar poder y hegemonía”. Las detenciones de opositores en Venezuela y su amenaza de sacar los tanques a la calle si perdiesen las próximas elecciones, ejemplarizan la reacción de las autoridades post-marxistas cuando temen perder la hegemonía conquistada con los métodos de Gramsci y las experiencias en Corea del Norte o Cuba son un buen ejemplo de lo dicho.

Nota. Leer también sobre marxismo:

carlosdelama.blogspot.com.es/2...lse-false-false.html
carlosdelama.blogspot.com.es/2...del-marxismo-ii.html

Así como, sobre Podemos:

carlosdelama.blogspot.com.es/2...mos-y-los-otros.html
carlosdelama.blogspot.com.es/2...eguntas-podemos.html
carlosdelama.blogspot.com.es/2...velando-podemos.html
  • Gerardo E. Martínez-Solanas
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Re: Teoría y Práctica del Marxismo: Ideología subyacente de la estrategia de Podemos

23 Nov 2015 18:28
#9027
Muy interesantes los planteamientos de Carlos del Ama en su debut en este FORO PARTICIPATIVO, en los que percibimos que los pretextos ideológicos han servido en todos los tiempos para encubrir la ambición de poder. Y no simplemente del poder como una aspiración de hacer las cosas mejor sino como un arrogante absolutismo que coloque a un dictador o a un grupo de "iluminados" al timón indiscutible de la vida de todo un pueblo o, incluso, de toda la humanidad.

Este pretexto ideológico se basaba en la Edad Media en convicciones religiosas, cuando en realidad eran simples herramientas de nobles y monarcas para imponer su poder hegemónico y justificar bajo una falsa santidad religiosa las aventuras militares para lograrlo. El marxismo, el comunismo, el fascismo y el nazismo fueron otras tantas "religiones" seculares que también sirvieron de pretexto a ambiciosos y abusadores.

Hoy día se esgrimen otras variantes ideológicas en el ámbito de la política, como las señala del Ama, pero también se regresa lamentablemente al pretexto del fundamentalismo religioso para someter y dominar a los demás.

Las democracias son vulnerables ante estos embates porque su ética de libertades y derechos las obliga a tolerar las manifestaciones de sus enemigos e intentar un desairado diálogo con quienes las desprecian y se valen de las negociaciones para apuntalar los peldaños que les permitan escalar el poder absoluto.

Sin embargo, los enemigos de la democracia apenas encubren sus propósitos y con mucha frecuencia anuncian audazmente sus aspiraciones autoritarias. Debemos no sólo escucharlos con atención y entender que harán lo que dicen tan pronto tengan el poder de realizarlo, sino también establecer en las constituciones democráticas la prohibición de todo movimiento político cuya plataforma atente contra los principios fundamentales que sustentan la democracia. Cualquier tribunal supremo constitucional debe tener la facultad de examinar la constitucionalidad de las plataformas políticas presentadas por los partidos para determinar si tienen propósitos legítimamente democráticos que justifiquen su existencia. Las democracias precisan de mecanismos jurídicos que las defiendan para evitar caer tarde o temprano en guerras intestinas o foráneas.
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