El Ministerio de Cultura rompió el pasado viernes, 4 de diciembre, el diálogo con los jóvenes artistas y escritores que el 27 de noviembre le presentaron un pliego de reclamos que incluían respeto a derechos humanos fundamentales.
El comunicado oficial, publicado en el sitio web Cubarte, recoge lo siguiente: "El Ministro de Cultura no se reunirá con personas que tienen contacto directo y reciben financiamiento, apoyo logístico y respaldo propagandístico del Gobierno de los Estados Unidos y sus funcionarios. Tampoco lo hará con medios de prensa financiados por agencias federales estadounidenses".
El Gobierno cubano recurre una vez más a su diferendo con Estados Unidos para desacreditar a sus críticos y adversarios; algo que a estas alturas carece de credibilidad por formar parte del ya conocido libreto para excluir y reprimir constantemente a quien disienta con las orientaciones del Partido Comunista (PCC). Pero, aunque esta haya sido la excusa, debemos preguntarnos cuáles son realmente los motivos de las autoridades cubanas para romper el diálogo con los jóvenes del 27N, y para seguir reprimiendo al Movimiento San Isidro.
En primer lugar, porque el PCC rehúsa admitir a sus críticos, sean artistas, músicos, o lo que sean, como interlocutores válidos.
En segundo lugar, el diálogo instaurado a raíz de la protesta estaría abriendo la puerta política y psicológica a un nuevo modo para solucionar los problemas entre los cubanos, un modo que va contra la dinámica convivencial instaurada por más de 60 años por el Partido Comunista, el cual ha preferido dialogar, incluso, con el supuesto enemigo, Estados Unidos, antes que con los propios cubanos.
Esta experiencia podría ser vista, además, como una especie de ensayo o antesala a un hipotético diálogo entre el Gobierno y actores que le puedan retar el poder en un escenario de transición.
Por último, el frenazo también obedece a una reacción del ala dura y extremista del Partido Comunista, que nunca ha conocido otra cosa que sus imposiciones a sus conciudadanos. Este asunto, además de representar un peligro para los jóvenes del 27N y para la oposición, también lo es para los propios aperturistas dentro del propio régimen.
La sociedad cubana, en su mayoría, apoya que los cambios que Cuba necesita con urgencia sean por las vías del diálogo y la negociación. También rechaza, aunque no siempre lo explicite, el abuso de poder y la brutalidad policial. Cuando el PCC cierra la puerta a cualquier conversación y saca las tropas de élite a las calles, no solamente está amenazando a un grupo de jóvenes cubanos, sino también a esta mayoría social.
Last edit: 08 Dec 2020 01:44 by Yaxys Cires.