Un "Debate General" plagado de "oídos sordos"

United Nations logoTodos los años en septiembre, al comienzo del período de sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas, que suele extenderse tres meses, se escenifica lo que se llama el "Debate General", en el cual participan sobre todo Presidentes y Primeros Ministros de muchos países del mundo, pero a veces también Reyes y otras figuras prominentes del gobierno de sus respectivos países.

Aunque no lo parezca, puede ser escenario de un verdadero debate pese a que no es un intercambio directo sino una serie de declaraciones indirectas mediante las cuales se critican, se rebaten o se elogian los propósitos, afirmaciones y retos expresados por otras personalidades en sus turnos respectivos.

Por lo tanto, es importante hacer acto de presencia para escuchar lo que dice el personaje de turno, no sólo para estar debidamente informados de la orientación, propósitos y estrategias de su política sino también para elaborar una respuesta o intentar un diálogo posterior. Ese es el propósito fundamental del "Debate General" y la meta para la cual fue creada la organización internacional; es decir, para dialogar, negociar y llegar a acuerdos mutuamente beneficiosos.

Es muy deplorable cuando presenciamos cómo delegados de un país o de varios países se levantan y abandonan el recinto de la Asamblea General cuando entra uno de los actores de ese "Debate General" a que le den la bienvenida. No sólo es un gesto de desprecio que anula toda posibilidad de diálogo o negociación sino un disparate que le resta protagonismo a los que optan por hacer el papel de "oídos sordos". Es más: si el orador es un adversario político, esta retirada significa el abandono vergonzoso del campo de batalla de las ideas.

El caso más notable en este período de sesiones se escenificó hoy, 26 de septiembre, cuando compareció el Primer Ministro de Israel para participar en ese debate. Decenas de delegaciones se levantaron en masa y abandonaron el recinto en tumulto. No quisieron escucharlo. Tomaron la decisión de no participar en el debate. Después lanzaron críticas, pero fuera del terreno de las ideas donde la controversia sólo es posible cuando se ha escuchado el discurso completo y no limitándose a seleccionar segmentos para rebatirlos fuera de contexto. Israel escucha a Abbas

Es todavía más notable el desprecio que demostraron por el contraste con el momento en que habló el representante de la Autoridad Palestina y los representantes de Israel se quedaron a escucharlo. Escucharon todo el mensaje y pudieron así sacar conclusiones para actuar y desarrollar sus estrategias. 

La paz sólo es posible cuando hay diálogo y negociación. Cuando ambas partes reconocen a la otra y respetan su derecho a existir sin hostigamientos ni agresiones. Egipto y Jordania reconociereon en su oportunidad que esto era posible y aceptaron que Israel les tendiera la mano de buenos vecinos. Más recientemente, otros dos pequeños países, los Emiratos Árabes Unidos y Baréin, que antaño se consideraban enemigos irreconciliables, encontraron en el camino de la paz, de los acuerdos y la concordia una vía mejor. Se vislumbraba también un firme acercamiento de Israel con Marruecos y Arabia Saudita.

Ante esta prometedora realidad, los enemigos de la paz y la concordia idearon una espantosa agresión a Israel en octubre de 2023 como un verdadero terremoto capaz de derrumbar los pilares de esta paz naciente. Provocaron una guerra sin cuartel que han estado perdiendo desde hace más de un año a costa del horrible sufrimiento del pueblo que dicen defender para ahogar los esfuerzos de paz. Se han negado a devolver a todos los rehenes; se han negado a deponer las armas; se han negado a renunciar a su propósito de destruir el Estado de Israel como meta definitiva de su activismo; y combaten a estilo guerrillero mezclados con los civiles que sufren las consecuencias de la guerra para presentar una lista espantosa y creciente de muertos que conmueva a la comunidad internacional y la arrastre a tomar partido en contra de Israel.

Y es gran parte de esta comunidad la que ha abandonado el Debate General, negándose a ser interlocutores de Israel como lo son de la Autoridad Palestina. Toman partido en contra de una de las partes en lugar de exigir a ambas partes que reconozcan a la otra el derecho a existir. Si los enemigos de Israel decidieran devolver a los rehenes que quedan en su poder, si estuvieran dispuestos a deponer las armas, si declararan su reconocimiento del Estado de Israel a cambio del reconocimiento mutuo de un Estado Palestino y bajo esas condiciones concertar un acuerdo de paz, este espantoso conflicto cesaría para siempre. Y los que abandonaron en tumulto el recinto de la Asamblea General lo saben, pero han preferido no escuchar y alentar así la prolongación indefinida de hostilidades con esa actitud de desprecio.

Esta es una actitud que hace que los israelitas se sientan acorralados y enfrentados a un peligro existencial, lo cual provoca una reacción radical que se convierte en semillero de odios, rencores y venganzas en toda la región del Oriente Medio. Por tanto, es una actitud destinada a echarle leña al fuego.

Es indispensable que surjan poderosos negociadores imparciales dispuestos a adoptar una actitud firme con ambas partes para hacerlos entrar en razones que los lleven a reconocer cómo un espíritu de cooperación y concordia se puede convertir en una luminosa avenida de progreso y bienestar para esos pueblos. 

Ese es el camino de la paz: el camino del diálogo, la negociación y la reconciliación que permita acuerdos civilizados.

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