Protestas de reclamo en la puerta equivocada
- Miguel Saludes
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Protestas de reclamo en la puerta equivocada
01 Jun 2012 00:18
En su reciente visita a Washington el Cardenal Jaime Ortega se quejó de las acusaciones dirigidas contra su persona responsabilizándole de la deportación de los presos políticos excarcelados en Cuba a mediados del 2010. La queja del Cardenal se produjo durante una conferencia de prensa realizada por el obispo cubano en la universidad de Harvard. Según manifestó Ortega en aquella ocasión su intervención benéfica a favor de los prisioneros de conciencia, conocidos como los 75, se produjo en un marco propicio en que las autoridades accedieron de manera inédita a la gestión de la Iglesia Cubana en una mediación impensable teniendo en cuenta el asunto de fondo, los implicados y el instrumento mediador.
Según la versión del Cardenal Ortega siete Damas de Blanco habían pedido que su mediación fuera más allá de obtener la liberación de los presos buscando su salida a un país dispuesto a acogerles. Monseñor Ortega recordaba que tres veces les preguntó sobre aquel deseo manifestado por las representantes del grupo femenino al que ellas dieron triple asentimiento en una secuencia que nos remite al simbolismo de la numerología bíblica (Siete mujeres- la triple pregunta con igual número de respuestas) Lo cierto es que en marzo del 2008 una treintena de esposas de los presos dirigieron cartas al Secretario de Estado del Vaticano Tercisio Bertone pidiéndole mediara ante el gobierno cubano en favor de la liberación de los presos políticos sin mencionar salidas al exterior.
“Monseñor: apelo a su amor y a su compromiso cristiano, a su compasión. Monseñor, interceda por mi esposo y por el resto de los prisioneros de conciencia que junto a él cumplen injusta prisión en las rigurosas prisiones cubanas”. Un fragmento de la carta suscrita por Ileana Marrero Joa esposa de Omar Rodríguez Saludes que recibió una lacónica respuesta a través del Nuncio Apostólico Luigi Bonazzi: “Como todos saben, muchas personas que sufren en el cuerpo y en el espíritu manifiestan sus aspiraciones y anhelos a la Iglesia Católica, tanto en Roma como en Cuba. Atendiendo a esas peticiones, y en el máximo respeto de la soberanía del país y de sus ciudadanos, he expresado al Presidente Raúl Castro la preocupación de la Iglesia para con los presos y sus familiares” A esto añadía Monseñor Bonazzi que esa preocupación referida por Bertone seguía estando presente y viva en el Secretario de Estado y en la Iglesia Católica cubana. No más. Tuvieron que pasar dos años para que las cosas tomaran un rumbo inesperado.
Los resultados son de sobra conocidos. El gobierno español de Rodríguez Zapatero fue en definitiva el receptor de los excarcelados que viajaron acompañados por un nutrido contingente de familiares. Una cifra que superó el centenar de presos y más de 600 acompañantes en lo que algunos coincidieron en señalar como la reproducción de un pequeño Mariel aéreo hacia Madrid. Justo unas horas antes de que las autoridades españolas dieran por cerrada la misión de acogida, que ya se avisaba abusiva para la generosidad de Zapatero, desde Cuba salía el último vuelo que cerraba este capítulo llevando 37 presos y 200 familiares.
La solución española a la larga no resultó una sorpresa luego que en ella se vinculara el entonces Ministro de Exteriores de España Miguel Ángel Moratinos. Dicen que el interés del Canciller estuvo muy vinculado a ambiciones personales buscando un aparente apoyo de la parte cubana en su aspiración a ocupar la vacante de la FAO. De ser cierto el rumor mal le salieron los planes a Moratinos que ayudó a sacar una espina clavada en el dorsal del castrismo quedando sin el supuesto espaldarazo llegado el momento de la elección, donde el voto de la delegación cubana favoreció la candidatura brasileña de Graziano Da Silva.
