Esas tendencias políticas difusas y engañosas que encontramos en el crisol de lo que llamamos "izquierda", sin preocuparnos por reconocer exactamente de qué se trata, se combinan en una amalgama de doctrinas que surgen del marxismo, el leninismo, el estalinismo, el maoísmo, el castrismo, el fabianismo, el fascismo y otros "ismos" semejantes, formulando ideas que se disfrazan de social demócratas para desviar la atención de sus verdaderos propósitos y confundir a los ingenuos aparentando ser sus promotores los auténticos adalides de un socialismo democrático que, por ser "democrático" merece el respeto de todos.
Por tanto, para reconocer a esa "izquierda" y sus pretensiones, hay que destilar sus apariencias para poder revelar el trasfondo de sus verdaderas pretensiones.
Esta "izquierda" política engañosa que está inundando el entarimado social de todo el planeta se orienta hacia la transformación socio-ecológica como escudo para encubrir el real objetivo de afirmar una firme y creciente disidencia de las actuales democracias mundiales y aplicarse subrepticiamente a la búsqueda de otras alternativas. Laboran por promover y desarrollar una gran variedad de inquietudes, objetivos, estrategias y acciones conducentes a una política destinada a revertir el progreso económico masivo resultante del capitalismo, que creó una clase media enorme y vibrante e innumerables avances tecnológicos y científicos, así como también un expansivo acceso a la vida cultural, todo lo cual ha mejorado exponencialmente la condición humana. En general, este movimiento se basa en teorías y abstracciones que, cuando se aplican por la fuerza en el mundo real, particularmente en una sociedad ampliamente exitosa y avanzada, pero también en el tercer mundo, tienen un resultado que es desastroso para la población. Además, la experiencia demuestra que los que entre ellos son famosos, ricos y/o poderosos, continuarán disfrutando –desde diversos escalafones de poder– de un estilo de vida creado por el capitalismo, después de haberlo desarticulado, pero conservando ellos sus privilegios e influencia.
Para muchos seudo intelectuales, sesgados académicos y algunos poderosos billonarios que empujan y subsidian con sus ideas y su dinero este movimiento amorfo pero generalizado, el objetivo es articular innumerables submovimientos destinados a derribar el sistema capitalista en democracia, ya que rechazan la realidad económica tradicional y abrazan una política radical de menor competencia o, peor aún, de la eliminación del sistema competitivo, así como de redistribución de la riqueza nacional a gran escala internacional, y de reducción de ingresos y distribución de la riqueza que los que ocupen el poder consideren "excesivos", aunque, como se ha visto repetidamente, sin que los afecte a ellos personalmente. Promueven así políticas que establezcan un "ingreso máximo" o "riqueza máxima", alentando la envidia de los menos exitosos, abriendo fronteras y "reduciendo la desigualdad" entre países ricos y pobres. Es decir, una política destinada a empobrecer a los países ricos para beneficiar a los pobres. En otras palabras, que los países pobres aspiren a que les regalen el pescado sin hacer esfuerzos adecuados para aprender a pescar.
Serge Latouche, un profesor emérito de Ciencia Económica que se hizo famoso promoviendo estas ideas desde la Universidad de Paris-Sud, fue aún más lejos con su teoría del "decrecimiento económico". La llamada "izquierda" lo ensalza como un filósofo social que admira el progreso socio-económico de sistemas como el de Laos, donde estuvo viviendo y del que destaca su experiencia en ese país alabando la vida en sus comunidades "que trabajan unas cinco horas por día y el resto del tiempo lo dedican a divertirse, a plantar, a cazar, a pescar, y ahí me di cuenta de que el desarrollo iría a acabar con esta forma de vida feliz". Y añade, que: "El desarrollo colonizaría su imaginario, creándoles necesidades externas y destruyendo el equilibrio de sus sociedades".
Tratándose de un país tan pobre (uno de los más pobres del mundo), cabe imaginar lo que diría si hubiera vivido en Cuba (otro de los países más pobres del mundo), porque seguramente estaría ensalzando su "democracia participativa", el estado de "igualdad" en que viven sus ciudadanos y la notable y característica alegría y simpatía de los cubanos. Pero otros personajes que abrigan ideas semejantes ya se han encargado de aplaudir los resultados de la política que impera en Cuba sin preocuparse por la miseria generalizada que ha generado. Es el escenario que dibujan con irresponsable frivolidad estos personajes que pueblan la "izquierda".
Otro ejemplo lo tenemos en la Universidad de Miami, en la persona del George A. González, profesor de Ciencias Políticas, cuando expresa que: "Los conceptos de valor y renta de Marx son indispensables para comprender el uso progresivo de combustibles fósil –frente a la expansión urbana– que ha contribuido significativamente al agotamiento del petróleo y a la reciente tendencia al calentamiento global. Este argumento es consistente con la afirmación eco-marxista de que los escritos de Marx y Federico Engels contienen una crítica económica del capitalismo." (Urban Sprawl, Climate Change, Oil Depletion, and Eco-Marxism"; Cambridge, MIT Press, 2008)
Todo esto es sólo un atisbo de lo que esta "izquierda" se propone. No puede haber ninguna duda de que este movimiento tiene como propósito abolir o paralizar el sistema económico capitalista democrático y, en consecuencia, su republicanismo constitucional y su énfasis en el individualismo y los derechos de propiedad privada, libre empresa y libertad de expresión y de reunión.
Para lograrlo, sus adalides no tiene reparos en ejercer censura, hostigamiento social "a los privilegiados", y medidas represivas que inicialmente se ocultan tras una capa de legalidad cuando alcanzan el control del Poder Ejecutivo y del Poder Legislativo en cualquier país.
Han abandonado la estrategia revolucionaria y guerrillera para penetrar sigilosamente por la vía de las urnas, enarbolando promesas que una vez en el poder nunca son cumplidas.