La alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, tiene que sortear un difícil dilema en su visita a Venezuela: Servir los intereses de la dictadura de Nicolás Maduro o cumplir con la tarea que se le ha asignado en la vigilancia del cumplimiento de la equidad de los derechos del pueblo venezolano.
Pareciera una fácil escogencia, sin embargo la representante de la ONU deberá entresacar una u otra alternativa en la crisis que sufre la nación bolivariana.
Bachelet tendrá que dejar de lado sus abiertas simpatías izquierdistas o perderá prestigio ante el ámbito internacional que observará sus movimientos y declaraciones en la tierra de Bolívar.
Bachelet llega invitada por Nicolás Maduro, pero ha dicho que se reunirá también, con el presidente encargado Juan Guaidó.
Serán tres días intensos de la visita en que el gobierno y la oposición tratarán de ganar en las preferencias de la Alta Comisionada.
Presos y otras calamidades
Un tema importante en la agenda debería ser la de los presos políticos, cuya cantidad exacta solo la sabe el régimen chavista, pero la ONG Foro Penal, la calcula en más de 800.
Bachelet encara un país donde faltan las medicinas y la comida.
Asimismo, el sistema de salud chavista es el culpable de cientos de muertos entre los pacientes en los hospitales que no pueden recibir tratamientos, ya bien sea por los apagones diarios o la falta de equipos.
El 22% de los menores de cinco años sufren desnutrición crónica y 300.000 pacientes están en riesgo por falta de tratamientos y medicinas.
El colapso de la economía se debe, en su mayor parte, a una inútil gestion financiera del gobierno de Maduro quien arruinó PDVSA, la entidad Petróleos de Venezuela, que ha perdido según cifras oficiales, dos millones de barriles diarios en la última década.
Bachelet ha criticado las sanciones de Donald Trump contra el gobierno de Maduro y ha dicho que la prohibición de transar crudo venezolano en Estados Unidos repercute sobre los “derechos básicos y el bienestar de la población”.
Por todo esto, habrá que ver cómo navega a partir de hoy la diplomática chilena en las agitadas aguas de la crisis venezolana y observar si prima la sabiduría, como en el Juicio de Salomón... y su justa alternativa sea inclinarse hacia una resolución que mitigue en parte el drama venezolano.
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