El sorpresivo y rápido cambio de actitud que conllevó a las excarcelaciones tuvo como preámbulo un contexto lleno de tensiones sociales e imprevistas situaciones. Las marchas de las Damas de Blanco por las calles no podían ser contenidas ni por las más violentas manifestaciones de las turbas pro castrista. Las imágenes represivas se tornaron en costosas reacciones internacionales contra la dictadura cubana. A todo esto otras mujeres ajenas se sumaban a las protestas callejeras en apoyo de los familiares de los presos, un acto sumamente preocupante para las autoridades comunistas de la Isla. La muerte de Orlando Zapata, la huelga de Fariñas y en consecuencia un nuevo premio Sajarov en favor de la causa cubana en pro de libertades cívicas unido a la campaña por el Nobel de la Paz para las Damas, también reconocidas con el premio del Parlamento Europeo, eran una mecha encendida que convenía ser extinguida. La salida de los presos era una condición apremiante que el gobierno raulista debía afrontar sin dejar entrever debilidad por la concesión. Pero no todo se ajustaba a la liberación. Sacarlos de Cuba era la meta final. Es aquí donde el papel de la Iglesia en la figura de Jaime jugó un rol al que sin inculpar al purpurado, la inteligencia castrista supo aprovechar e instrumentar.
Creer en la existencia de una agenda tras este resultado no es un dislate. Para la Iglesia esta puede apuntar hacia un protagonismo de cara a futuros cambios en los que la institución pudiera tener una tarea destacada. Un propósito loable si en el fondo es esa la propuesta. Las cosas no resultan tan claras en los cálculos de las autoridades cubanas donde la carta del canje siempre estuvo en sus planes. Insisto en la correspondencia nada casual entre la cifra 75 y 5. Las manifestaciones de Raúl Castro ya en el poder mostraron abiertamente que existía el proyecto del trueque entre los presos políticos del 2003 y los condenados por espionaje en Estados Unidos. Un plan que no funcionó y que se revitalizó tras la detención de Alan Gross en el 2009. Para entonces ya los 75 dejaron de ser imprescindibles y se convirtieron en un estorbo del que había que desembarazarse de la mejor manera.
Según la versión del Cardenal Ortega siete Damas de Blanco habían pedido que su mediación fuera más allá de obtener la liberación de los presos buscando su salida a un país dispuesto a acogerles. Monseñor Ortega recordaba que tres veces les preguntó sobre aquel deseo manifestado por las representantes del grupo femenino al que ellas dieron triple asentimiento en una secuencia que nos remite al simbolismo de la numerología bíblica (Siete mujeres- la triple pregunta con igual número de respuestas) Lo cierto es que en marzo del 2008 una treintena de esposas de los presos dirigieron cartas al Secretario de Estado del Vaticano Tercisio Bertone pidiéndole mediara ante el gobierno cubano en favor de la liberación de los presos políticos sin mencionar salidas al exterior.
“Monseñor: apelo a su amor y a su compromiso cristiano, a su compasión. Monseñor, interceda por mi esposo y por el resto de los prisioneros de conciencia que junto a él cumplen injusta prisión en las rigurosas prisiones cubanas”. Un fragmento de la carta suscrita por Ileana Marrero Joa esposa de Omar Rodríguez Saludes que recibió una lacónica respuesta a través del Nuncio Apostólico Luigi Bonazzi: “Como todos saben, muchas personas que sufren en el cuerpo y en el espíritu manifiestan sus aspiraciones y anhelos a la Iglesia Católica, tanto en Roma como en Cuba. Atendiendo a esas peticiones, y en el máximo respeto de la soberanía del país y de sus ciudadanos, he expresado al Presidente Raúl Castro la preocupación de la Iglesia para con los presos y sus familiares” A esto añadía Monseñor Bonazzi que esa preocupación referida por Bertone seguía estando presente y viva en el Secretario de Estado y en la Iglesia Católica cubana. No más. Tuvieron que pasar dos años para que las cosas tomaran un rumbo inesperado.
Los resultados son de sobra conocidos. El gobierno español de Rodríguez Zapatero fue en definitiva el receptor de los excarcelados que viajaron acompañados por un nutrido contingente de familiares. Una cifra que superó el centenar de presos y más de 600 acompañantes en lo que algunos coincidieron en señalar como la reproducción de un pequeño Mariel aéreo hacia Madrid. Justo unas horas antes de que las autoridades españolas dieran por cerrada la misión de acogida, que ya se avisaba abusiva para la generosidad de Zapatero, desde Cuba salía el último vuelo que cerraba este capítulo llevando 37 presos y 200 familiares.
