El abismo fiscal de Estados Unidos es también político y social
- Gerardo E. Martínez-Solanas
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El abismo fiscal de Estados Unidos es también político y social
27 Dec 2012 01:18
La deuda externa de EEUU no llegaba todavía a los 16 billones (trillones en inglés) el 1º de septiembre. El 12 de octubre había ascendido ya a los 16,17 billones (ver reportaje
AQUÍ
) y este 27 de diciembre alcanzó la cifra de 16,41 billones. Esto representa un aumento de aproximadamente 420 mil millones de dólares en sólo 3 meses o 1,7 billones en un año. En otras palabras, que si continúa el ritmo de gastos y el nivel de déficit presupuestario actuales, la deuda superaría los 18 billones en enero de 2014, más del doble de la deuda de 2008. Esa cifra abrumadora representará una deuda de más de 51 mil dólares por cada habitante del país.
Es evidente que ya es de suma urgencia una reducción drástica de los gastos presupuestarios. La alternativa, conocida como "abismo fiscal" (fiscal cliff) consiste en permitir que venza el plazo de las reducciones de impuestos aprobadas durante los gobiernos del Pres. Bush y las exenciones aprobadas durante el gobierno anterior del Pres. Obama y, por lo tanto, haya un aumento considerable de los ingresos procedentes de impuestos para reducir el déficit del presupuesto. A este remedio se le calificó de abismo fiscal porque sería una medida altamente recesionaria al afectar considerablemente los ingresos de la población y provocar una súbita reducción en los ahorros y el consumo.
Esto daría lugar al cierre de muchas empresas y a la reducción de empleos en muchas más. Si sucede, aumentará el desempleo y subirán los precios y la inflación. Para evitar este abismo recesionario para la economía e inflacionario para la población (la temible estanflación), el gobierno demócrata plantea una solución que apenas reduce los gastos y trata de compensarlos con un aumento radical a "los ricos". Primero se trataba de un aumento del 4,1% de los impuestos a quienes tuvieran ingresos superiores a $250,000 al año y después propusieron transarse por limitarlo a quienes ganaran más de $400,000.
Esta solución tiene notables elementos negativos. El primero es que distorsiona considerablemente el sistema impositivo progresivo y tradicional de EEUU, que implica una tasa impositiva gradualmente más alta a medida que el ingreso sea mayor. En este caso, quienes ganan $399,000 no se verían afectados, pero si ganan $1,000 más deberán pagar $16,000 más en impuestos que los que ganan $1,000 menos. Esto provoca la trampa, legal o no. Quienes gocen de ingresos cercanos a esas cifras procederán a tomar medidas para evitar franquear el umbral impositivo, ya sea produciendo menos, trabajando menos o buscando deficiencias en las exenciones de impuestos que les permitan burlar esta injusta carga.
En segundo lugar, hay que considerar que a estos niveles de ingresos se encuentran muchos empresarios que han creado sociedades anónimas en las que sus empresas le pagan un sueldo por su labor administrativa. La pérdida súbita de $16,000 (o más, según sus ingresos) para el pago de impuestos, provocará un aumento proporcional de sus salarios para compensarla. A fin de que esas pequeñas y medianas empresas puedan sufragar el aumento de esos salarios, deberán aumentar los precios de sus productos y servicios o rebajar el número de empleados o sus sueldos. Este es otro factor recesionario.
En tercer lugar, crea una polarización social de "ricos" perjudicados para supuestamente beneficiar a los pobres. Pero no hay evidencia de que los pobres se beneficien de una situación en la que aumenten los precios y el desempleo. Y esta polarización se basa en la falsa premisa de que esta medida echará sobre "los ricos" la carga impositiva que permita balancear el presupuesto. Nada más lejos de la realidad. Este impuesto distorsionador y recesionista a "los ricos" sólo representará un ingreso adicional de poco más de 15 mil millones en todo el año 2013, apenas el !% del total del aumento de la deuda proyectado para ese año.
En otras palabras, que NO es la solución adecuada. Como tampoco lo es permitir el vencimiento de los recortes y exenciones que desembocarán en el abismo fiscal a partir del 1º de enero. Ni lo es un recorte presupuestario que afecte cruelmente a los más pobres y necesitados. Encontrar una solución razonable que, además, impulse al país a una nueva etapa de progreso y crecimiento es la responsabilidad que tienen tanto el Congreso como el Presidente de los EEUU y que no pueden eludir con negligencia sin correr el riesgo de una catástrofe.
