Tres Causas y tres Propuestas de la Crisis de Valores en Cuba
- Yoandy Izquierdo
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Tres Causas y tres Propuestas de la Crisis de Valores en Cuba
02 Sep 2022 18:54
Las indisciplinas sociales, la corrupción del cuerpo y del espíritu y el daño antropológico del cubano. La disfuncionalidad de la familia ocupa un lugar esencial si se trata del análisis de las causas que provocan la crisis de valores en Cuba hoy. Está indisolublemente unida al papel del Estado, que en gran medida es responsable. Los motivos son disímiles y van desde el cambio del ambiente educativo del hogar por las escuelas en el campo y al campo, las movilizaciones de niños, adolescentes y jóvenes, alejados de sus padres y abuelos por largos períodos de tiempo y trasladados a campamentos con pésimas condiciones materiales y morales, el servicio militar obligatorio, hasta la fuerte emigración en busca de futuros más prometedores, como consecuencia directa, de la crisis del sistema político imperante en el país desde hace más de 60 años.
Debido a las sucesivas crisis económicas, muchos jóvenes abandonan los estudios por actividades más lucrativas que les permitan paliar sus necesidades. El anhelo frustrado de buscar las realizaciones de proyectos, sueños y aspiraciones tanto personales como profesionales provoca, a su vez, degradación de la identidad. Por su parte, también un gran número de profesores se desvincula del sector de la educación y emigra hacia otros sectores por una mejora salarial. Esta no debería ser una solución, sino propiciar una reforma salarial, y una reforma educacional integral, en el caso del argumento de algunos que deciden apartarse del mundo escolar porque se encuentran atiborrados por las actividades extracurriculares y la falta de independencia.
La miseria material, aunque no lo justifica en su totalidad, favorece ambientes de miseria moral, corrupción, robo, indisciplina marginal y analfabetismo cívico.
Por otro lado, el laicismo exacerbado o materialismo ateísta en la Educación Ética y Cívica hace que la crisis se ahonde, porque no existen los espacios mínimos necesarios para el cultivo del espíritu y propiciar la formación humana integral. Si hacemos énfasis en el papel educativo de la Iglesia, debemos considerar la disminución de las creencias religiosas, la falta de espacios de la Iglesia en los Medios de Comunicación Social para divulgar su mensaje y la ausencia de libertades religiosas en su totalidad, como causas contribuyentes al deterioro moral de la Nación.
Nuestro país ha atravesado, a lo largo de su historia, por muchas prohibiciones relacionadas con el tema de la religión. En algunos casos hasta llegar a considerar la formación religiosa como un rezago de la alta burguesía y desestimando así su función potenciadora de los buenos modales y las buenas costumbres.
Relacionado con esta causa fundamental de la crisis de valores, es válido destacar el criterio del catedrático español Emilio Martínez Navarro cuando nos dice: “La ética cívica es una ética laica, puesto que no favorece a ningún credo metafísico -creyente o no creyente- en particular. Pero no es una ética laicista, esto es, no aboga por la eliminación de las religiones, no es en absoluto contraria a la libre y pública expresión de las creencias religiosas. Solo es contraria a la imposición de cualesquiera creencias -religiosas o filosóficas- y a su difusión por medios ilícitos, manipuladores y sectarios. La ética cívica no lleva consigo una total privatización de las creencias religiosas o filosóficas de las personas y grupos que conforman la sociedad pluralista. De hecho, la libertad de culto y la libertad de expresión forman parte del núcleo central de la propia ética cívica, de modo que cualquier persona o grupo puede difundir libremente su credo y tratar de atraer a las demás personas a que lo compartan” (Martínez Navarro E. La ética cívica como núcleo de la educación moral en una sociedad pluralista. Madrid: Ediciones Trotta; 2005).
