Pedro Castillo, candidato a la presidencia del Perú:
1. Propone darle al Estado un papel más dominante en la economía.
2. Anuncia que tomará las medidas necesaras para que el Estado dominante destine un 10 % del producto interior bruto (PIB) a la educación, sin tener en cuenta que todo el presupuesto público del Gobierno es de apenas el 14 % del PIB.
3. Promete desmantelar el Tribunal Constitucional y modificar la Constitución a su gusto.
4. Amenaza que cerrará el Congreso si éste no acepta sus planes.
5. Planea regular los medios de comunicación para acabar con “la famosa radio y televisión basura”, según sea su juicio al respecto.
6. Anuncia que nacionalizará todos los yacimientos mineros, petroleros y energéticos.
Este candidato no parece tener la menor idea de las limitaciones presupuestarias cuando promete un 10% del PIB para la educación. No entiende que el actual presupuesto público del Gobierno es de apenas el 14% del PIB y que su propuesta sólo dejaría un 4% disponible para todos los demás gastos y obligaciones de gobierno. Además, se ha declarado marxista, plantea una verdadera revolución y en diversas ocasiones ha proclamado su devoción por Hugo Chávez, Fidel Castro, Nicolás Maduro y las políticas que esos dictadores han implantado en sus respectivos países.
¿En serio puede una mayoría de ciudadanos peruanos respaldar con su voto a un candidato que abiertamente anuncia su ideología marxista y las consecuentes políticas que llevarían al país a la dictadura y la ruina? Cuando un pueblo comete ese tipo de errores, le es muy difícil corregirlos para volver a la normalidad democrática, como ha quedado demostrado en las dictaduras vitalicias que se apoderaron de Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Puede que la otra candidata en esta segunda vuelta electoral para muchos diste de ser la alternativa ideal, pero su historial político y sus propuestas se ajustan más a los principios democráticos que en las próximas elecciones permitirán al pueblo peruano optar por candidatos mejores sin el obstáculo autoritario que es evidente en los planes de Castillo, los cuales es fácil pronosticar que se orientarán al poder vitalicio siguiendo el ejemplo de sus proclamados héroes.