El Perú (soy peruano por si acaso) es un país San Martiniano. Guste o no, sea correcto o no, aquí San Martín está en un lugar preponderante y por encima de Bolívar. San Martin no sólo ocupó la capital virreinal (Lima) y proclamó la independencia de todo el Perú en julio de 1821 (aunque ya muchas provincias lo habían hecho antes por su cuenta), sino que dotó a nuestro país de sus primeras instituciones: convocó al primer congreso constituyente, creó la biblioteca nacional, creó la Marina de Guerra del Perú y humildemente rechazó los poderes dictatoriales que el Congreso Peruano le había ofrecido, prefiriendo retirarse del país. Para cuando llegó Bolívar (1823), el Perú ya tenía instituciones incipientes, una Constitución y un gobierno formado.
Es cierto que Bolívar culminó la independencia con las batallas de Junín y Ayacucho, pero fue eso, la culminación de un proceso que ya había empezado y tomado forma sin él.
De hecho, uno de los ideólogos de la independencia hispanoamericana fue el peruano Juan Pablo Vizcardo y Guzmán, quien ya desde 1791 exhortaba a la independencia con su famosa "Carta a los españoles Americanos", que después por ejemplo usó como propaganda Francisco de Miranda.