Los ciudadanos no pueden permitir una actitud maniqueísta en la que una parte pretenda que la otra es la que carga con toda la culpa. La responsabilidad y la culpa alcanzarán por igual a demócratas y republicanos, empujando al país no sólo al abismo fiscal sino también al extremismo político disociador y divisionista capaz de producir un colapso nacional. Igualmente serán responsables de cualquier acuerdo apresurado que no resuelva el problema sino que le ponga un parche mal remendado que prolongue la crisis en aras de anotarse efímeros tantos políticos a costa del bienestar y el progreso del país.
< Otro enfoque >
Es evidente que ya es de suma urgencia una reducción drástica de los gastos presupuestarios. La alternativa, conocida como "abismo fiscal" (fiscal cliff) consiste en permitir que venza el plazo de las reducciones de impuestos aprobadas durante los gobiernos del Pres. Bush y las exenciones aprobadas durante el gobierno anterior del Pres. Obama y, por lo tanto, haya un aumento considerable de los ingresos procedentes de impuestos para reducir el déficit del presupuesto. A este remedio se le calificó de abismo fiscal porque sería una medida altamente recesionaria al afectar considerablemente los ingresos de la población y provocar una súbita reducción en los ahorros y el consumo.
Esto daría lugar al cierre de muchas empresas y a la reducción de empleos en muchas más. Si sucede, aumentará el desempleo y subirán los precios y la inflación. Para evitar este abismo recesionario para la economía e inflacionario para la población (la temible estanflación), el gobierno demócrata plantea una solución que apenas reduce los gastos y trata de compensarlos con un aumento radical a "los ricos". Primero se trataba de un aumento del 4,1% de los impuestos a quienes tuvieran ingresos superiores a $250,000 al año y después propusieron transarse por limitarlo a quienes ganaran más de $400,000.
Esta solución tiene notables elementos negativos. El primero es que distorsiona considerablemente el sistema impositivo progresivo y tradicional de EEUU, que implica una tasa impositiva gradualmente más alta a medida que el ingreso sea mayor. En este caso, quienes ganan $399,000 no se verían afectados, pero si ganan $1,000 más deberán pagar $16,000 más en impuestos que los que ganan $1,000 menos. Esto provoca la trampa, legal o no. Quienes gocen de ingresos cercanos a esas cifras procederán a tomar medidas para evitar franquear el umbral impositivo, ya sea produciendo menos, trabajando menos o buscando deficiencias en las exenciones de impuestos que les permitan burlar esta injusta carga.
En segundo lugar, hay que considerar que a estos niveles de ingresos se encuentran muchos empresarios que han creado sociedades anónimas en las que sus empresas le pagan un sueldo por su labor administrativa. La pérdida súbita de $16,000 (o más, según sus ingresos) para el pago de impuestos, provocará un aumento proporcional de sus salarios para compensarla. A fin de que esas pequeñas y medianas empresas puedan sufragar el aumento de esos salarios, deberán aumentar los precios de sus productos y servicios o rebajar el número de empleados o sus sueldos. Este es otro factor recesionario.
En tercer lugar, crea una polarización social de "ricos" perjudicados para supuestamente beneficiar a los pobres. Pero no hay evidencia de que los pobres se beneficien de una situación en la que aumenten los precios y el desempleo. Y esta polarización se basa en la falsa premisa de que esta medida echará sobre "los ricos" la carga impositiva que permita balancear el presupuesto. Nada más lejos de la realidad. Este impuesto distorsionador y recesionista a "los ricos" sólo representará un ingreso adicional de poco más de 15 mil millones en todo el año 2013, apenas el !% del total del aumento de la deuda proyectado para ese año.
En otras palabras, que NO es la solución adecuada. Como tampoco lo es permitir el vencimiento de los recortes y exenciones que desembocarán en el abismo fiscal a partir del 1º de enero. Ni lo es un recorte presupuestario que afecte cruelmente a los más pobres y necesitados. Encontrar una solución razonable que, además, impulse al país a una nueva etapa de progreso y crecimiento es la responsabilidad que tienen tanto el Congreso como el Presidente de los EEUU y que no pueden eludir con negligencia sin correr el riesgo de una catástrofe.
Los ciudadanos no pueden permitir una actitud maniqueísta en la que una parte pretenda que la otra es la que carga con toda la culpa. La responsabilidad y la culpa alcanzarán por igual a demócratas y republicanos, empujando al país no sólo al abismo fiscal sino también al extremismo político disociador y divisionista capaz de producir un colapso nacional. Igualmente serán responsables de cualquier acuerdo apresurado que no resuelva el problema sino que le ponga un parche mal remendado que prolongue la crisis en aras de anotarse efímeros tantos políticos a costa del bienestar y el progreso del país.
< Otro enfoque >
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