EN CHILE, HASTA LOS MUERTOS VOTAN

Los muertos en Chile saldrán a votar en el próximo plebiscito.
El Servicio Electoral de Chile, SERVEL, reconoció que hay inscritos entre 500 mil y 600 mil muertos en el padrón nacional de votantes.
Uno de los miembros de su Consejo Directivo, Patricio Santamaría, enumeró las fallas para que esta anormalidad esté presente en el padrón de votos.

Santamaría lamentó que, a pesar de la importancia de la cifra, el organismo electoral no cuenta con las herramientas para arreglar la falla ni la potestad para depurar el padrón, ya que el Tribunal Constitucional descontinuó la aplicación de la norma que lo facultaba para ello y que estaba incluida en una de las leyes para sufragar.

Desde el 31 de enero de 2012 rige en Chile la Ley Nº 20.568 que regula la inscripción automática y el voto voluntario. Con esto, quedan inscritas automáticamente en el registro electoral todas las personas que cumplan los requisitos para votar, incluso los fallecidos.

El 4 de septiembre se realizará el "Plebiscito Constitucional de Salida".
El ciudadano deberá votar Apruebo o Rechazo al texto constitucional propuesto por la Convención.
De forma excepcional, el voto en esta encuesta será obligatorio para quienes tengan inscrito su domicilio en Chile. Habrá una multa para las personas habilitadas para votar y que no lo hagan.

 Los resultados de esta reforma no han derivado en una mayor participación ciudadana en los procesos electorales. Por ejemplo, en las elecciones legislativas de 2013, de un total de 13.573.000 votantes, sufragaron alrededor de 5.672.356 personas, lo cual significa que el 58,21% de los electores no concurrió a votar.
Por ello, en el debate público hay posiciones tanto a favor como en contra, especialmente en lo que tiene relación con el carácter voluntario del voto.

Alternativas

Según informó Juan Emilio Cheyre, presidente del Consejo Directivo del SERVEL, se quiere trabajar en conjunto con el Ejecutivo para lograr cambiar este padrón.

Una de las soluciones planteadas es efectuar una “prueba de vida” citando a toda aquella parte de la población electoral que se presume muerta.(¿?)
La medida, sin embargo, sólo sería aplicable para futuras elecciones y no para el plebiscito ni los comicios de noviembre.

Desencantados

Mientras tanto, Boric trata de atraer a los "desencantados" a su gestión administrativa, con las últimas encuestas mostrando enorme desaprobación a los cambios propuestos en la Carta Magna.
Por eso, dentro del nuevo programa presentado por el gobierno está buscar rebajar la jornada laboral a 40 horas para captar a los indecisos y decepcionados.
De acuerdo a la última encuesta Cadem, el 56% de los consultados expresó su desacuerdo con la forma en que Boric ha conducido su gobierno, mientras que un 46% aseguró que votará por el Rechazo.

La última carta de Boric es que si gana el Rechazo en el Plebiscito del 4 de septiembre, se debe convocar a una nueva elección de convencionales para que redacten el texto de nueva Constitución.

Son importantes las notas de alerta como la que nos brinda la Sra. Mora Beals en su artículo. Sobre todo cuando estamos viendo en muchos países cómo se manipula el empadronamiento electoral hasta el punto que sigan figurando como votantes quienes han fallecido. Cuando se revelan estas y otras manipulaciones del registro electoral es lógico sospechar que se pueda realizar algún tipo de fraude electoral.

En cuanto a la controversia sobre el voto obligatorio, hay veces que los derechos entran en conflicto con las obligaciones y, en este sentido, la responsabilidad electoral del ciudadano puede entrar en conflicto con su derecho a tomar decisiones.

Cabe señalar que en democracia debe respetarse el libre albedrío de los ciudadanos y, por tanto, su decisión de no acudir a votar. En otras palabras, el derecho a la abstención electoral. No obstante, es correcto reconocer que el ciudadano tiene una obligación de participar para que el mecanismo democrático funcione. En pocas palabras, sin participación no puede funcionar la democracia. Sencillamente porque los destinos de la nación se centran entonces en unos pocos a despecho de la voluntad y las aspiraciones de la mayoría. Por tanto, podemos inclinarnos a favor de la obligación del ciudadano a participar con responsabilidad frente a su derecho abstencionista. Y si quiere ejercer su derecho a la abstención, que simplemente vote en blanco.

No obstante, cuando una obligación moral como esta se convierte en ley, debe contar con un alto grado de flexibilidad. Es decir, debe establecerse la excepción con personas incapacitadas o presas por delitos comunes, o quienes están viajando, etc. También debe facilitarse la opción del voto por correo, cuando haya justificación para solicitarlo, o un período de voto anticipado para quienes tengan previsto que estarán viajando el día de la votación.

En otras palabras, el voto obligatorio pero con amplias facilidades y el reconocimiento de circunstancias excepcionales.