Trump y Amlo, ¿socios y amigos?

 Ante las apocalípticas plagas que han azotado al mundo en estos tiempos, la humanidad, como lo explica la teoría de las expectativas racionales, ha iniciado un proceso depresivo asumiendo una actitud de temor, de una gran desconfianza en su futuro y, con una media que tiene esa tarea, es entendible. Sin embargo, hace unos días emergió lo que pudiera ser un poco de luz en esta oscuridad. Surge un rumor iniciado en los corredores de la inteligencia política de EU que, por algún motivo, se interpreta una acción de Amlo difícil de creer. Y debo aclarar no es algo confirmado.
Proyecta a un Amlo desconocido, pensante, analizando, midiendo alternativas y, tal vez, abriendo la puerta a una posible modificación de la ruta de un buque que ya luce como la barca de Guaymas, con sus blancas velas hechas pedazos y arribando de región desconocida con la muerte en el alma. Entre las piezas de información analizadas para pensar en ese increíble y creerlo posible milagro, fue el comentario emanado de los palacios del poder de una posible visita del presidente mexicano a su contraparte en EU y, lo más difícil de creer, el motivo sería darle apoyo a Trump ante una reelección que cada día se le complica, y faltan los ataques finales del EP.

Aun ante la cierta posibilidad de que sea un rumor sin bases, para efectos de un placebo que nos anime un poco en medio de esta oscuridad, hagamos el ejercicio de lo que puede representar para México un viraje de esa magnitud. Primero, si eso realmente sucediera, sería un mensaje de que Amlo abandonaría el venenoso grupo de países de América Latina que bailan al ritmo que les dicta el acuerdo marxista de Sao Paulo donde militan Cuba, Venezuela, Nicaragua, Argentina y demás especímenes de ese club de Born Losers en algo que tendría un significado especial. Sería la primera vez en la historia que México da la espalda a tan selecto grupo de cavernarios.

Si eso fuera cierto y, repito, no hay confirmación ¿Qué otra alternativa tendría Amlo para dar ese temerario paso? Tal vez la de asumir el papel de verdadero socio en el nuevo acuerdo comercial que acaba de iniciar su operación. Pero, pecando de optimista y acudiendo al refrán mexicano; “al que a buen árbol se arrima buena sombra lo cobija”. No se requiere ser sabio para entender, después de ubicar en la balanza de rentabilidad las dos alternativas y, sobre todo, cuál sería la que verdaderamente México necesita: El Foro de Sao Paulo, o, una verdadera sociedad del Norte del Continente Americano con EU y Canadá. Al fin que el líder canadiense es camarada socialista y se entiende con Trump.

Por motivos difíciles de entender, la gentes mas cercanas a Trump afirman que al presidente americano le cae bien Almo y, piensa que, con una buena oferta de apoyo, puede seducir a este hombre que navega en un barco averiado y es lo que necesita en estos momentos, ayuda, en lugar de otro rescate trillonario en un par de años, que devastaría la economía mundial en estos momentos tan críticos. Algo que comparte con Amlo, es un sincero compromiso con los segmentos de la población que, en ambos países, han sido negativamente afectados por las criminales políticas de saqueo a manos de los establishments. Piensa que, con un buen arreglo y el compromiso de ambos, se podría desarrollar un Make México Great (Again) y este sería un New Ball Game.

Si Amlo lo entiende de la misma forma que Trump lo tiene claro, no habría comparación entre modificar el rumbo a tiempo, o, irresponsablemente aferrarse a la ruta que, sin lugar a dudas, convergerá en “una nueva crisis mexicana”. Un evento que, como lo hemos afirmado, México sufriría la misma suerte de los boxeadores viejos muy golpeados y, con un pequeño rozón, lo puede enviar ya no a la lona para la cuenta de 10, sino a un grave coma en la cual los remedios tradicionales ya no sean efectivos, para dejarlo vegetando para siempre sin poderse valer por sí mismo. El gran temor de Trump es las olas de inmigrantes que se asentarían en toda la frontera provocando una crisis humanitaria.

Para EU y para Trump, eso sería una catástrofe que, aun reelecto, le ataría de nuevo las manos después de haberse librado de la camisa de fuerza que le fue impuesta durante estos casi 4 años. Ello le impediría implementar la segunda etapa de su plan y para EU la más importante, liberar al mundo del abrazo mortal de oligarcas y, en especial, las monarquías. Pero, ante un posible derrumbe de México, tal vez él tendría que decidir cual atender y la de México no luciría tan urgente ni atractiva.

Un buen acuerdo entre ambos sería un ganar-ganar para los dos presidentes y para los dos países. Pero, si Trump pierde la elección, solo observando lo que ha sucedido recientemente tendremos un claro panorama de la barbárica escalada que estará enfrentando EU, no bajo el mando de Biden, sino de un grupo de extremistas que han tomado control del partido demócrata representado por las chicas morenas de la patrulla, Ocasio-Cortez, puertorriqueña, Ilan Omar, originaria de Somalia, Rashida Tlaib, palestina nacida en EU con ligas terroristas, Ayana Pressley, todas con credenciales marxistas, en sociedad con el grupo tradicional de Pelosi que aparentemente ha sido seducido por esos radicales que obedecen órdenes de Soros y sus amos.
El panorama para México sería todavía peor. Un país totalmente destruido presa fácil para grupos del narco que ya controlan grandes regiones y, sobre todo, sería el sueño realizado de los herederos de David Rockefeller que establecieran en los años 50: La destrucción de la economía mundial y proceder al establecimiento de una nueva, la del Nuevo Orden Mundial. Un Imperio Global con una sola economía, una sola moneda, un solo banco emisor (el de ellos) una sola religión, un solo sistema de justicia. Ellos como los nuevos monarcas, su grupo de señores feudales, y los modernos siervos, haciendo realidad la obra profética del gran Hayek: Ruta hacia la servidumbre que fuera su advertencia.

Pero ¿Podrían ponerse de acuerdo Trump y Almo? A mi me parece poco menos que imposible, pero, Churchill, Roosevelt y Stalin lo pudieron hacer para destruir a Hitler. Y aunque no lo hemos notado, estos dos hombres tienen muchas simili
tudes con las que provocan grandes pasiones y, de igual forma, pueden ser odiados o amados con intensidad. Tal vez si ambos controlan su soberbia, su autocracia, su terquedad, sus arranques y, archivando sus diferencias ideológicas, acudiendo a su sentido de propósito, a su idealismo que mucha gente no entiende. Con la sublima tarea de unificar ese propósito en beneficio de los dos países, podría suceder un milagro y emerger como socios con una aspiración superior e histórica.

Pero, esto es solo un ejercicio y un mensaje.