La solución española a la larga no resultó una sorpresa luego que en ella se vinculara el entonces Ministro de Exteriores de España Miguel Ángel Moratinos. Dicen que el interés del Canciller estuvo muy vinculado a ambiciones personales buscando un aparente apoyo de la parte cubana en su aspiración a ocupar la vacante de la FAO. De ser cierto el rumor mal le salieron los planes a Moratinos que ayudó a sacar una espina clavada en el dorsal del castrismo quedando sin el supuesto espaldarazo llegado el momento de la elección, donde el voto de la delegación cubana favoreció la candidatura brasileña de Graziano Da Silva.
El sorpresivo y rápido cambio de actitud que conllevó a las excarcelaciones tuvo como preámbulo un contexto lleno de tensiones sociales e imprevistas situaciones. Las marchas de las Damas de Blanco por las calles no podían ser contenidas ni por las más violentas manifestaciones de las turbas pro castrista. Las imágenes represivas se tornaron en costosas reacciones internacionales contra la dictadura cubana. A todo esto otras mujeres ajenas se sumaban a las protestas callejeras en apoyo de los familiares de los presos, un acto sumamente preocupante para las autoridades comunistas de la Isla. La muerte de Orlando Zapata, la huelga de Fariñas y en consecuencia un nuevo premio Sajarov en favor de la causa cubana en pro de libertades cívicas unido a la campaña por el Nobel de la Paz para las Damas, también reconocidas con el premio del Parlamento Europeo, eran una mecha encendida que convenía ser extinguida. La salida de los presos era una condición apremiante que el gobierno raulista debía afrontar sin dejar entrever debilidad por la concesión. Pero no todo se ajustaba a la liberación. Sacarlos de Cuba era la meta final. Es aquí donde el papel de la Iglesia en la figura de Jaime jugó un rol al que sin inculpar al purpurado, la inteligencia castrista supo aprovechar e instrumentar.
Creer en la existencia de una agenda tras este resultado no es un dislate. Para la Iglesia esta puede apuntar hacia un protagonismo de cara a futuros cambios en los que la institución pudiera tener una tarea destacada. Un propósito loable si en el fondo es esa la propuesta. Las cosas no resultan tan claras en los cálculos de las autoridades cubanas donde la carta del canje siempre estuvo en sus planes. Insisto en la correspondencia nada casual entre la cifra 75 y 5. Las manifestaciones de Raúl Castro ya en el poder mostraron abiertamente que existía el proyecto del trueque entre los presos políticos del 2003 y los condenados por espionaje en Estados Unidos. Un plan que no funcionó y que se revitalizó tras la detención de Alan Gross en el 2009. Para entonces ya los 75 dejaron de ser imprescindibles y se convirtieron en un estorbo del que había que desembarazarse de la mejor manera.
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Re: Re:Protestas de reclamo en la puerta equivocada
01 Jun 2012 21:45
Regresando al tema y llegado al punto de la vertiginosa salida de los presos de la Primavera Negra hacia España hay que destacar algunos aspectos sobre ese hecho. Que los asilados salieron por su propia decisión es una cuestión inobjetable pero discutible, de acuerdo al marco en que esa decisión fue ejercida. La sorpresiva intervención mediadora fue clave en una solución que debieron tomar los prisioneros quienes prácticamente salieron de su encierro hacia la escalerilla del avión.
Culpar a los familiares de los presos de compulsarles para que optaran por la alternativa del exilio sería injusto considerando todas las situaciones difíciles que esas personas tuvieron que afrontar durante años de angustias, privaciones y todo tipo de temores. La oferta española era una salida esperanzadora que prometía el reinicio de una vida normal en otros horizontes. Una perspectiva que miles de cubanos contemplan aún sin haber sentido el rigor del estigma político, el acoso o la represión directa por oponerse a cara descubierta al sistema totalitario en su propio terreno.
El problema que está en el candelero por estos días, a casi dos años de la llegada de los refugiados a España, es la situación crítica que la mayoría de ellos enfrenta en medio de la dura crisis por la que atraviesa el país ibérico. No se trata de establecer culpabilidades por el exilio voluntario sino responsabilidades por los engaños y manipulaciones que se tejieron para viabilizar la expatriación. Promesas de respeto de las propiedades en Cuba por tiempo ilimitado, homologación de títulos para facilitar accesos a trabajos o estudios afines e incluso la posibilidad del regreso si alguno se arrepentía del paso dado. Fueron las principales proposiciones hechas a los que se les abría la libertad en tierras lejanas.
