El cardenal Jaime Ortega Alamino
- Eduardo Mesa
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El cardenal Jaime Ortega Alamino
04 May 2010 20:35
Por Eduardo Mesa
www.lacasacuba.com
Después de su gestión por las Damas de Blanco algunos dirán “es lo menos que podía hacer”, “no es suficiente, tendría que hacer más”, “esto es una cortina de humo”, “esta es la prueba de su complicidad con el G2”.
Otros no dirán nada.
Yo, me alegro de su gesto, de su apoyo a estas mujeres que representan lo mejor de nosotros.
Creo firmemente que su gestión es sincera y que busca el bien de la Patria.
Pido a Dios que le acompañe y no le abandone en esta hora.
Puedo discrepar con usted, pero respeto sus motivos y no tengo duda alguna de su integridad.
Sé que muchas personas comparten estas ideas y sentimientos y esperan su visita en esta ciudad de Miami, ellos lo acogerán con el respeto y la dignidad que usted merece.
Creo que, a pesar de los sinsabores de esa visita, sería bueno que usted viniera, usted es el cardenal de todos los cubanos, incluso de aquellos que, aquí y allá, no le quieren.
Su visita es la de un Padre y un amigo, una visita necesaria y pendiente.
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Después de su gestión por las Damas de Blanco algunos dirán “es lo menos que podía hacer”, “no es suficiente, tendría que hacer más”, “esto es una cortina de humo”, “esta es la prueba de su complicidad con el G2”.
Otros no dirán nada.
Yo, me alegro de su gesto, de su apoyo a estas mujeres que representan lo mejor de nosotros.
Creo firmemente que su gestión es sincera y que busca el bien de la Patria.
Pido a Dios que le acompañe y no le abandone en esta hora.
Puedo discrepar con usted, pero respeto sus motivos y no tengo duda alguna de su integridad.
Sé que muchas personas comparten estas ideas y sentimientos y esperan su visita en esta ciudad de Miami, ellos lo acogerán con el respeto y la dignidad que usted merece.
Creo que, a pesar de los sinsabores de esa visita, sería bueno que usted viniera, usted es el cardenal de todos los cubanos, incluso de aquellos que, aquí y allá, no le quieren.
Su visita es la de un Padre y un amigo, una visita necesaria y pendiente.
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- Gerardo E. Martínez-Solanas
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Re: Re:El cardenal Jaime Ortega Alamino
08 May 2010 22:36
Hay una dura crítica al Cardenal Ortega en Cubanet, firmada por Aleaga Pesant, en la que hace una desfavorable comparación del Cardenal cubano con los cardenales polacos Wyszynski y Wojtyla (este último que llegaría a ser el admirado Papa Juan Pablo II). Dice Pesant que extraña a los cardenales polacos debido a "la actuación de la Iglesia Católica cubana durante los cincuenta y un años de monarquía. Está la Iglesia alejada del pueblo y cercana al Departamento de Asuntos Religiosos del Partido Comunista de Cuba, en especial a Caridad Diego, verdugo principal de las iglesias en Cuba." Y se explaya sobre las muestras de "servilismo" de Jaime Cardenal Ortega.
Lamentablemente, estos críticos no hacen siquiera un intento de ponerse las botas del Cardenal o de cualquiera que intente mantener en pie en un régimen totalitario alguna institución que aspire a algún grado de autonomía en la oprimida sociedad civil en la que se desenvuelve. Tampoco se dan cuenta de las abismales diferencias entre la sociedad polaca bajo la opresión del Imperio soviético pero unida por una firme fe religiosa y la sociedad cubana profundamente dividida y permeada por la irreligiosidad, el relativismo y una verdadera actitud de indefensión que no tenían los polacos de entonces.
Jesús retó a los fariseos a que aquel que estuviera libre de pecado tirara la primera piedra. Conocía muy bien a la humanidad de entonces que, como la de ahora, es muy presta a la crítica y muy poco aplicada a las soluciones.
