Honrar, honra y los cubanos debemos aplaudir fuertemente al pueblo norteamericano por haber celebrado una vez más sus elecciones presidenciales.
Se afirma y no deja de ser cierto que no hay sistema perfecto, pero de los que existen el que más se acerca a lo más aceptable para todos es el democrático y no la broma y obra de teatro sobre falsedad de elecciones que se ha implantado en nuestro país por más de medio siglo. Da sana envidia ver a diferentes pueblos celebrar sus genuinas fiestas democráticas que tres generaciones de cubanos no conocen. En Cuba no se cumple el artículo 21 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que expresa categóricamente “la voluntad del pueblo se expresara mediante elecciones autenticas que habrán de celebrarse periódicamente”.
El pueblo norteamericano ha demostrado su amor y respeto por la democracia al esperar hasta más de 5 horas para emitir su voto en un día de trabajo y en contraposición a esa fotografía de genuina asistencia voluntaria, en nuestro patria ya no saben que artimañas inventar para tratar de llevar a la población a las urnas para hacer el burdo teatro que en Cuba hay elecciones, sin hablar que son solo para escoger al delegado de barrio.
Este ejercicio democrático que acaba de finalizar en los Estados Unidos es salud para todas las sociedades que lo hacen de manera real. Cuba tiene pendiente aprobar esta asignatura en la que esta suspensa.
Y finalmente para todos los cubanos –una vez más- este proceso democrático fue una lección de alta convivencia y de respeto al prójimo cuando se escuchar al ganador Obama expresar:
“… ahora me sentare con Romney para hablar de cómo podemos trabajar juntos para ayudar al país…”
Y muy estimulante fue escuchar al perdedor expresar: “…Rezo para que el presidente tenga éxito al orientar a nuestra nación…”