El día 6 de agosto en conversaciones informales con residentes de Camajuaní (en el centro de la Isla, como puede observarse en el mapa), se pudo constatar que muchos campesinos, comerciantes (etiquetados como intermediarios) y otros cuentapropistas del mercado minorista, piensan suspender sus negocios a causa de que las autoridades toparon los precios.
Para que se tenga una idea, un dueño de finca tiene que pagar un jornal por cada contratado de 100.00 CUP diario, e incluso en los picos de cosecha puede llegar a 200.00, así también brindar desayuno, merienda y muchas veces garantizar gratis el transporte de ida y vuelta. Con mucha frecuencia tiene que comprar, a precios estratosféricos, en el único mercado que posee ofertas: el negro; el combustible, los pesticidas, aperos de labranza y demás insumos, pues las entidades estatales no se lo garantizan. A lo que hay que añadir los trastornos climatológicos, la pérdida de fertilidad de la tierra y otras eventualidades. Obviamente, los altos costes conque opera se trasladan a los precios de los bienes finales.
Otro grave problema que los aquejan es la competencia desleal que les realizan las entidades estatales o cuasi estatales: UBPC, CPA, granjas, etc. Eso es, valiéndose de los beneficios que les brindan las diferentes entidades gubernamentales, irrumpen en el mercado con precios por debajo de los de oferta y demanda, y con ello los arruinan. Pero la mala noticia es, que sus productos muchas veces son de más mala calidad, así como no garantizan un abastecimiento estable, lo cual trae aparejado las tumultuosas colas (filas) y la dependencia del mercado informal y sus altos importes. Al final ni gestión estatal, ni iniciativa privada, y con ello, el desasosiego de la familia cubana.
Según refirieron el domingo pasado los vendedores en la Feria Agropecuaria de Camajuaní, muchos no concurrirán en lo adelante, pues no les da negocio. La experiencia en estos más de 60 años de planificación central y de las concomitantes órdenes que se les imparten a los actores económicos, es que, no se puede aspirar a dinamizar la economía, utilizando el mismo herramental inoperante de siempre: la empresa estatal socialista y sus variantes agrícolas. El programa de gobierno del Consejo de Ministros y su implementación sigue entrampado en los círculos viciosos de siempre. ¡Hasta cuando!