A menudo nos encontramos con personas que se declaran “católicos” y que al mismo tiempo defienden el Matrimonio homosexual.
Esas mismas personas, en su gran mayoría, dicen admirar la figura del Beato Juan Pablo II. Pues bien, veamos qué nos dijo este último en su catequesis:
“Jesucristo se refirió dos veces al "principio" durante la conversación con los fariseos, que le presentaban la cuestión sobre la indisolubilidad del matrimonio. La conversación se desarrolló del modo siguiente:"... Se le acercaron unos fariseos con propósito de tentarle y le preguntaron:' ¿Es lícito repudiar a la mujer por cualquier causa?' El respondió: '¿No habéis leído que al principio el Creador los hizo varón y hembra?' Y dijo: 'Por eso dejará el hombre al padre y a la madre y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios unió no lo separe el hombre...”
Y agregó: “Siguiendo la narración del libro del Génesis, hemos constatado que la creación 'definitiva' del hombre consiste en la creación de la unidad de dos seres. Su unidad denota sobre todo la identidad de la naturaleza humana; en cambio, la dualidad manifiesta lo que, a base de tal identidad, constituye la masculinidad y la feminidad del hombre creado.”
Mi pregunta es pues, ante enunciados tan categóricos, ¿cómo puede existir duda en los católicos sobre los principios que deben regir el Matrimonio ? ¿Es acaso posible torcer los conceptos para acomodarlos a la opinión de algunos? Y concluyo mis citas de la Catequesis de Juan Pablo II:
“El varón y la mujer, uniéndose entre sí (en el acto conyugal) tan íntimamente que se convierten en 'una sola carne', descubren de nuevo, por decirlo así, cada vez y de modo especial, el misterio de la creación, retornan así a esa unión de la humanidad, que les permite reconocerse recíprocamente y, llamarse por su nombre, como la primera vez.”
Veamos ahora lo que nos dejó dicho sobre el Matrimonio el “Papa Bueno”, el Beato Juan XXIII:
“Jesucristo dignificó el Matrimonio elevando este contrato entre los bautizados a la categoría de Sacramento, y quiso también santificar con su ejemplo la convivencia familiar haciéndose miembro de un hogar, espejo de las más hermosas virtudes”
Finalmente, en la Constitución Pastoral Gadium et spes (Vaticano II) encontramos:
El matrimonio y el amor conyugal están ordenados por su propia naturaleza a la procreación y educación de la prole. Los hijos son, sin duda, el don mas excelente del matrimonio y contribuyen sobremanera al bien de los propios padres(…)
(…)Pero el matrimonio no ha sido instituido solamente para la procreación, sino que la propia naturaleza del vinculo indisoluble entre las personas y el bien de la prole requieren que también el amor mutuo de los esposos mismos se manifieste, progrese y vaya madurando ordenadamente.(...)
Lo cual nos lleva a una pregunta final: ¿Dónde está la duda entonces?