El poeta que se enfrentó al dictador
- Vicente Echerri
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El poeta que se enfrentó al dictador
21 Dec 2021 22:36
El enfrentamiento entre el poeta y periodista guatemalteco Ismael Cerna (1856-1901) y el presidente y hombre fuerte de Guatemala Justo Rufino Barrios (1835-1885) trascendió las fronteras de ese país centroamericano y se divulgó bastante en el ámbito continental gracias a un par de poemas de Cerna, a pesar de que los poemas no tenían mayor calidad literaria, y a que Barrios había sido un caudillo liberal que se empeñó en hacer de Guatemala un país moderno y que fuera tenido, hasta mediados del pasado siglo XX, como un verdadero héroe nacional.
Cerna es un adolescente de una familia acomodada cuando, en 1871, su tío, el presidente Vicente Cerna, es derrocado por una revolución liberal —liderada por Miguel García Granados y por Barrios— que cuenta con el respaldo del presidente mexicano Benito Juárez. Como es de suponer, la familia del mandatario derrocado se opone al nuevo régimen, oposición que se hace más militante cuando, después de la presidencia de García Granados (1871-1873) Barrios asume el poder ejecutivo y sus reformas liberales se radicalizan. En represalia a esta oposición, el presidente ordena arrasar con la hacienda del padre de Ismael, Nemesio Cerna, y asesinar a éste. El joven poeta intenta huir, pero es apresado y termina en la cárcel.
Es allí, encadenado en su celda y valiéndose de papel y lápiz que le facilita uno de sus guardianes, que escribe el poema contra Rufino Barrios que circuló ampliamente en América Latina, sobre todo en el área del Caribe, como un texto emblemático contra la tiranía. El poema, bien rimado, es una sarta de acusaciones y feroces insultos contra el presidente, al tiempo que un desafío personal. He aquí algunos fragmentos:
Y te apellidas liberal ¡bandido!
tú que a las fieras en crueldad igualas,
tú que a la juventud has corrompido
con tu aliento de víbora que exhalas.
Tú, que el crimen ensalzas, y escarneces
al hombre del hogar, al hombre honrado;
tú, asesino, ladrón, tú que mil veces
has merecido la horca por malvado.
Mata, Caín, la sangre que derrames
entre gemidos de dolor prolijos
¡oh! infame, el mayor de los infames,
irá a manchar la frente de tus hijos.
Aquí tienes también la sangre mía,
sangre de un corazón joven y bravo,
no quiero tu perdón, me infamaría…
Mártir prefiero ser, a ser esclavo.
El texto, insultante y retador, llega a la manos del presidente y éste, admirado acaso por la audacia del joven, decreta su indulto y lo deja salir del país. Corre la leyenda de que incluso lo llamó a su presencia y le pidió que leyera el poema, pero esta escena es poco creíble, a menos de que Barrios fuera un consumado masoquista.
El gobierno de Barrios, que a partir de 1880 gobernó al amparo de una nueva Constitución, terminó abruptamente dos años después cuando el caudillo murió en batalla luchando contra las tropas salvadoreñas en el empeño de realizar su sueño de reunificar a Centroamérica en un solo Estado, como lo había sido al tiempo de la independencia.
Con la muerte de Barrios, regresó Cerna de su exilio en El Salvador y es de esa época que escribe su soneto "El perdón", que al parecer se inspira en una visita a la tumba del presidente y que, según otras fuentes, lee allí. Se ha dicho también que leyó el poema en los propios funerales de Barrios, pero eso no es verosímil: las autoridades y los deudos del muerto nunca lo hubieran permitido. El poema debe haber aparecido después y en él su autor termina por reconocer la labor patriótica del líder, a pesar de su autoritarismo:
No vengo a tu sepulcro a escarnecerte,
no llega mi palabra vengadora
ni a la viuda, ni al huérfano que llora,
ni a los fríos despojos de la muerte.
Ya no puedes herir ni defenderte,
ya tu saña pasó, pasó tu hora;
solamente la historia tiene ahora
derecho a condenarte o absolverte.
Yo que de tu implacable tiranía
una víctima fui, yo que en mi encono
quisiera maldecirte todavía,
no olvido que un instante en tu abandono
quisiste engrandecer la Patria mía.
