Introducción
Aunque no todos estén dispuestos a reconocerlo, y aunque algunos vayan por el mundo caminando bajo el manto de “yo no estoy para ese machuque”, lo cierto es que hoy vivimos en medio de una feroz batalla cultural.
Las huestes neo marxistas, no contentas con haber perdido la guerra económica, se han enfrascado ahora en una lucha feroz que busca, quizás como un canto de cisne, atacar y destruir los fundamentos culturales de la civilización occidental.
Es una lucha hecha de palabras, y de gritos, y de insultos, en la que los neo marxistas gozan de esa extraordinaria ventaja que siempre confiere la indecencia.
Es una lucha que nos lleva a recordar, a cada rato, esta frase de Octavio Paz:
Se olvida con frecuencia que, como todas las otras creaciones humanas, los Imperios y los Estados están hechos de palabras: son hechos verbales. En el libro XIII de las Analectas, Tzu—Lu pregunta a Confucio: «Si el Duque de Wei te llamase para administrar su país, ¿cuál sería tu primera medida? El Maestro dijo: La reforma del lenguaje.
Si para Octavio Paz los Imperios y los Estados son hechos verbales, para muchos de nosotros los regímenes totalitarios son verdaderas atrocidades lingüísticas que siempre buscan, a como dé lugar, blindarse con palabras que han perdido sus significados originales, o que han sido transformadas, a fuerza de repeticiones, hasta lograr que esos significados se adapten a los intereses totalitarios.
Yo las llamo palabras traidoras.
Algunas traicionan sus acepciones originales y todas, absolutamente todas, son usadas para traicionar ese ideal de la libertad que yace en el centro de la cultura occidental.
Para los que puedan tener alguna duda sobre el origen marxista del uso sistemático de esas palabras, para envolver traiciones, les comparto estas instrucciones que Willi Münzenberg le dio a su esposa, la camarada Babette Gross, cuando decidió enviarla como infiltrada del Comintern en América:
…
tú no apoyas a Stalin. No te declaras comunista. No proclamas tu amor al régimen. No pides a la gente que apoye a los soviéticos. Jamás. Bajo ninguna circunstancia… Tú te declaras una idealista independiente. No entiendes demasiado de política, pero piensas que los pobres lo tienen mal. Crees en las mentes abiertas. Te alarma y atemoriza lo que está sucediendo aquí, en tu propio país. Te atemoriza el racismo, la opresión de los trabajadores. Opinas que los rusos están intentando un gran experimento humano y esperas que tengan éxito. Crees en la paz. Deseas que haya entendimiento internacional. Detestas el fascismo. Piensas que el sistema capitalista es corrupto.
Esas palabras de Willi Münzenberg nos explican hoy, casi cien años después de haber sido expresadas, por qué muchos de los supuestos opositores cubanos, que están llegando ahora al exilio, se expresan de la forma en que lo hacen mientras creen que engañan a alguien con sus discursitos.
Llegan y dicen que no apoyan, para nada, al castrismo. Son puros demócratas que buscan avanzar la agenda del régimen declarándose como personas independientes a la caza de mentes abiertas. Son buenazos que saben muy poco de política pero que enseguida desarrollan, oh milagro, una capacidad de crítica de la sociedad americana que si la hubieran ejercido en Cuba otro gallo habría cantado. Dan risa, en realidad, por el patético uso que hacen de las palabras traidoras.
A continuación, van seis ejemplos de esas palabras. Son, aclaro, ejemplos que deben ser leídos como un aviso risueño y desenfadado de la enorme reforma del lenguaje que nos espera, como civilización, cuando los neo marxistas hayan desaparecido de este mundo, algo que estoy seguro que harán.
Revolución
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