El gobierno cubano no solo incumplió las promesas trasmitidas en palabras por la Iglesia como garante. Según he podido conocer los representantes consulares de Cuba denegaron la petición de varias personas que pidieron retornar a su patria recientemente. La actitud despiadada de las autoridades cubanas apenas tiene parangón. Ni siquiera entre algunos de sus aliados. El pasado 28 de mayo el gobierno de Rafael Correa anunció un plan de repatriación para sus ciudadanos residentes en España que se encuentran en serias dificultades, priorizando aquellos que tienen familiares discapacitados a su cargo. Los ecuatorianos recibirán en su tierra casa, trabajo y la atención médica que requieran.
De los refugiados en España ya apenas se habla. El tema adquiere connotación en un reproche a críticas recibidas por la mediación, la nota de una trágica muerte o la protesta que en semanas recientes hiciera un grupo de estos refugiados en la Puerta del Sol, frente a la sede del gobierno de Madrid llamando la atención sobre los duros problemas que enfrentan.
Sin ánimos de criticar a quienes decidieron manifestarse en la emblemática plaza madrileña reclamando ayudas vitales, vale solo observar que al hacerlo de esa manera colocaron en una posición difícil a la actual administración del Partido Popular que debe responder con prioridad a millones de ciudadanos que reclaman la imposibilidad de un trabajo.
No obstante el reclamo de los refugiados cobraría todo su sentido y razón ante otras puertas a las que se debe tocar con fuerza. La primera de ellas es la del Partido Socialista Obrero Español que se comprometió a sacar de apuros a sus amigos castristas echándose encima el peso de un contingente de personas inocentes a las que apenas podían solventar, un problema que legaron al actual gobierno que ahora debe resolver la situación de más de cinco millones de españoles en paro y que precisan asistencia.
Es de señalar la responsabilidad de los que asesoraron al presidente Rodríguez Zapatero en esta gestión cuando el país estaba inmerso en una crisis cuyas dimensiones eran evidentes. El mismo gobierno socialista que tuvo dificultades para resolver las contingencias de tres presos políticos cubanos a los que diera acogida en el 2008. Un detalle que hace cuestionable el compromiso que asumieron dos años después al conceder refugio a centenares de personas, incluyendo niños, ancianos y enfermos cuando España estaba en peores condiciones.
Las otras puertas de deben responder se encuentran mucho más allá de la Puerta del Sol. Una es la de la Iglesia Cubana que prestara su legítima autoridad para mediar a la salida de compromiso donde se acumularon incumplimientos y omisiones. No se trata de culpar al Cardenal por una gestión que pudo ser sincera pero que no debe quedar como un capítulo cerrado. En este umbral corresponde hacer llamado al sentido humanitario y cristiano a través del debido seguimiento a la problemática de los involucrados en este episodio. Si en un momento dado la institución prestó su acción para facilitar la excarcelación de estos cubanos, debe continuar como veladora por su destino, recodando que ellos son parte de la nación cubana y aunque lejos siguen perteneciendo a la encomienda pastoral de la Iglesia de Cristo en Cuba.
La segunda puerta en la que debe resonar el reclamo de los excarcelados y sus familiares es la del gobierno cubano. Sobre este pesa la mayor de las responsabilidades al enviar a sus propios ciudadanos hacia un destino incierto, que de sobra ellos conocían, para después negarles atención y desentenderse del caso. En virtud de la generosa y benevolente propuesta de Raúl Castro, que insistió en facilitar la salida de todos los familiares de los presos para que estos no se sintieran solos en el exilio-destierro es que debe retumbar el reclamo del desamparo que sienten estas mujeres, viejos y niños llevados por la posibilidad de una libertad que en definitiva les está sabiendo demasiado amarga. Tal vez un castigo premeditado por sus carceleros que les abrieron las rejas sabedores del porvenir que les esperaba. La última venganza de la dictadura contra los presos políticos liberados.
Culpar a los familiares de los presos de compulsarles para que optaran por la alternativa del exilio sería injusto considerando todas las situaciones difíciles que esas personas tuvieron que afrontar durante años de angustias, privaciones y todo tipo de temores. La oferta española era una salida esperanzadora que prometía el reinicio de una vida normal en otros horizontes. Una perspectiva que miles de cubanos contemplan aún sin haber sentido el rigor del estigma político, el acoso o la represión directa por oponerse a cara descubierta al sistema totalitario en su propio terreno.