Y en nombre de esa Patria te perdono.
El resto de la vida de Cerna, que muere bastante joven en 1901, no se destaca por una brillante carrera literaria, sino que más bien transcurre en la oscuridad. Se le recordará definitivamente asociado al nombre de Justo Rufino Barrios, el hombre que victimizó a la familia del poeta en su intento de reformar a Guatemala.
Cerna es un adolescente de una familia acomodada cuando, en 1871, su tío, el presidente Vicente Cerna, es derrocado por una revolución liberal —liderada por Miguel García Granados y por Barrios— que cuenta con el respaldo del presidente mexicano Benito Juárez. Como es de suponer, la familia del mandatario derrocado se opone al nuevo régimen, oposición que se hace más militante cuando, después de la presidencia de García Granados (1871-1873) Barrios asume el poder ejecutivo y sus reformas liberales se radicalizan. En represalia a esta oposición, el presidente ordena arrasar con la hacienda del padre de Ismael, Nemesio Cerna, y asesinar a éste. El joven poeta intenta huir, pero es apresado y termina en la cárcel.
Es allí, encadenado en su celda y valiéndose de papel y lápiz que le facilita uno de sus guardianes, que escribe el poema contra Rufino Barrios que circuló ampliamente en América Latina, sobre todo en el área del Caribe, como un texto emblemático contra la tiranía. El poema, bien rimado, es una sarta de acusaciones y feroces insultos contra el presidente, al tiempo que un desafío personal. He aquí algunos fragmentos:
Y te apellidas liberal ¡bandido!
tú que a las fieras en crueldad igualas,
tú que a la juventud has corrompido
con tu aliento de víbora que exhalas.
Tú, que el crimen ensalzas, y escarneces
al hombre del hogar, al hombre honrado;
tú, asesino, ladrón, tú que mil veces
has merecido la horca por malvado.
Mata, Caín, la sangre que derrames
entre gemidos de dolor prolijos
¡oh! infame, el mayor de los infames,
irá a manchar la frente de tus hijos.
Aquí tienes también la sangre mía,
sangre de un corazón joven y bravo,
no quiero tu perdón, me infamaría…
Mártir prefiero ser, a ser esclavo.
El texto, insultante y retador, llega a la manos del presidente y éste, admirado acaso por la audacia del joven, decreta su indulto y lo deja salir del país. Corre la leyenda de que incluso lo llamó a su presencia y le pidió que leyera el poema, pero esta escena es poco creíble, a menos de que Barrios fuera un consumado masoquista.
El gobierno de Barrios, que a partir de 1880 gobernó al amparo de una nueva Constitución, terminó abruptamente dos años después cuando el caudillo murió en batalla luchando contra las tropas salvadoreñas en el empeño de realizar su sueño de reunificar a Centroamérica en un solo Estado, como lo había sido al tiempo de la independencia.
Con la muerte de Barrios, regresó Cerna de su exilio en El Salvador y es de esa época que escribe su soneto "El perdón", que al parecer se inspira en una visita a la tumba del presidente y que, según otras fuentes, lee allí. Se ha dicho también que leyó el poema en los propios funerales de Barrios, pero eso no es verosímil: las autoridades y los deudos del muerto nunca lo hubieran permitido. El poema debe haber aparecido después y en él su autor termina por reconocer la labor patriótica del líder, a pesar de su autoritarismo:
No vengo a tu sepulcro a escarnecerte,
no llega mi palabra vengadora
ni a la viuda, ni al huérfano que llora,
ni a los fríos despojos de la muerte.
Ya no puedes herir ni defenderte,
ya tu saña pasó, pasó tu hora;
solamente la historia tiene ahora
derecho a condenarte o absolverte.
Yo que de tu implacable tiranía
una víctima fui, yo que en mi encono
quisiera maldecirte todavía,
no olvido que un instante en tu abandono
quisiste engrandecer la Patria mía.
Y en nombre de esa Patria te perdono.
El resto de la vida de Cerna, que muere bastante joven en 1901, no se destaca por una brillante carrera literaria, sino que más bien transcurre en la oscuridad. Se le recordará definitivamente asociado al nombre de Justo Rufino Barrios, el hombre que victimizó a la familia del poeta en su intento de reformar a Guatemala.
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