El crispado debate económico en EEUU

Existe un fuerte e ideologizado debate en EEUU de cómo superar la situación de recesión-crisis económica.  La década pérdida de los 2000s debido al aumento del desempleo y la pobreza, la menor participación laboral y el pobre desempeño de la economía acentuado por la Gran Recesión del 2008-2009.  Actualmente la crisis se caracteriza por una elevada tasa de desempleo, una lenta y anémica recuperación del PIB, un elevado déficit fiscal, un creciente endeudamiento público, una baja inflación y un sistema tributario que es y se percibe crecientemente como injusto y distorsionador debido a los abundantes vacíos, exenciones, deducciones, créditos, y estímulos tributarios específicos, resultado de años de cabildeo.

Mientras, están en desarrollo varios ajustes espontáneos importantes.  Los consumidores están aumentando sus niveles de ahorro para reconstituir su riqueza, las instituciones financieras están restableciendo sus niveles de liquidez y de reservas, el nivel de construcción de nuevas viviendas ha disminuido para reducir el exceso de viviendas en existencia, y las empresas se está reestructurando para ser más competitivas y eficientes.

En los años 2000s, EEUU se acostumbró a políticas fiscales y monetarias expansionistas.  El presidente George W. Bush (2001-2008) incurrió en continuos déficit fiscales para financiar la reducción de las tasas impositivas sobre los ingresos personales, las guerras de Irak y Afganistán, la expansión del seguro médico (MEDICARE) para cubrir las medicinas, los gastos de emergencia para reparar los desastres causados por el huracán Katrina, los programas de estímulo fiscal de 2001 y 2008 para reactivar la economía, y el programa de apoyo a las instituciones financieras (TARP) para contrarrestar el pánico del 2008.

Durante esos años hubo consistentemente una política monetaria muy expansionista con tasas de interés reales muy bajas que varios especialistas consideran contribuyeron a generar la crisis financiera en EEUU.

 

Una vez que se hizo evidente la crisis financiera, el presidente Barack Obama (2009-2011) continuó con una política fiscal expansionistas con el programa TARP, realizó un nuevo y mayor programa de estimulo fiscal (ARRA), aprobó el litigado programa de reforma de la salud, extendió nuevamente la reducción de las tasas impositivas a los ingresos personales y las nóminas, y escaló la guerra de Afganistán.  También la política monetaria ha sido muy expansiva por tres años, realmente sin precedentes, con tasas de interés cercanas a cero para la tasa de redescuento y dos rondas de flexibilización cuantitativa enfocada a afectar las tasas de interés de mediano y largo plazo comprando bonos públicos.  También se ha considerado establecer metas de inflación mayores para reducir la tasa de desempleo.

 

El año 2011 ha presentado tres eventos que han frenado la recuperación económica: la interrupción temporal de las cadenas de suministro del Japón debido al tsunami, el aumento de los precios del petróleo y la crisis de la deuda soberana de Europa, especialmente de Grecia que ha afectado a los mercados financieros.

Los políticos conservadores consideran que no se deben apoyar nuevos programas de estimulo fiscal porque han fracasado para reactivar la economía por ser temporales (sólo programas permanentes tienen efectos sostenidos), que no se deben aumentar los impuestos porque desalentarían el aumento de la inversión, que se deben eliminar regulaciones inhibidoras de la inversión (como las financieras y las medioambientales) y que se deben establecer techos para los gastos fiscales con una enmienda a la constitución para tener un presupuesto fiscal balanceado.

En cambio los políticos progresistas consideran que se requiere un nuevo paquete de estimulo fiscal para alentar la demanda agregada y reducir la tasa de desempleo, ya que el paquete anterior fue insuficiente.  Asimismo, que se deben aumentar los impuestos, particularmente a las personas de mayores ingresos, para hacer el sistema tributario más equitativo y reducir el déficit fiscal y el endeudamiento público, y que las regulaciones son indispensables para proteger al público de eventos como la crisis financiera y el derrame petrolero del Golfo.

Por su parte, los economistas keynesianos (p. ej. Krugman, Stiglitz) consideran que el problema de una lenta recuperación o de una posible recesión de doble caída es la falta de suficiente demanda agregada y que la forma de estimularla es con un paquete fiscal grande.  Una economía en recesión genera su propio círculo vicioso descendente, a menos que se lo quiebre con un fuerte estímulo sostenido del gobierno.  Además, consideran que la política monetaria se ha utilizado al máximo, prácticamente se ha agotado.

Otros economistas de la tradición clásica (p. ej. Feldstein, Taylor) consideran que otro paquete fiscal temporal sería inútil, crearía incertidumbres sobre la situación económica dado los ya elevados niveles del déficit fiscal y del endeudamiento público, que sus efectos finales serían adversos y, por tanto, se debe descartar.  Se necesita una reforma económica fundamental que reconsidere el papel del gobierno en la sociedad para restablecer el balance fiscal y reducir el endeudamiento público.

En mi opinión el programa de estimulo fiscal de Obama del 2009 estuvo mal diseñado y fue peor ejecutado.  Por ello no fue efectivo para lograr el propósito que estableció inicialmente de reducir la tasa de desempleo al 8% y para  tener un efecto más sostenible.  Es difícil conseguir apoyo a un nuevo paquete cuando se acordó recientemente reducir el gasto para disminuir el déficit fiscal.  El énfasis de mantener los impuestos personales bajos para las personas de mayores ingresos porque así se generan los empleos necesarios no está respaldado por la experiencia de la década de los 2000, se requiere algo más.  Es imprescindible realizar una reforma tributaria para que el sistema sea más equitativo y estableciendo incentivos favorables al crecimiento reduciendo las tasas impositivas generales y eliminando o disminuyendo los abundantes vacíos y exenciones, que son gastos o transferencias tributarias disfrazadas, así se podría aumentar la base y reducir las tasas tributarias.

Finalmente, el diferendo ideológico económico es tan divergente, la división del poder político es tan marcada y renuente a negociar compromisos como se mostró al aumentar el techo y la degradación de la deuda pública y el gobierno está tan paralizado que muy posiblemente se deje que las elecciones del 2011 intenten de definir el crispado debate.

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