Según el ex presidente Obama, la elevada desigualdad en el nivel de ingresos entre los sectores más pobres y más ricos de la sociedad es un mal pernicioso porque "una mayor desigualdad se asocia con una menor movilidad entre generaciones". Como resultado, "[una] desigualdad peligrosa y creciente y la falta de movilidad ascendente ... ha puesto en peligro el trato básico de la clase media en Estados Unidos: que si trabajas duro, tienes la oportunidad de salir adelante". Esta y otras afirmaciones semejantes se han propagado y se siguen divulgando en los medios académicos, el ambiente político y hasta en algunos centros de investigación económica y financiera como los de la OCDE y la CEPAL. Esto da lugar a que se impulsen políticas para que el gobierno redistribuya la riqueza; en otras palabras, para que el alegado exceso de riqueza que cae en manos de los ricos se entregue a los pobres. Un estudio reciente de un grupo de economistas de Harvard dirigido por Raj Chetty contradice directamente la afirmación del ex presidente de que una mayor desigualdad de ingresos obstaculiza la movilidad económica. “La participación del 1% superior [de la riqueza] no está correlacionada con la movilidad relativa”, escribe Chetty. Al revisar el trabajo de sus colegas, el economista Lawrence F. Katz admite que, a pesar del aumento de la desigualdad, "no es cierto que la movilidad en sí sea cada vez menor". De hecho, descubrieron que los niños de hoy tienen la misma probabilidad de pasar a un nivel de ingresos más alto que hace 50 años.
Mark W. Hendrickson, un destacado economista especializado en políticas sociales, nos ofrece (en inglés) un breve, pero profundo análisis sobre este tema.
More Mischief About Income Inequality
In September, the renowned RAND Corporation released a meticulously detailed, scrupulously objective study about income inequality in the United States: “Trends in Income From 1975 to 2018.” The authors of the study, Carter C. Price and Kathryn A. Edwards, adhered to the highest standards of scholarly integrity.
The study opens with the statement, “The three decades following the Second World War saw a period of economic growth that was shared across the income distribution, but inequality in taxable income has increased substantially over the last four decades.”
The data support that conclusion, although one could have a healthy debate as to whether economic inequality is more meaningfully measured by taxable income (as in the RAND study) or by actual consumption, taking into account taxes and government transfers.
The authors go on to “estimate that aggregate income for the population below the 90th percentile [i.e., the lowest-earning tenth of Americans] over this time period would have been $2.5 trillion (67 percent) higher in 2018 had income growth since 1975 remained as equitable as it was in the first two post-War decades” and that the aggregate alleged loss to that bottom quintile over those 43 years has been a breathtaking $47 trillion. This is one more tragic example of how an obsession with economic equality leads to mischief—a topic I have touched upon before.
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