Este año, el Foro Económico de Davos ha prestado atención a las migraciones, un asunto candente en todos los países occidentales que ha generado un aluvión informativo en las últimas semanas, y que lo seguirá haciendo, porque es una tendencia imparable, característica del nuevo entorno de la globalización de este siglo XXI1.
El interés por las migraciones tiene un punto de partida fundamental en el reconocimiento de la importancia cuantitativa que tienen. En la actualidad, cerca de 258 millones de personas residen en un país distinto al que les vio nacer, el 3,8% de la población mundial estimada. Como dato curioso, los cubanos, durante seis décadas, han llegado a acumular más de 2,5 millones en el extranjero, lo que representa un porcentaje del 22,7% sobre la población de la isla. El asunto es especialmente sensible.
Las razones para migrar y cambiar de país son muchas, y se modifican a lo largo del tiempo. En los últimos años, existe un amplio acuerdo en que la migración cada vez más responde a situaciones de conflictos bélicos locales, la persecución, el deterioro del medio ambiente, a la falta de oportunidades y una profunda falta de seguridad en la vida de los seres humanos2.
Por otra parte, al desarrollar su nueva vida en los países de adopción el emigrante conserva en buena medida sus valores, cultura, experiencia, conocimiento y proyectos vitales de origen. Con el paso del tiempo, adquiere nuevas competencias y cualificaciones fruto de su desarrollo profesional, y gracias a ello, cubiertas sus necesidades inmediatas, puede realizar envíos periódicos de dinero a sus familias. Por este motivo, las remesas de los emigrantes a sus familias se han convertido en objeto de atención en el Foro Económico de Davos3 y el cálculo de su importe total y los efectos cuantitativos y cualitativos que generan, ha abierto una línea de investigación muy prometedora.
Para muchos países que transitaron hacia el desarrollo en la segunda mitad del siglo XX, las remesas fueron un poderoso estímulo. El caso de España en los años 60 es especialmente significativo. Pero fue durante la década de los años 90 cuando, en numerosos países del mundo, el fenómeno adquirió la importancia que tiene hasta nuestros días.
De acuerdo con las estimaciones realizadas, los emigrantes enviaron a sus países de origen 466 mil millones de dólares en 2017. Lo más destacado de esta corriente financiera es que presenta una estabilidad y continuidad muy superior a la de otros flujos financieros internacionales, como la inversión extranjera directa, o en bonos del gobierno, por citar dos casos. Y por supuesto, nada que ver con el importe limitado de la ayuda a la cooperación al desarrollo.
Por muchas razones, a nivel individual y colectivo, las remesas de los emigrantes a sus familias resultan vitales. Ya se ha instituido, a nivel internacional una fecha, el 16 de junio, como Día Internacional de las Remesas a las familias, para reconocimiento de su destacado papel, llegando a establecer en 800 millones de personas a nivel mundial, las que de una forma u otra reciben y se mantienen gracias al dinero procedente de sus familiares en el extranjero. Para muchas personas, estos fondos permiten superar situaciones de extrema pobreza, atendiendo a necesidades inmediatas. Mejoran la nutrición y la salud, aumentan la educación y las oportunidades para niños y ancianos, y a más distancia, fomentan las oportunidades empresariales y contribuyen a reducir las desigualdades. Todos son efectos benéficos.
Y si el dinero resulta fundamental, desde este mismo enfoque, la emigración tiene otro impacto muy destacado sobre la economía global cuando las personas que se trasladan a otros países hacen llegar a sus zonas de origen los conocimientos, capacidades, cualificaciones, ideas y proyectos que adquieren en el mundo desarrollado. Es lo que se denomina “remesas sociales” de tanta o más importancia que las financieras por cuanto representa de transferencia de conocimiento y tecnología. El impacto de estas remesas sociales en áreas como educación sanidad, empleo, empresas y gobernanza ha sido estudiado para Tanzania4 en 2014 con resultados muy relevantes.
Los expertos sugieren que, teniendo en cuenta los efectos positivos de las remesas económicas y sociales, resulta necesario implementar políticas que equilibren el impacto combinado de las mismas5.