El problema que está en el candelero por estos días, a casi dos años de la llegada de los refugiados a España, es la situación crítica que la mayoría de ellos enfrenta en medio de la dura crisis por la que atraviesa el país ibérico. No se trata de establecer culpabilidades por el exilio voluntario sino responsabilidades por los engaños y manipulaciones que se tejieron para viabilizar la expatriación. Promesas de respeto de las propiedades en Cuba por tiempo ilimitado, homologación de títulos para facilitar accesos a trabajos o estudios afines e incluso la posibilidad del regreso si alguno se arrepentía del paso dado. Fueron las principales proposiciones hechas a los que se les abría la libertad en tierras lejanas.
El gobierno cubano no solo incumplió las promesas trasmitidas en palabras por la Iglesia como garante. Según he podido conocer los representantes consulares de Cuba denegaron la petición de varias personas que pidieron retornar a su patria recientemente. La actitud despiadada de las autoridades cubanas apenas tiene parangón. Ni siquiera entre algunos de sus aliados. El pasado 28 de mayo el gobierno de Rafael Correa anunció un plan de repatriación para sus ciudadanos residentes en España que se encuentran en serias dificultades, priorizando aquellos que tienen familiares discapacitados a su cargo. Los ecuatorianos recibirán en su tierra casa, trabajo y la atención médica que requieran.
De los refugiados en España ya apenas se habla. El tema adquiere connotación en un reproche a críticas recibidas por la mediación, la nota de una trágica muerte o la protesta que en semanas recientes hiciera un grupo de estos refugiados en la Puerta del Sol, frente a la sede del gobierno de Madrid llamando la atención sobre los duros problemas que enfrentan.
Sin ánimos de criticar a quienes decidieron manifestarse en la emblemática plaza madrileña reclamando ayudas vitales, vale solo observar que al hacerlo de esa manera colocaron en una posición difícil a la actual administración del Partido Popular que debe responder con prioridad a millones de ciudadanos que reclaman la imposibilidad de un trabajo.
No obstante el reclamo de los refugiados cobraría todo su sentido y razón ante otras puertas a las que se debe tocar con fuerza. La primera de ellas es la del Partido Socialista Obrero Español que se comprometió a sacar de apuros a sus amigos castristas echándose encima el peso de un contingente de personas inocentes a las que apenas podían solventar, un problema que legaron al actual gobierno que ahora debe resolver la situación de más de cinco millones de españoles en paro y que precisan asistencia.
Es de señalar la responsabilidad de los que asesoraron al presidente Rodríguez Zapatero en esta gestión cuando el país estaba inmerso en una crisis cuyas dimensiones eran evidentes. El mismo gobierno socialista que tuvo dificultades para resolver las contingencias de tres presos políticos cubanos a los que diera acogida en el 2008. Un detalle que hace cuestionable el compromiso que asumieron dos años después al conceder refugio a centenares de personas, incluyendo niños, ancianos y enfermos cuando España estaba en peores condiciones.
Las otras puertas de deben responder se encuentran mucho más allá de la Puerta del Sol. Una es la de la Iglesia Cubana que prestara su legítima autoridad para mediar a la salida de compromiso donde se acumularon incumplimientos y omisiones. No se trata de culpar al Cardenal por una gestión que pudo ser sincera pero que no debe quedar como un capítulo cerrado. En este umbral corresponde hacer llamado al sentido humanitario y cristiano a través del debido seguimiento a la problemática de los involucrados en este episodio. Si en un momento dado la institución prestó su acción para facilitar la excarcelación de estos cubanos, debe continuar como veladora por su destino, recodando que ellos son parte de la nación cubana y aunque lejos siguen perteneciendo a la encomienda pastoral de la Iglesia de Cristo en Cuba.
La segunda puerta en la que debe resonar el reclamo de los excarcelados y sus familiares es la del gobierno cubano. Sobre este pesa la mayor de las responsabilidades al enviar a sus propios ciudadanos hacia un destino incierto, que de sobra ellos conocían, para después negarles atención y desentenderse del caso. En virtud de la generosa y benevolente propuesta de Raúl Castro, que insistió en facilitar la salida de todos los familiares de los presos para que estos no se sintieran solos en el exilio-destierro es que debe retumbar el reclamo del desamparo que sienten estas mujeres, viejos y niños llevados por la posibilidad de una libertad que en definitiva les está sabiendo demasiado amarga. Tal vez un castigo premeditado por sus carceleros que les abrieron las rejas sabedores del porvenir que les esperaba. La última venganza de la dictadura contra los presos políticos liberados.
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