Me pregunto si podemos ser jueces, testigos y jurado para condenar al Cardenal Ortega, quien no puede defenderse abiertamente de nuestros juicios en medio de la opresión. Pero aunque fuera culpable de negligencia y de contubernio, se trata simplemente de un alto representante de la jerarquía eclesiástica, que es apenas un sector de la Iglesia católica. Porque en lenguaje cristiano, la palabra “Iglesia” no es el templo ni tampoco designa la asamblea litúrgica sino a toda la comunidad universal de los creyentes. En otras palabras, que "la Iglesia" es el conjunto de los seguidores de las enseñanzas de Jesús de Nazaret.
En la jerarquía eclesiástica, sus dignatarios tienen la obligación y el deber de ser guías espirituales, dirigentes y administradores de las actividades comunitarias de "la Iglesia". A esta "jerarquía" la conforman hombres tan pecadores como cualquiera de nosotros. Habrá muchos que, como el Cardenal Ortega, acabarán respondiendo no sólo al juicio de Dios sino al juicio de la historia. Por mi parte, no me considero capacitado para juzgarlo bajo las actuales circunstancias. No obstante, estas son responsabilidades y culpas individuales que no afectan al cuerpo de la Iglesia como institución ni como filosofía o religión.
En cuestiones políticas o del Reino de este mundo, Jesús resolvió la paradoja de los deberes cristianos con la frase famosa de “dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”, es decir, dad a Dios vuestro amor y vuestra adoración por encima de todo y sobre todas las cosas, conformando así un estilo de vida que no nos impedirá cumplir con nuestros deberes sociales y políticos. Quizás eso sea lo que trata de hacer el Cardenal Ortega desde su visión de Príncipe institucional de esa Iglesia cubana que tanto depende de sus decisiones y tanto espera de su guía espiritual.
Lamentablemente, estos críticos no hacen siquiera un intento de ponerse las botas del Cardenal o de cualquiera que intente mantener en pie en un régimen totalitario alguna institución que aspire a algún grado de autonomía en la oprimida sociedad civil en la que se desenvuelve. Tampoco se dan cuenta de las abismales diferencias entre la sociedad polaca bajo la opresión del Imperio soviético pero unida por una firme fe religiosa y la sociedad cubana profundamente dividida y permeada por la irreligiosidad, el relativismo y una verdadera actitud de indefensión que no tenían los polacos de entonces.
Jesús retó a los fariseos a que aquel que estuviera libre de pecado tirara la primera piedra. Conocía muy bien a la humanidad de entonces que, como la de ahora, es muy presta a la crítica y muy poco aplicada a las soluciones.
Me pregunto si podemos ser jueces, testigos y jurado para condenar al Cardenal Ortega, quien no puede defenderse abiertamente de nuestros juicios en medio de la opresión. Pero aunque fuera culpable de negligencia y de contubernio, se trata simplemente de un alto representante de la jerarquía eclesiástica, que es apenas un sector de la Iglesia católica. Porque en lenguaje cristiano, la palabra “Iglesia” no es el templo ni tampoco designa la asamblea litúrgica sino a toda la comunidad universal de los creyentes. En otras palabras, que "la Iglesia" es el conjunto de los seguidores de las enseñanzas de Jesús de Nazaret.
En la jerarquía eclesiástica, sus dignatarios tienen la obligación y el deber de ser guías espirituales, dirigentes y administradores de las actividades comunitarias de "la Iglesia". A esta "jerarquía" la conforman hombres tan pecadores como cualquiera de nosotros. Habrá muchos que, como el Cardenal Ortega, acabarán respondiendo no sólo al juicio de Dios sino al juicio de la historia. Por mi parte, no me considero capacitado para juzgarlo bajo las actuales circunstancias. No obstante, estas son responsabilidades y culpas individuales que no afectan al cuerpo de la Iglesia como institución ni como filosofía o religión.
En cuestiones políticas o del Reino de este mundo, Jesús resolvió la paradoja de los deberes cristianos con la frase famosa de “dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”, es decir, dad a Dios vuestro amor y vuestra adoración por encima de todo y sobre todas las cosas, conformando así un estilo de vida que no nos impedirá cumplir con nuestros deberes sociales y políticos. Quizás eso sea lo que trata de hacer el Cardenal Ortega desde su visión de Príncipe institucional de esa Iglesia cubana que tanto depende de sus decisiones y tanto espera de su guía espiritual.
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