La disyuntiva electoral de España

Ha llegado a ser tan evidente el fracaso de las tácticas empleadas por Pedro Sánchez, al frente del PSOE español, para poder gobernar con el apoyo del extremismo independentista catalán y del socialismo radical de Podemos, que se ha visto obligado a anunciar elecciones anticipadas el 28 de abril, cuando no ha pasado siquiera un año desde su acceso al poder.

Ha puesto de nuevo a España en estado de campaña electoral cuando a estas alturas debería haber estado elaborando políticas de reconstrucción del desastre económico heredado de su colega Zapatero y apenas superado por Rajoy. Las elecciones de abril serán a su vez seguidas en mayo por las elecciones al Parlamento Europeo, asi como por las municipales y las autonómicas, en las cuales podrían darse sorpresas, sobre todo en Cataluña, donde hay una enorme masa casi silente que rechaza las tendencias separatistas.

Las elecciones de abril, junto con las autonómicas que le seguirán, decidirán si el pueblo español le concederá a Pedro Sánchez la instalación definitiva en La Moncloa, pese a su fracaso y con el nocivo acompañamiento de Podemos en el Gobierno nacional y el apoyo parlamentario indeseable de los independentistas, que podrían llegar a obligarlo a proceder al desmembramiento de España.

Si Pedro Sánchez elige la opción radical de asociarse a los radicales extremistas, deberá lidiar con el posible acceso a la Presidencia de Pablo Casado (PP) o Albert Rivera (Ciudadanos), que en ese caso tendrían que depender del partido Vox (también extremista) para lograr la mayoría parlamentaria.

Si se produce esta indeseable dicotomía electoral, España estará avanzando a ciegas hacia una situación semejante a la de los dos bloques irreconciliables que acabaron destruyendo la Segunda República, con un bloque cada vez más parecido al Frente Popular y otro que remeda a la CEDA de antaño. El regreso a las dos Españas conlleva el fantasma de la Guerra Civil, como consecuencia de la intransigencia de ambas partes, pero sobre todo del bloque que juega con su desmembramiento.

Pedro Sánchez tiene todavía la loable salida de dar la espalda a Podemos y al independentismo para negociar una coalición con el PP, a la cual podría invitarse a Ciudadanos, para así relegar al rastro de la historia a Vox, Podemos y el independentismo catalán.
En última instancia, si la coalición con el PP le resulta tanto más desagradable que la que elaboró a la sombra de Pablo Iglesias y los independentistas, mejor haría de llegar a una componenda con Ciudadanos para alejarse así del extremismo que hoy convulsiona la política española.