A estas alturas nadie duda que Petro es enemigo del ejército. Lo fue cuando perteneció a la narcogerrilla del M-19 y continúa siéndolo, como hemos visto desde el primer día de su gobierno. Sus actuaciones nos lo confirmaron cuando una de sus primeras decisiones como gobernante fue descabezar, sin explicación ni motivo aparente, a más de 60 generales de la cúpula militar. Sin duda, los más experimentados, los más curtidos, en la lucha contra las narcoguerrillas y otros terroristas y asesinos, que han tratado de tomarse el estado y hoy pululan en el territorio colombiano, inclusive su amado M-19. Desde el 7 de agosto del 2022 nos hemos cansado de ver desplantes contra los soldados cuando, sin excusa ni razón, no aparece en la graduación de cadetes de las escuelas militares y otros eventos de importancia para nuestros defensores. Descaro que ningún presidente había cometido, actuación repetida, no sé cuántas veces, en los 18 meses que lleva de gobierno. Ahora, abusivamente el ministro de Defensa, Iván Velásquez, otro enemigo del ejército, decide que los amnistiados exguerrilleros de las Farc deben ser atendidos al lado de los soldados de la nación, en el Hospital Militar. Otra humillación más contra nuestros héroes y sus familias. Hay cientos de hospitales para atender a los ex narcoguerrilleros. El Hospital Militar pertenece a los soldados que se han jugado su vida y su integridad física por defender a la democracia y al pueblo colombiano. No a los criminales que han enlutado a Colombia por décadas. Esto no es simplemente otra muestra de los odios de Petro. Estos abusos son una bien planeada estrategia para debilitar y humillar a quienes están obligados, según la Constitución, no solo a velar por la vida de los ciudadanos y extranjeros que habitan nuestro país, sino a garantizar el cumplimiento de dicha Constitución, entre otras cosas cuando ordena que al término de cuatro años de gobierno el presidente de turno entregue su cargo al sucesor electo en las urnas de manera democrática y libre. Algo que Petro no piensa hacer, eso cada día nos queda más claro. Así él lo niegue, como también mentirosamente negó y juró no llamar a cambiar la Constitución.Por eso es tan importante para él hostigar y mancillar a las Fuerzas Armadas y a la Policía, acolitado, naturalmente por Iván Velázquez. Para horror de todos hemos visto al ejército maniatado, sin poder actuar en defensa de los pueblos del Cauca, Nariño y Valle, por unos supuestos acuerdos de “cese al fuego bilateral”, con grupos terroristas, en el marco de la fracasada Paz Total de Petro, que no cumplen, ni tiene intención de cumplir los criminales. ¿Sorprende esto al gobierno? En absoluto. Este es un plan bien pensado, para amedrentar a las Fuerzas Militares y al mismo tiempo causar tal caos en el país que obligue a declarar un “Estado de Conmoción Nacional”, el cual le daría carta blanca a Petro para hacer una toma “blanda” de la nación y ¡Adiós democracia! Valerosamente, el expresidente Uribe ha afirmado, “Petro no puede impedir a las Fuerzas Militares cumplir su deber”. A nosotros, como pueblo, nos duele cada soldado muerto por culpa de ¿Petro y su ministro? y, sin miedo, exigimos respeto por las Fuerzas Militares. Sobre Colombia no ondeará la bandera del M-19.