Así, por ejemplo, se sugiere a los gobiernos la creación de un entorno lo más estable posible, que estimule el envío de las remesas financieras hacia los sectores productivos de la economía. En España durante los años 60 del siglo pasado este enfoque resultó esencial para el desarrollo industrial y de la actividad turística. Incentivos fiscales, productos financieros innovadores, reducciones de impuestos, acceso a la información financiera son algunas de las medidas que podrían ayudar a lograr este objetivo. La simplificación de los trámites de entrada y de residencia aparece como una de las propuestas más relevantes.
En segundo lugar, es necesario reducir los elevados costes del envío de las remesas financieras, y sobre todo, las sociales. Y si bien se observan esfuerzos importantes en esta línea en los países de Europa del Este y Asia central, en otras zonas del planeta se tienen que realizan notables esfuerzos para lograr en este ámbito resultados positivos ya que los gobiernos en los países de origen tratan de obtener el máximo beneficio de estos movimientos de capital.
El mercado de las remesas se ha visto sacudido por los intensos cambios que se vienen produciendo en los últimos años. Se estima que existen en la actualidad más de 3.000 proveedores internacionales de servicios de remesas. Además, se observa un cambio en el uso de los bancos para estas operaciones por medio de los Operadores de Transferencias de Dinero (MTOs) más baratos. Las nuevas plataformas online de servicios de transferencias, los monederos digitales y las aplicaciones de dinero para teléfonos móviles, combinadas con las tecnologías de las criptomonedas, han supuesto la aparición de una mayor competencia y transparencia dentro del mercado de las remesas, si bien todavía no se garantiza un nivel de seguridad y de evitación del fraude. Esta situación ha generado no pocos problemas al sector en su conjunto, y mantendrá una cierta tensión en los próximos años.
Además, en particular, las remesas sociales se encuentran frenadas por las medidas migratorias restrictivas, que actúan como un obstáculo a la movilidad entre los países en que residen los emigrantes y los de origen. Múltiples visas de entrada, permisos de residencia que autoricen estancias prolongadas sin perder los derechos de residencia, y tarjetas de identidad de la diáspora son, entre otras, medidas que se han mostrado como muy efectivas para fomentar los viajes y facilitar el impacto positivo de las remesas sociales.
En tercer lugar, la conciencia creciente de la responsabilidad a ayudar a las familias, el mayor conocimiento financiero y el acceso a servicios financieros asequibles son necesidades que tienen los emigrantes en sus nuevos países de residencia, así como sus familias en los de origen. Gracias a ello, los emigrantes pueden realizar elecciones basadas en suficiente información sobre los medios más económicos y seguros para enviar dinero a sus familias, al tiempo que se proporciona a éstas un conocimiento más adecuado de las mejores oportunidades de inversión de esos fondos. Algunos analistas creen que esto puede dar lugar a la aparición de entidades financieras especializadas en este negocio entre el país de residencia y el de origen.
Por último, y en relación con las remesas sociales se tiene que superar la narrativa actual, claramente negativa, hacia la migración. Los emigrantes se tienen que contemplar como agentes del cambio y la modernización en sus países de origen y a nivel mundial.
Las principales líneas de trabajo han llevado a la IOM6 y a Agencia de las Migraciones de la ONU a trabajar conjuntamente con organizaciones especializadas, la sociedad civil, las universidades y el sector privado, en el desarrollo de varias iniciativas y proyectos conjuntos dirigidos a un mejor conocimiento de las remesas financieras y sociales en determinados corredores concretos, y su impacto sobre las familias y las comunidades. Se destacan iniciativas de la Universal Postal Union y el RNP en Burundi para reducir los costes de envío de las remesas a las comunidades rurales, y la creación del instrumento MigApppara facilitar la comparación de costes. Igualmente destacar la creación de la Global Compact for Safe, Orderly, and Regular Migration (GCM), el primer acuerdo de carácter internacional para abordar la importancia de las remesas financieras y sociales a nivel internacional.
Notas del texto
2La información en https://www.weforum.org/agenda/2017/11/demystifing-migration-immigration-iom-refugee-asylum/
4Consultar en, http://publications.iom.int/system/files/pdf/sending_ideas.pdf
5Ver al respecto, https://www.weforum.org/agenda/2017/12/these-9-charts-will-tell-you-everything-you-need-to-know-about-global-migration
6Ver al respecto, http://www.iom.int/wmr/world-migration-report-2018