Como tercera causa, entre las múltiples causas que provocan la crisis de valores en Cuba podemos ubicar al uso indiscriminado de las tecnologías. El desarrollo científico-técnico es un logro innegable de la humanidad; sin embargo, es un criterio de amplio consenso que los cambios vertiginosos en este campo han traído también efectos indeseables para la sociedad, entre otras cuestiones, por la disminución de la interdependencia directa entre las personas, al aumentar la mediación de las máquinas en las relaciones interpersonales. Estos cambios irreversibles deben complementarse con prácticas educativas donde se propicien las relaciones sociales encaminadas a potenciar la valoración constante de los deberes y derechos de la ciudadanía.
Las instituciones educativas deben reafirmar su papel, de primer orden, en la formación ciudadana, abierta a todos los educandos sin discriminación, integrando el uso de las nuevas Tecnologías de la Informática y las Comunicaciones (TICs) con el reconocimiento de la diversidad sociocultural en equilibro con las diferencias personales. Se pretende, así, la consecución de objetivos orientados a la igualdad de derechos y al reconocimiento de las diferencias, así como a la consideración y el desarrollo de la capacidad y responsabilidad del estudiantado para participar activamente en la transformación de la sociedad.
Ante estas tres causas brevemente analizadas, presentamos estas tres propuestas de solución:
1. La reconstrucción de la persona humana para que piense con su cabeza, eduque su corazón y su inteligencia emocional, fortalezca su voluntad, alimente su espiritualidad, de modo que aprendamos a vivir en la verdad, la libertad y la responsabilidad.
2. La reforma profunda del sistema educacional, de la escuela cubana, de modo que sea libre, plural, cívica, profundamente ética y humanista; no partidista, no reproductora de una sola ideología excluyente. Una escuela pedagógica participativa, liberadora y virtuosa. Este sistema incluiría no solo la necesaria asignatura de Moral y Cívica no sectaria, ni ideologizada, sino que todo el proceso docente-educativo sea impregnado de los valores, virtudes y actitudes coherentes con lo que se enseña y con el cultivo del espíritu humano.
3. El reconocimiento y la promoción de la libertad religiosa, la verdadera y plena, respetuosa y plural, que no es solo libertad de culto, sino libertad para que los creyentes puedan pensar con libertad y actuar coherentemente con sus credos en diferentes opciones económicas, políticas y sociales. Es la libertad para que cada cubano pueda sanar, fecundar y fortalecer el alma de la Nación. De modo que las Iglesias y otras confesiones religiosas, puedan dar, libre y responsablemente, su contribución a la educación humanista, al cultivo de los valores éticos y de las virtudes cívicas. Y contribuya a alcanzar el mismo derecho para agnósticos, ateos e indiferentes, como corresponde a un modelo de Estado de Derecho moderno, no confesional y pluralista.
Debido a las sucesivas crisis económicas, muchos jóvenes abandonan los estudios por actividades más lucrativas que les permitan paliar sus necesidades. El anhelo frustrado de buscar las realizaciones de proyectos, sueños y aspiraciones tanto personales como profesionales provoca, a su vez, degradación de la identidad. Por su parte, también un gran número de profesores se desvincula del sector de la educación y emigra hacia otros sectores por una mejora salarial. Esta no debería ser una solución, sino propiciar una reforma salarial, y una reforma educacional integral, en el caso del argumento de algunos que deciden apartarse del mundo escolar porque se encuentran atiborrados por las actividades extracurriculares y la falta de independencia.
La miseria material, aunque no lo justifica en su totalidad, favorece ambientes de miseria moral, corrupción, robo, indisciplina marginal y analfabetismo cívico.
Por otro lado, el laicismo exacerbado o materialismo ateísta en la Educación Ética y Cívica hace que la crisis se ahonde, porque no existen los espacios mínimos necesarios para el cultivo del espíritu y propiciar la formación humana integral. Si hacemos énfasis en el papel educativo de la Iglesia, debemos considerar la disminución de las creencias religiosas, la falta de espacios de la Iglesia en los Medios de Comunicación Social para divulgar su mensaje y la ausencia de libertades religiosas en su totalidad, como causas contribuyentes al deterioro moral de la Nación.
Nuestro país ha atravesado, a lo largo de su historia, por muchas prohibiciones relacionadas con el tema de la religión. En algunos casos hasta llegar a considerar la formación religiosa como un rezago de la alta burguesía y desestimando así su función potenciadora de los buenos modales y las buenas costumbres.
Relacionado con esta causa fundamental de la crisis de valores, es válido destacar el criterio del catedrático español Emilio Martínez Navarro cuando nos dice: “La ética cívica es una ética laica, puesto que no favorece a ningún credo metafísico -creyente o no creyente- en particular. Pero no es una ética laicista, esto es, no aboga por la eliminación de las religiones, no es en absoluto contraria a la libre y pública expresión de las creencias religiosas. Solo es contraria a la imposición de cualesquiera creencias -religiosas o filosóficas- y a su difusión por medios ilícitos, manipuladores y sectarios. La ética cívica no lleva consigo una total privatización de las creencias religiosas o filosóficas de las personas y grupos que conforman la sociedad pluralista. De hecho, la libertad de culto y la libertad de expresión forman parte del núcleo central de la propia ética cívica, de modo que cualquier persona o grupo puede difundir libremente su credo y tratar de atraer a las demás personas a que lo compartan” (Martínez Navarro E. La ética cívica como núcleo de la educación moral en una sociedad pluralista. Madrid: Ediciones Trotta; 2005).
Como tercera causa, entre las múltiples causas que provocan la crisis de valores en Cuba podemos ubicar al uso indiscriminado de las tecnologías. El desarrollo científico-técnico es un logro innegable de la humanidad; sin embargo, es un criterio de amplio consenso que los cambios vertiginosos en este campo han traído también efectos indeseables para la sociedad, entre otras cuestiones, por la disminución de la interdependencia directa entre las personas, al aumentar la mediación de las máquinas en las relaciones interpersonales. Estos cambios irreversibles deben complementarse con prácticas educativas donde se propicien las relaciones sociales encaminadas a potenciar la valoración constante de los deberes y derechos de la ciudadanía.
Las instituciones educativas deben reafirmar su papel, de primer orden, en la formación ciudadana, abierta a todos los educandos sin discriminación, integrando el uso de las nuevas Tecnologías de la Informática y las Comunicaciones (TICs) con el reconocimiento de la diversidad sociocultural en equilibro con las diferencias personales. Se pretende, así, la consecución de objetivos orientados a la igualdad de derechos y al reconocimiento de las diferencias, así como a la consideración y el desarrollo de la capacidad y responsabilidad del estudiantado para participar activamente en la transformación de la sociedad.
Ante estas tres causas brevemente analizadas, presentamos estas tres propuestas de solución:
1. La reconstrucción de la persona humana para que piense con su cabeza, eduque su corazón y su inteligencia emocional, fortalezca su voluntad, alimente su espiritualidad, de modo que aprendamos a vivir en la verdad, la libertad y la responsabilidad.
2. La reforma profunda del sistema educacional, de la escuela cubana, de modo que sea libre, plural, cívica, profundamente ética y humanista; no partidista, no reproductora de una sola ideología excluyente. Una escuela pedagógica participativa, liberadora y virtuosa. Este sistema incluiría no solo la necesaria asignatura de Moral y Cívica no sectaria, ni ideologizada, sino que todo el proceso docente-educativo sea impregnado de los valores, virtudes y actitudes coherentes con lo que se enseña y con el cultivo del espíritu humano.
3. El reconocimiento y la promoción de la libertad religiosa, la verdadera y plena, respetuosa y plural, que no es solo libertad de culto, sino libertad para que los creyentes puedan pensar con libertad y actuar coherentemente con sus credos en diferentes opciones económicas, políticas y sociales. Es la libertad para que cada cubano pueda sanar, fecundar y fortalecer el alma de la Nación. De modo que las Iglesias y otras confesiones religiosas, puedan dar, libre y responsablemente, su contribución a la educación humanista, al cultivo de los valores éticos y de las virtudes cívicas. Y contribuya a alcanzar el mismo derecho para agnósticos, ateos e indiferentes, como corresponde a un modelo de Estado de Derecho moderno, no confesional y pluralista.
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